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━VINO━
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Miré con detalle el restaurante que manejaban los marleyanos, en donde trabajaba Nicolo. Nunca me había llamado la atención entrar, ni aunque nos ofrecieron el lugar por una noche para celebrar nuestros cuatro años de matrimonio.
En lugar de eso, preferimos acampar en el bosque con los niños. Ese día me la pasé riendo al ver como Levi y Kuchel se desmayaban por lo sucio que era el bosque.
──¿A qué vinieron? ─escuche la voz del marleyano. ──. Estoy ocupado atendiendo a unos invitados.
──Puedes volver al trabajo. ─dijo Hange. ──. Pero queremos hablar contigo más tarde.
──¿Hablar? ¿De qué?
──Bueno, ya sabes. Seguro que te preocupa algo–...
──Del arresto de los voluntarios. ─interrumpió el de tez oscura. ──. Ayúdanos a investigar.
──De acuerdo. ─aceptó sin pensarlo mucho.
Lo seguimos hasta llegar a una sala apartada de las demás. Era muy lujosa y espaciosa.
──Esperen aquí.
──No sabía que había una sala así. ─murmuró la castaña.
──Seguramente es para los cobardes de la policía militar. ─dije cruzando mis brazos. ──. Como si no fuera un secreto que solo se la pasan bebiendo mientras abren el hocico.
──¡Es el vino del que tanto se habla! ─miré de reojo a Jean, hablar tomando uno de los vinos. ──. Dicen que solo pueden probarlos los superiores.
──¿Qué? ─Connie se unió a él. ──. Nosotros somos superiores en la Legión, ¿no?
──También podemos disfrutar de algo bueno de vez en cuando.
──Deja eso donde estaba. ─dije estirando sus orejas. ──. No son más que unos meros mocosos. No tomarán vino hasta que muera, ¿oyeron?
──E-entendido, Liberty-san.
Los solté complacida de eso.
──¡No toque eso! ─Nicolo le quitó la botella antes de que Jean la dejara.
──¿Qué te pasa, Nicolo? ─cuestionó Jean. ──. Solo bromeando. Además, Liberty-san no nos dejará tomar un poco. Eres un exagerado.
──¡Esto no es para los eldianos! ─soltó de repente.
──Nicolo, ¿tú también hablas así? ─preguntó el castaño enojado. ──. Es vino. ¿Qué más da de donde vengamos?
Sin pensarlo, lo tomó del cuello de su ropa.
──No me toques, eldiano. ─expresó con odio. ──. ¿Te crees que somos amigos solo porqué fui un poco amable?
──¿Y tú quién te crees que eres? Piensa en tu posición.
──Solo soy un prisionero, ¿no? ─se soltó de él. ──. Estamos empatados, eldiano.
Dicho eso, se largó llevando el vino.
──¿Qué le pasa? ─ante la pregunta de Connie, nadie respondió.
──Rayos. No lo entiendo.
──Deja de hacer corajes. ─dije sentándome en una de las sillas. ──. Solo ignoralo. Es lo que hago yo.
Cerré mis ojos por unos momentos para tranquilizarme. Pero no lo lograba, sentía un escalofrío recorrer mi cuerpo, como una alerta. Solo lo sentía cuando mis hijos o los mocosos estaban en malas situaciones.
Me levanté de la silla llamando la atención de todos.
──¿Liberty? ─Hange me miró extrañada al salir de la habitación.
Algo me decía que caminara, y fue entonces que lo entendí.
──Nicolo, ¿qué haces? ─pregunté al ver a una niña malherida a sus pies mientras cargaba a otro inconsciente en su brazo, igual, malherido.
──Liber– ¿qué está pasando aquí? ─sentí a los demás llegar al lugar.
──Ella es... ─murmuré al ver a la misma que le disparó a Sasha.
──¿La niña que le disparó a Sasha? ─cuestionó Jean. ──. ¿Qué significa esto, Nicolo? Sabía que estaba a la fuga, pero...
──¿Qué piensas hacer? ─pregunté al ver su cuchillo.
──¡No se acerque! ─apuntó al cuello del niño. ──. Voy a vengar a Sasha. ¡No se muevan!
Nadie movió un solo músculo. A pesar de saber de dónde vienen y que hicieron, solo eran niños criados en malos tiempos.
──Detente. ─murmuró la chica. ──. ¡Falco no hizo nada!
──¿Qué es este niño para ti? ─cuestionó enojado. ──. Esto le pasó por cubrirte.
Se refería al gran golpe en su cabeza.
──¿Lo quieres? ¡Yo también la quería a ella! ─Nicolo estaba cegado. ──. ¡A una eldiana! Pero, ¡se comía mis platillos como si fueran los mejores del mundo! Me salvo de esta guerra horrorosa. Me enseñó que vivo para hacer feliz a la gente con mi comida. Esa era Sasha Blouse. ¡La mujer a la que mataste!
Sus palabras habían dejado, no solo a la chica, sino a la mayoría sorprendidos. Un marleyano y una eldiana no era algo muy bien visto.
──¡Ellos también mataron a gente que quería! ─defendió la castaña saliendo de su sorpresa. ──. ¡Esa tal Sasha Blouse les disparó! ¡Por eso los vengué! ¡Ellos mataron primero.
──¡Me da igual quien empezara! ─acercó su arma al cuello del chico.
──¡Abre los ojos! Eres un soldado de Marley, ¿no? ─vociferó la niña. ──. Seguro que ese demonio te engatusó. ¡No te dejes engañar!
Los padres de Sasha se encontraban presenciando la escena.
──Nicolo, dame el cuchillo. ─demandó el Sr. Blouse. ──. Dámelo.
El rubio no lo pensó dos veces para entregar el arma.
──Sr. Blouse. ─llamé. ──. Se que ella asesinó a su hija, pero tan solo es una niña que no piensa las cosas fríamente. ─me quería acercar, pero Jean me lo prohibió. ──. Baje el cuchillo.
Él solo me miró.
──Sasha era una cazadora. ─habló. ──. De pequeña le enseñé a disparar un arco...
Agradecí ver cómo le entregó el cuchillo a su esposa, quien lo dejó en la mesa negando asesinar a la castaña.
──Mataron a Sasha por qué vago por el bosque. ─miró a Nicolo. ──. Los que carguen con los crímenes y el odio del pasado hemos de ser los adultos.
──Suelta a Ben, Nicolo. ─pidió la Sra. Blouse.
Antes de que hiciera algo, lo tomé entre mis brazos para recostarlo en el suelo lentamente. Connie y Jean se encargaron de tomar a Nicolo para que no hiciera algo estúpido.
──Me encargo de la herida, Liberty-san.
Me alejé de la Sra. Blouse para acercarme a la castaña que miraba confundida a los presentes.
──Déjame ver la herida. ─tomé su rostro entre mi mano. ──. No parece ser que esté rota.
──Mia. ─le llamó el Sr. Blouse. ──. ¿Estás bien?
──De verdad... ¿no me odian–?
Gracias a mis reflejos, abracé a la castaña y detuve la mano de Kaya antes de que matara a la chica.
Ella si la quería matar por lo que le hizo su hermana.
──¡¿Kaya?! ─se sorprendió de su acción.
Los padres de Sasha la apartaron de inmediato.
──¡¿Cómo pudiste?! ─gritó sollozando. ──. ¡Asesina! ¡Creí que eramos amigas!
──Mikasa, Armin, llévenla a otra sala. ─ordené para no armar más escándalo.
──Hai. ─asintieron tomando a la chica para llevarla lejos.
Mi pecho se estrujo al verlos llorar, a todos, nuevamente por la pérdida de su ser querido. Preferí desviar la mirada y enfocar mi atención al pequeño niño malherido.
──Liberty-san, enjuágele la boca al niño. ─pidió Nicolo. ──. Le entró vino.
Lo miré de reojo ante eso.
──Aunque ya será tarde. ─murmuró bajando la cabeza.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo. No me daba buena espina.
──¿Qué llevaba el vino? ─cuestioné comenzando a perder la calma.
──Probablemente, líquido de la médula de Zeke.
Mis ojos y labios se abrieron levemente perdiendo la calma por completo.
──Levi. ─susurré al recordar que les permitió a su escuadrón llevar vino.
Mi mente ahora mismo no estaba procesando las cosas con claridad. No sabíamos cuántas personas tomaron el vino y estaba comenzando a preocuparme por mi esposo. Hay más de treinta soldados con él, y muy probablemente, todos bebieron de aquel líquido, lo peor es que Zeke se encontraba con ellos. Sin embargo, me preocupaba más el no saber qué es lo que el líquido hacía concretamente, según él, solo petrificaba.
──¿Cómo que en el vino hay líquido de la médula de Zeke? ─interrogó Jean.
──No tengo pruebas, pero venían grandes cantidades en el primer barco de exploración.
Lo escuchamos mientras vertiamos agua en la boca del pequeño rubio.
──Me dijeron que lo sirviera principalmente a sus superiores.
──¿Quien?
──Yelena. ─todas las miradas se posaron en él. ──. Es la única que trabaja en ello. No se nada de los demás voluntarios.
Las miradas de Hange y mía recayeron en el hombre de piel oscura junto a nosotras.
──Yo no sé de qué habla. ─se apuró a decir.
──Los eldianos que beben ese líquido quedan petrificados, ¿no? ─preguntó Connie.
──Eso dijo Zeke. ─recordó Hange. ──. Pero nadie estaba presente para comprobarlo. Es la única mentira que tiene un gran efecto.
──Si no se ve ningún síntoma, nunca nadie pensaría que ha sido infectado. ─comenté por lo bajo. ──. Qué problema.
──Sólo es una teoría tuya, ¿no?
──Sí. No puedo demostrarlo. ─le respondió Nicolo a Jean. ──. Pero los soldados marleyenses saben cómo se usó el líquido de la médula ósea.
Contó sobre algo que sucedió hace diez años, donde Marley en una sola noche destruyó una capital enemiga, después de que aparecieran cientos de de titanes allí. No sé si Yelena junto a Zeke tenían planeado hacer eso en Paradis.
Y ahora se entendía porqué le quitó el vino a Jean.
──Hange. ─llamé. ──. Tenemos que darle un baño de inmediato.
──Lo sé.
Sin perder tiempo, lo cargué sin problema alguno para llevarlo a la cocina. La ropa poco a poco fue desapareciendo. Arremangue las mangas de mi gabardina para tallar su cuerpo.
Fue entonces que se escuchó un gritó y decidimos salir encontrando a Floch apuntando a Onyankopon.
──¿Danchō Hange? ¿Heichō Liberty? ─nos miró en cuanto cruzamos la puerta.
──¿Floch?
──Me alegró de verlas. ─las armas ahora estaban apuntadas hacía nosotras. ──. Ustedes deben saber dónde está Zeke. Nos llevarán hacía él.
──No tenemos intención de enfrentarnos a ustedes. ─aclaró Hange.
──Ya rechazamos su propuesta. ─anunció. ──. No negociaremos.
──¿Y eso por qué?
──Lo decidió Eren. ─respondió simple. ──. El Danchō Pixis no se arriesgaría a que controlemos la isla. Ahora mismo estará ocupado en hacer que le roben el fundador a Eren por el camino.
──Estás paranoico. ─demandó Hange. ──. ¿O es que te lo contaron tus amigos de las tropas estacionarias?
──¿Te parezco un soldado obediente que responde a todo? ─cargó su arma. ──. ¿O debería demostrar que no soy tu subordinado?
Me puse enfrenté de Hange mirando fríamente al hombre.
──Acompañenme antes de que lo haga. ─amenazó.
──No creas que te tengo miedo, mocoso. ─declaré hostil.
──Cierto, Eren mencionó que usted podría matarnos en segundos. ─suspiró pensando un poco.. ──. Puede hacerlo, sin embargo, si lo hacé no podemos decirle a nuestros compañeros que no le disparen a sus hijos.
Mis ojos se abrieron por completo.
──¿Qué has dicho? ─pregunté sintiendo mis manos temblar.
──Eren dijo que ese es su punto débil. ─apreté con fuerza mi mandíbula, no podía hacer nada, no con eso. ──. Parece que era cierto.
Sentí como tomaron mis manos para colocar las esposas.
──Maldita sea. ─maldijo Jean. ──. ¿Cómo sabían que estábamos aquí?
Por lo visto, Griz, un marleyano, fue quien nos delató.
──No tenemos tiempo para disputas internas. ─habló Hange esposada por igual. ──. Sirvieron vino con líquido de la médula de Zeke. ¡Zeke nos está manipulando a todos!
──Aunque fuera así. ─soltó una risa. ──. Los idiotas de la policía militar solo se volverán más idiotas.
Nos sorprendimos ante sus palabras. Nadie había mencionado a la policía militar en esto.
──¿Sabían lo del vino?
Esté hizo una seña de silencio llevando su dedo a los labios.
──No griten. ─dio medía vuelta. ──. Estamos en un restaurante.
Cerré mis ojos sintiendo el empujón que me dieron para que comenzara a caminar. No sabía si era cierto que tenían a mi pequeños en la mirá, lo más probable es que no, pero no me quería arriesgar a comprobarlo. Obedeceré hasta saber si es cierto.
Esperaba que no lo fuera. No creía que Eren involucrará a mis hijo, no creo que caiga tan bajo. O al menos eso quería creer.
──Estaremos bien. ─susurró Hange en cuanto nos subieron al carruaje.
──Lo sé, pero no es por mí de quien me preocupo. ─baje mi cabeza.
No me perdonaría que algo le pasara a mis hijos.
Me alarmé al sentir un escalofrío recorrer mi cuerpo y justo al frente mío, Falco, si no mal recuerdo, se retorció en su lugar, casi petrificado.
──¿Qué te pasa? ─pregunté de inmediato.
──Es como si tuviera electricidad sobre mi cuerpo. ─murmuró débilmente.
Hange y yo nos miramos.
──No... ─susurré al saber lo que significaba. ──. Ese bastardo.
Apreté mis puños de coraje. No solo Eren ponía la vida de mis hijos en peligro, sino que Zeke también arriesgaba la vida de mi esposo.
Los hermanos Jaeger son un dolor en el trasero.
Cerré mis ojos para evitar seguir viendo la escena frente a mí.
No basta con tomar las instalaciones, la facción Jaeger tiene que tomar a los reclutas para que se unan a ellos dando como orden golpear al Instructor Shadis hasta dejarlo inconsciente. Todos los que se opusieron a la facción fueron encerrados en la mazmorra, separandolos de todos los que tomaron aquel vino.
──Ahora llévenos dónde tienen encerrado a Zeke. ─ordenó Floch pasando por mi lado.
Suspiré dando media vuelta, no tenía opción.
──Danchō Hange. ─llamó al ver como no se movía, pues seguía viendo a Shadis. ──. Dile que se mueva. ─me ordenó apuntando a mi cabeza.
Lo miré de reojo al sentir el metal chocar contra mi cabeza.
──Hange, andando. ─demandé regresando la mirada hacía la castaña.
Ella pareció entender y caminó junto a mi par hasta llegar nuevamente al carruaje.
──¿Hacía donde?
Preferí callarme mientras Hange les indicaba por donde ir, para eso necesitaremos ir por los caballos.
──Floch, no es necesario que Liberty venga con nosotros. Déjala ir, conmigo basta. ─habló Hange intentando hacer que el chico entrara en razón.
──No podemos hacer eso. ─denegó la petición. ──. Con ella podemos controlar al Heichō Levi, nuestra principal amenaza. N9 creo que nos deje ver a Zeke sin poner resistencia.
──¿En serio crees que les permitirán que se lleven a Zeke solo por mi? ─pregunté ingenuamente. ──. Eres un estúpido al creer eso.
──Tal vez tenga razón, Liberty-san. Él no va a dar la vida de Zeke por la suya, pero se que dará una vida a cambio de salvar a dos... ¿o tal vez tres?
Me tensé al saber por dónde iban sus palabras.
──Tú maldito. ─murmuré.
──No creo que sea un problema, ¿verdad? ─cruzó sus brazos ladeando su cabeza, hablando con cinismo. ──. Apenas va a cumplir un mes y una semana. Si pudo reconquistar el muro María embarazada de mellizo de casi tres meses, puede soportar el viaje en caballo.
──¿Qué? ─Hange había comprendido a la perfección. ──. ¿Estás embarazada? ¿Otra vez?
Baje mi cabeza al sentir su mirada.
──Sí, pero esta vez la diferencia es que no tenía pensado en luchar, como en aquella ocasión. ─aclaré afirmando su pregunta. ──. Supongo que nunca tendré un embarazo normal.
──Pero, no te veo tan gorda como antes. ─murmuró. ──. Antes creía que estaban engordando porque te hacía comer.
──Porqué ahora solo es uno. ─miré sus ojos. ──. Gracias a la nueva tecnología, lo sé. Eso mostró el ultrasonido. ─suspire.
Agradecía mentalmente que solo fuera uno, no me veía feliz al saber que iba a sufrir lo mismo de antes. Y aún así, que sea uno no significaba que no doliera.
──Lo siento, Liberty. ─la miré de reojo, estaba cabizbaja. ──. Sé que haces esto por mi. Yo te pedí que siguieras en la Legión, que no me abandonarás y por culpa mía, tu vida, y las de tus hijos están en peligro. ─sus ojos se conectaron con los míos. ──. Perdóname por ser tan egoísta.
Vi una lágrima bajar por su mejilla y su mirada delataba sinceridad combinada por la culpa. Preferí no decir nada, no tenía palabras que decir. Simplemente presté atención a lo que había a través de la ventanilla.
Nada.
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