Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

┆O51

GRACIAS, LEVI

• • •

──Liberty, ¿sabes? siento que me ha llegado la hora. 

No podía ver, estaba todo oscuro, pero podía escuchar una voz extorsionada.

──¡Quiero actuar lo más genial que pueda! 

Intenté ver algo, pero aquellas leves imágenes en blanco se no se dejaban ver con claridad. Aún no podía ver quien era, pero sentía que la conocía.

──Así que, deja que me vaya así.

Una imagen se presentó. No podía ver nada que me diera una idea de quién era. Solo se distorsionaba. 

──Gracias por cuidarme siempre, deja que te cuide a ti por una vez antes de irme.

Por un segundo la voz y la imagen se hicieron visibles. Fue en un parpadeo, pero logré ver esa cabellera que reconocería de inmediato.
































──¡Hange! 

Desperté de golpe respirando frenéticamente buscando el aire que me faltaba. Llevé mi mano a mi frente sintiendo el sudor pegar mi cabello a mi piel. 

Relamí mis labios sintiendo mi garganta seca hasta que sentí una gota resbalar por mi mejilla. Mis dedos se acercaron tocando la lágrima que caía lentamente. 

¿Qué había sido eso? 

Había tenido pesadillas con mis anteriores mocosos, con mis amigos y con Erwin de algunos momentos antes de que los perdiera de mi vida. Pero jamás había tenido uno en donde la persona aún sigue con vida. 

Miré por la ventana de mi habitación, la luna resplandecía en lo más alto, aún era de madrugada. Aún con sed, centré mi mirada en la mesa de media noche, donde yacía un vaso con agua. 

Hitch siempre me dejaba uno por si despertaba con sed. 

Sin pensarlo, lo tomé bebiendo todo de un trago. Aún no podía quitarme aquella imagen, estaba segura de que era Hange, pero no entendía porque decía que la dejara.

Ni quería entenderlo.

La única razón por la cual creo haber soñado con eso, es por el simple hecho de que no esté en Trost. Todos, incluyendo a mi esposo, fueron a acabar con los titanes de la muralla María. 

De eso casi se cumplen cuatro meses.

No sabían cómo les estaba yendo, pero confiaba que regresaría antes de que comenzara el invierno. Aproximadamente, en menos de tres meses. 

Pasé mi mano por mi cabello suelto despeinado mis mechones azabaches con mi mirada clavada en un punto muerto de la pared siendo iluminada únicamente por la luz de la luna.

Unos leves golpecitos me hicieron regresar de mi mundo. Solté una risita al sentir a mi pequeño enano patearme.

──¿Te desperté, cariño? ─acaricie mi vientre sintiendo otra patada en respuesta. ──. Lo siento. ─susurré volviendo acostarme. 

Coloque una almohada debajo de mi abdomen y otra entre mis rodillas. Era la única forma de poder dormir agusto, además que permite el máximo flujo de sangre al bebé. 

O eso dice el doctor. 

Como no podía dormir de golpe, me mantuve acostada dando suaves caricias a mi vientre. Estaba muy nerviosa y asustada, el doctor me dijo que podía dar a luz entre esta semana y la otra.

Por eso mismo no salía de Trost. 

Lamentablemente, cuando me dio la notificación, Levi no se encontraba en el distrito. Claramente le pedí a uno de los de guarnición que lo notificará. el mismo azabache pidió que por cualquier cosa, mandara a uno de ellos. 

Y es por eso que Nile le ordenó a uno de los suyos que me cuidaran o se mantuvieran en todo el tiempo que no estaba con mi esposo. 

Desde entonces, Hitch no se ha separado de mí. 

Sentí mis párpados irse cerrando de poco a poco cayendo nuevamente dormida. Solo pedía no volver a soñar con eso. 














Solo quería descansar.













Unos fuertes golpes me despertaron. 

──Voy a pasar, Liberty-san.

Abrí mis ojos escuchando la puerta abrirse, los cerré sintiendo la luz del sol golpear mi rostro. 

──Ya amaneció. ─dijo abriendo la cortina de la otra ventana. ──. ¿Cómo se siente hoy? ─preguntó dejando la charola de comida en la mesa.

──Con muchas ganas de ir al baño. ─murmuré somnolienta intentando levantarme. 

Ella soltó una risa. Era normal que mi vejiga no soportará no ir al baño cada cinco minutos.

──Sirve que se da un baño para terminar despertando. ─comentó sacando mi ropa del ropero.

──No creo que despertar sea lo que quiero. ─aclaré sentándome en la cama con dificultad. ──. Joder. ─suspiré. ──. No ayudas, cariño. ─le susurré al bebé dentro del vientre. 

──Sabe que no puede esforzarse. ─Hitch salió del baño para acercarse a mí ayudándome a levantarme.

──Tiendo a no hacer caso. ─dije caminando al baño. ──. Trataré de no tardar.

──Yo me encargo de la cama. 

Asentí cerrando la puerta. No sé qué sería de mí si Hitch no estuviera conmigo. 

Me adentré a la ducha una vez que vacíe mi vejiga. Me di un baño rápido para que el desayuno no se enfriara, realmente el olor me atraía más. 

Cuando salí me sequé el cuerpo dejando otra toalla en mi cabello colocando un vestido.

Son cómodos cuando estás embarazada.

Salí del baño una vez que cepille mi cabello y lo deje suelto. Ni siquiera podía hacerme un peinado decente sin cansarme.

──Dime por favor que conseguiste tocino. ─me senté frente a la mesita.

──Claro que lo hice. ─destapó la charola dejando ver dos panes recién hechos con huevos, tocino y queso derretido encima. ──. Solo dije que era para usted y nadie se negó.

──Sabes, hasta este punto no se si le tienen miedo a Levi o a mí. ─dije tomando uno de los panes.

──Estoy segura que a ambos. ─la miré sentarse leyendo su periodico. 

──¿Hay alguna novedad de Annie? ─pregunté, pues ella también vigilaba a la titán cuando no está conmigo.

──Sigue siendo una piedra, literal y metafóricamente hablando. ─dijo, se sabía que la eldiana no era buena socializando. ──. Por cierto, el carruaje está listo para cuando termine.

──Eso me alegra. ─bebí de mi té negro sintiendo como se movía gozando el sabor. 

Tenía que ser Levi el padre.

















El viento sopló.











Sentí mi cabello bailar al compás de la brisa, algunas hojas se movían a mi alrededor, pero mi mirada solo se enfocaba en la tumba al frente mío.

──Erwin. ─suspiré mirando su nombre en la lápida. 

Cada mes venía a visitar su tumba junto a la de Mike y Moblit. Aún no podía creer que hace menos de siete meses han dejado de estar aquí. 

Ya no podía verlos. 

Ni escucharlos.

Pero, de cierta forma, sabía que estaban viendo lo que la Legión seguía haciendo, hasta que encontráramos la verdad y terminaremos este mundo.

Para comenzar otro. 

Para que sus muertes tuvieran sentido.

Sentí una lágrima deslizarse por mi mejilla, ya era normal sentirlas más seguidas. 

──Me siento vieja al recordar cuando nos reencontramos, ¿te acuerdas? ─pregunté a la nada. ──. Cuando Kenny me trajo a la superficie. 

Yo lo recuerdo siempre.


















Era un día nublado y es porque el invierno estaba en su máximo punto.

Hace días que Kenny se había ido de la pequeña casa donde nos la pasábamos. La poca comida que había se acabó hace casi tres días.

Creo que él no volverá. 

Salí de aquella casa decidida a buscarte, pero como nunca había salido de Shiganshina, no conocía nada, ni siquiera sabía dónde me encontraba. Todo era diferente, con más clase, se podría decir. 

Estuve caminando por horas hasta que mis pies se cansaron así que descanse en el primer lugar con sombra buscando algo de calor. Rogando a encontrar una pista sobre ti, de lo contrario, tendría que volver a robar para sobrevivir. 

──¡Hey tú! ─un gritó me sobresaltó, giré encontrando a un señor, por su ropa parecía ser cocinero. 

Tal vez me iba a dar comida.

──¡Largó de mi restaurante! ─vociferó con hostilidad vertiendo agua fría en mi. ──. ¡Espantas a los clientes!  

Mi cuerpo titiriteó con frío, estábamos en invierno y no llevaba nada más que una camisa larga ajustada y los mismos zapatos que mamá me regaló por mi noveno cumpleaños.

Hace casi tres años. 

Estaban desgastados, pero se mantuvieron cuando corrí de aquel lugar buscando algo con que darme calor. Hasta que me dejé guiar por un exquisito olor, era el dulce olor de pan recién hecho. 

Me quedé de pie enfrente de una ventana observando a una señorita colocar una canasta de pan en una mesa donde se encontraban más personas. 

Podía sentir mi boca hacerse agua sintiendo lo caliente que adentro se sentía. Por un segundo deseé entrar, pero eso jamás sucederá. 

No sé por cuánto tiempo estuve observando a las personas comer hasta que la misma señora miró por la ventana notando mi presencia. Me asusté y me escondí pegando mi espalda con la pared, no quería que me vertieran más agua.

Iba a irme, pero escuche la puerta abrirse. Giré lentamente encontrando a la mujer mirándome, me asuste tanto que mi cuerpo no respondía. 

──¿Tienes hambre, pequeña? ─preguntó gentilmente, en sus ojos no había desprecio como en el otro. 

Asentí afirmando su pregunta un poco sorprendida.

──Ten, está recién hecho. ─me tendió una pequeña canasta.  

Abrí mis ojos más que sorprendida, ella no me iba a mojar como aquel señor.

──Anda, no tengas miedo. Tómalo. ─pidió sonriendo, pasé saliva tomando con un poco de desconfianza la canasta.

La abrí quedando anonadada con su contenido. Había un plato con un omelette acompañado de un pan y un vaso con agua. 

Para mi era mucho.

──Gracias. ─la miré. ──. Muchas gracias. 

Ella sonrió al verme comer su comida con tanto entusiasmo y felicidad, como si comiera la mejor comida del mundo. Y si lo era, al probar su omelette me hizo acordarme de mi madre, sentía el cariño con el que lo hacía.

──¡Es delicioso! ─la miré con mis ojos cristalizados. ──. En serio, gracias. 

──Me alegra que lo disfrutes. ─sonrió complacida. 

──Si no le importa, ¿me podría decir que distrito es este? ─pregunte para saber donde me encontraba. 

Ella se sorprendió al principio.

──Esto es Trost, en la muralla Rose.

Deje de comer el pan de lo asombrada que estaba. Estaba demasiado lejos de Shiganshina. 

Bebí el agua terminando de comer el pan. Le entregue la canasta a la señorita. 

──Muchas gracias... ─agradecí y me quedé sin saber cuál era su nombre. 

──Mi nombre es Gina Kirstein. 

Nunca olvide ese nombre.

Fue la única que me ayudó cuando nadie más lo hacía. 

Jamás le dije a nadie sobre eso.

Ni a ti. 

Caminé hasta que me quedé dormida en un callejón abrazando mi huesudo cuerpo en busca del calor que nunca llegó. 

A la mañana desperté por el sonido de unas campanas. Las conocía, anunciaban la llegada de los de la Legión. 

Nunca me había emocionado tanto con algo. 

Corrí como pude hasta que llegué con la multitud, las personas no toleraban mi presencia y entre empujones me tiraron justo por donde ustedes pasaban. Por poco un caballo me pisaba, si el dueño no se hubiera detenido.

──¿Estás bien, niña? ─miré a una castaña, parecía joven, como unos dieciocho años o menos. ──. Creí que te había matado. ─suspiró aliviada.

Parecía un poco extraña, pero al ver su capa de la Legión, supuse que te podía conocer.

──Busco a Erwin Smith, ¿lo conoce? 

──¿Eh? ─me miró. ──. ¿A Erwin? ¡Claro que lo conozco! ─sonrió. ──. ¡Erwin! ─gritó mirando a una dirección. ──. ¡Te buscan! 

Los presentes la ignoraron y siguieron su camino, pero unas pisadas de un caballo se acercaron.

──Hange, no necesitas gritar. ─al escuchar esa voz mi cuerpo reaccionó. ──. ¿Quién me busca?

──Está pequeña que casi mató. ─se hizo a un lado dejando ver mi terrible aspecto. 

Ni siquiera se podía ver el color de mi piel. 

──Tío Erwin. ─mis ojos se cristalizaron. ──. Mamá... y papá... ─balbuceé recordando que están muertos.

Tú te habías sorprendido de volverme a ver, nunca habías perdido la esperanza y por fin me tenías en frente. Sin esperar ningún segundo, bajaste del caballo y me tomaste en tus brazos sin importar mi aspecto, me pediste perdón innumerables veces en mi oído. 

Perdón por no haberme encontrado antes. 

Y en ese momento supimos que éramos lo único que quedaba de mi madre, y de tu hermana. 

──Perdón por ser el peor tío. ─murmuraste con tus ojos cristalizados. 

──Nunca lo serás, a pesar de tus malos tratos. ─lo miré a los ojos. ──. Para mi eres el mejor. 

Me abrazó de vuelta con fuerza cargando mi pequeño cuerpo en sus brazos.  

──Awww, amo las reuniones familiares. ─ambos miramos a la castaña llorar conmovida. ──. Esto si es amor de familia. 

Y desde ese día todo cambió.















Ni siquiera me acordé de Hange hasta que entré a la Legión. 





















Me removí incómoda en la cama, tuve que hacerlo lento y cuidadosamente. Era de noche y no podía dormir, estaba muy inquieta. No sabía que me ocurría, pero no podía estar en la misma posición acostada. 

Dolía mi vientre. 

Lo sentía como cólicos, no eran tan fuertes así que no le di tanta importancia y seguí durmiendo. 

Por un tiempo, el dolor no me molestó y me dejó descansar. Y así lo hubiera hecho, si no fuera por una patada en mi vientre que me despertó. 

──Es muy temprano, duerme. ─balbuceé pasando mi mano por el vientre sintiendo como se movía.

Él o ella pareció entender y dejó de moverse. Cerré mis ojos nuevamente agradeciendo que dejara de moverse, cada vez que se movía dolía un poco por lo brusco que lo hacía.

Normalmente se quedaba quieto cuando escuchaba la voz de Levi.

Todo era tranquilo. 

Hasta que una fuerte patada me despertó de golpe. Había vuelto a patear y esta vez con mucha intensidad, jamás lo había sentido tan fuerte. 

Esto ya no era una patadita, era una patada. 

Respiré con dificultad soportando el dolor llevando mi mano al vientre.

──No me hagas esto, enano. ─le hablé colocando mi mano justo donde había pateado. ──. Déjame descansar, ¿si? Mamá está cansada. ─susurré cerrando con fuerza mis ojos. ──. Eres un Ackerman y tú fuerza se nota.

Anteriormente ya había hablado de este tema con Levi, no era mentira cuando decimos que los Ackerman son mejores que un humano ordinario. Actualmente solo hay tres en todas las murallas, claramente éramos conocidos por la fuerza que teníamos.

Y solamente porque uno de nuestros padres era Ackerman.

¿Qué pasaría si dos Ackerman tuvieran un hijo? 

Claramente sería prácticamente de sangre pura. Todos sus habilidades se intensificaran y puede que alcance el mayor potencial. 

Por ello, temía que mi hijo creciera aún en este mundo. No quería que creciera con la idea de unirse a la Legión. 

Solo quería darle la infancia que nos arrebataron.

Suspiré de alivio. 

Había dejado de moverse y patearme. Ahora si puedo descansar aunque sea una hora. Llevaba la mitad de la noche sin poder conciliar el sueño. 

Pero como siempre, lo que quiero no se cumple. 

Solté un gemido de dolor sintiendo fuertes dolores pasar de mi espalda a la parte baja de mi abdomen. Era el mismo dolor de antes solo que se intensificó y dolía a muerte.

──¿Dime que no vas a nacer todavía? ─susurré levantándome con dificultad de la cama, me sostuve de la pared sintiendo ganas de pujar. ──. Joder, si lo harás. 

Solté un pequeño grito sintiendo el dolor punzante cada cinco minutos y sin poder evitarlo pujaba un poco. 

──¿Liberty-san? ─llamarón a la puerta, pero mis gemidos de dolor fueron la respuesta. 

Escuché cómo abrió la puerta y la luz se encendía. Hitch se quedó en el mismo lugar en cuanto notó que algo estaba mal. 

──Le pediré a alguien que llame al médico. ─se apuró a decir dando media vuelta.

──Levi. ─balbuceé por lo bajo.

──¿Cómo? ¿Qué dijo?

──¡Qué alguien lo traiga o yo misma lo traeré a golpes! ─grité sintiendo el dolor. 

──¡Enseguida! ─se fue corriendo.

Cerré mis ojos tratando de respirar aún apoyada en la pared. Mamá nunca me había dicho que tener hijos era tan doloroso. 

Ser madre es lo más hermoso del mundo, decía. Quiero tener hijos, claro, como él no lo está pariendo. 

No sé cuánto tiempo pasé que ni siquiera escuchaba a las enfermeras que llegaron junto al doctor llevándome a la habitación que hicieron especial para el parto.

──Aún no podemos comenzar el parto. ─declaró el doctor.

──¿Qué? ─como pude lo miré. ──. Pero me dijo que pujara.

──Le dije que en cada contracción pujara. ─aclaro. ──. El cuello uterino aún no se dilata lo suficiente. 

──¿Y cómo cuánto tiempo tomará? ─pregunté pujando levemente al sentir la contracción. ──. ¿Media hora? ¿Cinco minutos? 

──Al ser primeriza de ocho a doce horas, incluso pueden pasar 24 horas. 

Gritaría maldiciendo a Levi, pero gemí sintiendo la contracción. 

Respiré como me indicó la enfermera para ayudar un poco con el dolor. No recuerdo cuánto tiempo había estado respirando de forma pausada, pero sabía que habían sido horas.

¡Y el maldito enano no llega! 

Me extrañé al sentir un leve líquido escurrir por mis piernas. No sabía si me había hecho pipí o porque fue eso.

──¡Doctor, se le ha roto la fuente! ─escuche un leve grito. 

──Es hora de comenzar con el trabajo de parto. ─comunico alertando mi cuerpo. ──. La dilatación es de 10 cm, y solo han pasado doce horas. Con eso es suficiente.

Mi cabeza no procesaba aquello. Tanto tiempo pase con el inmenso dolor y nadie me daba nada para calmarlo. 

──Liberty-san, vamos a comenzar con el parto, ¿lista? ─escuche al doctor.

──¿Dónde está Levi? ─pregunté mirando a los lados.

──El Heichō ya fue informado, pero tomará tiempo para que llegue de la muralla Maria. 

Sentía que no podía. 

──No puedo. ─susurré mirando a los lados. ──. Yo... 

──¡Liberty-san! ─gritaron. ──. ¡Tiene que pujar!

No estaba preparada.

¿Y si soy la peor madre? ¿Y si no me quiere? No puedo ofrecerle nada en este asqueroso mundo más que terror. ¡Dios! ¿Cómo es posible que no haya pensado en todo esto? 

Cómo fue esto posible.




















──Eso es... ─miré sorprendida al pequeño bulto que cargaba mi tío. ──, ¿un bebé?

──Es hermosa, ¿no? ─pegó su mejilla con la de ella. ──. Se llama Mikasa. Saluda a tu prima. ─me extendio a la pequeña, pero me aparté.

──No puedo. ─negué. ──. Lo siento, tío. Pero no puedo entender, ¿por qué traer a un niño a este mundo? 

Ahora que salía al exterior comprendí que no éramos más que ganado para ellos.

──No hay nada que le puedas ofrecer. ─desvíe la mirada de aquella niña.

La azabache me miraba con esos ojos del mismo color de su cabello extendiendo sus manitas para que la cargara.

──¿Nada que ofrecer? ─preguntó. ──. Te equivocas, Liberty. Hay mucho que le puedes ofrecer. 

──¿Cómo qué? 

──El amor y cariño. ─miró a su pequeña. ──. Tú protección. No esperes que el mundo le ofrezca lo que te corresponde a ti. ─me miró. ──. Eso me dijo tú padre cuando naciste.






























Abrí mis ojos.

Había olvidado aquel día. 

──Liberty-san. 

Sin perder tiempo, mis manos apretaron aquellos tubos de metal que colocaron. Cerré mis puños pujando con todas mis fuerzas. 

Me detuve a recuperar aire.

──¡Puje un poco más! ─pidió. ──. Puedo ver su cabeza. 

Cerré mis ojos tomando una bocanada de aire. Apreté mi mandíbula al igual que los tubos comenzando a pujar nuevamente 
  
Solos gritos míos se escuchaban por toda la habitación. 

Hasta que escuche eso.

Abrí mis ojos al escuchar unos leves lloriqueos resonar por toda la habitación.

Había nacido.

──Mi bebé. ─balbuceé tratando de mirar a mi hijo, pero la enfermera lo impedía. 

──Es un niño. ─indicó girando para dejar ver un pequeño bulto en sus manos.

──Un niño. ─murmuré sintiendo una lágrima bajar por mi mejilla. 

Sonreí, pero de inmediato hice un gesto de dolor sintiendo otro dolor en mi vientre. 

Apreté mi mandíbula al igual que mis manos pujando, no pude evitar hacerlo.

──¡Traigan más sabanas! ─gritó el doctor. ──. ¡Viene otro en camino! ─los presentes se sorprendieron.

¿Otro bebé?

Relamí mis labios sintiendo mi garganta reseca, descansé un poco para tomar aire. Decidida a no alargar más esto, puje todo lo que pude soltando un leve gritó. 

Un llanto me detuvo. 

Era más fuerte. 

Recargé mi cabeza en la almohada sintiendo mi cabello adherido a mi piel gracias sudor que era secado por uno de las enfermeras. Mi pecho subía y bajaba lentamente regularizando mi respiración. 

──Enhorabuena, Liberty-san. ─giré mi cabeza sintiendo un pequeño peso a mi costado. ──. Tuvo mellizos muy sanos y fuertes.

Mis ojos se abrieron al ver dos pequeñas cabecitas sobresalir de unas sábanas. Lloraban, la pequeña más que el pequeño. 

──Son tan pequeños. ─acerque mi mano a la pequeña acariciando su mejilla, al sentir mi tacto dejo de llorar y a los pocos segundos su hermano también lo hizo. ──. Mis pequeños. ─acaricie con mi nariz la mejilla del pequeño mientras mi mano acariciaba la mejilla de ella. ──. Mamá está aquí. 

El pequeño abrió sus ojos dejando ver un azul cielo, iguales a los de su madre.

Escuché la puerta abrirse de golpe, ni caso le presté. 

──Liberty. ─mis ojos se conectaron con los suyos. 

Levi se quedó en silencio cuando observó a los dos pequeños acostados a mi lado. No esperaba que fueran dos.

──Son nuestros hijos, Levi. ─hablé atrayendo su atención. ──. Son tan lindos. ─acaricie la mejilla de mi pequeño. 

Él se acercó quedando anonadado con la pequeña, pues ella tenía las entradas como las suyas, su carita era como la de él. 

──Nuestros. ─murmuró acariciando suavemente el rostro de la pequeña. 

Al sentir el tacto de Levi, abrió sus ojos dejando ver un azul grisáceo, como los de su padre.

Levi quedó estupefacto. 

Ella era igual a él, y él lo era a su madre.

──Kuchel. ─dijo tomando con miedo a la pequeña entre sus manos. ──. Mi pequeña Kuchel.

Una idea surcó mis pensamientos.

──Kenny. ─dije llamando su atención. ──. Ese es su nombre. ─tomé su cabecita depositando un pequeño beso. 

Podía ver sus ojos cristalizados en cuanto dije aquello. No me molestaba, al contrario me gustaba como quedaban. Y estaba segura, que en esta vida, no se van a separar. 

──Bienvenidos al mundo, Kenny, Kuchel. 

Una sonrisa se posó al ver una pequeña sonrisa de su parte.

──Gracias, Levi. 
 

Pd: como no sabía el nombre de su madre, invente uno.

• • •

Declaro que el 8 de Septiembre es su cumpleaños.

Tenemos promoción:
Hoy por ser su "cumpleaños", habrá otro capitulo ─por no decir último─, pero se publicara más tarde.

Buenas noches!!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro