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REGRESO

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El viento soplaba con suavidad moviendo las nubes. No muy lejos de aquí, pude divisar unas pequeñas aves sobrevolar el cielo.

Sin preocupaciones.

Mis ojos viajaron al distrito, donde podía ver a los demás buscar algún sobreviviente. Encima de la muralla sólo se encontraba Sasha que fue gravemente herida, Armin que seguía inconsciente y por supuesto, yo. 

Levi aún no le decía a Hange sobre el embarazo, pero pronto lo haría. 

Debería de estar acostada, pero no soporte más de cuatro horas tendida en el suelo. Preferí mejor caminar para ver a los demás rezando que Levi no me viera de lejos. 

Unos pequeños murmullos me llamaron la atención. 

──¿Bertholdt? ─giré mi cabeza al escuchar la voz de Armin. 

Pronto lo miré levantarse notando que verificó como se encontraba la castaña. 

──Está mal herida, pero no es más grave de lo que se ve. ─hablé llegando a él.

──Liberty-san. ─me miró por unos segundos. 

──¡Armin! ─un gritó se presentó, era Eren quien se abrazó a él sin pensarlo. ──. Me alegro que hayas vuelto. ─susurró.

De mi pantalón tomé una pistola de bengala. Levi me había pedido que lanzará una señal cuando haya despertado. 

──¿Qué está pasando? ─preguntó escuchando los sollozos de Eren. ──. Bertholdt se transformó en titán y... ¿están bien los demás? 

──¿Es lo único que recuerdas? ─pregunté recargando el cartucho. ──. Por qué no se lo explicas, Eren. ─pedí disparando la señal. 

──Armin... 

Comenzó a contarle todo lo que había pasado en ambos lados. Desde que logró sacar a Bertholdt del colosal hasta el escape de los otros tres titanes.

Y la razón por la cual esté con vida.

El rubio se quedó sin palabras cuando escuchó todo. Más lo último. 

──¿Lo comprendes, Armin? ─pregunté tomando mi capa para que el viento no la moviera. 

──¿Nosotros diez somos todo lo que queda de la Legión? ─preguntó estupefacto. 

──Eso creemos. ─habló Jean.

En medio del relato, todos llegaron y no tardé en sentir a Levi acercarse a mí verificando si me encontraba bien.

Podía sentir su constante miranda en mí en cualquier cosa que hiciera.

──Pasamos cuatro horas buscando supervivientes, pero no hubo suerte. ─explicó el castaño.

Le pasé a Connie el agua para que hidratará  a Sasha, la última vez que lo hice fue hace media hora. 

──Sellamos la muralla Shiganshina. ─comenzó a repasar. ──. Reiner, el titán bestia y otro más huyeron. Capturamos a Bertholdt. Discutieron sobre si usar la jeringuilla en mi o en el Danchō Erwin. Yo me convertí en titán y devore a Berthold. ─llevó su mano a la boca para impedir vomitar.

Desvíe mi mirada. En mi estado por cualquier cosa vomitaría. 

Connie le tendió el agua, él no dudó en beber de ella. 

──¿Por qué yo? ─preguntó. ──. Todo el mundo sabe que era mejor revivir al Danchō Erwin. Heichō, ¿por qué me lo inyectó a mí? 

──Tsk. ─chasqueó con fastidio. 

──Eren, te pedí que se lo contaras todo. ─miré al castaño, pues omitió la parte de ellos llorando y de haber agredido a un capitán.

──Tus dos amiguitos no pensaban en eso. ─aclaró Levi. ──. Recurrieron a la violencia para intentar detenerme.

Miró sorprendido a ambos.

──Aceptaremos cualquier castigo. ─no tardó en decir Eren. 

──Serán castigados por insubordinación, pero, ¿recibir un castigo lo perdonará todo? ─cuestiono Hange. 

Sentí la leve mirada de ambos, pero preferí desviar la mía. No iba a hacer algo, estaba fuera de mi jurisdicción.

Los dos agacharón su cabeza.

──No. ─murmuró el castaño.

──Al final fui yo quien te eligió a ti. ─habló el azabache. ──. No. Debería decir que elegí este lugar como la tumba de Erwin.

──No lo entiendo. ─dijo Armin. ──. El Danchō Erwin no puede morir. ¿Qué vamos hacer sin él?

──Yo también creía que era mejor usarla en Erwin. No voy a mentir. ─musitó Hange. ──. Me resulta frustrante no poder evitar que ocurriera. 

──En todo caso, Erwin le encomendó la jeringuilla a Levi. ─hablé recordando aquel día. ──. Y él te eligió a ti. ─lo miré. ──. Se te encomendó la vida de Erwin y el poder de un titán. Digan lo que digan, ese eres tú ahora, Armin.

──¿Soy el sustituto del Danchō Erwin? ─murmuró. ──. No puede ser.

──No te equivoques. ─le dijo Levi. ──. Tú no puedes sustituirlo. Pero es cierto que tú tienes que otros no. No pienso arrepentirme de mi decisión. ─dejó caer sus manos en la cabeza de ambos mocosos. ──. No dejes que ellos se arrepientan. Ni los demás. No permitas que te arrepientas a ti mismo. Ese es tu deber. 
 
Pasé mi mano por su cabeza despeinando su cabello rubio. Unos leves quejidos se escucharon provenir de Sasha.

──¡Cállense! ─fue lo único que pudo decir. 

Todo quedó en silencio hasta que Hange soltó una risa.

──Sasha es increíble. ─dijo después de reír. ──. Como sucesora de Erwin como Danchō de la Legión, estoy en posición similar. ─comentó mirando al rubio. ──. Tenemos que mentalizarnos. 

──Sí. ─afirmó sin dudar.

──Sí Armin está bien, deberíamos ponernos en marcha. ─se levantó de donde se encontraba sentada. ──. Levi, Liberty, Eren, Mikasa y yo iremos a investigar. Los otros en todas direcciones desde la muralla.

──Sí.

──Eren, ¿aún tienes la llave?

──Sí. ─se llevó su mano al pecho. ──. Está aquí.

──Bien, andando. 

Levi me miraba y sabía que era porque no iba a ir, pero no sabía cómo decirle a Hange.

──Hange. ─llamó Levi. ──. Liberty quiere decirte algo.

Lo miré en cuanto dijo aquello. No quería una regañiza ahora.

──¿Qué sucede, Liberty? ─la castaña se acercó a mí. 

Iba a decírselo, pero los mocosos mantenían su atención en nosotros.

──¿Podemos hablar en privado? ─pregunté mirando de reojo a los mocosos. 

──¿Qué pasa? ¿Tienes miedo a que escuchen la estupidez que hiciste? ─miré de reojo a Levi.

──Pedir perdón no bastó, ¿cierto? ─pregunté mirando sus ojos. ──. Me lo seguirás recordando cada vez que te plazca, ¿verdad? 

El ambiente se puso tensó, era la primera vez que nos veían enojados. Desde hace años que no peleábamos. 

──¿Por qué están enojados ustedes? ─escuche la voz de Hange. ──. ¿Pasó algo entre ustedes? 

──No. ─dije.

──Sí. ─dijo él. ──. Vamos Liberty, decir la verdad no es tan difícil como mentir. 

Cerré mis ojos inhalando un poco de aire. De nada me costaba seguirle la pelea, con el tiempo se cansara. Lo conozco, sé que lo hará.

──Hange. ─abrí mis ojos mirando sus ojos. ──. Estoy embarazada. ─solté al fin.

Todos abrieron sus ojos sorprendidos de la noticia. 

──¿Qué? ─murmuró la castaña estupefacta. 

──Liberty... ─Mikasa me miraba sin creerlo. ──. ¿Por qué...? ─no formulo pregunta. 

──¡¿Y qué demonios haces aquí?! ─cerré mis ojos al escuchar el gritó de Hange. ──. ¡¿Estás loca?! ─miró a Levi. ──. ¿Por qué permitiste que viniera?

──¿Ah? ─entrecerró sus ojos. ──. Recién me enteré que será padre. 

Miré a otro lado. Nunca me había sentido como una maldita bastarda. Y lo era, por arriesgar la vida de un inocente al venir aquí. 

Escuché un suspiro pesado.

──Ay, Liberty, ¿por qué? ─no se como expresar la mirada de Hange, ¿decepcionada o enojada? Pero me dolía que lo hiciera. ──. Por bueno, gracias al cielo, te encuentras bien. 

Su mano se dirigía a mi vientre oculto por la capa, pero una voz la detuvo.

──No hay tiempo que perder. ─habló Levi. ──. Hay que irnos antes de que oscurezca. El camino de regreso a la muralla Rose es largo. 

──Oh, cierto. ─me miró. ──. Quédate aquí y no hagas nada. Descansa. 

──Lo intentaré. ─dije mirando como se dirigían a la orilla. 

──No tardamos. 

Dicho aquello, los cuatro saltaron usando su equipo. Me quedé mirando la dirección en la que se fueron. 

──Liberty-san. ─giré mirando a Jean. ──. ¿Quiere agua? ─me tendió un poco. ──. ¿O quiere algo de comer? Ya se, está cansada. 

Abrí mis ojos al sentir como tomó mi mano para llevarme a una caja, me soltó para acomodar algunas cobijas que había. 

──Siéntese. 

──Estoy bien, Jean. ─dije aceptando su asiento. ──. No te preocupes.

──Cualquier cosa que necesite, no dude en pedirlo. 

Lo miré con una idea en mente.

──Hay algo que quiero. ─él me miró con atención.

──¿Y qué es? 

Sonreí recordando ese lugar. 


























Mi casa.


























Mis pies tocaron la tierra después de un corto viaje. Jean soltó mi cintura. Para no usar mi equipo, él me cargó al estilo nupcial yendo hacía donde le indicaba.

──El Heichō me va a matar. ─lo escuche susurrar detrás mío. 

──No tardaremos, tranquilo. ─aseguré caminando por el pequeño sendero.

Pasé un árbol, el mismo que tenía un columpio en donde me la pasaba de pequeña. Me quedó plasmada cuando lo miré aún colgado, estaba desgastado, pero seguía ahí. 

Retomé el camino llegando a la pequeña casa de ladrillo. No estaba en buenas condiciones, pero tampoco estaba a nada de caer. Estaba intacta, eso sí. Corrió con suerte de estar alejada del centro. 

Solíamos vivir casi en el bosque por papá. 

──¿De quién es esta casa? ─preguntó el castaño. ──. Es asque–...

──Aquí vivía cuando era pequeña. 

──Es hermosa. ─dijo quitando una telaraña que se te atoro en el cabello. ──. Está en una pieza y eso es bueno.

──Entremos. ─dije abriendo la puerta. 

Está rechino y en cuanto la abrí una pequeña rata salió asustando a Jean, ya que gritó. 

Lo miré de reojo, él al sentir mi mirada aclaró su garganta.

──Me agarró por sorpresa. ─excusó. 

Me limité a soltar una leve sonrisa. 

Entré viendo todo empolvado y desgastado. En algunas partes del piso había pequeñas grietas por donde salía pasto. Sin darle tanta importancia entre pasando por la cocina.

Mi cuerpo se paralizó cuando encontré una enorme mancha negra en el suelo. Justo donde mamá murió. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo al recordar ese día.

Desvíe la mirada dirigiéndome a otra habitación. Suspiré en cuanto entré en la sala. Me detuve cuando mis ojos cayeron en aquel cuadro desgastado que colgaba de la pared.

──¿Esa es usted? ─preguntó Jean señalando a una pequeña azabache de cinco años que colgaba en los brazos de su padre. ──. ¿Eh? Ese es... ¿el Danchō Erwin? 

A un lado de papá yacía mi madre con su impecable sonrisa mientras abrazaba por los hombros a su pequeño hermano. 

──Está era mi familia, Jean. ─afirmé viendo el dibujo que papá mandó hacer. ──. Y está es mi nueva familia. ─llevé mi mano a mi vientre. ──. Y tú formas parte de ella, Jean-bo.

Él se sorprendió por ambas cosas, por decirle que es familia y por el apodo.

──Eren a veces me relata anécdotas. ─lo tomé de la oreja. ──. Así que no vuelvas a tratar mal a tú madre. Una vez yo lo hice y terminé con un gran golpe y sin cenar por una semana. ─lo solté al escuchar sus quejas. 

──Maldito Eren. ─murmuró.

Regresé mi mirada al retrato. No era uno pequeño, pero tampoco grande. Aún parecía conservarse, supongo que madre tuvo mucho que ver siempre lo limpiaba con un ungüento especial.

Nunca supe porque lo mantenía impecable, todos los días lo limpiaba sin falta. Y cada vez que le preguntaba porque le daba tanta importancia solía decir que la verdad de papá se encontraba ahí. 

──La verdad. ─susurré sin entender un poco. ──. ¿La verdad de papá? 

Abrí mis ojos al entender. No se refería a que nosotras lo miramos cariñoso, sino que dentro del retrato estaba la verdad de quien era Elliot Ackerman.

Los Ackerman. 

Me acerqué al retrato para abrirlo y quitarle el marco. Me sorprendí al ver una carta dentro, se mantenía casi intacta y podía oler el aceite de menta y el carbón. Era el ungüento de mamá.

Tomé la carta notando que había un escrito en la parte de atrás.

Espero no arrepentirme de esto, Liberty. Eres lo más preciado que tengo y por eso te diré quienes son los Ackerman. –E.A.

Era la letra de papá.  

──Liberty-san. ─escuche la leve voz de Jean asustado. 

──¿Qué sucede? ─pregunté guardando la carta para acomodar el retracto. 

──¿Qué mierda hacen aquí? ─me sobresalté al escuchar la voz que menos me esperaba. 

──Nada. ─dije mirando a Levi. ──. Solo quise visitar mi antigua casa. 

Detrás de él Jean estaba en medio de Mikasa y Hange, supongo que la azabache les dio las indicaciones. 

──¿Qué parte de descansar no entiendes? ─preguntó levemente enojado. 

──No use el equipo, Jean me cargó. ─aclaré. ──. Y antes de que lo culpen, yo lo obligue a que me trajera. 

──¿Qué es lo que guardaste? ─cuestionó Hange. 

──Una carta que papá dejó. ─la mostré. ──. Y creo que explica porqué no me dio su apellido. ─los presentes se asombraron. ──. Creo que explica porque la realeza cazó a los Ackerman.

Hubo un leve silencio. 

──Después la leemos. ─comunicó Hange. ──. Vámonos. ─ordenó.

Los mocosos salieron detrás de ella quedando solo Levi y yo. Ninguno de los dos nos mirábamos. 

Hasta que sentí su mirada.

──Es hora de volver a casa. ─miré a mi esposo. ──. Déjame llevarlos a salvo, por favor. ─pidió y pude ver sus ojos, desesperación por poner a su familia a salvo. 

Miré su mano extendida, entrecerré mis ojos sonriendo levemente. 

──Lo haré. ─tomé su mano juntando nuestros anillos. 

Me sobresalté al sentir su mano acariciar mi vientre por debajo de la capa.  

Él sonrió levemente.

──Papá ahora te protegerá. ─murmuró sin dejar de acariciar mi vientre. ──. Lo prometo. 

Una lágrima resbaló por mi mejilla. ¿Cómo era posible no querer hijos con un esposo como él? 






































Levi cumplió su promesa.






































Llegamos a la muralla Rose en una pieza, a pesar de encontrar a varios titanes, Levi no dejaba que ninguno se acercara a nosotros. 

Escuchaba el grito eufórico que los ciudadanos daban en cuanto nos veían aparecer encima de la muralla.

Conecté mi mirada con la de mi esposo.

Teníamos asuntos que arreglar todavía.

Esto aún no se acababa. 

Vienen tiempos peores, lo presiento. 

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