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SONREIR

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Suspiré al ver otro cuerpo entre los escombros. Parecía que ninguno de los policías logró salir ileso del derrumbe.

Mi vista cayó en Levi, él parecía decidido a buscar aunque sea el cuerpo de Kenny. Algo me decía que un derrumbe no acabaría con su vida de inmediato.

Era Kenny Ackerman.

──Buscaré por fuera, por si es que alguien sobrevivió, no pudo haber llegado muy lejos. ─anuncie dejando de mirar al azabache.

──Yo seguiré buscando aquí. ─lo escuche antes de usar mi equipo para salir del inmenso agujero.

Me relaje al sentir el viento golpear mi rostro. Había pasado menos de un día desde que se anunció que Historia Reiss sería la reina de las murallas. La policía se encargaría de todos los detalles para la coronación.

Camine por el pasto verdoso hasta donde mis piernas me llevaran, ni siquiera le presté atención al soldado que me acompañaba. Estaba absorta en mis pensamientos recordando todo lo que ha pasado en este mes.

Desde que desperté en la enfermería no había podido visitar la tumba de Mike, saber de su muerte fue algo que nos dolió a Moblit y a mí. Él era nuestro amigo y sin él "el trío problemático" ya nunca se vería de nuevo. Nuestra amistad había iniciado desde casi quince años y perder a un miembro era doloroso.

Por lo menos, aún seguimos nosotros dos para apoyarnos.

Pensé ingenuamente.

──Buntaichūi, hay alguien allí. ─salí de mis pensamientos cuando el soldado habló.

Miré donde señalaba con su escopeta encontrando a mi padrino estar en sus últimos minutos de vida.

──Informale a Levi de inmediato. ─ordene antes de acercarme.

──Enseguida. ─escuche sus pasos marchándose.

Mis pies se detuvieron al frente suyo. Sentí como abrió sus ojos muy apenas observando mi persona.

──Eres tú mocosa. ─balbuceó intentando sonreír. ──. Cuánto has crecido, es impresionante.

──Deja de vociferar, viejo. Vas a morir pronto, ¿no? ─hablé. ──. Mejor dime, ¿porque la realeza nos perseguía? ─él no parecía responder. ──. Vamos, dímelo, ¿no quieres a tu ahijada?

Él soltó una risa.

──Tu padre sabía lo mismo que yo. ─confesó. ──. Nunca nos odiaron, nos temían. Solo porque el rey no podía manipularlos.

Abrí levemente mis ojos al recordar la discusión que mis padres tuvieron. Padre había dicho algo parecido y creo ahora entenderlo.

──Nuestro clan era la espada del rey. El poder del titán se hereda de generación...

──En generación, lo sé. ─lo interrumpí. ──. Creo entender un poco. ─murmuré. ──. Mi madre murió sólo por tenerme a mí. Nací condenada por mi apellido. ─él bajó su cabeza. ──. Pero, ¿sabes algo, padrino? Tú me demostraste que debía de levantar mi apellido con orgullo y desde entonces no me arrepiento de ser un Ackerman.

Él pareció sorprendido y aún así sonrío un poco.

──Encontré mi razón de vivir y de protegerlo con mi vida. ─me puse de cuclillas para estar a su nivel. ──. Encontré a mi soldado, ¿y sabes por qué?

──Porque todos debemos embriagarnos de algo en la vida. ─respondió mirando mis ojos. ──. Libertad, cuida al enano de mi sobrino, ¿si?

──Con mi vida. ─palmeé su hombro. ──. Vete tranquilo.

──Me hubiera gustado ver a mis nietos joderle la vida a Levi. ─soltó una pequeña risa terminando por toser un poco de sangre. ──. Me prometes que eso sucederá.

Me quedé en silencio, preferí no decir nada al escuchar pasos acercarse.

──Kenny. ─escuche la voz de Levi detrás mío.

──Vaya, eres tú. ─murmuró mirando a su sobrino.

──Tus compañeros terminaron aplastados. ─informó mientras yo me levantaba. ──. ¿Solo sobreviviste tú?

──Eso parece.

Sabía que Levi tenía muchas preguntas para él así que lo mejor era dejarlos solos.

──Ve a informar. Nosotros nos encargamos de esto. ─le ordene al soldado.

──Recibido.

Lo miré marcharse.

──Te daré un minuto. ─lo miré de reojo antes de caminar lejos suyo para darles privacidad de hablar.

Camine hasta quedar de pie al final de la colina observando el horizonte siendo obstaculizado por la muralla. Soy de las pocas personas que se siente seguro dentro de las murallas, sin querer averiguar si hay más vida fuera de ellas.

Nunca se han puesto a pensar de que tal vez las murallas nos protegen de otra cosa a parte de los titanes. Una parte mía siempre lo piensa.

Pero, mis pensamientos cambiaron cuando me enteré que las murallas están hechas de titanes o al menos hay titanes dentro.

Ahora nada nos protegía, de cierta manera.

Suspiré saliendo de mis pensamientos. Sobre mi hombro observé a los dos hombres en aquel árbol.

Miré al cielo al saber que Kenny había muerto.

──No lo puedo prometer, pero puede que haga una excepción.

Di media vuelta caminando directo a Levi. Él se encontraba en cuclillas frente a su tío, noté que llevaba una caja en su mano.

──Levi. ─llamé, pero no obtuve respuesta.

Él estaba absorto en sus pensamientos. Deje mi rifle en el suelo quedando en cuclillas a un lado suyo. Tomé sus hombros para girarlo y que me mirara, en su rostro yacía un poco de sangre.

──Levi. ─hablé tomando mi capa limpiando la sangre, esto me traía recuerdos. ──. Se que muy dentro de él, te considero como un hijo. Te enseño a sobrevivir en este mundo y le demostraste lo que es vivir en él. ─él me miró a los ojos. ──. Kenny te dejo otra vez y no puedes hacer nada. ─acaricie su mejilla. ──. Pero esta vez no estás solo. Me tienes a mí, cariño. ─dije dulcemente dando una sonrisa.

Él pareció sorprenderse ante mi acto y palabras, pero lo disimuló dejando caer su cabeza en mi pecho. Una de mis manos se posó en su espalda mientras acariciaba su cabello con la otra.

Creí ver sus mejillas rojas.

──Gracias por seguir conmigo, Libe. ─susurró aferrándose a mí.

Simplemente cerré mis ojos recargando mi cabeza con la suya.

Pocos días pasaron para que la coronación fuera llevada a cabo. Historia ya no sería un soldado, ahora era la reina de las murallas para todos.

Pero para mí seguirá siendo uno de mis mocosos.

La corona fue colocada en su cabeza y no se tardaron en escuchar los gritos y aplausos eufóricos de los ciudadanos.

──¡Viva la auténtica reina de las murallas!

──¡Reina Historia!

Al parecer se corrió el rumor del distrito Orvud que la actual reina aniquiló al titán más grande que se haya visto en los últimos años. Por esa razón, todos aceptaron que se convirtiera en la nueva reina.

Sonreí para mis adentros alejándome de todo el alboroto. Preferí caminar un poco al saber que la celebración estaba por acabar.

Terminé sentada en un banco frente a una fuente, ni siquiera sé en qué lugar me encontraba, pero me gustaba el silencio que había.

Dentro de una semana y media será mi boda. Creo que eso era una de las cosas que más me preocupaba, aun no le decía a Levi que Hanji planeaba celebrarla en el palacio real.

Si lo hago matara a Hanji.

También me preocupa que en el último momento Levi se de cuenta que no soy la mujer perfecta para él y se arrepienta de casarse. Estos días no paraba de pensar en aquello.

Levi merecía más de lo que le ofrezco.

Me perdí observando el agua correr por la fuente que ni siquiera note que los minutos pasaron volando.

──Aquí estás. ─escuche la voz de mi prometido sentándose a un lado mío. ──. No te miró por unos segundos y desapareces.

El silencio reino, nadie decía nada, solo nos quedamos observando la fuente.

──¿Me amas? ─pregunté de golpe rompiendo el silencio.

Sentí su mirada sobre mí, ni siquiera lo miraba, pero estaba segura que se sorprendió por la repentina pregunta.

──¿A qué viene la pregunta? ─no conteste. ──. Claro que te amo, pero sabes que soy un asco con expresarlo.

──Sabes, aún estás a tiempo de arrepentirte de casarnos.

──¿Por qué haría eso?

──No creo merecerte. ─dije. ──. Siento que mereces a alguien que te de amor y aleje tus demonios a alguien que solo te dice malas palabras y por dentro es un infierno. ─sincere sin mirarle.

──¿Quién es el que te ha metido tanta mierda? ─preguntó bruscamente, enojado se podía decir.

──Nadie me ha metido nada. ─formulé sin mirarle.

Él suspiró.

──Escucha, Liberty. ─habló con firmeza. ──. No hay otra mujer que soporte mi carácter. Ninguna mujer soportaría dormir tres horas por tener que desvelarse para abrazarme y que mis pesadillas se alejen. Nadie tendría el coraje de hablarme como se le pegue la gana sin temerme. ─me tomó de mi barbilla haciendo que lo mirara a los ojos. ──. No existe persona a la que pueda amar excepto tú. Solo tú eres la única mocosa que le permito joderme la vida.

Nos quedamos en silencio mirándonos a los ojos, los míos resaltaban con un brillo cuando escuche sus palabras.

──Te amo. ─dije sintiendo mi pecho aliviado, la preocupación se había ido.

──Te amo. ─dijo suavemente juntando sus labios con los míos en un pequeño beso.

Al separarnos, juntó su frente con la mía.

Si hace años me hubieran dicho que amaría tanto a un hombre, hubiera matado a la persona que lo dijo. Sin imaginar lo que ahora vivo.

Unos pasos junto a murmullos nos hizo separarnos y regresar a nuestras expresiones de siempre. Nos pusimos de pie al observar a los mocosos caminar hacía nosotros.

Parecían hablar con Historia, más bien a Eren intentando hacer que entre en razón. Todos se detuvieron al ver a Levi, pero por una extraña razón se paralizaron al verme.

Historia comenzó a temblar de miedo para segundos después golpear a Levi haciendo que los mocosos gritaran con terror, menos Mikasa, ella lo gozaba.

──¿Qué te parece? ¡Ahora soy la reina! ─dijo por si el azabache intentaba hacerle algo.

──Esos no son modales de una reina, mocosa. ─la miré severamente causando una mirada de terror. ──. Que no se repita, Historia.

──Hai, Liberty-san.

Miré de reojo al azabache, parecía que no iba a decir algo sobre el golpe. Sin embargo, hizo lo que nadie se imaginaba.

Sonrió.

──Gracias, chicos.

Los chicos palidecieron asustándose más de lo que estaban sin creer lo que miraban. Sin poder evitarlo, solté una risa ante su expresión asustando más a los presentes.

──Hace años no me reía. ─dije dejando de reír, pero mi sonrisa seguía. ──. Será mejor irnos. Hay cosas que hacer. ─di media vuelta.

──Lo sé. ─a diferencia de mí, él regresó a su expresión dando medía vuelta.

──Ah, por cierto. ─miré a los chicos todavía en shock. ──. Si alguno dice que me vieron reír, les cortaré la garganta. ─cerré mis ojos sonriendo dulcemente mientras pasaba mi dedo por mi garganta.

Los mocosos tragaron duro negando de inmediato, menos Mikasa, a ella le daba igual.

Sin más camine hasta llegar a un lado de mi prometido, él me ofreció su brazo el cual no rechace.

──¿La cuatro ojos te ha dicho algo sobre la boda? ─preguntó.

──No mucho. ─conteste intentando evitar decirle donde se llevará a cabo. ──. Solo sé que tiene todo casi terminado.

──Tengo un mal presentimiento de todo esto.

──No eres el único. ─lo miré de reojo.

Realmente temía lo que Hanji haría.

Suspiré por quinta vez al no poder ver nada.

──¿Ya puedo abrirlos? ─pregunté refiriéndome a mis ojos.

──¡Ni se te ocurra! ─gritó Hanji fuera del cuarto.

La razón por la cual permanecía con mis ojos cerrados era porque el vestido de novia estaba por los últimos detalles y la costurera pidió mi presencia para probarlo y así ajustarlos y ver qué más ponerle.

Y Hanji no podía faltar para ver el proceso del vestido.

──Esto es completamente ridículo. ─solté sintiendo como me iban subiendo el vestido por mis piernas.

──No lo es. ─dijo la castaña. ──. Tienes que probarte el vestido para ajustarlo a tu medida y agregarle detalles si es necesario.

──No me refiero a eso. ─dije levantando mis manos para que acomodaran el vestido en la parte del busto.

──Señorita, ¿puede retirarse el sujetador? ─preguntó amablemente la costurera.

──Me refiero a que no creo que sea necesario tener mis ojos cerrados. ─aclaré quitando mi sostén para sentir mis pechos ser cubiertos por una fina tela.

──Claro que es completamente necesario, Liberty. ─escuche a la mujer. ──. No quiero que veas el vestido hasta que lo lleves puesto.

Rodaría mis ojos, sino fuera porque los tengo cerrados. Sentí que tomaron mis manos.

──Tendremos que cambiar los guantes. ─escuché una voz, creo que era la ayudante de la costurera.

──¿Por qué lo dices?

──Porque tiene uñas largas y no quedaría bien.

──Oh, ya veo. ─murmuró la señora y a los segundos escuche un poco de ruido. ──. Creo que tengo los guantes perfectos.

Tomó una de mis manos para introducir una tela por todo mi brazo hasta llegar unos centímetros arriba de mi codo. El guante no cubría mis dedos, este solo cubría la mitad del dedo del corazón. Coloco el otro en mi otra mano.

──Y las zapatillas, ¿serán con tacón o sin tacón?

──Sin tacón. ─hablamos las dos al mismo tiempo.

Todos sabemos que era lo mejor.

Me apoyé en un pie para que la mujer me colocara la zapatilla una vez que se deshizo de las que tenía.

──¿Puede agacharse un poco? ─preguntó.

──Claro.

Hice lo que pidió sintiendo cómo encajaba algo en mi cabello para comenzar a sentir una fina tela caer de mi cabeza sobre mis hombros.

──Está hermosa. ─murmuró la señora. ──. Hanji-san ya puede entrar.

──¡Ya estoy! ─menos de un segundo y la miope ya estaba aquí. ──. Oh por todos los titanes. ─balbuceo sin decir nada más.

──Ya puede abrir los ojos. ─escuche las palabras que más quería escuchar.

Suspiré abriendo mis ojos lentamente quedando en completo silencio cuando me observé en el espejo frente a mí.

¿En serio era yo?

──¡TE MIRAS MÁS HERMOSA QUE NUNCA! ─gritó Hanji dejando sordas a todos. ──. Levi se va a desmayar cuando te vea ir hacía él. ¡Si no lo hace, lo haré yo!

Miré con más detalle el vestido. Era blanco esponjoso de la parte de abajo, en la parte del busto era escotado y mis brazos eran cubiertos por unos guantes.

Era simple, pero hermoso.

──El vestido quedó perfectamente a su medida. ─comentó la señora. ──. Si se mantiene así hasta dentro de una semana no habrá problema.

──¿Cómo? ¿No has comido como te indique, Liberty? ─preguntó la miope.

──No he tenido tiempo de comer tres platos cada comida solo para que aumente de peso. ─aclaré recordando que me tiene engordando para estar en mi peso de acuerdo a mi estatura.

──Bueno, después hablamos sobre tu dieta. ─soltó la castaña. ──. Que la señora haga su trabajo. ─miró a la costurera junto a su hija. ──. Dejó el vestido en sus manos.

──No se preocupe, Hanji-san. ─habló la señora. ──. El vestido estará justo en el día indicado. Nosotras nos encargaremos de llevarlo hasta el lugar de la boda.

──¡En serio, muchas gracias! ─la tomó de las manos mirándola con un gran brillo. ──. Quiero que esta boda sea inolvidable.

──Con solo decir eso, ya tengo miedo. ─murmure.

Solo esperaba que nada malo pasara.



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