Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

┆O35

PROTEGERTE

• • •

Solté un suspiro. 

Miraba escondida entre la oscuridad aquella carreta llena de suministros recién traídos del exterior. Llevaba más de una hora observando a las personas que cuidaban que ningún ladrón robara algún suministro. 

Tomé con fuerza mi daga entre mi mano, estaba preparada para hacer mi cometido. Con sigilo caminé con la cabeza agachada hasta esconderme en unos barriles a unos metros de la carreta, pronto iban hacer el cambio de guardia ya que los mercaderes seguían hablando dentro de aquella habitación. 

Los tres hombres comenzaron a caminar pasando por el barril sin notar mi presencia. Tan pronto como el primero pasó me lance al hombre, que los seguía, golpeando su cabeza con mi rodilla. El tipo cayó al suelo alertando a los otros dos, antes de que su compañero me tomará corté su mano con la daga, al sentir el corte tomó su mano con la otra, bajando su guardia.

Salté sobre el cuerpo del tipo para dar una voltereta en el aire asentando una patada en todo su rostro, logre escuchar el sonido de su nariz romperse, pero poco me importo. Caí de cuclillas al suelo observando al último hombre frente a mí. 

──¡Tú de nuevo, bastarda! ─soltó con notable enojo. 

Intentó tomarme, me quite la capa alzándose haciendo que fuera la tela lo que tomará. Pasé por sus piernas para tirar una patada detrás de su rodilla haciendo que cayera de rodillas, corrí directo a patear su cabeza golpeando su rostro contra el suelo. 

──Hasta la próxima. ─dije colocando mi capa corriendo a la carreta tomando todo lo que mis manos pudieran. 

──Oi, ¿por qué tardan...? ¡Tú de nuevo! ─cerré mis ojos con disgusto al ver a los otros tipos salir. 

──Carajo. ─solté para comenzar a correr sintiendo sus pisadas detrás de mí. 

──¡No escaparás, maldita bastarda! 

Los miré sobre mi hombro, no gire mi cabeza hasta que sentí chocar mi hombro con el cuerpo de una persona. Por suerte mis piernas no cayeron, solo unos pocos suministros a los pies del hombre con quien choque, lo miré por unos segundos, esté llevaba un sombrero junto a un abrigo. 

Me miró hasta que mi mirada regresó a la de los hombres, por el rabillo de mi ojo, vi a los tres estar muy cerca mío. Me enfoque al frente buscando un escape, mis ojos se abrieron en cuanto vi aquel agujero del edificio. 

Aceleré mis pasos entrando por el agujero comenzando a correr por los distintos hoyos en las paredes, antes de salir, tome velocidad para subir unos pasos por la pared saltando un poco para tomar la madera con una mano. Balance mis pies para llegar de un salto en la madera escondiendo mi cuerpo en la oscuridad de la esquina.  

Observe a los tres sujetos saliendo por el agujero que te lleva por el otro lado. Me quedé en el lugar por unos minutos para procurar que se fueran ya lejos. Al paso de unos 20 minutos baje de madera saliendo del edificio por otro lado, no soy estúpida para salir por donde ellos lo hicieron. 

Camine entre las oscuras y sucias calles llegando a la cuadra donde dormía a la intemperie. 

──¡Liberty llegó! ─no tardé en ver algunos niños más pequeños que yo venir con una sonrisa que creció cuando vieron que no venía con las manos vacías. ──. ¿Eso es...? ─sus ojos se abrieron con un hermoso brillo de felicidad.

──Traje un poco. ─murmuré repartiendo en partes iguales a los pocos niños. ──. Recuerden que es para toda la semana. ─se que era una baba lo que comería, pero si no lo hacían no comeremos hasta que vuelvan los mercaderes. 

──Entendido. ─les acaricie sus cabellos, viendo como se iban al lugar donde dormían. 

Lentamente yo no pude alcanzar algo, si no fuera por haber chocado con aquel hombre hubiera tenido para mí. Pero me conformo con ver a los niños disfrutar de la comida, puedo estar sin comer por unos días más. 

Aunque diga lo mismo desde días atrás. 

Caminé por la calle llegando al callejón donde dormía, entre la oscuridad y suciedad. No había más. Antes de llegar logre ver la figura de un hombro posarse entre la pared. 

¡Mierda! Uno me siguió. ─no pude evitar pensar. 

Ahora me maldigo por ser tan estúpida y despistada. Tomé con fuerza la daga comenzando a caminar con sigilo, él parecía no percatarse de mi presencia. 

Corrí lista para patearlo, pero mi sorpresa fue pura al sentir su mano tomar mi pierna. Sin dejarlo hacer algo, moví mi otra pierna intentando patearlo, pero lo esquivo con su antebrazo. Coloque mis manos en el suelo como soporte para girar mi cuerpo pateando su mano logrando salir de su agarre. Di una voltereta hacia atrás alejándome de él.

──Si hubiera sido otra persona, ya estuviera en el suelo. ─escuche su voz con un toque cínico. ──. Dime mocosa, ¿quien te enseño a pelear así? ─levantó un poco su sombrero para mirarme mejor. 

Apretaba con fuerza mi daga mirando fríamente al hombre de abrigo a unos cuantos metros de mí. 

──Púdrete, escoria. ─solté con desdén.

Soltó una amarga risa.

──¿Escoria yo? ─me miró por unos segundos. ──. Se nota que necesitas un espejo. La verdadera escoria eres tú, mocosa. 

Me trague mis gritos hacía él, claramente sabía que yo era otra escoria más en esta suciedad de mierda. 

──Sabes, tengo un sobrino casi de tu edad y creo que ambos se llevarían bien. ─me señaló. ──. ¿Qué dices? ¿Lo quieres conocer? 

──Vete al carajo, anciano. ─corrí con velocidad hacía él.

Intentó darle patadas, pero él las esquivaba con sus manos en las bolsas de su pantalón. En un descuido mío me tomó con fuerza de mi cuello acercando mi cuerpo hasta su nivel de estatura. 

──Oh, tú eres la mocosa de Elliot, ¿verdad? ─me sorprendí de escuchar el nombre de mi padre. ──. Oh, si que lo eres. Esos ojos y ese cabello, no puedo equivocarme. Eres la pequeña Libertad. 

──E-es Liberty... ─corregí sintiendo mi aire faltante. 

──Claro que sí. Como olvidar a la mocosa de mi ahijada. ─abrí mis ojos de sorpresa. ──. Ahora no me sorprende que pudieras con esos tres. ─llevé mis manos a la suya intentando apartarla, pero era inútil. ──. Sabes, antes le había dicho a los de arriba que estaban en una casa, pero cuan sorpresa se llevaron al ver cuerpos mutilados y sin rastros de la mocosa. 

──N-no... res-respiro... ─balbuceó sintiendo la falta de aire.

──Oh, cierto. ─me dejo caer bruscamente al suelo.

Llevé mi mano a mi cuello tomando una bocanada de aire llenado mis pulmones del poco oxígeno que se encuentra en el lugar. En ningún momento aparte mi mirada fría de la de él.

──Sabes. ─me miró de reojo. ──. Tu padre era un buen amigo.

──¿Qué...? ─abrí mis ojos al escucharlo hablar en tiempo pasado.

──Por nuestros años de amistad, te ayudaré a regresar arriba. ─lo miré sorprendida. ──. Es lo mínimo que puedo hacer como último favor. 

Poco a poco mis manos se deslizaron de mi cuello al suelo.

──Papá, él está... 

──Muerto. ─termino mi frase que menos quería oír. 

Baje mi cabeza sintiendo lágrimas escapar de mis ojos aunque intentaba detenerlos. Solté un fuerte grito golpeando el suelo con fuerza sin importarme si lastimaba mis nudillos. 

Sentí la mano del hombre detener mis golpes. 

──Regresemos arriba, Liberty. 

Cerré mis ojos mordiendo mi labio de impotencia, de coraje, de dolor... de muchos más sentimientos.

No solo había perdido a mi madre hace más de un año, sino que a mi padre también lo perdí. Me sentía la peor escoria que podría existir dentro de estos muros.

Tan solo me deje llevar, no me importo si me llevara. Miraba las calles estando de cabeza ya que me tenían tomada del tobillo encima de su hombro. 

Tan solo cerré mis ojos intentando dejar de llorar. 

Tan solo quería olvidar de alguna manera la mierda en donde vivo. 

Mis ojos se abrieron al ver aquellos apetitosos panes, parecían recién hechos. Relamí mis labios pasando saliva, podía sentir literalmente mi boca hacerse agua. 

──Adelante, mocosa. ─miré al hombre recargado su peso en la silla frente a mí. ──. Son todos tuyos. 

Sin necesidad de escucharlo dos veces tome un pan entre mis manos, llevando este a mi boca comiendo con desespero. Se que no se ve bien, deje mis modales de lado, pero nadie de los que consumían en el local entenderán lo que es vivir casi sin comida, ni agua. Era muy pocas las veces que alcanzaba algo para no pasar hambre y si alcanzaba era una baba. 

Por eso, sin importar las miradas asqueadas de los demás, seguía comiendo sin detenerme. Sentía mis lágrimas salir mientras masticaba, creía que no volvería a comer un pan entero en la vida. 

──G-gracias... ─balbuceé levemente quitando las migajas de mi boca. ──. ¡Gracias! ─lo miré a los ojos. ──. Muchas gracias. ─repetí bajando mi cabeza. 

──Solo come, mocosa. ─pasó su mano por mi sucio cabello despeinando  más de lo que se encontraba. 

Aún con lágrimas comían el delicioso pan, mi estómago dolía al sentir gran cantidad de comida caer, ya se había acostumbrado a lo escaso que digería.

Por un momento creí que jamás regresaría a la superficie.

Mi cuerpo se sintió bien al volver a sentir los rayos del sol golpea mi piel aunque mis ojos tardaron en acostumbrarse a la inmensa luz. 

Y ahora mi cuerpo se tenso cuando volvió a sentir el agua envolver mi piel, poco a poco mi tono de piel se fue aclarando a una tez pálida. 

──Tienes el cabello muy maltratado. ─no dije nada, solo permanecí en la tina abrazando mi cuerpo. ──. Será muy difícil limpiarlo si lo dejas largo. Además, si llegas a dejarlo así se vería muy asqueroso. 

──Córtalo. ─murmuré, me iba a doler ya que a mi padre le encantaba verlo largo. 

──Yo no soy como tu madre. No se como te cortaba el cabello. ─escuche el sonido de unas tijeras. ──. ¿No quieres cortarlo tú? 

──Haz lo que quieras con él. ─abrace mis piernas con fuerzas. ──. Trasquilalo si quieres. Solo córtalo.

Lo escuche suspirar.

──No es necesario. ─murmuró tomando mis largos mechones de cabello.

Cerré mis ojos cuando escuche las tijeras abrirse y cerrarse continuamente por unos minutos hasta que deje de escucharlas.  

Permanecí en silencio sintiendo el shampoo y agua cayendo en mi cabello. Los abrí cuando me envolvió con una toalla sacándome de la bañera. 

Miré mi cabello en aquel espejo, estaba corto por muy encima de mis hombros. Pasé una mano por esto, me será difícil acostumbrarme. 

──No tengo ropa para ti. ─su voz me sacó de mis pensamientos. ──. Pero puedo prestarte una camisa mía. 

──Cualquier cosa está bien. ─lo miré, sin expresar nada. 

Lo miré abrir la puerta saliendo por unos segundos para llegar con una camisa blanca de botones. Salió nuevamente para dejarme ponerme la camisa. 

Me quedó muy grande, tapaba mis rodillas y manos, mi vista se enfocó en su abrigo exactamente en el lazo que llevaba para amarrarse. La tomé para colocarla en mi cintura, dejando holgada la parte de arriba tapando el lazo, las mangas las arremangue un poco.

Salí de la habitación de baño mirando al hombre recargado en la pared a un lado de la puerta. 

──Veo que te las arreglaste, mocosa. ─soltó con su voz ligeramente cínica. 

──¿Por qué me ayudas? ─mi pregunta lo tomó desprevenido. ──. Cualquiera que no fuera un idiota me hubiera dejado al salir del subterráneo, pero tú no.

──De qué servirían traerte nuevamente arriba si ibas a estar igual. 

──Iría a buscar a mi tío. ─murmuré bajando la cabeza.

──Y no lo encontrarías. ─lo miré. ──. La Legión está en expedición. Regresaran en unos días, ¿que se supone que hubieras hecho?

Baje mi cabeza. No conocía a nadie en el muro Shina, mi casa se encuentra en Shiganshina. Tendría que esperar a Erwin, es lo único que tengo aquí cerca, el hermano de papá también está en Shiganshina.

──Además, soy tu padrino. ─soltó con orgullo.

──Un padrino que recién se de su existencia. ─solté con cinismo ganando una sonrisa de su parte. ──. El padrino del año. 

──Que mocosa esta. ─murmuró colocando su mano en mi cabeza. 

──Suéltame, anciano. ─aparte su mano.

──Para tu información, enana. ─lo miré de mala gana. ──. Me llamo Kenny. 

──¿hm? ─un recuerdo me llegó de hace años. ──. Así que tu eres Kenny Ackerman. 

Sus ojos se abrieron sorprendidos, pero los cerró posando una sonrisa egocéntrica. 

──Tú también eres una Ackerman. ─me tomó de mi hombro. ──. No seas como tu padre y pon el alto tu nombre.

Me sorprendí de aquello. Él no tenía miedo a que supieran su nombre incluso parecía orgulloso. 

──Libertad. ─me miró seriamente. ──. Tú eres Liberty Ackerman. Nadie tiene que pasar por encima tuyo. ─me tomó de mis hombros. ──. Y algún día encontrarás una razón para vivir protegiendo lo que amas. Así como lo hicimos tu padre y yo.  

Todo a mi alrededor se congeló al recordar los días que pasé con él. 

Ahora sus palabras cobran sentido para mí. Podía sentir aquellos recuerdos invadiendo mi mente sin pudor alguno. 

Recordando la razón de seguir aquí.

Mi vista se enfoca en un punto muerto, mis ojos a cierta vista no expresa alguna emoción de que me importara las miradas curiosas de los presentes. 

──¡Atención! ─la voz del comandante de la Legión resonó por todo el lugar. ──. A partir de ahora esta mujer presente servirá a la Legión. ─sentí la mirada del mayor y de los demás. ──. Preséntate a tus compañeros.

Mis ojos pasaron al frente distinguiendo los diferentes escuadrones con sus capitanes al inicio de las filas. Mis brazos se hallaban cruzados debajo de mis pechos analizando a cada uno de los capitanes hasta que mis ojos se pararon en la que parecía ser la única mujer de alto rango o ese creo que es. 

──Liberty Ackerman. 

Me presenté sin apartar la mirada de ella, la castaña tampoco lo hacía hasta que sus mejillas se tiñeron de rojo mirando a Erwin, quien solo cerró sus ojos soltando un suspiro. 

──Liberty. ─por la voz del comandante me daba a entender que me riñaba. ──. Te falta mucha disciplina. 

No dije nada, solo permanecí con mi vista al frente escuchando algunos murmullos sobre mi indecencia.

──Estarás en el escuadrón de Zoe. ─comunicó alertando a la castaña. ──. Te encargas de su entrenamiento y mostrarle todo.

──¿E-el mío? ─preguntó con tartamudeo siguiendo con sus mejillas rojas.

──¿Eh? ─parecía sorprendido de su actitud. ──. ¿Tienes alguna objeción? 

──¡Para nada señor! ─dijo con firmeza haciendo el saludo. ──. Me encargaré de ella. 

──Eso es todo. ─informó. ──. Pueden seguir con sus deberes. 

Solté un suspiro caminando hasta llegar frente a quien ahora es mi capitán. Se encontraba hablando con Erwin.

──Puede ser muy brusca, así que tenle paciencia. ─lo escuché decirle a la castaña. 

──No te preocupes Erwin. ─le sonrió. ──. Está en buenas manos. 

Llegué a unos metros de ellos. El rubio se despidió de ella sin mirarme siquiera, tal vez sigue enojado porque casi mataba a uno de la policía. 

──Bien, Liberty. ─miré a la castaña posarse al frente mío. ──. Mi nombre es Hanji Zoe. Desde hoy estarás en mi escuadrón, espero llevarnos bien. ─brindó una sonrisa.

──¿Dónde dormiré? 

──¿Eh? Claro. ─se rascó la cabeza nerviosa. ──. Sígueme, te mostraré el lugar. 

Sin tener más opción la seguí. Todo el día se la pasó mostrándome el lugar y en ningún momento se quedó en silencio. Por mi parte solo la miraba en silencio hasta que llegó la hora de dormir.

──Mañana comenzaremos con el entrenamiento así que descansa. ─sonrió antes de dar media vuelta. 

Sin darle importancia entre a la habitación que compartía con los demás integrantes del escuadrón que eran mujeres. 

Mañana iba hacer un día largo. 

Y no estaba equivocada. 

Había una gran diferencia en los entrenamientos de las tropas de guarnición con la de la legión. Allá no era muy prioritario los entrenamientos cuerpo a cuerpo. 

En cambio aquí, es lo que más llama la atención. Al parecer me tocó contra el tipo más fuerte y alto que existe en la legión. 

──Pobre novata. 

──Le toco contra Mike. 

──No creen que el comandante se pasó.    

Pase saliva al ver el tamaño del hombre frente mío, medía aproximadamente casi dos metros. 

¿Que mierda hará una enana de 1.53 cm contra él? 

Para mi desgracia a mis 15 años tenía muy baja estatura, supongo que los genes de mi padre son fuertes, pues mi madre era de alta estatura. 

──Empiecen. ─indicó el comandante. 

Aunque sea de baja estatura, no se lo dejaré tan fácil.  

Levanté mi pierna con intención de golpearlo, este hizo su cabeza al otro lado. Al ver eso con gran velocidad regrese mi pierna al suelo levantando la otra pateando con fuerza su nariz. 

Retrocedió llevando su mano a la nariz donde bajaba un hilo de sangre. Me miró enojada y sin perder tiempo corrió hacía mí con el puño en alto, pude haber esquivado el puñetazo, pero preferí no hacerlo. 

Al fin de cuentas soy la peor en todo. 

──¡Mike! ─escuche un grito enojado para segundos después sentir las manos de mi capitán ayudarme a levantarme. ──. Liberty, déjame ver.

Me tomo con delicadeza mi rostro analizando mi pómulo ligeramente rojizo y parte de mi labio partido.

──Mira como la dejaste. ─miró de mala manera al rubio. ──. Fuiste un brusco. 

──¿Has visto mi nariz? ─señalo esta. ──. Mi olfato se redujo a la mitad. 

──Danchō Shadis, la voy a llevar a la enfermería. ─informó sin siquiera mirar al comandante.

Solo sentí sus brazos ayudando a levantarme para llevarme a la enfermería. Mire sobre mi hombro la mirada reprobatoria del comandante. 

Tal vez comienza a cuestionar porque razón me arrastró a algo en donde no servía.

──Ese Mike fue un idiota. ─murmuró mientras pasaba una tela con alcohol sobre mi labio. 

──Tsk. ─solté al sentir dolor. 

──Lo siento. ─dejó de lado eso para colocarme un poco de hielo. ──. Con esto no se verá tan inflamada la zona. 

──No era necesario. ─la miré a los ojos. ──. Pero gracias. ─su rostro estaba cerca mio. ──. Espacio vital. ─la aparté un poco al casi sentir su respiración en mi rostro.

──Lo siento. ─se disculpó alejándose de golpe. 

Me levanté de la camilla tomando la bolsa de hielo. 

──Hay que seguir, ¿no? ─pregunté.

──¿E-eh? ¡Sí, claro! ─se sonrojo, pero la ignore. ──. Vamos a continuar con el equipo. 

Los días pasaron y todo era normal o eso creía. En los últimos meses destaqué en todos los entrenamientos por ser la peor. Lo único bueno de esto es de haber encontrado a un hermoso caballo negro que al parecer era imposible domesticar, pero resulto lo contrario. 

Hoy después de dos meses iríamos a una exploración fuera de los muros. 

El comandante me cambio de escuadrón al tener un rendimiento bajo para continuar en el escuadrón de mi capitán que se arriesgaba más con los titanes.

──¡Abran las puertas! ─logre escuchar el grito del comandante. ──. ¡Veremos el resultado de su entrenamiento! 

Me llevé mis manos a mi cabello sujetando este con una liga sin dejar ningún cabello suelto. Mi cabello no era tan largo, me llegaba a mis hombros y aún así lo sujetaba para que no me estorbara. Desde que Kenny lo corto no ha crecido mucho, supongo que es por no comer adecuadamente. 

──Cuídate, Liberty. ─miré de reojo a mi capitán. ──. Quiero verte llegando.

──No pretendo hacerlo. ─murmuré por lo bajo.

──¿Eh? ─al parecer lo escucho.

──Hanji-san. ─solo la miré ser llevaba por su mano derecha. 

──¡Avanzaremos un paso más! ─regrese mi vista al frente. ──. ¡Hagan conocer la fuerza de la humanidad! 

Solté un suspiro cuando comenzamos a pasar por la muralla. Y como si mi mente observara todo en lento, miré con fascinación las aves volar fuera de las murallas incluso sentía un aire muy diferente. 

Era como mi madre lo había dicho. Hasta que encontramos lo que ella no mencionó... 

Titanes. 

Suspire con frustración cuando apretaba mis pistones y estos no responden. 

Mi equipo se había averiado.

Las señales de humo se lanzaron. Señal negra. Un titán excéntrico, este era cuadrúpedo y rápido. Ni siquiera pudimos reaccionar cuando apareció de repente tragando la cabeza de nuestro líder. 

Pocos reaccionaron rápido y fueron a él intentando acabarlo, pero fallaron patéticamente. Los lentos en reaccionar, reaccionaron cuando este mordía sus cuerpos hasta dejarme, sola, de pie, observando como se devoraba a mis compañeros frente a mis ojos. 

Caí de rodillas. 

Era inútil pelear si mi equipo se averió. Además, siempre me cuestione qué tan importante es mi vida en este mundo, no tengo nada porque pelear. 

Desde que mi madre murió quise evitar unirme a alguna tropa, eso era lo ella hubiera querido. Evitar que me exponga al peligro. Pero falle y me encuentro fuera de mi hogar o del hogar que tenía antes. 

Ya no importa si muero. 

Cerré mis ojos esperando que me tragara. Mi muerte sería lo mejor y me quitaría mucho peso de encima.

Pero nunca llegó mi fin. 

Al abrir mis ojos me sorprendí de ver el titán muerto debajo de aquella persona. No pude evitar sentir una electricidad recorrer mi cuerpo observando la cabellera castaña moverse con el viento. 

──Heichō. ─murmuré al verla caminar hacia mí. 

Su expresión era seria, sus ojos la delataban por completo. Sentí su mano levantarme del suelo sujetando con fuerza el cuello de mi ropa. 

──¡¿Qué carajos pensabas al rendirte?! ─gritó, estaba muy enojada. ──. ¡¿Acaso quieres morir?! ─me quedé en silencio sin responder. ──. ¡Contesta! 

──¡Sí! ─elevé mi voz. ──. Me rendí y pensé que muerta sería mejor. ─abrió sus ojos al escuchar eso de mis labios a los segundos me soltó dejándome caer. ──. Yo no soy útil en este mundo. Ni siquiera tengo una razón para vivir. ─hable cabizbaja. ──. Yo no quería esto. 

──¿Y Erwin? ─preguntó. ──. ¿Acaso piensas que a él no le dolería tu muerte? ¿Eh? 

──¡Él me obligó a entrar a esta mierda! ─apreté mis puños. ──. Nunca me preguntó qué es lo que quería. Tan solo me arrastro a esta mierda. Tal vez mi única solución para salir de esta mierda es mi muerte.

De pronto, sentí un fuerte ardor en mi mejilla. 

La Heichō me había abofeteado.

Abrí mis ojos llevando mi mano a mi mejilla. 

──¡Deja de decir estupideces! ─gritó, ni siquiera podía mirarla. ──. ¡Tú vida vale más de lo que piensas! ¿Acaso nunca te has preguntado por qué Erwin te hizo entrar a las tropas? ─me quedé en silencio. ──. Es para que te convirtieras en una mujer fuerte, que supiera cuidarse por sí misma sin necesidad de que algún hombre o alguien te rescate. 

Miré los ojos de la castaña sintiendo una energía pasar por todo mi ser, nunca había sentido aquello. Se sentía tan cálido. 

──Si crees que tu vida no tiene un propósito, entonces... ─me miró directamente a mis ojos. ──. Protege y obedece a Erwin con tu fuerza y deja de pensar que muerta es la mejor solución. 

Sentí una electricidad pasar desde mi cabeza por toda mi columna vertebral, era como aquella vez de niña, pero más fuerte. Algo dentro mío me dictaba protegerla y obedecer en todo. 

──Y-yo... ─llevé mi puño a mi corazón. ──. Te juro que protegeré a Erwin con mi fuerza, obedeceré sus órdenes. Y si algún día no lo cumplo, ¡permite que te proteja! 

La castaña se sorprendió ante mis repentinas palabras. 

──Solo enfócate en Erwin. ─acarició mi cabello mirando hacia bajo mis ojos. ──. A mi con golpes e insultos me llenas la vida de felicidad, Liberty.

Como si sus palabras fueran magia sentí un clic en mi cabeza. 

Tenía una razón de vivir y ese era proteger y obedecer a Erwin sin importar nada. 

Nunca he desobedecido ninguna de sus órdenes, deje de protegerlo cuando me ordenó que hiciera lo mismo que a mi capitán. 

Levi. 

Con el tiempo lo protegía porque lo amaba y no por ser una orden. 

Pero cuando Erwin perdió un brazo, mi cabeza soltó aquel clic y comenzó a protegerte a tí como había dicho hace años. Ya no protegía a Erwin, y a Levi lo hacía porque era importante en mi vida.

Levi es mi prometido, el hombre al que amo y daría mi vida pensando la situación. 

Pero tu, Hanji, eres la principal razón de mi vivir y daría mi vida si lo pudieses. 

Ahora entendía las palabras de Kenny. 

Ahora entendía porque Levi en ocasiones era tan apegado a Erwin.  

Ahora entendía porque Mikasa protegía tanto a Eren. 

Nuestra sangre nos lo decía. 

Abrí mis ojos sorprendida de mis pensamientos. 

──Nuestra sangre. ─murmuré observando al azabache. ──. Ackerman. ─había un problema y ese era que Levi no tenía apellido. ──. ¿Acaso...? ─preferí guardar teorías para otro momento. 

Lance una de mis cuchillas, junto en el momento exacto, para evitar que las balas lleguen a Levi por parte del hombre. 

──¡Oh, pero si es la mocosa de Elliot! ─su mirada cayó en mí y recién me di cuenta de quién era. 

No creí que el Kenny que conocía Levi fuera el mismo que se supone que es mi padrino.

──Kenny, maldito anciano. ─solté esquivando sus balas. 

──¡Pero si tu si creciste, mocosa! 

Lancé una cuchilla a su rostro para distraerlo y así ambos pudiéramos usar el equipo entre las calles. 

──¿De donde mierda lo conoces? ─escuche su pregunta, al parecer el que lo conociera lo tomó por sorpresa. 

──No creo que sea el momento. 

Ni siquiera lo miré, solo sentí su mirada clavada en mi perfil. 

Vea por donde lo vea esto es una mierda. 

Uf, espero y se haya entendido un poco porque Liberty al principio protegía a Erwin mucho y porque trataba mal a Hanji 👉🏻👈🏻

Espero y les haya gustado :3

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro