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MI LIBERTAD

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▻MURALLA
SHINA, AÑO 847

Inhale una bocanada de aire reteniendo mis ganas de clavarle una daga a la miope de mierda. Abrí mis ojos mientras escupía la harina que había entrado en mi boca, seguramente preguntan, ¿qué pasó? Y la respuesta es sencilla.

Hanji me arrastró a la cocina para preparar un pastel, no pregunten por qué mierda quería preparar un pastel muy apenas sabía que no había hecho uno en su vida. La cosa es que cuando abrió la harina, se asustó cuando una cucaracha pasó por el suelo a un lado suyo, gritó a más no poder dando un gran salto que sólo provocó que la harina saliera de su envoltorio directo a mi cara.

──Liberty... lo siento tanto. ─se disculpó sonriendo nerviosa al ver mis ojos observarla con frialdad ignorando la punzada en mi cabeza. ──. Me asusté. No creas que lo hice intencionalmente.

Unos fuertes y apresurados pasos comenzaron a escucharse por el corredor.

──¡Hanji, ¿qué sucede?! ─escuche la voz de Erwin llegando al lugar.

──¡Erwin! ─está sin perder tiempo corrió ocultándose en su espalda.

──¿Qué sucedió aquí? ─dijo mirando el desorden en la cocina.

──Tsk. ─logré escuchar a Levi. ──. Esto parece un basurero.

──¿Liberty? ─habló el rubio. ──. ¿Te encuentras bien?

Di media vuelta dejando verme llena de harina por completo. Los presentes se quedaron sin palabras al verme.

──Puedes tomarte el día libre. ─fue lo único que dijo, sabía que por cualquier cosa explotaría.

Salí sin decir nada directamente a darme una ducha. La necesitaba con urgencia.

Solté un suspiro secando mi cabello con una toalla una vez estando en la habitación. Mi uniforme ya estaba lavado, solo faltaba que se secara y eso sería dentro de algunas horas por lo tanto me puse ropa casual.

Me miré al espejo observando mi reflejo, algo dentro mío me decía que Hanji solo me arrastró a la cocina para pasar tiempo con ella en este día de mierda. No era un día especial, solo uno que me da igual el cual era mi cumpleaños. No me gusta celebrarlo, lo veo innecesario y más cuando dentro de tres días se cumple el día en el que mamá murió mientras papá lo cumplía al día siguiente.

Si me comparara con mi yo del pasado a cierto vistazo se notaría mi cambio brusco, y no por desarrollarme y crecer, sino por mi rostro. Mi mirada es la principal, antes permanecía con un gran brillo en mis ojos azul cielo, ahora ese brillo se ha ido dejando solo un triste y opaco azul. Mis labios, antes siempre estaban en una curva en cualquier situación, hoy en día es muy raro que eso suceda, solamente se aprecia una línea.

Todo en mi cambio menos mi cabello, negro y largo. No lo he cortado, solo las puntas en ocasiones, es lo poco que me recuerda a mi padre. Por ello odio que alguien lo toque o trate de cortarlo.

Estaba tan sumida en mis pensamientos que no me di cuenta de que la habitación no se encontraba vacía.

──Mocosa, si te quedas como idiota observando tu reflejo, tu cabello se secará y quedará hecho mierda. ─su voz me trajo de regreso.

No dije nada, no tenía ganas de hablar. Iba a tomar el cepillo pero él lo tomó primero.

──Tsk. ─chasqueó. ──. Así nunca harás nada. ─estaba por pasar el cepillo por mi cabello, antes de eso tomé con fuerza su muñeca.

──No te pedí ayuda. ─hablé sin verlo. ──. Puedo hacerlo sola.

Me miró extrañado por unos segundos antes de quitar mi mano pasando el cepillo por mi cabello ignorando mis palabras.

──Levi... ─entre cerré mis ojos mirando por el reflejo lo que hacía. ──. Dije que no necesitaba tu ayuda, escoria.

──¿Por qué no te gusta que te toquen tu cabello? ─ante su pregunta mi mirada se torno nostálgica, recordando mi infancia.

──Desde que tengo memoria, mi madre me educaba para ser una buena esposa... ─comencé a relatar bajo su atenta mirada cepillando mi cabello algo brusco.

Me vestía siempre con vestidos dejando mi cabello suelto con una trenza a los lados, me enseñaba a cocinar y a limpiar como era debido, siempre me hablaba de no caer en la tentación de cualquier hombre por miedo a que pase lo mismo que a ella.

──¿Qué le pasó? ─preguntó.

──Quedó embarazada a los 15 años. ─lo miré a los ojos, siendo honesta ya estoy casi a los treinta, de seguro está feliz de eso.

Cuando mi padre se enteró, tomó la decisión de casarse y hacerse caso. Él sabía lo que hacía y las consecuencias que traía consigo. Mi abuelo se molestó con mi madre, pero al final no tuvo más que comprender la situación estando aliviado de que mi padre no fuera un cobarde, a pesar de ser mayor que mamá él aceptó sus actos.

A los meses nací, Erwin al tener 7 siete años me odiaba por ser la atención de su hermana mayor. Mi madre desde el primer día me educó para ser una dama, mi padre me educaba para ser un soldado. Me decía que mi cabello suelto era un estorbo para el equipo, pero no quería cortarlo porque le encantaba verlo largo, hasta que un día se le ocurrió la idea de hacerlo una cebolla y para darle un toque más único dejando algunos mechones sueltos con una trenza que escondía la liga.

Cuando murió, mi cabello era una mierda cuando deje el subterraneo, tuve que cortarlo muy corto. Desde entonces no lo he cortado más que las puntas y no me gusta que nadie lo tocara.

──Desde entonces, nadie más que yo peina mi cabello. ─alce mi cabeza mirando por el reflejo hacer mi peinado. ──. Pero, al poco tiempo comprendí porque papá no quería que fuera simplemente una dama. Él sabía del peligro que abundaba no solo fuera de las murallas, sino aquí adentro. ─una lágrima bajo inconscientemente al ver cómo rodeaba la liga con una trenza. ──. Idiota... ─murmuré limpiando está.

──Tu padre estaba en lo cierto. ─habló mirando mi reflejo. ──. Tu cabello es lindo, no es para cortarlo. ─cerré mis ojos recargando mi cabeza en su pecho.

──Gracias... ─susurré siendo escuchando por él. Miré sus ojos y me di cuenta que su cabello había crecido. ──. Tienes el cabello largo, Levi. ─tome un mechón. ──. ¿Quieres que lo corte por ti?

──Puedo solo. ─entre cerré mis ojos.

──Yo también podía peinarme sola. ─me levanté haciendo que ahora él se sentará. ──. Supongo que... puedes hablarlo. ─él sabía que me refería a su pasado. ──. Considera esto como un regalo de cumpleaños. ─tome las tijeras del cajón. ──. Y el último.

Lo escuché suspirar relajando su cuerpo al sentir el tacto de mis manos pasar por su cabello.

Escuchaba sus palabras con gran atención mientras me procuraba cortar su cabello correctamente, en ocasiones le tironeaba muy bruscamente sus mechones, él ni se molestó en quejarse.

Me contó que cuando era pequeño, usaba una camisa de su madre sin zapatos. Cuando su madre le cortaba el cabello, él no quería porqué tironeaba con brusquedad.

Mencionó que su madre le contaba cosas extrañas, desde su punto de vista, le decía que los niños de cabello azabache y ojos azules eran ángeles nacidos de madres humanas y cuando él nació lo comprobó.

A los meses ella enfermó y por ende su cabello creció, le había dicho que cuando mejoraba lo cortaría, pero cuando él menos lo espero, ella había muerto de la noche a la mañana. Al tiempo, un hombre que conocía a su madre llegó, al darse cuenta que su madre murió se hizo cargo de él, le enseñó muchas cosas en el tiempo que estuvo con él.

──Luego de un tiempo. Kenny se marchó, dejándome solo. ─dejé las tijeras al terminar junto a la rasuradora. ──. De alguna manera, aprendí a sobrevivir. ─esta vez recargo su cabeza en mi pecho cerrando sus ojos. ──. Aprendí a vestir adecuadamente, incluso a usar zapatos. A mantener mis alrededores siempre limpios. A cortarme el cabello y lavarlo todos los días. A vivir como un ser humano normal. ─busco mi mano tomándola con fuerza. ──. Comer solo lo necesario, no desperdiciar nada, y solo de vez en cuando, darme un lujo.

Abrió sus ojos mirando los míos dando suaves caricias en mi mano.

──Incluso si se pierden cosas importantes, la vida encontrará el camino para continuar. ─lleve mi mano a su mejilla dando, esta vez yo, suaves caricias. ──. La vida que mi madre me dio, los el camino que aquel hombre me enseñó, los meses de entrenamiento para que algún día yo... pudiera obtener la libertad. ─tomó uno de mis mechones sueltos. ──. Y mírame ahora, te encontré a ti.

Una leve sonrisa se escapó de mis labios como de los suyos. Tiró de mi mechón acercando mi cabeza para así poder juntar mis labios con los suyos.

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