MARZO, 1979

༆᯽✵𖣔—𒊹︎︎︎—𖣔✵᯽༆

Caminar hacia el cementerio con su hermano despertaba una mezcla de emociones. El aire frío llevaba consigo la nostalgia y la añoranza. Recordar a su madre, que yacía en paz bajo la tierra, evoca recuerdos de su cariño y sabiduría. Al llegar a la tumba, las flores frescas que colocaron eran un tributo sencillo pero significativo.

Mientras observaban la lápida, las lágrimas brotaban, corrían por sus mejillas. En cada visita al cementerio también traía consuelo. Sentían su presencia en cada brisa y en el murmullo de las hojas a su alrededor.

Para Ginger, compartir este momento con su hermano hacía crecer un vínculo indestructible, ambos compartían el mismo dolor y amor por su madre.

Un día nublado y con llovizna, despertaba una mezcla de sentimientos y emociones difíciles de describir. Mientras observaban la lápida de su madre entre tantas, recordaban con melancolía su risa y cariño.

El sonido de las gotas de lluvia golpeando suavemente el paraguas de Chris que el había colocado sobre ambos, se mezclaba con los suspiros contenidos. La tristeza se reflejaba en el cielo encapotado, como si también estuviera de luto.

Los recuerdos fluían como un torrente, recordando momentos compartidos y enseñanzas que aún resonaban en su mente. La lluvia caía como lágrimas del cielo, simbolizando la conexión entre el dolor terrenal y la profundidad del alma.

Ginger suspiro, no le importa que el suelo en el que se encontraba parada estuviera mojado, se sentó junto a la lápida, compartiendo sus pensamientos en silencio, como si ella pudiera escucharla desde algún lugar más allá de la lluvia. La añoranza se apoderaba de ella, pero también surgía un amor eterno que ningún temporal podía desvanecer.

El aroma de la tierra mojada se mezclaba con el de las flores frescas, creando un ambiente nostálgico. Las lágrimas se unían a la lluvia, pero también surgía una sensación de paz al recordar el legado de amor que dejó.

Ginger, tomo su bolso entre sus manos, colocando en su regazo, sacando una pequeña corona de flores mostrándosela a su hermano, que inmediatamente sus ojos comenzaron cristalizarse, dejando correr las lágrimas por sus mejillas con violencia.

—A mamá le gustaban mucho, decía que le gustaba que yo las hiciera, siempre las guardaba en una caja cuando las flores se marchitaban. —dijo con ojos llorosos, Christopher comenzó a sollozar intentando quitar las lágrimas, sin embargo, no podía pararlo.

Su hermano asintió con la mirada abajo mientras lloraba en silencio, hincandose a su lado, abrazándola por los hombros, dejándola refugiarse en su pecho.

—Quiero que mamá este conmigo....—susurró abrazando a su hermano mientras lloraba.
Chris acarició su cabello no pudiendo evitar llorar, dándole un beso en la frente.

—Mama está con nosotros...—murmullo abrazándola más fuerte contra su pecho. —Yo estoy contigo y jamás voy a dejarte.

Una hora después, de estar bajo la lluvia y sentir que con cada minuto que pasaba sus corazones se rompían aún más, al abandonar el cementerio, sentían un peso en el corazón, pero también una ligera sensación de alivio. La lluvia persistía, pero sabían que, a pesar de la tristeza, su madre siempre viviría en los recuerdos cálidos y luminosos que compartían.

Con cada paso bajo la lluvia, Ginger llevaba conmigo la certeza de que su presencia perduraría en su vida. La tumba quedaba atrás, pero su memoria seguía guiando sus pasos, como un faro en medio de la oscuridad.

El cielo lloraba junto a ellos, pero también les recordaba la belleza efímera de la vida. Aunque el día fuera gris, el amor eterno por su madre irradiaba una luz interna que ninguna nube podría opacar.