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FEBRERO, 1979













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Ginger tenía una cita con la persona que la hacía sentir mariposas en el estómago. Su sonrisa iluminaba su habitación, no podía evitar sonreír. Días anteriores, antes de que Peter invitará a Ginger a salir, hablaban de cosas simples, como el clima y sus pasatiempos favoritos, creando un ambiente relajado.

Durante las charlas que lograban tener por horas, ella notaba cómo sus ojos reflejaban sinceridad y complicidad. Compartían risas y secretos, creando un lazo más profundo entre ellos. El tiempo parecía detenerse mientras disfrutaban de la compañía mutua. Descubriendo que tenían intereses similares, lo cual hizo que la conversación fluyera de manera natural, y más tiempo pasará en aquellas charlas, las conversaciones se volvían más íntimas mientras compartían sus experiencias de vida y sueños para el futuro.

La emoción previa a la primera cita con alguien especial podía ser abrumadora. Los pensamientos danzaban entre la esperanza y el nerviosismo. El corazón late rápido, imaginando momentos compartidos y preguntándose si la conexión sería tan mágica como se espera. Las mariposas en el estómago eran compañeras fieles, mientras la mente se sumerge en sueños y anticipación. En cada palabra y gesto, se busca la chispa que confirme lo que el corazón ya intuye: este encuentro puede ser el comienzo de algo hermoso.

Estar enamorada de alguien que te ama y respeta es como descubrir un tesoro en medio de la vida cotidiana. Cada día se llena de una calidez reconfortante, sabiendo que tienes a alguien que valora tu esencia. Los pensamientos se tornan suaves, como melodías tranquilas que susurran promesas de amor eterno. La confianza se convierte en un cimiento sólido, donde ambos pueden construir sueños compartidos.

Las emociones fluyen como un arroyo sereno, trayendo consigo momentos de felicidad que iluminan hasta los días más grises. La seguridad de ser amada brinda paz al alma, eliminando temores y dudas. En cada mirada y gesto, se encuentra la confirmación de un afecto sincero. La complicidad se convierte en un lenguaje propio, donde las risas y los silencios dicen más que las palabras.

La conexión profunda se traduce en un refugio mutuo, donde ambos pueden ser auténticos sin temor al juicio. La gratitud florece en el corazón, agradeciendo cada pequeño detalle que fortalece el vínculo. El amor se convierte en un faro que guía, iluminando el camino hacia un futuro lleno de promesas cumplidas.

—¿Te acostaste con el?—Christopher preguntó de pronto esperando que la respuesta de su hermana fuera negativa.

Ginger abrió los ojos con sorpresa.

—¿Qué? ¡No! No, no. —Chris asintió mientras se acercaba a su hermana, suspiro satisfecho con su respuesta.

—Pues me parece bien, eres muy joven para eso todavía hermanita. —Chris aclaro su garganta, la idea de que su hermana tuviera pareja no lo dejaba tranquilo, ya había tenido dos relaciones anteriores, y ninguna había salido bien, ella siempre salía herida. —Solo...no quiero que suceda lo de la ves pasada, ¿De acuerdo? Eres mi hermanita y me preocupo por ti, y si no conociera un poco a Peter, te diría que es un idiota pero, no lo es. Es un gran chico. —Ginger lo miró con una sonrisa.

Christopher se acercó, acariciando la cabeza de Ginger, dejando su pelo detrás de sus orejas antes de dejar un beso en su frente.

—Tengo que irme. No quiero que papá lo vea, se que está bebiendo. —Ginger se separó de el con una sonrisa, acercándose a tomar su bolso en el pechero de la puerta de su habitación. —Te veré más tarde. —se acercó a besar su mejilla rápidamente, antes de dirigirse de nuevo a la puerta, y sentir un pequeño apretón en su brazo cuando sostuvo la perilla.

—¡Oye! ¡Eso me dolió!—se quejó mirando a su hermano. Christopher la miro con el ceño fruncido.

—No lo beses, veremos si sigue viniendo después de este día. —se cruzó de brazos.

—El no es como los otros. —Ginger abrió la puerta, su cuerpo en el arco mirándolo fijamente.

—Es difícil confiar en eso, cuando ya dijiste eso, dos veces anteriores. —el la miro con preocupación. —Y esos imbéciles solo te lastimaron.

—Tranquilo, estaré bien. —Ginger lo miró con una pequeña sonrisa. Amaba a su hermano mayor.

—Confío en ti Peter...—susurró cuando escucho la puerta de la entrada ser cerrada.





















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DICIEMBRE, 1979 ( actualidad )






—Nuestra primera cita fue en la feria local, era hermoso, estaba lleno de colores vibrantes y risas contagiosas. —relataba Peter entre lágrimas. Todos sus mejores amigos estaban a su alrededor, incluidos Petunia y Christopher, que tenían lágrimas en los ojos. James, quien seguía al lado de Peter, colocó su mano sobre su hombro. —Desde el momento en que llegamos, una oleada de emoción y alegría me invadió. Los juegos mecánicos giraban a lo lejos, y las luces parpadeantes creaban un ambiente mágico que me hizo sentir maravillado.

—Recuerdo ese día...—Peter levantó la mirada para ver a Chris. —Estaba tan emocionada por salir contigo que, le dije que no te besara, quería saber si era verdad lo que sentías por ella. Y si lo fue. —miró entre lágrimas al rubio ceniza que sonrió.

—Caminamos por los puestos llenos de juguetes de peluche y algodón de azúcar...—siguió relatando Peter. —Cada rincón estaba lleno de una energía positiva. La música alegre resonaba en el aire, acompañando nuestras conversaciones llena de risas. Me sentía feliz de compartir esos momentos especiales con ella, mientras disfrutábamos de la simplicidad y la autenticidad de la feria.

Las atracciones nos ofrecieron una dosis extra de adrenalina, y aunque al principio dudaba un poco, su compañía hizo que me sintiera seguro y emocionado. Recuerdo que, nos montamos en la rueda de la fortuna, observando la feria desde lo alto mientras intercambiábamos historias y sonrisas cómplices.

Probamos cada uno de los juegos de destreza, desafiándonos mutuamente, riendo. Cada intento fallido solo agregaba más diversión a la experiencia. Siempre pedía su permiso para abrazarla por los hombros o tomar su mano, sabía que había tenido relaciones complicadas, quería que confiara en mi, quería demostrarle que de verdad la amaba, pero ese día, ella fue quien me rodeo con sus brazos mientras caminábamos por la feria, era especial, y me di cuenta de lo afortunado que era de tenerla a mi lado en ese momento.

Compartimos algodón de azúcar dulce y palomitas de maíz mientras paseábamos por los coloridos puestos. La feria se convirtió en un escenario perfecto para conocer más sobre ella, y yo poder contarle sobre mi, y para crear recuerdos que...en este momento, deseo no olvidar jamás, quizás la feria era demasiado simple, pero ella hizo que me sintiera cómodo y en sintonía con ella.

La noche caía, y las luces de la feria se volvían aún más brillantes. Mientras observábamos los fuegos artificiales iluminando el cielo, experimenté una...sensación de felicidad que se apoderó de mí.

—¡Hay que dispararle a los payasos! He escuchado que es difícil hacerlo. —ella se veía emocionada, como una niña pequeña. Ella lucía feliz, y eso me hacía feliz a mi.

La chica del lugar nos dio pistolas de agua y me sorprendió que Sunny en un abrir y cerrar de ojos ya había comenzado a derribar a algunos.

Recuerdo su expresión, su perfil, su nariz arrugada por su sonrisa, al igual que sus ojos, todo de ella era hermoso.

Mi pecho comenzaba a sentirse extraño, Como si ella me hiciera sentir seguro. Jamás había llegado a sentirme tan cómodo con una persona que podía llegar a ser cerrada con todos, mirarlos de una manera que pareciera que los odiaba pero a mí, a mí me miraba como si fuera lo único en su mundo, y para mí, ella era lo único que existía en momentos juntos a ella, no podía ver a nadie más que a ella.

—Cuando la acompañe a su casa, no podía dejar de sonreír. La feria había sido el escenario perfecto para nuestra primera cita. Sin duda, la feria se convirtió en un lugar especial, marcado por risas, complicidad y la promesa de muchas más citas que...lamento no poder cumplir junto a ella. —Peter bajo la mirada limpiando sus lágrimas. James acaricio su espalda, mirándolo con compasión.

—Peter...—comenzó Chris, pero el llanto de su hija lo interrumpió, se giro a mirarla con una sonrisa entre lágrimas, se acercó a Petunia que sostenía a la pequeña en brazos, y cuando el la tomo, el llanto de la bebé aumento.

—Pequeña...—Petunia se acercó para tomarla ahora. —Ya...ya shh...—la meció entre brazos pero no había resultado alguno.

Peter los miró, una familia, y ahora James y Lily estaban formando una. Se acercó tímidamente.

—Yo...eh... tal vez...Yo soy bueno con los niños pequeños... —Petunia lo miró con una pequeña sonrisa, las ojeras en sus ojos se notaban apesar de que ya pasaban cinco meses desde lo sucedido. Ella se levantó, y con cuidado colocó a la bebé entre los brazos de Peter.

La pequeña estaba en los brazos de Peter, el simplemente la meció, mientras tarareaba una canción para ella, sobando su pequeña espalda, y el llanto se esfumó. La bebé levantó un poco la cabeza observando al chico rubio ceniza, jugando con sus cabellos, sacando pequeñas risas y balbuceos adorables que hicieron sonreír a todos en la habitación.

Ahora tenía un nuevo motivo para sonreír.

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