[ 03 ]
FEBRERO, 1979
Ginger miraba con cautela la posibilidad de enamorarse de nuevo. Desde aquel día en el que Peter había suplantado a su hermano en la tienda, iba cada día, sin falta, ya fuera que le invitará el almuerzo a ella y su hermano, o que quisiera ocupar el lugar de Chris en la tienda para que el fuera a ver a su novia, y Peter pasar más tiempo con la castaña, algo que a Ginger, comenzaba a gustarle. Pero aunque tuviera a alguien que realmente la amara y valorara, las cicatrices del pasado aún la hacían titubear. El miedo de abrir su corazón otra vez se entretejía con la dulce realidad de un amor genuino.
Cada gesto afectuoso de Peter resonaba con la promesa de un futuro sólido, pero las sombras de su relacion anterior acechaban en su mente. Temía perderse a sí misma nuevamente en las complejidades del amor, como si las experiencias pasadas fueran fantasmas persistentes.
A medida que el cariño actual intentaba disipar esos temores, Ginger luchaba por desenterrar las raíces del pasado que se aferraban a su corazón. Aunque sentía el calor reconfortante de un amor sincero, la fragilidad de su propio corazón era como una mariposa, lista para alzar el vuelo ante el menor indicio de peligro emocional.
El dilema entre el deseo de entregarse completamente y el temor a la vulnerabilidad creaba una danza constante en su interior. Pero en medio de esa batalla interna, Ginger empezaba a comprender que el verdadero desafío no era evitar el miedo, sino aprender a confiar de nuevo, permitiéndose ser amada y valorada como merecía.
Entre susurros de incertidumbre y promesas de lealtad, Ginger se encontraba en un viaje emocional, enfrentando sus miedos para abrazar un amor que, aunque no garantizaba ausencia de dolor, sí ofrecía la esperanza de curación y crecimiento compartido.
Y el mismo Peter se había ofrecido a reparar su corazón. Unir cada pieza, y restaurar lo que jamás volvería a sufrir.
—Lindo. —la voz rasposa y ahogada de su padre en alcohol, la hizo levantar la mirada de su desayuno esa mañana. —Enamorada nuevamente. —sonrió con burla. —Niña, lo sentimientos son estúpidos, en este mundo, en el mundo real, donde las personas viven y luchan por sobrevivir como animales, lo único que es importante es el dinero. Aquí no importan los sentimientos, ¿Por qué crees que el mocoso anterior te dejo?
—El no valía la pena. —susurró bajando la mirada.
—¿No? ¿Y este nuevo si?—alzó las comisuras de sus labios en señal de burla y sarcasmo. —Lo mismo dijiste de los dos anteriores.
—No soy una promiscua que solo busca mantener relaciones sexuales poco estables.
—Entonces...—su padre se dejó caer en el respaldo de la silla, subiendo los pies a la mesa, mientras bebía de la botella de alcohol en su mano derecha. —Cuéntame acerca de este nuevo chico. Soy tu padre y, se supone que debo de interesarme por las personas con las que te relacionas.
—El es diferente. —Ginger levantó la mirada, y su padre alzó las cejas fingiendo interés. —Es dulce, amable, se interesa por mi. Lo conocí hace dos meses, casi tres y, cada día, me visita en la tienda, no le importa si tiene que esperarme hasta el anochecer para acompañarme a casa y compartir algunos minutos juntos. El sabe la historia con mi ex-novio, y no se ha alejado de mi como los otros chicos.
—¿Qué versión le contaste?—preguntó llevándose la botella a la boca.
—¿Qué?—Ginger lo miró confundida.
—¿Qué versión le contaste? ¿La tuya o del mocoso? Porque con tu versión déjame decirte que hasta yo lo odie. Y mira que el contó una versión aún más, interesante aquí en nuestra calle.
—Solo...solo déjalo, ¿Si?—Ginger se levantó de su lugar, recogiendo su plato y llevándolo al fregadero. Lo coloco en su sitio cuando termino de lavarlo, y secándose las manos, se aproximó a salir de la cocina para esperar a su hermano afuera.
—No deberías estar con el. —ella se detuvo, y lentamente lo volteó a ver de nuevo, pero su padre ya estaba de pie a solo unos centímetros de separación entre ellos.
—¿Desde cuando te importa las decisiones que tome o con las personas que me relaciono?—Ginger se cruzó de brazos.
—Oh, tu no me importas, ni tú, ni el idiota de tu hermano, pero no por eso significa que vas a ir por ahí arruinandole la vida a las personas.
—Increible, cuando pensé que por fin serías un padre para mí y para Chris, solo lo arruinas aún más.
—Escucha niña, ese mocoso solo jugará contigo, te pedirá que te acuestes con el y luego te dejará. Fin de la historia, y si no es así, bueno, creo que tú lo terminarás alejando. —Ginger incrustó sus uñas en sus brazos con fuerza.
—Yo no...
—Sabemos que es verdad. Mírate, ni siquiera en tu propio padre puedes confiar, ¿Crees que con un extraño lo harás? Estás rota, todas tus relaciones pasadas te rompieron, te hirieron, la muerte de tu madre, te culpas por ello, estás rota niña. —su padre bebió aún más de la botella hasta acabarla y dejarla de golpe sobre la mesa.
—Eso no es cierto. —negó.
—Ni con todas las vidas posibles, podrías merecer a ese muchacho, o a cualquier otro, porque estás rota. Métete eso en la cabeza. —llevo su dedo índice hasta su cien, donde golpeó tres veces, antes de separarse y mirar las lágrimas en sus mejillas. —Si...yo siempre tengo razón. Solo estás roto intentando entrar en el mundo de fantasía, que jamás, va a existir para ti o para el idiota de tu hermano. —y sin más, el se fue, subiendo las escaleras mientras lo escuchaba reír.
—¡Ginger!—su hermano que venía bajando las escaleras, se había encontrado con su padre, y sabía que nada bueno salía de ello cuando el hablaba con su hermana. Ella era aún más sensible que el, apesar de querer parecer dura y sin sentimientos, no lo era.
La castaña limpio sus mejillas con rapidez, negándose a que su hermano le viera rastro de lágrimas en las mejillas. Se aproximó a la entrada mientras tragaba con fuerza, queriendo ignorar el nudo en su garganta.
—Chris...
—¿Que pasó?—el se acercó con preocupación, examinando sus brazos, su cuello, sus hombros, hasta finalmente su rostro. —¿Estás bien? ¿Te hizo algo? ¿Te dijo algo?
—Estoy bien. Tranquilo...—Ginger tomo sus manos alejandolas de su rostro. —Es hora de ir a trabajar, andando. —no lo dejo hablar cuando ya había salido de su vista, y se encontraba fuera de casa.
El camino a casa no podía haber sido más incómodo de lo que se estimaba cuando algo así sucedía. Mayormente, Ginger no solía decirle a Christopher cuando discutía o intercambia palabras con su padre, que al final, terminaban lastimandola, ella solo no quería tener más problemas en casa, ya era suficiente para ella llegar y ver botellas por doquier o a su padre tumbado en el sofá, durmiendo, y con una foto de su padre aferrada a su pecho.
Lo que podía llegar a hacer el remordimiento.
Cuando llegaron al mismo lugar de todos los días, su rostro se transformo en sorpresa al ver a Petunia la novia de su hermano, pero no solo ella, si no que Peter también se encontraba ahí, y aunque pareciera que Petunia quería parecer desinteresada de compartir palabras con el, a su vez parecía estar muy interesada en lo que el pudiera decir.
—Peter...—dijo Ginger.
—Cariño...—dijo Christopher. —Es, es muy temprano para que estés aquí, y no es que me moleste, amo tu compañía, pero hace demasiado frío para que estés afuera. —se acercó a Petunia, deshaciendo de su bufanda y dejándola alrededor del cuello de su novia.
—Bueno, esperaba que pudiéramos ir a desayunar, y además, tengo algo importante que decirte. —Ginger se acercó a Peter confundida, pero a la vez emocionada por dentro.
—Claro, por supuesto. —Chris beso la mejilla de su novia, y se acercó a darle las llaves a Ginger. — Vendré en un rato. Traeré algo para ti, y para Peter si es que sigue aquí para cuando llegue. —dijo colocando la mano en el hombro del rubio ceniza por un momento.
—Hasta luego Ginger. —Petunia se acercó a saludar y despedirse de su cuñada, dejando un beso en su mejilla. —Pettigrew. —asintió en dirección al rubio ceniza, quien asintió de vuelta, luciendo un poco nervioso.
—De acuerdo, tengo dos cosas que decirte. —Peter asintió para que prosiguiera. —Buenos días, primero que nada, y segundo; ¿Que haces aquí? Y tan temprano. —preguntó mientras abría la puerta del local, y cambiaba el letrero de "cerrado" a "abierto", y mantenimiento la puerta abierta hasta que Peter entrará.
Cuando se aseguró que Peter había entrado detrás de el, dejo que la puerta se cerrará, sintiendo los pasos del rubio ceniza detrás de ella.
—Quiero que salgas conmigo. —Ginger detuvo su paso abruptamente. —Quiero que tengamos una cita. —ella volteó a verlo sorprendida, pero lo hizo aún más cuando miro el hermoso ramo de rosas en sus manos, sosteniéndolo frente a ella.
—Yo...¿Estás seguro de esto?—ella pregunto insegura.
—¡Por supuesto!—Peter le tendió el ramo con delicadeza y una sonrisa en su rostro, Ginger con timidez lo tomo entre sus brazos, levantando la mirada para ver a Peter. —Sunny...—ella alzó la ceja en interrogación, mientras no podía evitar sonreír por las nuevas palabras que salían de la boca del rubio. —Quiero ser el artesano de tu corazón, repararlo pieza por pieza con mi amor. Cada caricia diminuta, cada palabra dulce, es un cuidadoso ajuste que hace que nuestro vínculo sea más fuerte. Estoy aquí para reconstruir contigo cada pedacito dañado, porque tú eres la obra maestra que quiero en mi vida. Entonces, ¿Quieres salir en una cita conmigo Ginger David?
La sonrisa en su rostro no era más que suficiente en mostrar lo emocionada y maravillada que estaba, sus mejillas rojizas, sus ojos marrones con un brillo en ellos, el temblor en sus manos, el revoltijo de emociones en su estómago, solo hacía que con cada segundo que pasaba, un amor hacia el rubio ceniza frente a ella crecía. Y era tan hermoso.
—Por supuesto Peter. —se acercó y beso su mejilla rápidamente, para ir hacía el mostrador e intentar ocultar el sonrojó de su rostro.
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