────── thirty three
ˑ༄ؘ ┊ CHAPTER THIRTY THREE °•*⁀➷
—¡LIS!
—¡OH, DIOS MÍO!
—¡SÁQUENLA!
—¿ESTÁ VIVA?
—Lucha mi hermoso anjo, lucha.
[...]
—Traigo comida para la única e inigualable Larissa Cohen.
Pierre Gasly colocó una bolsa de papel marrón con comida frente a su compañera de equipo brasileña, mientras ella se sentaba con el ceño fruncido revisando su teléfono.
—¿Qué pasa, mon cherie?
Larissa giró lentamente la cabeza hacia el francés, viendo sus ceño fruncido por preocuparse por ella, ya que se dio cuenta de que algo la estaba molestando.
—Las cámaras de seguridad de la casa de mi padre se han activado. Alguien estaba en la casa, pero para cuando llegó la policía, no había nadie en la casa y lo único que se llevaron fue el primer trofeo que conseguí en karting.
Larissa explicó mientras intentaba ver las imágenes de sus cámaras de seguridad, pero no encontró ninguna foto de un intruso, aunque si se dio cuenta de cómo las cosas se habían movido una vez más dentro de la casa.
—¿Por qué solo ese trofeo?— Pierre frunció el ceño en confusión, preguntándose quién lo haría y solo se llevaría ese trofeo.
—No tengo ni idea.— Larissa admitió mientras comenzaba a morder el interior de sus mejillas, los nervios llenando lentamente su pequeño cuerpo.
—Por cierto, me aseguré de que tuvieras algo de comida alemana, le pedí a Nico sus recomendaciones.— Pierre sonrió a su compañera de equipo mientras empujaba la bolsa de comida hacia ella.
Nico Hulkenberg en verdad había recordado las delicias alemanas que le gustaban a Larissa cuando era niña, cuando solía cuidarla mientras sus tíos hacían practicas libres.
—Gracias.— Larissa murmuró porque no estaba prestando atención, seguía viendo las imágenes.
Pierre suspiró derrotado antes de estirarse sobre la mesa para quitarle el teléfono de la mano, bloquearlo y colocarlo en su bolsillo.
—Come, lo necesitas.
Larissa negó con la cabeza, alcanzando su teléfono. —Necesito chequear las imágenes de las cámaras.
—Mon cherie, has revisado las imágenes muchas veces, no cambiará nada. Tienes que comer.— Pierre le aseguró.
—No quiero comer, quiero ver las imágenes.
Pierre sacudió la cabeza mientras pensaba en algo. —Iré a buscar a Toto para que te supervise y te alimente como a una niña si tengo que hacerlo.
—Hazlo.
—O Sebastian.
—Hazlo.
—O Kimi.
—Hazlo.
—O Fernando.
—Continúa.
—Llamaré a Lucy.
Larissa inmediatamente agarró la bolsa de comida, y abrió el envoltorio comenzando a comer lo que su compañero de equipo le había dado.
Pierre sonrió, ahora sabiendo que podría usar el nombre de Lucy para hacerla comer su comida.
—¿Estás emocionada por el Gran Premio de Alemania?— Pierre cuestionó mientras ella comía, disfrutando profundamente de la comida que Nico había sugerido.
—Diablos, sí, Mick va a estar mirando desde mi garaje, posiblemente Ginny también.
Mick Schumacher había estado decidido a ver a su hermana y mejor amiga conducir en la carrera de su casa, llegando incluso a volar desde la casa de su familia en Suiza hasta un hotel cerca de la pista.
Quería apoyarla en su carrera en casa, ya que su padre no podía.
—¿Va a estar Zahra en Mercedes de nuevo?
Larissa soltó una risita mientras asentía con la cabeza, con una sonrisa en su rostro. —Sí, ella está permanentemente vetada de aquí debido a que siempre amenaza a Franz. Toto incluso tiene una silla en el garaje con su nombre, ahora.
—Realmente la ha adoptado, ¿verdad?
Larissa sonrió con tristeza al recordar a la abuela de Zahra, recordando a la mujer que había acogido a la mujer Bailey cuando era niña para evitar que su nieta fuera al sistema de atención.
Ya era hora de que Zahra tuviera a alguien a quien llamara "papá".
—Sí, lo ha hecho.— Larissa asintió con la cabeza al pensarlo, sonriendo con cariño ante el recuerdo que le vino a la mente.
—¡Hey, Mr. Mercedes! Lewis me dijo que era tu aniversario de trabajar como director del equipo, ¡así que te hice algo!
Zahra Bailey entró en el garaje de Mercedes, viendo al hombre Wolff darse la vuelta ante el sonido de su voz.
—Ah, Zahra, eso es demasiado amable. No tenías que hacerlo, tu presencia aquí es un regalo suficiente.— Toto Wolff sonrió cariñosamente a la mujer, aceptando su abrazo y el regalo que le hizo y que empujó hacia su mano.
Desenvolvió el regalo de su envoltorio de papel de seda y vio lo que parecía ser una especie de pulsera con su nombre y la fecha de su primer día como director del equipo.
—Es encantador, Zahra. Gracias, lo usaré con orgullo. ¿Dónde aprendiste a hacer esto?
—Aprendí a grabar metal en la escuela secundaria, pensé que finalmente daría un buen uso de esas habilidades.— Zahra sonrió cuando notó que el hombre austriaco colocaba el brazalete de metal en su muñeca.
—Nunca me lo quitaré.— Toto le sonrió, viendo la sonrisa orgullosa y feliz que cubría sus rasgos.
Se apegó a su palabra.
Nunca se quitó la pulsera.
[...]
—Niña, tienes que intentar entrar en la Q3, te necesitamos en lo alto de la parrilla para la carrera.
Franz Tost habló con su piloto rookie cuando ella comenzó a subir a su monoplaza.
—Conduce este pedazo de mierda, luego me hablas de entrar en la Q3.
Larissa puso los ojos en blanco mientras cerraba la visera de su casco, sentada en su coche mientras se preparaba para establecer una vuelta de calificación tan rápida como su monoplaza se lo permitiera.
—Cuida tu tono conmigo, jovencita.
—Cuida tu tono conmigo, cabeza de polla. Todavía tengo unas veinte personas que quieren tu cabeza en un palo por tratar de despedirme. Veamos quién gana eso.
Ella se puso en marcha en su coche mientras Franz se quedó estupefacto en su lugar, con la boca abierta por la sorpresa.
Sus vueltas no fueron buenas, lo sabía.
Pero también era consciente de que recientemente había obtenido un nuevo mecánico, no es que supiera quién era porque nunca lo había visto en su garaje.
Por lo tanto, tendría que lidiar con partir del P18 en la parrilla para el Gran Premio de Alemania.
Tan pronto como salió de su coche y se dirigió hacia su garaje, unos brazos la rodearon y la abrazaron.
—P18 no es tan malo, mausi. Todavía puedes conseguir una victoria o un podio mañana.
Mick Schumacher abrazó con fuerza a su mejor amiga, sabiendo que ella se enfadaría consigo misma, pero no era como si no lo hubiera hecho bien.
El coche simplemente no parecía ser rápido.
Era casi como si a su monoplaza no se le permitiera ni siquiera ir a doscientos noventa kilómetros por hora.
Era casi como si alguien no lo quisiera.
—No voy a conseguir un podio mañana, pero sacaré a quien sea que tenga que sacar, para asegurarme de que el tío Sebby consiga la victoria.— Larissa abrazó a su hermano con fuerza, encontrando consuelo en sus brazos, ya que siempre eran los brazos en los que se sentía segura.
Era algo que él claramente heredó de su padre.
—Lewis se enfadará contigo.— Mick le sonrió a su mejor amiga, viendo que la sonrisa que había heredado de su padre volvía a aparecer en su rostro.
—Déjalo. De todos modos, prefiero a Britney Spears que a él.— Ella le guiñó un ojo juguetonamente a su hermano.
Iba a sabotear la carrera de su hermano, porque su tío Sebby iba a ganar una carrera en casa.
Probablemente tenía algo que ver con el hecho de que ella era la favorita de su tío.
[...]
—Gasly está en P13, tú estás actualmente en P17.
Matthew, su ingeniero de radio, habló con la brasileña a través de la radio, ya que había podido adelantar al Mclaren de Stoffel Vandoorne.
—¿En serio? ¡No tenía ni idea! ¡Pensé que estaba en primer lugar! ¡Wow, qué increíble noticia!
La voz llena de sarcasmo de Larissa resonó en el garaje de Toro Rosso mientras se burlaba de su ingeniero de radio.
Lucy estaba cerca, escuchando el tono de voz burlón de la chica mientras se veía obligada a ocultar su sonrisa en la palma de su mano.
Estaba muy orgullosa de ella.
—Esa es mi chica.— Lucy susurró para sí misma del gozo de haber visto el pecho desinflado y los hombros caídos del ingeniero de radio de la brasileña.
—No hace falta que seas sarcástica, niña.
Franz le advirtió a través de la radio, sin darse cuenta de la entrenadora de la chica que estaba de pie detrás de él, imitándolo y poniendo los ojos en blanco.
—No hay necesidad de que tú seas tan feo como eres, pero no me oyes quejarme de ello, ¿verdad?
Larissa frunció el ceño dentro de su casco ante el tono condescendiente de su jefe, mientras adelantaba a un Williams que creía que era Lance Stroll.
Ella odiaba su monoplaza.
Sabía que podría haber estado fácilmente entre los cinco primeros ahora si su coche realmente funcionara como debería, y no apenas pudiendo mantenerse en el decimosexto lugar.
No sabía qué había pasado, o por qué había recibido un nuevo mecánico en primer lugar, ya que el anterior hizo el trabajo bastante bien.
Ni siquiera sabía quién era su nuevo mecánico, todo lo que sabía de él era que definitivamente era un hombre, y según su fisioterapeuta, el hombre tenía al menos sesenta años.
Esteban era el coche que estaba a punto de adelantar, y sabía que, aunque normalmente podía hacerlo con facilidad, sabía que lucharía esta vez, ya que su coche había decidido actuar como si solo pudiera ir al límite de velocidad de un scooter de movilidad.
—Ocon está 1,3 segundos por delante, si haces esto...
—¡Cállate la puta boca! ¡Déjame a mi!
Su voz gritó de ira y molestia mientras su ingeniero de radio se hundió en su silla, su estado de ánimo y su cuerpo se desinflaron.
Ella odiaba cuando él solo le daba las estadísticas y los tiempos entre los otros pilotos y ella misma, porque no era estúpida.
Podía ver a los pilotos frente a ella, con sus propios ojos marrones oscuros, sabía lo lejos que estaban de ella, sabía si sería capaz de alcanzarlos o no.
Se estaba volviendo ridículo cuánto lo hacían, hablando y tratándola como si fuera inferior, como si no fuera lo suficientemente buena, como si no hubiera estado haciendo todo esto de ser piloto de carreras desde que nació.
Ella era la hija de Luiz Cohen, por el amor de Dios. Conocía el mundo de la Fórmula Uno como la palma de su mano. Lo conocía tanto como conocía el portugués.
Lo conocía tan bien como sabía caminar.
Toda su vida había sido entrenada en el mundo de la Fórmula Uno, para ser piloto de carreras y para ganar un campeonato mundial.
Incluso después de la muerte de su padre, que la hizo mucho más decidida a entrar en la misma liga que él, aún estaba decidida a correr porque había sido entrenada para ello durante toda su vida.
Ella no conocía nada más.
Ella no quería conocer nada más.
Quería correr en la Fórmula Uno hasta que muriera, pero sabía que no sería posible ya que la mayoría de los pilotos se retiraban a los treinta, a veces a los cuarenta aunque eso dependía únicamente del piloto.
Correr era todo lo que ella conocía.
Toda su vida estaba construida en base a las carreras. Sus amigos eran pilotos, su familia eran pilotos.
La única persona en su vida que no lo era era Zahra, pero pasaba tanto tiempo rodeada de pilotos que prácticamente se había convertido en una de todos modos.
Gina no contaba, porque también era bastante piloto, en cuanto a Lucy, bueno, ella había estado rodeada de pilotos durante la mayor parte de su carrera, así que ella tampoco contaba.
Mientras conducía, se dio cuenta de que el coche de Sebastian Vettel no se movía, lo que significa que tendría un DNF, y no una victoria en la carrera en su Gran Premio de casa.
La maldición Cohen ataca de nuevo.
De alguna manera había logrado abrirse camino, por lo que estaba en P8, entre los dos Force India de Sergio 'Checo' Pérez y Esteban Ocon.
Se estaba defendiendo de Esteban, mientras que al mismo tiempo intentaba encontrar una forma de adelantar al hombre mexicano, quien era irritantemente bueno defendiéndose de otros pilotos.
Podía ver a su amigo francés en sus espejos tratando de pasarla y adelantarla y, mientras hacía todo lo posible para adelantar y defenderse al mismo tiempo, sabía que no sería lo suficientemente bueno.
Su coche simplemente no tenía suficiente potencia.
Cuando Esteban pudo ponerse al lado de su monoplaza listo para adelantarla, su auto pareció dar una sacudida antes de que una de sus llantas se soltara de la parte trasera de su coche, la cual fue rápidamente seguida por una llanta en la parte delantera del coche.
La llanta que se soltó de la parte delantera de su coche voló hacia el Force India de Pérez, golpeando la parte trasera de su monoplaza y causando que los escombros cubrieran la pista.
Cuando Esteban trató de apartarse del camino de los escombros, su coche chocó contra el de ella y accidentalmente envió a su Toro Rosso sobre los escombros.
Aún iba a doscientos cuarenta kilómetros por hora y conducía sin dos llantas, aunque no importaba.
Porque a medida que más escombros salieron del coche de Pérez, el monoplaza de Esteban golpeó accidentalmente el suyo una vez más, lo que la hizo perder el control de su monoplaza averiado.
Saltaron chispas cuando el coche sin dos de sus llantas se deslizó por la pista y se dirigió a un impacto.
Larissa Kimi Cohen solo pudo gritar y prepararse para el impacto cuando su monoplaza fue lanzado hacia una barrera de metal a doscientos cuarenta kilómetros por hora.
Y solo pudo gritar impotente cuando al impactar con la barrera, su coche se partió en dos y estalló en llamas.
Con ella todavía dentro.
les dije que se venían muchas cosas a partir del capítulo pasado, ¿creen que larissa tenga el mismo destino que su padre?
les dejé en tiktok (maddoxev) un edit de este último momento, vayan a verlo<33
recuerden que el capítulo debe llegar a 100 votos y 35 comentarios para que publique el siguiente inmediatamente.
y recuerden que no se vale comentar solo letras y palabras sueltas solamente para llegar a los 35 comentarios, deben ser comentarios relacionados con la trama/historia.
no olviden votar, comentar y compartir<33
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