adán es alérgico
❝ adán es alérgico ❞
ㅤㅤEN LA NOCHE SINIESTRA, CLARIVIDENTE Y TENEBROSA, Kishibe durmió como nunca sin saber qué había sucedido contigo, con tu carita celestial y ojitos de miseria eurásica. Tampoco supo de qué país era tu papá, solo recordó que hablaste de un país pobre donde los hombres tienen la carita sucia y unas cuantas libras en los bolsillos. Deja de importar de repente. Verás, solo divaga en esta carta autodestructiva, para mantener gran parte del papel limpio y sin palabras duras. Me mientes y te miento porque no existe Europa, ni Américas, ni libras, mucho menos pobreza con papel y tinta. Pero, en la inmensidad de tu verde frescor, él te existe. ¿Le existes también? Solo recuerda que dijiste algo, algo malvado, poco humanístico, como si fueras mitad bestia, mitad humano, o mitad devil y luego nada, vacío, agujeros negros, alma de yokai:
«Si me tocas, mi útero reventará en una quimera sanguinolenta y crepuscular vulvárea.»
Vulvárea. No existe. Es de otro idioma, un idioma extinto. Parte de un idioma que solo tú hablas. Los demonios son raros y le gusta explotarlos en todos los sentidos, es lo que piensa. Le gusta explotarte. Mirarte, belleza andrógina, cueva inexplorable.
Eres una escena volcánica y extinta, cuando tu rostro armoniza con los narcisos mejilludos y luego hay bichos recorriendo su falo expuesto... Para ti, te parece increíble que Kishibe, como una reencarnación de Adán, siga con los dientes de sabor metálico, ¿por qué sonríes con los dientes ensangrentados en este paraíso sobrenatural?
Y él responde, "¿qué hace un pequeño demonio como tú en la entrada de la iglesia?"
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(interludio)
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Si así me quieres, así voy a ser.
Y me empujas una y otra vez. Tú eres todas las olas que me empujan una y otra vez, porque te gusta verme naufragar, verme ahogada, lucirme insatisfecha.
Me quiero introducir en tu córnea y bajo tus costillas mojadas, que me abriguen tus órganos en un sosiego melodramático y me devore tu pleura los hombros marcados de impolutos besos; mis labios bajo tus cavidades óseas llenas de delirios bíblicos.
Déjame. Nacer. En. Todos. Tus. Hematomas.
Kishibe, debes llorar más —¿Cuándo fue la última vez que lloraste? ¿a los 19? ¿a los 40? porque se humedecen tus huesos con las lágrimas que se rehúsan a salir y Padre no sabe de huesos ni de lágrimas, porque Padre no entiende el dolor de un alérgico frenético manchando el verde de un rojo que pudre la tierra ritualista.
Conozco la maldad puramente diabólica.
Desconozco la maldad a tonos grises, la humana.
Desconozco el nombre de todos los animales de tu paraíso sobrenatural.
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Te gusta besar lo que odias.
De todas las cosas que llevas, yo soy la más odiada y la menos abandonada.
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(fin del no-interludio)
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Saber que eran y cuánto eran se reduce a arcilla roja desdibujada. Una roja levedad, una fría fiebre, una pena ínfima que son pequeñas partículas que no llenan los vacíos que se expanden en la cotidianidad de su siseo cansino. Él podría ser tu gran Apolo que oscila entre tus dedos, pero ¿tuviste alguna vez el derecho a hablarle sin que te hables como te habla ahora? No sabes cuál es su nombre —porque el nombre de un demonio lo dice todo, pero el de un humano son retazos de tela vieja extraídos de todas partes del mundo—, pero él duele y duele como una infección en el paladar del que brota pus y sangre.
Te recuerda a la Creación: «Cuando me haces llorar, me desintegras y me armas desde la garganta cuando debiste hacerlo desde la costilla.»
Solo así, sabes que los hombres nunca terminan bien un trabajo.
Todo en reversa. Sí, lo conociste en una iglesia. En el patio. Eras un poco bribona y casi no interactuabas con otros humanos. Incluso le dijiste algo fuera de lugar mientras quemabas cigarrillos en su corbata mal hecha.
—Estoy segura de que eres realmente hermoso. Pero eres un poco mayor para mi gusto.
Él te dejaba usar su traje de cenicero. Siempre tuvo gustos excéntricos que se desarrollaron desde sus días de novato. Freak. Te respondió con la misma crudeza.
—Verte es como ver mil horrores. Un horror tras otro.
Para ti, fue un cumplido. Aún sigue siendo un cumplido. Aún se te calienta el pecho frío, se te frunce el labio y entrecierras los ojos al recordar el calorcito extraño recorrer como un globo siendo rellenado de agua hasta el tope.
Los pensamientos y las palabras tuyas casi le sonaban a blasfemia. Nunca había oído a nadie hablar así —excepto a sí mismo—, como si no temiera la posibilidad de un castigo divino. De hecho, tú parecías insinuar que Dios entendería por qué alguien se arrepentía después de haber experimentado algo tan increíblemente doloroso y que los mártires, solo fueron gente que murió injustamente.
—Nadie acepta tan satisfactoriamente la muerte. Los mártires no eligieron morir. Y no todos murieron por Dios.
—Algunos tuvieron la posibilidad de dar la contraria y salvar sus vidas. Pero no lo hicieron. ¿Es eso la verdadera fe?
—Ser descuartizado vivo es suficiente dolor como para maldecir el hecho de creer en Dios.
Kishibe era más que un hombre ateo. Y tú no creías en nada más que lo que salía de tu boca. Querías hablar más con él. Ir a cualquier lugar que vaya. El día en que lo hieran, querías ser herida también, para experimentar, para imitar su mueca. Existirle y que él te exista a ti.
Una nueva forma de adoración.
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⊰ 𝐍𝐎𝐓𝐀 𝐃𝐄 𝐀𝐔𝐓𝐎𝐑! ⊱
kishibe x un demonio, cosillas bíblicas y descuartizamientos imaginarios y miles de siglos viejos. hace tiempo no publico por aquí, desde que me cambié el horario de trabajo llego más agotado.
pero espero que les haya gustado, nos leemos <3
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