
"𝐄𝐥 𝐜𝐡𝐨𝐜𝐨𝐥𝐚𝐭𝐞 𝐜𝐚𝐥𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐝𝐞 𝐌𝐢𝐜𝐤𝐞𝐥"
Capítulo #5
Si les va gustando la trama no olviden dejar su voto y comentarios al respecto♡.
🌨️○°•❄️•°○🌨️
Axel se despegó sin separar mucho su rostro, ni sus labios. Nuestras respiraciones jadenates, agitadas, y funcionadas, golpeaban nuestros rostros, y sin aliento, ambos reímos. Mis cachetes ruborizados me hacían sentir caliente en la zona, y podría jurar que no tenía ni fuerzas para sujetarme, así que agarraba con fuerza el material de el jersey negro que llevaba mi novio.
—Vamos —dije en medio de mi vulnerabilidad—, o nos vamos a perder el chocolate especial de Mickel.
Él rió ronco, dejando ver sus dientes, y cerrando los ojos por ese instante. Aquella sonrisa fue suficiente como para que en mi estómago las mariposas se revolvieran, y mis nervios estallaran aun más. Aquella sonrisa calentita, fue guardada como un tesoro inconmovible en mi corazón. Me sentía verdaderamente en el cielo.
—Te.
—Beatriz —la voz insistente de Cecia me interrumpió, sonó ahogada, acompañado con el sonido de que estaba tocando la puerta.
—Ya vamos. —respondí sin dejar de mirar los ojos negros y relumbres de Axel, quien seguía sin despegarlos de los míos.
—¿Vamos? —Cecia repitió analítica—. ¿Axel está ahí? —preguntó con voz gutural y algo traviesa.
Una sonrisa ladeada se me escapó, y mi corazón latió más fuerte. Axel también sonrío juguetón.
—Sí hermanita —respondí—, estamos aquí. —solté con la voz afectada gracias a lo que su mirada intensa provocaba en mi.
—Ya nos vamos, ¿Los esperamos? —Cecia continuó, y estaba tan ennegrecida mi mente, que por un instante no pude darme cuenta de que ella también estaba hablando en plural.
Mi ceño se frunció al darme cuenta, y miré por encima del hombro de Axel hacia la puerta.
—¿Con quién estás? —pregunté, entre extrañada y curiosa.
—Am... —escuché una risita nerviosa del otro lado—, con Annel.
Tragué en seco. ¿Con Annel?. Estos dos se guardaban algo, estaba más que segura.
Miré al pelinegro que ahora tenía sus brazos alrededor de mi cintura, con mis comisuras extendidas hacia ambos lados, y mi ceño fruncido, ladeando la cabeza ligeramente.
—Sí, lo sé —expresó en un susurro ronco—, esos dos se traen algo entre manos.
Ante sus palabras no pude evitar abrir mis ojos y deshacer mi anterior expresión. ¿Lo sabía?
—¿Has pensado lo mismo que yo? —pregunté dejando mi boca entreabierta.
Asiente entornando los ojos, y luego los relaja cuando se detiene.
—Vale —dije para Cecia—, ahora mismo nos vemos. —me separé de Axel para tomar mi cartera, y echar mi teléfono celular en ella.
Cuando me giré, el pelinegro estaba con el abrigo en su antebrazo, y mirándome con una sonrisa pequeña, sin dejar ver sus dientes. Mordí mi labio inferior medrosa, evitando sonreír, y caminando hacia la puerta. Él se adelantó, y la abrió por mi. Ni Cecia ni Annel estaban por ningún lado, y yo le agradecí con la mirada por haber hecho ese acto tan tierno.
Ya fuera, y cerrada la habitación con llave, ambos caminamos en silencio en dirección contraria a las demás habitaciones, y yo dudaba si poner mi brazo derecho alrededor del suyo izquierdo, así que miré hacia delante tensando un poco los labios.
—Oye —su voz ronca y susurrada activa la punzada de nervios en mi estómago, y lo miro hipnotizada—. Me has dejado todo tu gloss en los labios.
Ante eso, no pude evitar que una sonrisa amplia y traviesa se dibujara en mis labios, y miré los suyos, acercándome para quitar el brillo labial.
—¿Quién me besó como si fuera la última vez que nos viéramos? —inquirí juguetona, aún limpiando sus labios con mi dedo pulgar, el cual temblaba del nerviosismo.
—No es mi culpa que te veas tan linda —susurra con su voz dos tonos más bajo de lo normal, y muy ronco.
Eso aceleró mi corazón nuevamente, pero se sentía bien.
—Tampoco la mía —reviré susurrando casi en un hilo, y una sonrisa ladeada se me escapó.
De repente él se detuvo cuando ya había dejado de limpiar el gloss, y yo por inercia lo hice también. Miré hacia atrás, y choqué con su rostro iluminado.
—¿Qué? —pregunté frunciendo un poco el ceño.
—Nada. —dijo sin importancia, y se acercó un poco a mí—. Sólo que, hay algo que no he echo. —y entonces poniendo una de sus manos por detrás de mi cuello, besó mi frente suavemente y sin apuros.
Eso me brindó tanta protección, y todo mi cuerpo se sintió tranquilo. Puede que un poco ardiente, pero me sentía bien, muy bien.
—Vamos —susurró y su aire chocó contra mi frente.
Apartó su mano de mi cuello, la llevó a mi cintura, y ambos seguimos nuestro camino hacia la parte de afuera del lugar.
Cuando salimos, la misma chica que nos había dado la bienvenida, nos apuntó con el dedo hacia algún lugar, y noté una escalera al lado correspondiente por donde vimos al dueño del local.
—Hay unas escaleras pegadas a la pared, allá arriba está la terraza, y su grupo de amigos están sentados bien atrás. —informó, y ambos asentimos.
—Vamos linda. —proninció empujando suavemente mi cintura para caminar, y entonces encontramos las escaleras.
Subimos, y nuestros ojos chocaron con un lugar mucho más acogedor que el de la parte de alante. Puesto que había un techo rústico pero moderno, sujetado por unas columnas echas de la misma madera del lugar, finas, pero adornadas de tal manera que cumplía las dos funciones de decorar, y soportar dicho techo.
—Esto está muy hermoso.
Sentí de nuevo el calor del beso casto de Axel en mi frente.
—Perfecto para los dos. —susurró contra mi oído haciéndome cosquillas, y una risita nerviosa se me escapó.
Miramos por encima de las cabezas, habían más de doscientas mesas, y no estoy mintiendo. Todas eran de concreto, y con sillas largas alrededor —en una sola—. También noté un pequeño horno o algo parecido, para cocer los malvaviscos, en el centro de dichas mesas. Mientras nuestros cuerpos se movían casi en zigzag, logramos ver a los chicos bien en el fondo, justo como la chica nos había dicho.
Una sonrisa se dibujó en mis labios al verlos reír, conversar, y al notar que se la estaban pasando bien.
—Chicos. —grité cuando estábamos aún lejos de ellos, levantando mi mano izquierda libre porque la derecha la tenía alrededor del torso de Axel, para llamar su atención, y todos miraron hacia los lados buscándonos.
Al vernos, levantaron sus manos llevándolas hacia los lados en saludo y respuesta.
—Vamos. —dije entusiasmada, y escuché la risa ronca de Axel estremecer suavemente su cuerpo.
Cuando llegamos, Melanie estaba en una de las esquinas de la silla grande, Niza a su lado, luego Luisa, seguía Abbel con su mano alrededor de los hombros de la mencionada anteriormente, luego Cecia, y por último Annel, el cual tenía su mano sobre la de mi hermana en la mesa. Todos nos dedicaron una sonrisa.
—¿Cómo están? —pregunté sentándome junto a Axel, el cual ya estaba al lado de Annel, y había colocado su abrigo grande en el espaldar de la silla.
—Descansé bastante. —miré a Melanie al escucharle decir aquello, y reí divertida.
—Y yo —Niza agrega.
—Sí, estábamos exhaustos —Luisa expresó, mirando de repente a Abbel, y este también le devolvió la mirada.
—Sí. —el de tez blanca que le miraba respondió medio embobado.
Mi ceño se frunció.
—Nosotros también descansamos. —Cecia dijo por último, viéndome con una sonrisa, aún con la mano de Annel sobre la suya.
—Esperen un segundo —señalé sin cambiar de expresión—. ¿Este viaje los ha puesto románticos o qué les pasa?
Un silencio, sí, eso se formó entre todos. Uno en donde se miraban confundidos los unos a los otros, hasta que de repente se echaron a reír, y mi novio al lado no se quedó atrás. Eso me confundió más.
—¿También te ríes? —reproché haciendo una mueca con los labios.
—¿Por qué dices eso? —preguntó en medio de la carcajada, mirándome con las cejas fruncidas.
Abrí mi boca un poco, mostrando mi asombro.
—¿No se dan cuenta?
—Al parecer la única eres tú. —Cecia confesó entre su risa.
—¿Qué? —exclamé.
—Buenas noches muchachos —la voz masculina de alguien provocó que todos enfocaremos la vista hacia mi derecha.
Era un camarero joven, de ojos cafés bien claros, facciones masculinas definidas, cabello corto cayéndose hacia delante, con una sonrisa sin mostrar los dientes esbozada, un pequeño lunar al lado de su comisura izquierda, y una libreta y lapicero en sus manos.
—¿Puedo ayudarlos con algo?
—Sí, por favor, ocho platillos con tortitas y gofres con sirope de arce —Axel respondió, mirando el menú encima de la mesa—. Ocho Poutine con patatas fritas crujientes, queso en grano, y salsa de carne o gravy.
—Tenemos hasta el momento de gravy. —intervino el camarero.
—Ya —Axel asiente frunciendo el ceño por un instante—, esa misma.
—Por favor que sean siete Poutine —Luisa exclamó de repente, y me miró con las cejas undidas.
Eso me decía que no le gustaba, así que observé al chico que anotaba.
—Sí, siete.
Él asintió, y volteó a mirar a mi novio.
—Si puede con carne de cerdo. —él pidió.
—No, ahumada. —corté rápido interviniendo antes de que anotara, y Axel me miró—. Please —hice un puchero escondiendo mi labio superior en el inferior, y él sonrío sin mostrar los dientes.
—Vale, con carne ahumada. —accedió por fin, y yo puse cara de cumpleaños.
—Bien. ¿Algo más? —inquirió el joven, con voz educada.
—Sí um... —hizo un sonido de que se lo estaba pensando, y miró el menú—. ¿Quieres un Butter tarts? —preguntó enfocando su vista en mí.
Nunca había escuchado ese nombre, así que mi ceño fruncido, y cara de extrañeza, no faltó.
—¿Qué es? —pregunté curiosa.
—La traducción de este dulce canadiense es literalmente “tartas de mantequilla”, consiste en cáscaras de hojaldre rellenas de mantequilla, azúcar y huevo. —el chico con la libreta en sus manos explicó con detenimiento, observándose que dominaba el tema—. ¿Desean ver una foto? —inquirió alzando ambas cejas en un nanosegundo.
La mayoría asintió. Yo y mi novio dijimos un simple;
—Sí.
Él sacó su móvil, y nos mostró aquella delicia.
—Esta es una foto sacada de nuestras primeras Butter tarts. —continúa, sosteniendo el móvil—. Piden muchas de estas, y tienen suerte de que queden todavía hasta la media noche.
—Wow. —mi boca se hizo literalmente agua.
Se veía tan bien.
—Vale, sin dudar ponga dieciséis de ocho Butter tarts. —Axel aceptó.
—Muchas gracias. —dijo el camarero dedicando una sonrisa a todos, y se retiró de la mesa.
—Uy eso se ve delicioso. —escuché exclamar con vacilación a Cecia, y la enfoqué.
—Oye “eso se ve delicioso” —bromeé con el ceño fruncido—, ¿Vas a explicarme qué significó la risita nerviosa de hace un rato frente a la puerta de mi habitación? —cuando escuchó mi pregunta, noté que tensó los labios, y miró por un nanosegundo al moreno con nerviosismo—. No, no busques que Annel responda —insistí negando ligeramente para acompañar mis palabras, y me detuve.
Cecia frunció de repente el ceño, y me miró desafiante.
—Me gusta Annel.
Aquellas tres palabras hicieron que me diera una bronco aspiración con mi propia saliva, y tosía para recuperarme. Axel sostenía mi mano izquierda con fuerza mientras sobaba mi espalda.
—¿Qué? —exclamé entre sorprendida y lúcida, aún tosiendo—. ¿Desde cuándo? —inquirí abriendo los ojos.
—Desde hace tiempo —Annel habló en esa ocasión, y me miró sereno, como siempre. Entonces la tos me dejó, y Axel intercambió sus manos para seguir agarrando con fuerza la mía—, solo que ninguno había dado el paso, y yo por respeto a sus sentimientos no dije nada. —miró a los ojos a mi hermana, y luego a sus labios con deseo—. Y cuando dejó su ropa interior en mi asiento, que estuvimos los dos solos por un instante, nos besamos en medio de una pelea boba.
—Me imagino —insinué alzando una ceja con una sonrisa traviesa esbozada—, la ropa interior hizo un trabajo bastante efectivo.
—¿Y tus labios también nenita? —Axel de repente tomó mi mentón y depositó un beso casto que me cogió fuera de base.
Todos rieron divertidos, pero bajito. Una sonrisa se dibujó en mis labios, y con los párpados relajados miré al pelinegro, quien seguía con su mano ahí.
—Solo falta que se queden solos para que sea muy peligroso el momentito —Melanie bromeó en medio de la risa.
—¿Y tú Luisa? —Niza de repente soltó, y no pude evitar mirar con expectación provocando que Axel quitara su mano de mi mentón delicadamente.
—¿Qué, qué pasó con Luisa? —inquirí alternando la vista entre Niza, la mencionada, y Abbel.
—Sí Niza —Annel habló—, ¿Qué sucede con mi hermana?
—¿Van a decirme que no se han dado cuenta de su cercanía con un blanquito de ojos azul cielo? —manifestó juguetona, y mirando a la chica con vacilación.
—Oooooh —todos exclamaron, y yo no me quedé atrás.
Los dos chicos se miraron más que nerviosos, y Luisa ruborizada, pero Abbel no lo manifestó mucho con la expresión, sino más bien cuando la morena Howland clavó sus ojos en él; ahí me di cuenta que se veían muy lindos juntos.
—Si esto se da, sabes que tienes que cuidar a mi hermana con tu vida amigo. —Annel sentenció muy serio, y se notaba que no estaba bromeando.
—Bueno —alcé ambas cejas por un segundo—, no tienen porqué avergonzarse, total y ya todos aquí tenemos pareja. —dije para aligerar el ambiente.
—Excepto yo —Melanie se pronunció, irónica.
—Y yo. —Niza soltó, y luego una risita con la “e” que todos reímos ante eso.
—Claro... —entorné los ojos mientras miraba a Melanie, la cual frunció el ceño ante mi reacción, y miró a todos nerviosa para luego volver a enfocarme.
—¿Qué? —espetó—. ¿Por qué me miras así?
—No es nada. —me estreché de hombros dejando de mirarla así, y fijo mi vista en Axel—. Tengo hambre —hice un puchero, y recosté mi cabeza en su brazo derecho.
—Deben de estar al traer la cena fresita. —habló para luego dejar un beso casto en mi cabello.
Eso provocó la punzada de nervios en mi estómago, y una sonrisa pequeñita se dibujó en mis labios. Y como si fuera respuesta del destino, el camarero llegó con nuestros pedidos.
—Con permiso muchachos. —pidió colocando el plato con las tortitas, los gofres, y el Poutine con todo, y por último las Butter tarts, que se veían más ricas que en la foto.
Mis ojos se iluminaron ante lo que observaban con delicia, y mi estómago rugió, recordándome que tenía un hambre brutal.
~❄️❄️~
Eran ya más de las doce de la media noche cuando terminábamos de devorar los platillos, y los que luego pedimos repetir de lo deliciosos que estaban.
—¿Ya no tienes hambre eh? —Axel bromeó al ver que no podía tomar otro troso de carne ahumada, y suspirando, asentí con una sonrisa—. Me lo suponía. —depositó un beso casto en mis labios, tomándome de nuevo por sorpresa, y haciendo que abriera los ojos y le mirara.
—¿Por qué me besas? —pregunté, y él frunció el ceño ante mis palabras.
—¿Porque eres mi novia? —inquirió irónico y ladeando una sonrisa satisfactoria.
—Pero Axel, tengo los labios embarrados de carne y comida. —hice una mueca de asco tanto con mi rostro como con mis labios.
—No importa —volvió a hacerlo provocando que mi expresión demudara—, así saben más ricos. —dijo para luego morder mi labio inferior con fuerza, provocando que un jadeo se me escapara.
Se separó y siguió devorando su platillo repetido, con naturalidad, sin darse cuenta de mi estado y lo que provocó esa acción.
Si así iba a resolver los problemas entre los dos, de balde estaba derrotada por su ternura.
Pasé mi lengua por mi labio inferior medrosa, y ruborizada a la vez. El sabor extraño de la sangre me hizo encorvar los labios en una mueca.
Estaba harta, ya no podía comer ni un trozo más de ese rico Nanaimo bars que pedimos después. Estas barritas estaban hechas de galletas y barquillo molido, chocolate y crema de vainilla. Según lo explicó el mismo camarero del principio, y no mintió cuando dijo que eran muy sabrosas.
—Buenas noches chicos. —la voz viva y entusiasmada de Mickel llenó mis oídos, cruzó mi tímpano, y todo mi sistema se activó.
Miré de golpe entusiasmada y lo hallé caminado hacia nosotros sujetando una bandeja llena de tasas negras brillantes, con el logo del lugar plasmados en el frente, con el humo de su contenido bailando sobte dicha tasa, y una sonrisa cálida dibujada en su rostro. Llevaba puesto unos jeans que le quedaban ajustados y definían sus músculos trabajados, con el pulover igual al del dueño del local, y un delantal en su cintura atado.
—Hola Mickel —salté con intenciones de abrazarlo, pero Axel de repente tomó con fuerza mi cintura haciendo que me sentara de golpe.
Lo miré confundida, y él, que tenía un trozo de Nanaimo bars en su mano izquierda, señaló con la otra hacia mis muslos. Le hice caso, y me di cuenta de que mi vestido estaba muy arriba, y se notaba el extremo de la media panties, y mi muslo blanco. Me levanté un poco, y lo acomodé, para luego susurrar un “gracias” avergonzado, y entonces hacer lo que tenía planeado. Abracé a Mickel por unos instantes.
—¿Cómo te fue con el Sr. Freddy? —pregunté ya separada de él, mirando con curiosidad el chocolate en sus manos.
Puedo jurar que mi boca se hizo agua, y pasé mi lengua por los labios.
—Ey —dijo apartando la bandeja, y colocándola en la mesa—, ahora tomamos todos juntos, y sí, me fue muy bien. —comunicó, y yo resignada me senté en mi sitio, sintiendo el calor de la mano de Axel en mi muslo.
Luego observé que Mickel miró el lugar libre al lado de Melanie, y dudó por unos instantes.
—Siéntate Mickel, que tengo ganas de probarlo. —insistí.
Con dos objetivos. Uno que se sienten los dos juntos, y otro, por lo que acababa de mencionar.
El chico lo hizo entre molesto y coibido, gracias a que noté su cuerpo tenso.
«Tranquilo amigo, solo dale tiempo al tiempo». Pensé dándole ánimos en mis adentros, mirándole de manera reconfortante.
—A ver chicos, perdón por la tardanza pero valió la pena. —mi mejor amigo empleó un tono con aire confidencial, pero como estábamos rodeados de tanto ruido, no lo podíamos escuchar muy bien—. Tendremos que abrir WhatsApp, iniciar la llamada del grupo, y susurrar las cosas que tengo que decirles, sino, nuestro plan se echa al suelo.
Asentí para buscar luego mi teléfono que estaba en el monedero negro a mi lado derecho, y al sacarlo, me habían llegado notificaciones de mi madre, de ayer. Eso provocó que tragara en seco.
—¿Todo bien? —Axel susurra cerca de mi oído, y le miro.
—Sí, sí —respondí rápido y abrí el grupo de WhatsApp—, solo son mensajes de mi madre.
—Contesta. —mencionó algo confundido por mi reacción.
Estaba nerviosa.
—Si le contesto y está conectada, me va a comenzar a exigir respuestas sobre el porqué no me había conectado todo este tiempo —hice una pausa pequeñita—. Y sabes que no sé mentir. —undí mis cejas mirándolo con tristeza.
Él hizo una mueca con sus labios llevando su comisura derecha hacia el lado respectivo, y undiendo ligeramente sus cejas. Luego puso su mano por detrás de mi cuello para darme una acaricia ligera, después depositar un beso casto en mi nariz, y por último unió nuestras frentes. Eso estalló los nervios en todo mi sistema.
—Tranquila dulcesito, seguro que va a salir mejor si le respondes ahora, y no ahorita cuando amanezca. —susurró ronco.
Vale, tenía razón.
Separé nuestras frentes para darle una sonrisa triste con las cejas undidas, y luego miré mi móvil. Salí del grupo, y entré al chats de mamá.
Ayer.
ELLA: Mi niña, perdón por no haberte llamado, la tormenta de nieve me quitó un poco la conexión, dime que ya llegaron y están sanos y salvos.
10:24P.M
ELLA: Mis amores, déjenme noticias de ustedes, sus celulares no contestan.
10:55P.M
Hoy.
ELLA: Querida, llámame cuando puedas, necesito saber que están bien.
ELLA: Sabes cómo somos las madres, y cuando tengas hijos lo entenderás mejor.
12:20P.M
Suspiré al leerlos. Tenía veinte llamadas por Whatsapp. Comencé a textear, ignorando los susurros de los chicos por la llamada grupal.
YO: Mami, buenos días.
YO: Perdón por no escribirte, la tormenta nos cogió y tampoco teníamos cobertura.
YO: Lamento no haberte dicho antes, tenía miedo de que no nos permitieras volver a salir.
YO: Pero descansa, llegamos hoy en la tarde noche, seis más o menos, y dormimos algo.
YO: Ahora estamos reunidos para tomar un chocolate que hizo Mickel.
YO: Besitos<3
Los mensajes se enviaron, pero no estaba en línea, por lo que salí del chats, y miré hacia los demás chicos expectante y algo perdida. Mickel susurraba cosas por su teléfono, mientras que los demás prestaban atención. Iba a unirme, pero justo al hacerlo, ellos la quitaron.
—¿Cuál fue la información amorcito? —pregunté mirando su pecho definido, y luego a sus ojos iluminados posados en mí.
—Nada —dijo para acercarse a mi oído—, de las 6:00 de la madrugada, a las 6:15, está el cambio de guardia que más tarda porque desayunan hasta las y diez, así que tenemos como cinco minutos para salir como alma que se lleva el Yeti.
Solté una risita ante su último comentario, y de repente él mordió mi oreja provocando que mi cuerpo se estremeciera.
—Necesito estar a solas contigo. —volvió a susurrar con voz gutural en mi oído, y mi cuerpo reaccionó a eso eléctricamente.
Mordí mi labio inferior casi hasta perforarlo, y me alejé un poco de su rostro para poder verle. Tenía una sonrisa maliciosa esbozada.
—Ya me das miedo. —manifesté con mi respiración silbante y agitada.
—Pensé que eras traviesa —señaló mordiendo su labio inferior como yo, y luego recayó su mirada intensa en mis labios—, pero no te quiero presionar caramelito —se alejó un poquito—, si dices hasta la boda, hasta la boda será. —me guiñó un ojo, y luego me besó suavemente en los labios.
Eso provocó que cerrara los ojos, y me sintiera de nuevo en el cielo. Estaba disfrutando esto en toda su plenitud, lo sentía.
—Oye, tortolitos —Annel de repente habló, con voz igual de traviesa, y Axel se detuvo sin separar nuestros labios—, váyanse si quieren, nosotros nos tomamos sus chocolates.
— Ni lo piensen.
— No.
Ambos exclamamos al unísono separándonos y mirando en la última dirección en que habíamos visto las tasas. Tomé la mía entre las manos, y el calor que emanaba era agradable. No dudé ni dos segundos en beber un sorbo pequeño, y cuando aquel sabor mezclado, se captó por mis papilas gustativas, mi boca se hizo agua, y no podía parar de beber.
Todos rieron a lo bajo divertidos.
—No tienes ni que decir que te gustó. —Mickel bromeó sonriente, y yo se la devolví para luego seguir con mi chocolate.
La expresión de Axel decía mucho más que cualquier otra cosa. Le gustó, y mucho. Una risita se me escapó.
—Ya saben —mi mejor amigo siguió—, a las 6:01 nos vemos frente al local con todas las cosas, y en silencio —hizo énfasis en lo último alzando las cejas—, nos vamos para el bosque, y regresaríamos a la tarde noche, como si huviésemos ido hacia algún lugar poblado. —hizo comillas con las manos en las dos últimas palabras, y concluyó.
Todos respondimos con un asentimiento, y entonces miré por pura inercia hacia mi hermana, la cual estaba recostada en el brazo extendido de Annel, susurrándole cositas, y él sonreía amplio. Se notaba un brillo en los ojos de ambos, que hasta una sonrisa se dibujó en mis labios en señal de alegría y apoyo.
Entonces ¿así de tierno era ese momento entre dos personas?. Si es así, es muy apasionante e irremplazable.
«Sí, definitivamente quiero que ellos duren mucho, y cuando digo mucho, me refiero “hasta la muerte”».
***
¡Hola chicos y chicas!
¿Les gustó el capítulo?. Yo disfruté escribiéndolo🖤
Les deseo un lindo día/tarde/noche.
❄️Atte: BooksLove701❄️
(Si no quieren ver la foto de los Butter tarts no hay problema)
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