⸻ Cambiaremos la fecha de llegada y la desplazaremos. Nos hemos dado cuenta de que te falta mucho por mejorar y no iremos hasta que estemos seguros de que eres perfecta. No nos arriesgaremos a que nos falles. Te quedarás aquí, reflexionando sobre tus errores.
Fue más últimas palabras de Gaia antes de cerrar la gran puerta de la sala de castigos; dejando atrás a una pequeña Hestia en el suelo. Ella estaba arrodillada sobre el piso, jadeante y sollozando.
Con la espalda del vestido roto y manchado de sangre debido a los azotes que le había proporcionado su abuela por el castigo ordenado por su padre.
Los azotes no la matarían, eso era seguro, pero debido a que era alguien débil, era muy fácil salir lastimada por cualquier arma divina.
No era la primera vez que había sido castigada, pero no había punto de comparación a esto. Había sido regañada, teniendo que mirar a la pared por horas, hecho planas, cargar cubos de agua, o Incluso le habían azotado las manos, pero con menor intensidad.
Nunca le habían golpeado con el látigo de disciplina divino.
Era un látigo especialmente manejado por la Titanide Gaia, para dar un castigo severo a la servidumbre por cometer distintas clases de delitos. La sanación tardaba mucho, y debía pasarse todo ese rato en reclusión. El látigo siempre les dejaría unas cicatrices imborrables, con la probabilidad de tener un brazo o pierna rota para siempre; y así, estando discapacitados y llenos de cicatrices, seguirán sirviendo, para recordar siempre sus pecados.
«A diferencia de todos esos sirvientes, mi querida Hes, será imposible que acabes llena de cicatrices o con un hueso roto incurable». Le había dicho Gaia. «Nosotros somos superiores a ellos, recuérdalo siempre». Las caricias en el cabello que le daba su abuela en ese momento eran menos que reconfortantes. «Pero si te dará el dolor necesario para que aprendas a comportarte de una vez por todas».
Un dolor punzante le hizo salir de sus recuerdos. Cómo pudo, colocó su mano lo más cerca sobre la herida que le estaba pinchando más que las demás en ese momento. La herida del primer azote.
⸻ Hades. ⸻ Jadeo en dolor, en medio de la soledad del cuarto de los castigos. ⸻ Lo siento, hermano… Te fallé.
[…]
Con el tiempo, las lecciones se hicieron más largas y duras. Los descansos fueron remplazados por repasos de las antiguas lecciones o nuevas clases. Las advertencias sobre sus fallas dejaron de decirse para dar paso a la promesa de estas.
Cómo se había dicho, la fecha de partida fue remplazada y dejada en duda. Pero eso era lo de menos en la mente de Hestia.
Desde el día de la cachetada; fue como hubiera cambiado todo.
La ropa que poseía que había sido escogida por ella porque era lo que le había gustado; cuando se levantó el día siguiente, fue obligada a ver cómo su ropa era incinerada por el poder de su padre.
Había sido melindrosa con la comida desde pequeña porque había sido malcriada con los mejores manjares. Ese día en el desayuno, le dieron de comer cosas frías y con un poco de moho.
Cuando llegó esa noche a su habitación; notó que sus decoraciones y juguetes habían desaparecido. Nunca supo más de ellos.
La servidumbre también había dejado de saludarle, tenerle atención automática o el trato cariñoso que le tenían.
Tal vez había sido solo un comentario por parte de su padre, pero definitivamente lo hizo ley; luego de que intentará ir a la misma hora de siempre, el mismo día, para visitar a su hermano.
⸻ ¿Qué significa esto?, Les pido por favor que me dejen pasar.
La pequeña figura se encontraba en la puerta de salida para dirigirse a la torre de Hades, que era custodiada igualmente por los mismos guardias de su padre.
Las dos figuras que se podían comparar con estatuas de piedra, no se movieron; con sus lanzas de guerra le impedían el paso desde que ella se acercó a la puerta.
⸻ Dije, que se muevan.
Sin embargo, los guardias no lo hicieron.
Hestia frunció sus cejas e infló uno de sus cachetes. Sabía que los guardias solo la obedecerían si su padre les daba la orden de escucharla.
¿Cuánto más duraría su castigo?, su padre logró su cometido: hacerle entender que en realidad no tenía ningún poder en ese lugar. Todo lo que tenía se lo había dado Kronos. Él se lo había dado, y como ahora, podía quitárselo cuando quisiera.
Podía soportar todo eso, pero no podía el que le prohibieran ver a Hades.
Había un hueco entre los guardias. Si pateaba la puerta con la suficiente fuerza, podría abrirla y salir corriendo.
Intento meterse entre las piernas de los guardias rápidamente, pero, así como lo hizo de rápido, no tardó en recibir una patada en el estómago, enviándola lejos de la puerta.
Si ni siquiera tuvo el tiempo de recuperar el aire ni de procesar el dolor, cuando las lanzas de los guardias le apuntaron de forma amenazadora.
⸻ Deténganse.
La tenue voz ajena femenina se extendió como un manto delicado, pero fue lo suficiente para que los dos guardias obedecieran.
Hestia quedó desconcertada. Los dos guardias, que siempre le habían regalado una sonrisa cada vez que pasaba o le saludaban alegres ante su presencia; no dudaron en golpearle y dirigirle la punta de sus armas sin una clase de duda. No pudo evitar tener un escalofrío cuando los vio a los ojos, no tenían algún tipo de arrepentimiento o remordimiento sobre hacerle daño. Solo había algo que la shockeó: desprecio.
Por alguna razón, tuvo la gran necesidad de pedir disculpas.
⸻ Vayan a sus lugares.
Cuando la voz volvió a hablar, logro salir de sus pensamientos. Ahí notó que los guardias ya estaban poniéndose en su antiguo lugar. Regresó su vista a dónde venía el sonido de la voz, y ahí la vio.
Era Rhea.
Rhea estaba con su típica expresión neutral. Estaba a unos metros de ella. Solo le dio una mirada, igualmente indiferente. Alzó su mentón, y solo le hizo una seña. Quería que le siguiera.
Hestia no dudo en obedecer.
Rhea caminaba tan silencioso. Sus pasos parecían flotar ante el suelo. Fluía entre los pasillos como si los conociera tal y como la palma de su mano. Silenciosa y rápida. Entre parpadeos a veces Hestia incluso la perdía. Las capas de su vestido y la elegancia de sus pasos le hacen ver majestuosa. Intocable, elegante y hermosa.
Hestia se preguntó si esa era la perfección de la que su abuela se dedicaba a convertirla.
Sin embargo, le extraño que no pudiera ver la misma aura divina que veía desde Kronos hasta su amada tía Thetis por igual.
Pero no pudo pensar mucho en ello porque acabo chocando con su espalda.
⸻ Ay ⸻. Se quejó. ⸻ Uh, lo siento… ¿Mamá?
Tener la mirada penetrarte de Rhea no le hizo darse cuenta de lo ajeno que se sentía el llamarla Mamá.
⸻ No me llames Mamá ⸻, Fue lo primero que dijo Rhea. Desvío la mirada, nerviosa, como si no encontrará las palabras. Se giró completamente, aún sin verla a los ojos ⸻ Yo… Yo no, bueno, yo no me siento cómoda.
Hestia y Rhea quedaron en silencio. Las mejillas de Rhea estaban rojas de pena y vergüenza por su declaración, y Hestia solo estaba confundida.
Se podría decir que era un ambiente incómodo, pero en realidad era todo lo contrario. Fue el escenario más normal entre ellas desde hace mucho. Incluso si fue el hecho de no pedir que la llamé “Mamá”.
⸻ Uh, bueno. ⸻ Dijo Hestia. ⸻ Entonces… ¿Cómo debería llamarle?
⸻ Reina Rhea es el más utilizado para llamarme, pero creo que es demasiado ajeno para nuestras posiciones. Pocas veces me llaman Madre Rhea… Supongo, que así me puedes decir.
⸻ Madre Rhea… ⸻ Hestia saboreó el nombre. ⸻ Está bien, Madre Rhea.
Tal vez la Titanide no le sonrió, pero su mirada se hizo más suave cuando Hestia no tuvo problema en aceptar su pedido.
⸻ ¿Hay algo que desea de mí, Madre Rhea? ⸻ Preguntó Hestia refiriéndose a su anterior pedido de seguirla.
⸻ Sí ⸻ Contestó Rhea, cambiando su semblante. Luego, detrás de la había una puerta que apenas Hestia notó; con un movimiento en el aire, Rhea la abrió ⸻ Entra primero.
Cuando Hestia entró, notó de inmediato que eran los aposentos de Rhea; al hacerlo, se puso nerviosa. Nunca había estado en ese lugar, estaba segura. Pues sus recuerdos no le brindan dicha información.
Se hubiera quedado ahí parada como estatua, si no fuese que Rhea le señalará un asiento mientras que ella se sentaba en el lado contrario. En pasos silenciosos y rápidos, se sentó.
Rhea había cerrado sus ojos, como si meditara para buscar las palabras correctas. Mientras Hestia, jugaba con los pliegues de su vestido largo y sus manos.
⸻ Deja en paz las manos. ⸻ Fue lo primero que dijo Rhea. Por el susto, Hestia obedeció. ⸻ Y ponte firme. ⸻ Hestia se puso derecha ⸻. Por Caos, ¿Acaso no tienes modales?
Hestia le miro en duda, no captando lo que quería decir. Hasta que la mirada que daba Rhea hacia el juego de té que había en la pequeña mesa enfrente de ellas le dio la idea.
⸻ ¡Ah, Lo siento!
⸻ No alces la voz.
⸻ Lo-Lo… Lo siento…
⸻ Ni tampoco tartamudees.
Hestia tragó saliva. Decidió mejor quedarse callada y servir el té como le habían pedido en silencio.
Por sus nervios y lo pesado de la tetera, tiro un poco de té. Se encogió en nervios al sentir la mirada juzgadora de Rhea. Limpió rápidamente con cuatro servilletas la gran mancha, dejando aun lado los papeles para acabar de dar la taza de té a Rhea; cuando volvió a tomar las servilletas ya inservibles, busco rápidamente un sesto de basura, pero no lo encontraba; con la presión de la mirada desaprobatoria de Rhea.
⸻ ¿Qué te han estado enseñando?, Pareces una inútil con algo tan simple como servir el té.
⸻ Yo, lo siento, Madre Rhea.
⸻ ¿Te dije que podías hablar? Cuando te estén regañando, calla y capta lo que te digan.
Hestia solo asintió con la mirada baja.
Rhea tomo un sorbo, antes de volver a hablar.
⸻ Me habían comunicado que en tus clases de etiqueta estabas mejorando; pero lo que veo aquí y ahora es que eres un fracaso en realidad. ¿Me han mentido acaso?
⸻ N-No, yo-
⸻ ¿Acaso me has interrumpido?
La pequeña Hestia brinco de susto, ante las palabras de Rhea. La mirada de la Titanide era gélida y pesada. Hestia se regañó a sí misma por ser imprudente.
⸻ Mi amado Rey tenía razón, no habíamos visto que eras una grosera. ⸻ Declaró Rhea. ⸻ Las personas groseras y mal educadas se les debe de enseñar con mano dura. ⸻ Rhea miro hacia la mesa en frente suyo. Se le ocurrió algo. ⸻ ¿Por qué no empiezas limpiando tu desastre?, Come las servilletas.
Hestia parpadeo.
⸻ ¿Eh?
⸻ Dije: come las servilletas. Arrodíllate y cómelas.
La menor miro hacia la mesa, dónde estaban las servilletas enrolladas y empapadas.
⸻ El Rey Kronos también te ha estado castigando, haciéndote comer cosas podridas, ¿No es así? ⸻ Hablo Rhea. ⸻ Regocíjate, al menos estás tienen buen sabor por el té que derramaste. Lo que te estoy dando, es un regalo.
Ya no quería más castigos. Había entendido. ¿Por qué la seguían castigando?, no era su intención ser grosera. Sería mejor; quería decirle. Prometería no cometer más errores.
⸻ Te dije que te arrodilles y te las tragues.
Cayó de rodillas. Sintió un nudo en la garganta y los ojos nublados.
⸻ Madre Rhea…
⸻ Cómelas. Es una orden de tú Reina.
Tomo la primera servilleta hecha bola. La contempló un momento, como si en ella estuvieran todos los errores que había cometido. Luego, miro hacia Rhea una última vez; su mirada no había cambiado. Le estaba obligado a comer.
Abrió la boca y cerró los ojos. Se metió la servilleta a la boca e intento tragarlo rápido, sin masticar, y tratando de no sentir el sabor.
Su relación con la Titanide siempre le había confundido. En los libros que leía, la figura de una madre siempre estaba presente y era el lugar seguro de los protagonistas. Le dedicaban sus hazañas y seguían sus consejos que con amor les daban. Hestia no recordaba ni si quiera la última vez que a Rhea la llamo mamá con tanto esmero.
Sin embargo, ella admiraba la figura que era Rhea. Era llamada la mujer perfecta. Naturalmente, sabiendo que era su hija, sentía un inconsciente orgullo de ser llamada de forma próxima la mujer perfecta también. La perfecta hija de la mujer perfecta. Alguien sumisa, modesta y hermosa.
Su deber era… También ser igual, ¿No?
Trago la primera servilleta. Se concentro en el tenue sabor de té. Un horrible sabor de té.
⸻ Traga la siguiente. ⸻ Ordenó Rhea.
Hestia sollozó. ⸻ Madre Rhea…
⸻ Cállate y obedece.
Hestia tomo la siguiente servilleta.
«Cállate y obedece» era una de las frases favoritas de su abuela. Ella era misteriosa. A veces creía tenerla en un concepto para luego ver qué ese no le quedaba.
Sus ojos eran ocultos por esa extraña máscara que traía. Así que no podía ver sus expresiones. El gran vestido blanco que le cubría toda le impedía ver su figura y conocerla como era.
De hecho, la razón de porque empezó a usar un velo también era porque se quería parecer un poco a ella. Luego, le agarró el gusto independientemente.
A veces creía que le comprendía. La única que se esforzaba por su bienestar y prepararla. Sin embargo, se sentía tan amarga cuando recordaba el cómo no la defendió frente a su padre, ¿Era porque de verdad debía aprender la lección?; el cómo sin ninguna duda la azotó con el látigo, ¿Acaso no se sintió mal tal y como ella se sintió sabiendo que era su amada abuela quien la lastimaba?
¿Debía ser así ella para ser perfecta?
Pero, ¿Era en realidad la imagen de la perfección, si no sabía cómo era en realidad?
¿Por qué se ocultaría?
⸻ ¿Qué esperas?, Traga el siguiente.
Una orden lisa y dura. Tal y como su padre solía dar. Abrió la boca.
Él es simplemente cambiante. Un día parecería amarla con tanto esmero e infinidad, y al otro, le demostraba un desprecio tan amargo que era imposible tragar.
Adoraba las ocasiones donde Kronos la invitaba a pasar tiempo con él; le mostraba los mapas del panteón, le explicaba varias cosas, incluso llegaba a jugar con ella. Pero despreciaba los momentos en donde se volvía habitual que la golpeara de más.
¿Quién de esas dos figuras completamente diferentes era su papá?
De pronto sintió un cosquilleo. En un lugar muy profundo en su inconsciente. Intentando gritar algo diferente ante la pregunta que se hizo.
Estaba retumbando más y más.
Y ardía con fuerza.
⸻ Y la última. ⸻ Dijo Rhea.
Miro la última servilleta, más pequeña que las otras. Su garganta se sentía húmeda, con un sabor indescriptible. Quería abrir la boca lo más que podría porque sentía que no podía respirar.
Pero no podía toser. Si no lo hacía molestaría de nuevo a Rhea y no quería ser castigada otra vez.
⸻ ¿Qué esperas?, trágala ya.
Abrió la boca. Lo último estaba por venir.
Pero una imagen de Hades apareció en su mente.
El ultimo en el que todos piensan. Estando en soledad, con un prejuicio inducido por toda su familia. Sin haber hecho algo malo.
Hestia no lo soportó y rompió a llorar.
⸻ ¡No quiero! ⸻ Chilló con una voz aguda. ⸻ ¡No quiero, no quiero!, ¡Papá!
La reacción de la niña desconcertó a Rhea. Se levanto de su asiento como si viese algo horroroso.
⸻ ¡Papá!, ¡Papi! ⸻ Lloró más fuerte. ⸻ ¡No quiero estar con mamá!
Hestia se tumbo al piso, y empezó a golpearlo, haciendo un escándalo.
⸻ ¡No quiero, NO QUIERO!, ¡NO!
Rhea dejo ir a la sorpresa, y en cambio empezó a enojarse.
⸻ ¡Quiero a Hades!, ¡Solo quiero a Hades!, ¡Dámelo! ⸻ Hestia no le importó arruinarse el vestido o el rostro, o que el moco y las lagrimas estaban picándole. En este momento, solo quería hacer lo que cualquier niño hubiera hecho ya: un berrinche. ⸻ ¡Quiero estar con él!, ¡PAPÁÁÁ!
El sonido de un golpe calló el grito y llanto.
Rhea le había golpeado. La rabia dibujada en su rostro le impidió que el razonamiento viera lo que estaba a punto de hacer.
Tomo del cuello del vestido a Hestia, y empezó a cachetearla una, dos, tres veces.
⸻ ¡Cállate, cállate! ⸻ Rhea también gritó en desespero ⸻ ¡Ya no quiero oír tú llanto!, ¡Lo odio!, ¡Lo odio!
En los ojos de Rhea, también se empezaron a acumular lágrimas.
⸻ Lo odio… Lo detesto, Me irrita… ⸻ Su voz se empezó a achicar, mientras que sus lagrimas aumentaban. ⸻ No me gusta…
Rhea empezó a recordar. Antes del día del castigo de Hestia, siempre la veía rodeada de los mejores lujos.
«⸻ ¡Quiero más! ⸻ Una Hestia más pequeña chilló por su pedido ⸻ ¿Por favor?~ ⸻ Volvió a cambiar su tono a uno mimoso.
La risa de Kronos le siguió, posteriormente ordenando más para la princesa. Se estaba volviendo melindrosa por cómo estaba siendo mimada.
Rhea frunció los labios. ⸻ ¿Sabes?, No deberías darle tanto. Se ve como una glotona.
⸻ ¡No soy una glotona!, ¡Mandona! ⸻ grito Hestia en su defensa, pero como niña que era, estaba con un poco de comida en su mentón.
Rhea volvió a fruncir el ceño ⸻ No debes gritarle así a tú reina.
Hestia se sonrojo en pena, pero como cualquier niño que no se le enseña, no le dijo nada más.
Kronos solo se rio.
⸻ ¿No le dirás nada? ⸻ Rhea se irritó por la falta de respeto.
Sin embargo, la mirada de Kronos cambió drásticamente. Pero Rhea quería educar a la niña como era su derecho.
⸻ Hestia ⸻ Hablo autoritaria Rhea. No vio como Hestia salto en su lugar y quiso esconderse. ⸻ Discúlpate. Ahora.
Hestia le dio una mirada a su padre, como si le comunicará algo, después, frunció sus labios hacia su madre. ⸻ No quiero.
Rhea golpeó la mesa. ⸻ ¡Discúlpate!
Hestia chilló más alto. Enojando más a Rhea ⸻ ¡No!, ¡Te dije que no quiero! ⸻ Hestia le enseñó la lengua en burla.
Kronos solo volvió a reír ante la actitud de su hija.
⸻ ¡Kronos! ⸻ Exclamó Rhea. ⸻ ¡La estás maleducado! ⸻ Le acusó ⸻ ¡Los niños deben ser recompensados, pero deben ser regañados cuando se de-
Tal y como muchas otras veces, Kronos cacheteó a Rhea, callándola. Le tomo de los cabellos, y la arrastró para sacarla del comedor.
⸻ ¡Tú eres la que debe callarse, mujer! ⸻ Contestó Kronos, enojado ⸻ ¡Yo criaré a mi hija como quiera!, ¡¿Por qué debes regañarla tú?!
“Porque soy su madre”, quiso contestar Rhea. El sentimiento de pesadez en su estómago le calló aún más. “Porque por una vez quiero sentirme como una madre”.
⸻ ¡Madre, madre! ⸻ Gritó Rhea. ⸻ ¡Ayúdame, madre!
La poca visión que tenía Rhea mientras era jalada por su esposo, le hirió. Su madre Gaia, estaba abrazando y consolando a Hestia, quien se le impedía ver la escena.
“¿Por qué ya nadie me escoge?, ¿Por qué ya nadie me escucha?, ¿Me auxilia?” Volvió a pensar Rhea. Dolida por la ignorancia de su madre y la crueldad de su marido. “¿Por qué?, ¿Por qué?”
Hestia estaba llorando. Y su voz chillando le irritaba, tanto…»
⸻ ¡YA CALLATÉ! ⸻ Dio un ultimo golpe a su hija. Sin contenerse.
Jadeaba en adrenalina, sus ojos fuertemente cerrados y ardiendo en lágrimas. No volvió a escucharla llorar. Respiro pesadamente un momento más, hasta que volvió a notar: No la volvió a escuchar llorar.
Abrió los ojos alarmada.
Hestia seguía tumbada en el suelo. Su largo cabello apenas peinado elegantemente fue arruinado, y ahora le cubría parcialmente el rostro. Se veía la marca de los golpes en la cara y el rastro de lágrimas. Su vestido igualmente arrugado. La servilleta que no logro comer, de forma burlesca cerca de ella.
Solo la tranquilizo que su pecho subía y bajaba. Aún vivía.
Rhea se levanto alarmada. Hestia aún vivía, pero la había lastimado; si Kronos se entera, la matará a ella.
⸻ Yo... ahh… yo... debo salir, ¡Debo salir de aquí!
Pero alguien le tomo del tobillo. Rhea jadeo en susto.
La débil mano de Hestia la sostenía. Jadeante igualmente, le dolía respirar. Empezó a murmurar algo que no se oía, hasta que levanto más la voz.
⸻ Lo…
Rhea podía liberarse fácilmente de ese débil agarre.
⸻ Lo… Lo…si…
Pero no pudo.
⸻ Lo siento… mamá. Perdóname.
Rhea jadeó. De alguna forma sentía que esas disculpas reflejaban más que un reflejo en ese momento.
⸻ Cuida… de mis… hermanas, por… favor
Rhea gruño.
Se soltó del agarre. Y le tiro una pequeña botella: agua curativa. Y se marchó.
Claro, ¿Cómo podría creer por un momento?
Nadie la veía a ella de nuevo. No fue a ella que su hija vio. Fue a los dos engendros más que tenia en el vientre. No a ella, nunca a ella.
Debido a la indignación y rabia, no pensó que los golpes que le dio, fácilmente si les pudo haber matado. Pero no lo hizo.
Porque su poder ya no estaba siendo el mismo por alguna razón.
[…]
El sonido del tamborileo del fondo de Hestia resonó.
Nadie logró escucharlo, pero siguió retumbando, una y otra vez.
La frecuencia viajo, desde cada rincón del alto de aquel panteón. Buscaba la línea de guía.
Retumbaba. Una, dos, tres. Nunca paró. No había despertado, pero había sido molestado.
Viajo del Antiguo Mundo, al Nuevo Mundo.
El sonido llego a un rincón del Nuevo Mundo.
Un ser que se encontraba en reposo, de piel particularmente azul y lleno de colores deslumbrantes; con un penacho de plumas decorando arriba en su cabeza. Escucho el sonido familiar que llamaba.
El ser abrió los ojos, desconcertado.
⸻ ¿Huitzilopochtli? ⸻ Alguien atrás de el ser llamó su nombre.
Huitzilopochtli miro al horizonte, como si trata de ver algo.
⸻ ¿Sucede algo?
⸻ ¿Tú también lo escuchaste?
⸻ ¿Qué cosa?
⸻ Tú sabes de qué hablo, Quetzalcóatl.
Ambas divinidades compartieron una mirada, y con eso, comprendían.
⸻ ¿Pero como es posible que uno de los nuestros está con ellos?
⸻ No lo sé, pero por como lo sentí, nació allá.
⸻ Eso es aún más sospechoso. Es de los nuestros, pero nació en una tierra diferente, ¿Cómo puede pertenecer acá?
⸻ Pon atención al resonar de su alma ⸻ Comenta Huitzilopochtli. ⸻ Su lazo con nosotros es una parte dormida.
⸻ Porque dónde reside es ajeno… ⸻ Completó Quetzalcóatl. ⸻ ¿Renacimiento?
Huitzilopochtli quedó callado, dando en aire tal posibilidad.
⸻ Pero, ¿Qué podemos hacer?, aquella alma aunque nos hizo ver su presencia, sigue dormida. Además de que está en un recipiente que no pertenece a esta tierra.
Quetzalcóatl llegó al lado de Huitzilopochtli, viendo en la misma dirección. Ambos ya notando el camino de dónde veía el retumbar de corazón.
⸻ No podemos hacer que sepan de nuestra existencia aún.
⸻ Logró hacernos ver su presencia. Llegó hasta nosotros. Si pudo hacer eso, sabe entonces el regreso a su hogar. ⸻ Huitzilopochtli giro hacia la otra divinidad. ⸻ Y estaremos aquí para recibirla, ¿No es así?
Quetzalcóatl miro sorprendido, pero luego sonrió en grande. ⸻ Claro que sí. Aunque está lejos, sabe dónde pertenece… Sabrá volver.
[ … ]
En un rincón oscuro, una pequeña llama de vela era la única que iluminaba las penumbras de la habitación.
Hades se encontraba leyendo, o eso hubiera querido hacer si no estuviera tan distraído en el pensamiento de la ausencia de su hermana.
Había pasado el tiempo que Hestia le había dicho que no podría verlo; así que, ¿Por qué no venía?
La presencia de Hestia era lo único que le hacía saber el paso del tiempo, ella, y la comida que solían traerle.
El sonido de los candados y la gran puerta de su habitación siendo abiertas le hizo salir de eso burbuja. Sonrió, pensando que podría ser su hermana.
⸻ ¡Hes-
Pero solo era una sirvienta con su comida.
⸻ Oh… disculpé, pensé… que era mi hermana.
La sirvienta no dijo nada, solo se dedicó a ponerle la bandeja de comida en una mesa pequeña que tenía.
Aunque Hades dudó, solían dejarle la comida en una rendija debajo de su puerta, ¿Por qué ahora se lo entregaban personalmente?
Volvió a poner atención cuando la sirvienta dejo una carta al lado de su comida. No dijo nada más, se inclinó en respeto y salió de la habitación.
Hades pudo ver qué había sido acompañada por otra criada, tenía un semblante de estar vigilando.
Aquella criada le miro a los ojos, de alguna forma, sus movimientos en tratar de cerrar la puerta, mientras les daba una mirada a sus movimientos, y luego a él; fue como si le explicará de forma silenciosa el cómo se cerraba la gran puerta.
Y si sabe cómo se cierra, podrá saber cómo se abre.
Escuchó sus pasos corriendo, alejándose de ahí.
Su padre no se había molestado en ponerle guardias, en ese momento, agradecía que Kronos fuese muy descuidado.
Hades llegó a la bandeja de comida. No le puso atención, en cambio, a la carta que dejó esa sirvienta la tomo, inspeccionándola primero.
Al final decidió abrirla para leerla con cuidado.
Sus manos empezaron a temblar, arrugando el papel. Torció la boca, y por primera vez, Hades sintió emociones fuertes.
Estaba lleno de rabia.
¿Cómo podrían hacerle eso a su hermana?
Él está a ahí, en cerrado, pero sin ser tocado por alguien. Él debía ser la escoria, y debía proteger a su hermana.
Hestia era su hermana mayor, pero aun así la quería proteger como una hermana menor.
⸻ Hestia… lo lamento… lo lamento, te fallé.
Hades terminó rompiendo la carta en mil pedazos, incinerado los restos a menos que cenizas con su poco poder, para que no hubiera evidencia.
⸻ Me volveré fuerte. Tan fuerte que ya nadie les podría hacer daño a mis hermanos. ⸻ Juro. A Hestia, y a él mismo.
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Las sirvientas que le dieron la carta a Hades, fueron las mismas que Hestia les hizo recordar a sus familias.
¡Feliz cumpleaños Rui Torres!, el cielo se hizo más bonito porque ahí estás tú. Gracias a tí, decidí aventurarme en una parte de las ramas del arte por mucho tiempo, y sigo ahí.
¡También feliz Navidad y Próximo año nuevo!
No sé me dió el poder hacer que Hestia recuerde que está en un anime-manga, pero les dejo más material. Espero que les esté gustando.
También me tarde porque la noticia de Loki simp me agarró de sorpresa, más sorpresa que la de Leo vs Apollo. No me gusta. Me gusta el personaje de Loki, y que me lo bajen así está culero. Si su enamoramiento no tiene peso en la historia, en este fic, les aseguro que no tendrá. Pero esperemos a ver.
Quería acabar el fic con la presencia de (spoiler), pero no sé me dió, tal vez en el siguiente capítulo.
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