
𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 3
Estas dos imágenes, resumen el capítulo.
"Todo duele."
Fue lo primero que inundó mi mente.
Mi cuerpo estaba adolorido. Dolía el tratar de abrir los ojos, el tratar de mover un músculo. Es como si estuviera terriblemente agotada, pero no podía recordar el porque.
El lugar no tenía silencio, pero tampoco tenía ruido, se escuchaba algo entre la lejanía, como tambores a un ritmo constante. Se sentía húmedo, ¿Agua tal vez?, Pero al mismo tiempo algo cálido. Sin embargo, no me deje engañar, en el fondo, era helado; esa calidez era una fachada.
De pronto siento empujones, unos muy insistentes. Eran molestos, hacían que mi cuerpo me doliera más. Cuando intento moverme a pesar del dolor, noto que no puedo, es como si estuviera atrapada.
"Miedo miedo miedo miedo. Todo esto da miedo."
Esos mismos empujones me obligan a ir a una dirección, no se cuál, pero no puedo impedir que me lleve.
Así duró un gran rato. No supe cuánto tiempo exactamente, solo sé que no podía llorar; igualmente, había algo que me lo impedía. Solo quería que acabara todo ese horror.
Así fue hasta que sentí lo que creo era mi cabeza, se sentía un aire que antes no sentía. Los empujones nuevamente aparecieron y me obligaban a seguir en esa dirección otra vez.
Hasta que salí.
Solo fue la mitad de mi cuerpo, lo pude sentir, pero fue lo suficientemente aliviador como para que pudiera estar contenta. Salí por completo.
Entonces empecé a llorar.
No sabía dónde estaba, no sabía lo que estaba pasando, no sabía quién era. Me dolía todo, acababa de estar atrapada hace un momento por algo que me impedía incluso llorar. Lloro y grito, tan fuerte que hasta mi respiración empieza a arder.
Siento algo que me sostiene. Es más grande que yo. Siento como se mueve suavemente de abajo hacia arriba, en un ritmo constante. Pero solo me intensifica mi miedo.
"¡Esto no es para nada tranquilizante si es lo que quiere lograr!"
En ningún momento abrí mis ojos, es más, hasta los cerré con mucha más fuerza, como si así pudiera salvarme de las amenazas desconocidas que me rodeaban.
Escuchaba voces, pero no lograba reconocer que decían o quienes eran. Yo seguía llorando, sin importar lo que intentaran para calmarme, reconozco ahora que son arrullos esas subidas y bajadas, pero no me calman.
"Tengo mucho miedo."
No tarde mucho en dormirme por el cansancio de llorar.
Pero nunca abrí mis ojos.
[...]
Me habían dejado en algo cálido, se sentía suave. ¿Tal vez mantas? No lo sé, no me atrevía a ver.
Las voces de lo que sea que me había rodeado hace un rato se habían ido. Estaba ya en silencio. Muy probablemente sola.
No sabría decir sí eso era tranquilizante o me daba más razones para estar asustada.
En un punto del silencio, escucho lo que se podría describir como el sonido de algunas mantas moviéndose. No soy yo por supuesto, yo estoy sumamente quieta, aún, de forma irónica, inquieta por el miedo.
Pero a diferencia de las primeras cosas que me recibieron fuera de ese lugar aterrador dónde no podía ni llorar, su presencia no era para nada temeraria, podría decir que era... ¿Incluso débil?
No, no exactamente, era cálida, muy a diferencia de la primera presencia que me arrulló.
Una segura.
Sí me estaba cansando de tener constante miedo, mi única manera de sobrellevarlo era estar inmóvil y con ojos cerrados, para no ver nada que me asustara aún más, o tal vez para no enfrentar mi realidad.
"¡Que va!" pienso, decidida "¡Si no lo enfrentas, jamás sabrás si valía la pena tener miedo!"
"Uno... Dos.... ¡Tres!"
Abro mis ojos. Pero los cierro casi al instante porque incluso la tenue luz me lastimó por un momento.
Arde, pica, duele; tarda mucho en que deje de hacerlo, en que pueda volver a pensar.
"Maldita sea, justo en el momento cuando tenía más valor". Vuelvo a pensar, ahora vacilante de volver a tomar la misma decisión; dudo ante el futuro, y me cuestiono si ese contratiempo fue una señal de que no debería hacerlo.
No debería hacerlo, ¿No?, Fallé de todas formas...
... ¿No?
Entonces, pienso en qué pasaría si aceptara el volver a intentarlo. Sabría qué hay alrededor de mí de una vez por todas. ¿Me quedaría en la oscuridad, con el miedo, en una zona que consideraba como aparentemente segura... por un largo, largo tiempo?
¿Cuánto podría también estar así antes de ser movida a la fuerza de mi zona de confort?
Si así debe de ser, prefiero que sea a mi voluntad, a que sea obligada...
Ya no siento el mismo impulso de valentía que la primera vez, ya no me siento emocionada o el ver lo positivo de intentarlo, tampoco lo hago con la rapidez que lo hice, ni con las mismas ganas de poder hacerlo y el orgullo por mi decisión. En cambio, me tomo mi tiempo, tiemblo, dudo, y no me gusta volver a intentarlo, se que dolerá, y no me gusta la idea de volver a experimentarlo; pero lo hago pero mí, porque se que es una decisión que la tomo para mí conveniencia, porque se...
Que debo ser fuerte.
Algo me dice que debo ser terriblemente fuerte; cuando decida abrir los ojos al mundo, sellare un destino que desconozco.
Pero que lo haré mío y solo mío, tomado solo por mí.
Y eso da miedo. Si me equivoco, el único culpable aquí, sería yo misma.
Aunque esos pensamientos vuelven a ser interrumpidos con mis ojos abriéndose paso nuevamente, está vez más lento, aprendiendo la lección de la primera vez que lo intente.
Vuelve a doler, vuelve a arder, vuelve a picar, se sienten pesados mis párpados; pero el dolor ya no da con el mismo impacto, aparte de conocer ya la sensación, lo amortigua también mi cuidado ante el camino.
Abro mis ojos por completo, ajustándome a la luz.
Sorprendentemente, aunque a mis ojos se les está yendo poco a poco el dolor, ahora tengo otro obstáculo: borrosidad.
Con pesar, debo retroceder nuevamente; vuelvo a cerrar mis ojos, y decido parpadear, intentando adaptar mi vista al ajuste correspondiente. Los párpados son lentos. Quiero ya terminar con todo este ritual para solo abrir mis ojos y contemplar mi alrededor.
Pero en el fondo se que es necesario. No porque quiera, pero debo hacerlo.
Hacerlo, debo hacerlo.
¿Por qué debo hacerlo?
Después de perder la cuenta de parpadeos, unos dados más rápidos que otros, más lentos a diferencia, mi borrosidad, el obstáculo no previsto, fue superado.
Estaba sumergida en mis pensamientos profundos, que no notó que simplemente, ya puedo ver.
No al menos, hasta que una luz que no me lastima, brilla intensamente enfrente de mí, casi como si me dijera que lo hace solo para mí. Para que lo notará, de que ya pude estar donde en el principio, dudaba en encaminar para llegar.
Contemplo un cielo. Un cielo estrellado, uno que...
Uno que de verdad no podría describir.
Es tan, hermoso. No creo haber visto uno así antes, sea incluso oído hablar o imaginar.
Pero se bien una cosa, permanecerá en mi memoria por el resto de mi existencia.
Todos mis pensamientos de duda, de que una vez sentí dolor, de que sentí miedo, que no quería arriesgarme, que tarde en lograr unas simples acciones. Valieron la pena.
¿Lo que sufrí para obtener esto valió la pena? Probablemente sí, probablemente no. Pero sea lo que fuera, esto recibí, esto era lo que había al final del camino que decidí en el momento en que estaba aterrada de abrir mis ojos al mundo.
Fue un riesgo. Un riesgo que valió la pena.
Después de contemplar la magnífica vista, me dí cuenta que lo que sentía de suave, era una manta que me rodeaba y limitaba mis movimientos. Si no hubiera sido que estaba completamente quieta por el miedo, hubiera notado también está nueva limitante.
Aún así, no fue tan difícil aflojar la manta y liberar mis brazos. Eran pequeños...
Extrañamente más pequeños de lo que esperaba.
"Oh mi..."
Entro en un pánico interno. De pronto mi garganta se cierra y no deja salir el grito de susto que en el fondo tenía ganas de liberar; está vez no me quedo quieta por miedo, más bien por sorpresa, una sorpresa terrible. Estaba en shock, mi mirada fija en mis manos, más no estaba concentrada en eso ya.
"Ay cielos, ay cielos, oh mi, oh mi, oh mi-"
— ¿Guh?
"... ¿Dios?"
Al escuchar una nueva voz, me doy cuenta que había prolongando demasiado mi mirada fija, y que estaba temblando; más no había observado una cosa nueva: había una mano del mismo tamaño que la mía, la responsable de detener mis temblores de pánico.
Me tranquiliza al instante.
Mi mirada entonces viaja rápidamente al dueño de la mano y la voz. El aire se me detiene otra vez por la sorpresa.
"¿Un bebé?"
Al lado mío había un bebé. Tenía la piel blanquecina con unos mechones de cabello desordenados, pero que aún así parecía presentable, estos eran tan rubios que parecían blancos; albinismo, en pocas palabras se describiría. Sus ojos eran de un morado característico. Pero había algo aún más llamativo: era la marca en la esquina izquierda de su frente de una figura de corona de olivo, igualmente en tono morado.
En ese orden había notado sus facciones, sin embargo, mis ojos se toparon nuevamente con los de él. Nos encontramos los dos observandonos mutuamente.
— Ahh... ¿Guh? — repito lo que dijo.
Seguimos mirándonos por un rato más, todo ese tiempo no soltó mi mano que en primer lugar sostuvo.
En ese momento, siento como aprieta sin hacerme daño el agarre con mi mano; me da una sonrisa de labios cerrados, una llena de calidez y ¿Cariño?
Por inercia, acomodo el agarre de nuestras manos a una más cómoda para mí, de esta manera, nuestros dedos se entrelazaron y nuestras palmas se estrecharon.
Al segundo siguiente siento una corriente eléctrica recorrer todo mi pequeño cuerpo; no es una sensación desagradable, es como si algo cálido me recorriera, me acariciara y me diera la sensación de despertarme de forma conmovedora.
Ahí fue cuando lo entendí.
Mi hermano, este es mi hermano.
Probablemente él lo había sabido unos segundos antes que yo, y eso explicaría el porque tomo mi mano y sonrió de esa manera.
¿Cuál es su nombre?, ¿Cuál es mi nombre?, ¿Y nuestros padres?, ¿En serio dejarían a dos bebés solos al aire libre? Digo, hay estrellas a mi vista, mínimo no tenemos techo si es que estamos dentro de una casa o algo así.
Siento nuevamente un apretón, y mi atención vuelve hacia mí hermano.
Cuando las miradas de ambos se volvieron a conectar, la respuesta de mis dos primeras preguntas vino a mi mente como por arte de magia.
Hades, su nombre es Hades, y el mío, es Hestia.
Hades y Hestia, Hestia y Hades.
Somos mellizos.
Y Hades fue lo segundo que vi al despertar.
[...]
Descubrí que ser un bebé no era muy divertido, al menos cuando no estabas durmiendo casi todo el tiempo. Mayormente no tienes nada que hacer mas que acostarte o ser cargado.
Las únicas veces donde yo me siento plenamente cómoda con mi alrededor es solo cuando Hades está cerca de mí, fuera de eso, todo me resulta incómodo o me inquieta.
Para empezar, la mujer que supongo es nuestra madre, nos trata bien; nos carga para arrullarnos, nos da de comer y atiende nuestras necesidades básicas, además de pasar tiempo de calidad con nosotros, regularmente nos cantaría mientras nos mece a Hades y a mí, sea en nuestra cuna compartida o en sus propios brazos.
Rhea, es su nombre, si he oído bien.
Cómo describí, Rhea no es mala madre, hasta donde he podido analizar. Solo que ella...
Se siente que ella lo hace de forma forzosa, su cariño no es genuino. Sus toques y sus miradas, en ellas se ve reflejada esa ausencia de cariño, su ausencia de amor.
Pero también descubrí otra cosa con solo estar cerca de ella, de su pecho y corazón, con mis ojos conectados con los de ella mientras nos cuenta sobre su día a mi hermano y a mí.
Desesperación y cuestionamiento.
Es como sí estuviera buscando desesperadamente, sentir esa chispa de cariño y amor, hacia nosotros, seguramente, hacia el cuidar a sus hijos.
Tal vez por eso nos canta, tal vez por eso nos mece, que por eso trata de pasar mucho tiempo con nosotros, cuidándonos. Ese característico sentimiento de madre al sostener cerca de su pecho a sus bebés recién nacidos. Porque no lo siente, y se cuestiona el porque no sucede.
Por eso me incomodaba, incluso antes de conocerla; los primeros brazos que me cargaron fueron los de ella, y su calidez falsa.
Ella persigue un sentimiento anhelante que incluso yo estoy aceptando que en primer lugar, nunca existió. Persigue un fantasma que nunca existió, es su prioridad, en vez de ser nosotros, mi hermano y yo.
No me extrañaría que poco a poco se empiece a rendir. Que triste que lo primero que tenga que pensar a futuro siendo una bebé, es que deba a aprender a no tener a mi madre cerca.
Pero, ¿Fue en serio mi madre?, ¿Puedo llamar a alguien mi madre sí nunca me amo como tal?, Ella es mi cuidadora, soy su responsabilidad, más no soy nada más que eso.
No me duermo en sus brazos aún cuando llevo un buen rato en ellos mientras me mece y canta. En su tono escucho las grietas de su grito de desesperación que está guardando. La escucho suspirar pesadamente, mientras me dirige a mi cuna compartida y me arropa. Todo como es en la rutina.
Apaga las luces de nuestro cuarto, dejando paso al cielo estrellado que ví por primera vez; y efectivamente, como dije, no había techo, pero solo desaparecía mientras debíamos dormir, y al parecer, contra todo pronóstico, nuestra habitación seguía siendo segura.
Escucho la puerta cerrarse con notable fuerza, provocado de seguro por el enojo y frustración de sus sentimientos hacia nosotros.
De alguna forma, me dieron ganas de llorar cuando por fin escuchó a Rhea romperse. Grita, grita tan fuerte y sin miedo de escucharse tan desgarrada, tan frustrada, enojada con la situación. Tan cansada de todo, sin saber que hacer o quien le podría responder de esa falta de amor sin aparentemente, ninguna explicación posible.
Sigue gritando, escucho como golpea las paredes, incluso las ondas de fuerza llegan a nuestro cuarto, y me dan miedo.
Ella siempre me dio miedo, me dio incomodidad, inseguridad, y aunque nunca me hizo nada malo, y me trató bien, no se si pueda llamar madre, a alguien que no me ama, a pesar que me está cuidando. No sería genuino. Un título tan importante sin un real valor.
Por primera vez en algún tiempo, escucho otra voz, llega más imponente a callar la voz de Rhea; se escucha como su voz se apaga como una vela en ventisca, mientras que la nueva, es más aterradora, e impone la sensación de peligro.
Mis sentidos no me mienten cuando escucho el sonido de una cachetada, seguido de algo caerse al suelo, y posteriormente, un gemido lastimero de Rhea.
— ¡Pero Kronos, lo estoy intentando!
— ¡Pues no lo intentas con mucha más determinación, Rhea!
Escucho más sonidos de golpes, junto con más gritos y sollozos de Rhea.
No quiero seguir escuchando más.
Me volteo para tratar de distraerme de todo lo que sucede afuera de la habitación. En cuando veo el como Hades intenta hacer lo mismo.
Ahí es cuando caigo en cuenta. No soy solo yo quien de seguro notó la ausencia de cariño, afinidad y amor de Rhea, mi hermano también lo hizo.
Tal vez mi corazón no necesita llamar madre a Rhea, pero, Hades es un caso diferente.
Rhea es mi cuidadora, se encarga de nuestro bienestar mientras somos débiles, es buena en sus cuidados y nos trata bien.
Pero no es mi madre.
¿No?
Por su esfuerzo la mantengo en estima, un pequeño cariño por tratar de no rendirse, le debo mi respeto por lo que está soportando por nosotros y una situación que no es culpa de nadie en realidad. Podría ser solo culpa de la mala suerte, o incluso ni siquiera de ella.
Sin embargo, no puedo cambiar que mi lazo de amor sigue chocando y negándose a conectar con Rhea.
¿Eso está mal?
Pero Hades, con Hades no. Solo bastó que nos tomaremos de las manos por unos segundos para comprender quienes éramos, y aceptamos esa calidez que llegó incluso antes de que nos diéramos cuenta.
¿Está mal que pueda sentir aprecio genuino hacía mí hermano pero no hacía mí propia madre?
Cómo puedo, me acercó a él, para abrazarlo, siento como salta de lo inesperado de mi acción, pero no dejo que lo asimile hasta que empiezo a acariciar sus cabellos, y mi otra mano hace pequeños círculos en su espalda en modo de arrulló y consuelo.
Ambos lo sabemos al instante, a diferencia de los intentos de Rhea, en los míos, sí hay calidez; una calidez genuina.
Siendo egoístas, ignoramos lo que pasaba afuera, y Hades y yo nos quedamos dormidos casi al instante, abrazados.
Porque los dos, somos nuestras únicas familias.
━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━
Me encantan las ironías. ¿Que la propia titán de la maternidad no pueda sentir ese amor de madre que tanto dicen la caracteriza? Uff, van a notar muchas de este tipo de ironías en esta historia.
¿El porque no puede?, Si se me dará una explicación, incluso el porque Hestia en el primer capítulo dice "Es una de las ventajas de ser la primogénita del titán del tiempo". Cómo saben, Hestia en la mitología original no es diosa del futuro, o tiene algún poder relacionado con este, pero aquí sí, aunque está relacionado con que es víctima del Isekai y no es tan poderoso como se podría asumir.
Se podría resumir como esos talentos secretos y asombrosos pero inútiles que tienen algunas personas.
Ella antes era humana, debía sacar esa "magia" de diosa de algún lado y hacerla suya.
Además, vean el dibujo que hice de Hestia tomando café del capítulo pasado!!
Les gusta? Les gusta? Me faltó ponerle los toques albinos en sus cabellos, más específicamente, en sus mechones largos, pero al menos tiene el mismo mechón en forma de garra como Hades jaja
Díganme qué opinan de Hestia, es su versión cuando el Ragnarok empezó, porque tiene otros distintos a lo largo del tiempo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro