Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

❖ 𝟑. 𝐌𝐢 𝐩𝐞𝐪𝐮𝐞𝐧̃𝐚 𝐧𝐢𝐧̃𝐚

════════════════
𝐂𝐇𝐀𝐏𝐈𝐓𝐑𝐄 𝐓𝐑𝐎𝐈𝐒
𝑀𝑎 𝑝𝑒𝑡𝑖𝑡𝑒 𝑓𝑖𝑙𝑙𝑒
════════════════

—𝟑—

𝐀𝐏𝐔𝐑𝐄́ 𝐌𝐈 𝐏𝐀𝐒𝐎 𝐏𝐎𝐑 𝐄𝐋 𝐏𝐀𝐒𝐈𝐋𝐋𝐎 𝐄𝐍 𝐃𝐈𝐑𝐄𝐂𝐂𝐈𝐎́𝐍 𝐀𝐋 𝐀𝐏𝐎𝐒𝐄𝐍𝐓𝐎 𝐃𝐄 𝐏𝐇𝐈𝐋𝐈𝐏𝐏𝐄, era todavía temprano pero siempre me gustaba llegar a tiempo antes de lo debido por si acaso surgiera alguna complicación y ¡cómo no! Cuando maquillaba al chico me ponía muy nerviosa y a veces se me iba el pulso, la razón es sencilla, no paraba de mirarme a los ojos mientras lo hacía y ocasionaba unos cuantos problemas, «aún no sé porque seguía queriéndome a mí y no a otra persona para que le prepare para sus fiestas», pensé.

—¿Philippe? ¿Puedo pasar? —pregunté al llegar mientras tocaba la puerta que se mantenía cerrada, intentando recuperar el aliento y manteniendo mi compostura firmemente, tratando de encontrar alguna excusa de mi pequeño retardo para que no sospechara pues era muy observador y sabía que era más que puntual, desde luego no podía saber lo que estaba planeando para esa noche.

Para mi asombro, nadie abrió y puse los ojos en blanco, ¿la puerta cerrada? ¿Nadie abre? Debía ser que estaba en compañía, me veía otra vez abriendo la puerta de un solo golpe, ya era algo común en mí pero no fue así, cuando puse mis manos sobre el pomo, la puerta se abrió y apareció Chandelier y menos mal que tenía ropa.

—Chandelier...que grata sorpresa, no me esperaba veros aquí —le dije sarcásticamente tras saludarlo—. Los aposentos de Philippe son como vuestro hogar por lo que veo.

—En efecto, se pasa muy bien aquí, con calor, nada de frío y alguien que te resguarde las espaldas.

En ese momento apareció el príncipe por detrás y le dio una nalgada.

—Y puede que algo más que las espaldas —continuó este, ambos mostraron una sonrisa perversa y juguetona, nunca se cansaban, eran tal para cual.

—Tengo muchas cosas que hacer Philippe, necesito maquillaros y el tiempo se me es limitado, es mejor ahora o sino pídeselo a Chandelier.

—¿Estás celosa? —me preguntó con ironía en su voz.

—En absoluto, ¿por qué debería de estarlo?

—No lo sé, tal vez porque sientes debilidad por mí y te gustaría que...

Le interrumpí poniendo mi dedo en su boca y entrando en sus aposentos, cogí la caja que aguardaba en el interior del armario y la coloqué encima de la cama.

Vi que Philippe le daba un beso a Chandelier y cerraba la puerta tras de sí, quedándonos nosotros dos y su mirada, nuevamente, puesta en mí, lo ignoré por completo mientras sacaba todo el material; polvo de arroz, harina y talco junto con colores muy llamativos así como también una peluca blanca de gran tamaño que no la pude encontrar a las primeras.

Philippe, desde muy pequeño le ha gustado ataviarse con prendas afeminadas. Principalmente se podría decir que este hecho lo diferenciaba del resto de los hombres de palacio y su madre, —Ana de Austria— lo llamaba «mi pequeña niña» pues a partir de una corta edad ya admiraba los vestidos, viéndose en más de una ocasión y paseando por los pasillos como si fuera realmente una de ellas e incluso, a veces, vestido como una mujer campesina, además de su pasión por utilizar cintas y adornos para el cabello así como su admiración por el maquillaje. Cuando empezó a crecer, su gusto también in a su manera de enamorarse, no fueron pocos los amores que tuvo en su adolescencia y ahora en su juventud tampoco escaseaban, rara vez se veía con una mujer, se podría decir que sentía más afecto por los hombres en ese ámbito, pero extrañamente había algo en mí que le fascinaba.

—¿Por qué estás tan apurada?

Casi se me sale el corazón del pecho al oír aquella pregunta, desde luego no podía enterarse, estaba claro que podía confiar en él, no se lo diría a su hermano, en ese aspecto, se guardaba muchas cosas pero el principal motivo por el que no se lo decía era porque quería ver cual iba a ser su reacción sin tapujos, su emoción y sorpresa al mismo instante desde que, si por algún extraño motivo, me reconociera —por el maquillaje—, en el baile de esa noche, simplemente que su expresión por todo aquello sea del todo natural como un gorrión en pleno vuelo que encuentra un hogar para protegerse de un depredador que le persigue a paso vertiginoso en las enormes laderas.

—Necesito hacer más cosas, vuestra esposa Enriqueta seguramente me necesite más tarde.

—Olvídala, estará tan ocupada en los aposentos de mi hermano que ni recordará la ausencia de tu presencia. —Luego, acarició levemente los barrotes de la cama y se abalanzó hacia ella, acostándose en decúbito supino dirigiéndome la mirada—. Claro que yo siempre me acordaría de ti, para mi no eres mi sirvienta...

—Ya basta, Philippe, poneos bien y dejadme maquillaros.

Él puso los ojos en blanco tras mis serias palabras.

—Siempre intentas evadirme cuando te hablo de estos temas. —Se sentó en la cama y me puso la palma de su mano en mi rostro—. Sabes que no me importa que no seas noble para que puedas estar conmigo y como príncipe deben de respetar mi decisión.

—No, como príncipe debéis de formar un linaje con Enriqueta para que haya futuros herederos en la casa real y por si fuera poco que vuestra dignidad transcurra por lo alto y no pisoteada en el suelo al estar con una sirvienta.

La cara de Philippe se serenó tras aquellas palabras y me aparté de él, dirigiéndome a la más inferior del habitáculo para buscar la peluca blanca.

—¡Estoy harto!

—Harto de hacer el imbécil —farfullé por lo bajo, agachada rebuscando entre los estantes.

—Harto de amarte.

Esas palabras resonaron lentamente pero con tono firme en mi mente, haciendo que me paralizara por dentro y tan de repente como lo noté, unos brazos cálidos me dieron la vuelta y me topé de lleno con los profundos ojos verdes de Philippe que me atrajo hacia su cara y sus manos posaron sobre mi rostro delicadamente, agarrándome con firmeza mientras sus labios entraron en contacto con los míos. Su textura era suave y abrasadora, un beso apasionado, muy propio de su actitud, cada movimiento de sus rojos y profundos labios me transmitían mil y una sensaciones que nunca antes había sentido, me había robado mi primer beso —y con muchas veces de intento pero era lo suficientemente rápida como para evadirlo—, por un momento intenté dejarme llevar pero tan pronto como reaccioné le pegué una bofetada mientras me alejaba de sus fuertes brazos y de su cálido contacto de su esbelto cuerpo. Pude observar como se le enrojeció el cachete, llevándose una mano hacía la parte delicada. No podía creer lo que le había hecho, nunca me atreví a hacérselo y mira que oportunidades tenía pues muchas veces era demasiado impulsivo.

—¡Dios! Philippe, lo siento muchísimo...¡yo no quería! No quería hacerte eso. —Cuando el lapso del tiempo volvía a ser el mismo y mi corazón dejó de agitarse tan bruscamente como un águila cuando bate sus alas al descubrir que una tormenta le acecha, pude recobrar completamente la compostura llevándome ambas palmas de mis manos hacia mis labios del asombro.

Philippe se estaba acariciando la cachetada de la cara pero una sonrisa se le asomó por su rostro.

—Ya sabía yo que tenías un lado salvaje, eres como una caja llena de misterios, nunca sabes lo que puedes encontrar dentro y desde luego eso me gusta de ti, Margaux, descubrirte completa y sin escrúpulos.

—Margarita —rectifiqué—. Dejaos de decir necedades y poneos serio.

—Al cuerno la fiesta, te prefiero a ti.

Volvió a acercarse a mí y yo lo detuve, poniéndole mis manos sobre su pecho, empujándolo hacia atrás, él se dejó de llevar pues pensaba que lo iba a tirar a la cama, para su sorpresa, lo llevé a la silla que estaba depositada enfrente del espejo.

—Quedaos quieto y comportaos como un adulto por una vez.

Tras mis palabras pude ver como un gesto insurgente se le asomaba en su cara pero sin hacerle caso volví a coger el material y la peluca que en cuestión de segundos ya debería de tener puesta pues gran parte del tiempo había pasado.

Teniendo todo en mano me volví hacia él y empecé a maquillarlo, comenzando por la parte de los labios pintándolos con un rojo intenso, después perfilé las cejas y por último le puse una peluca blanquecina estilo a la Sevigné con distintos tirabuzones, faltaba el maquillaje blanco que se solía usar en la corte pero como no era un festejo grande y tampoco iba a un salón de baile quiso dejarlo como estaba —aunque mejor para mí así no tenía que pasar un mal rato mientras me observaba al maquillarle—. Así que simplemente se puso un escote bote y una falda levantada. Y tras estar listo las puertas se abrieron de golpe —ya era normal— y entró Chandelier con un gran sombrero verde oscuro de copa baja, tras dar sus primeros pasos por el aposento de su amante se paró enfrente de nosotros y con gesto reverencial nos saludó, dándose la vuelta para que le observemos completamente. Tanto Philippe como yo estuvimos asombrados, no nos podíamos creer lo que estaba pasando, el sombrero era más grande que su propio torso.

—¿Y bien? Me imagino que si tenéis la boca abierta no será para darme un gran beso, ¿verdad? —preguntó irónicamente.

Philippe sonrió por aquellas palabras e hizo un movimiento raro con los labios.

—Por favor, más vale que os vayáis ya, luego si llegáis tarde la culpa será mía y me dirán que no hago bien mi trabajo.

—Oh, cielo, eso nunca pasará, has dejado a mi Philippe como un hermoso ángel caído del cielo —continuó él.

—Si, si, gracias. —Les cogí a los dos por las manos y los llevé al pasillo—. ¡Ahora marchaos! No es a malas pero desquiciáis bastante, siempre con cariño. —Y tras estas bonitas pero sinceras palabras les cerré la puerta, ¿pero quién era yo para echar al príncipe de su propia habitación? A veces ni siquiera yo me entendía pero Philippe era Philippe, no se molestaba por ello, de hecho, aunque él no lo supiera estaba deseando poder ir a la fiesta de los vestidos de encaje.

Ahora bien, ¿qué clase de sirvienta sería si no llegara a verlo? ¿Sin poder seguirle y ver cómo ilumina siendo como es él realmente?

Tan pronto lo pensé, me preparé para intentar entrar de forma desapercibida entre el gentío de la aristocracia y así también olvidar aquel beso que hacía que mis sentidos se nublaran, tantas emociones me tenían agitada.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro