Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

🍷•05 | Él también•🍷

5:00 AM

Marcaba tal hora el reloj, haciendo el típico sonido irritante que normalmente tiene una alarma; para levantarme por las mañanas o quizás madrugadas.

Me removí entre las sábanas una vez había apagado tal aparato, en busca de calor y una posición mucho más cómoda para mí. Cerré mis ojos en un vago intento de volver a conciliar el sueño, pero mi cerebro ya estaba lo suficientemente activo como para seguir descansando.

Mi cerebro parecía estar listo para un nuevo deprimente día, sin embargo, mi cuerpo no lo estaba.

Mi cuerpo quería quedarse acostado por un rato más, antes de volver a luchar consigo mismo otra vez.

“Las cosas no se superan, AeJin, sólo se sobrellevan. Sólo aprendemos a vivir con ellas.”

Sentí mis ojos picar recordando sus tan dolorosas palabras para mi torpe corazón, recordé su rostro y la forma en la que me miraba... Entonces, mi pecho se comprimió un poco.

Inhalé y exhalé sintiéndome afligida nuevamente, miré con detenimiento el pequeño rayo de luz que lograba colarse a través de la ventana por los pequeños espacios que no cubría por completo la cortina de color celeste; pensando en que tal vez debería comenzar a hacer de mi vida algo bueno, algo de lo que me sienta orgullosa, algo que me haga sentir bien conmigo misma, algo que me haga saber que al menos hice algo de provecho, más allá de quejarme todo el tiempo.

Algo más allá que vivir así de miserable.

“5:30 AM”

Aun así, sigue siendo muy temprano para llorar hoy.

— ¿Señorita Han? —la escuché llamarme desde el otro lado de la puerta después de haber dado un par de suaves golpes sobre la misma—. Su desayuno está listo.

O tal vez no es tan temprano.

Incluso el hecho de hablar se ha vuelto tan pesado e irritante para mí, y sé que parezco una jodida adolescente amargada y maleducada, a la que nada le parece y tampoco nada le complace, lo sé perfectamente. Y aun así, no hago nada por cambiarlo, ni siquiera por mi bien.

— Gracias... Bajaré en un momento. —exclamé como pude.

Despertar es una tortura mental.

No tardé demasiado en hallar mi uniforme y vestirme con él antes de bajar a desayunar.

¿Tomar un baño? Mi cuerpo hoy me pesa más de lo normal, así que sólo lavé mi cabello. Además, hace mucho frío.

— ¿Y qué tal la escuela?

Miré a mamá con duda ante su repentina pregunta, seguido de observar también a papá por unos segundos.

— Normal. —respondí volviendo mi vista hacia mi comida—. ¿Por qué?

— Sólo preguntaba. Es que... —carraspeó un poco antes de continuar—, hace tiempo que no nos sentamos a desayunar así, los tres juntos.

— Tu madre tiene razón, Ae. —continuó papá limpiando sus comisuras con ayuda de la servilleta—. Queremos ponernos al corriente contigo cuando se nos sea posible, querida.

No puedo ver colores alegres a mi alrededor, ni siquiera en ellos, mucho menos en mí.

¿Por qué?

— Bueno, en realidad no ha pasado mucho. —expliqué incómoda ante sus miradas que me demostraban atención—. Estos últimos cuatro meses incluyeron talleres, así que, hay mucha más tarea que hacer. —dije mordiendo levemente mi labio inferior—. ¿Qué hay de ustedes? —cuestioné tratando de sonar aunque sea un poco interesada—. ¿El trabajo es mucho, no es así?

— Oh cielo, lo es. —confirmó mamá, suspirando—. Pero no es nada fuera de lo normal, las ventas aumentan mucho más en esta temporada.

— Estos cuatro meses son nuestros, cariño. —aseguró, llevando la taza de té a su boca para beber de éste.

— Entiendo. Es por el otoño ha empezado y el invierno está por venir, ¿verdad? —ambos sintieron—. Sólo espero que no se vuelva tedioso para todos.

— Nosotros también esperamos lo mismo, linda.

Y apartir de ahí, la conversación se volvió sólo de mamá y papá. Lo único que hacía yo ahí era escucharlos hablar y hablar sobre trabajo entre otras cosas que aún yo no lograba entender del todo. Pero lo que sí entendía era que mi apetito estaba siendo escaso estos últimos días.

Y no quiero volver al hospital otra vez.

— ¡Suerte en la escuela, cielo! —exclamó mamá antes de que yo entrara al auto.

Me límite a sonreírle de lado antes de que el auto comenzara a moverse para llevarme a aquel destino que prometía estudiantes espectaculares.

Pff, esa institución lo único que hace es vender el nombre de la misma, aunque... puede que no sea del todo así.

En mi opinión ni siquiera es tan buena como dicen que es, la palabra “prestigiada” le queda demasiado grande.

Dejar que todos allí hagan lo que se les dé la gana no es bueno, de hecho es un error muy grande en el sentido por el cual dejan que cosas que tomando como ejemplo el consumo de cigarrillos dentro del plantel no sea sancionado sólo por un par de billetes más.

Quizás parezca una jodida amargada, y aguafiestas pero, Dios. No voy a dejar que arruines mis pulmones con el humo que dejas salir de tu maldita boca. ¿Quieres joderte tus pulmones? Bien, hazlo. Pero no me los jodas a mi también, ¿entienden eso?

Sí, quiero morir, pero no de un maldito cáncer de pulmón e incluso llegar a desarrollar una enfermedad como lo es el asma.

Ya estoy lo suficientemente jodida.

Además, soy tan cobarde que pensar en morir de forma dolorosa me hace querer cuidar de mí misma un poco más.

Mientras pensaba nuevamente de más, en un abrir y cerrar de ojos, ya me encontraba justo enfrente de la entrada de aquel colegio.

“6:50 AM”

— Llegará tarde, señorita. —me recordó el señor Kim, mirándome a través del espejo retrovisor—. Debe asistir a sus clases.

— JeongSeok...

— Dígame, señorita Han.

— ¿Tiene hijos? —cuestioné observando como llegaban de a poco más estudiantes.

— Una hija, y un niño pequeño. —respondió con tranquilidad—. ¿Por qué la pregunta, señorita?

— Por favor, se atento con ambos, ¿de acuerdo? —le sonreí un poco, sin embargo, él me veía con confusión—. Pregúntales cómo les va en la escuela, qué hacen y qué no, si están bien o si están mal, si se sienten bien o no, qué es lo que quieren o lo que ven... —pedí mirando a JaeSon dudando en si entrar o no al plantel. Pero al final decidió ingresar—. Dales la confianza de que te cuenten lo que les ocurre, porque créeme, puede evitar que usted pase un mal rato y sus hijos un mal recuerdo. —concluí abriendo la puerta del auto con la intención de irme.

— Señorita AeJin... No sea tan dura consigo misma, eso a veces puede lastimarla mucho más de lo que los demás pueden dañarla a usted. —aconsejó.

— No estoy siendo dura conmigo misma, señor Kim. —trsgué saliva con dificultad—. Simplemente estoy siendo realista, por más que duela, no me estoy mintiendo y tampoco ilusionando.

— Pero...

— Señor Kim, cuide a sus hijos, y no deje que se conviertan en alguien como yo. Qué tenga un buen día. —concluí cerrando la puerta del auto, caminando hacia la entrada de la institución, temblando un poco debido al gélido clima. Mi abrigo no me transmite calor en lo absoluto.

Detesto el frío por las mañanas.

¿Por qué todo lo que solía gustarme ahora sólo me causa molestia? Los adultos dirían que la pubertad y la adolescencia te hacen un insolente, alguien mal educado y rebelde, sin valores.

Y puede que sí, pero no todo se queda en ese círculo mal descrito. Va más allá de eso.

¿Por qué juzgan nuestro sentir cuando todo ser humano en el jodido mundo literalmente pasó o pasará por la adolescencia? Sé que hay límites pero a veces parece que para que nos noten se necesitan sobrepasar.

Nadie hará caso hasta que vean a alguien sangrar.

Pero es obvio que no puedes exigir nada sin haber dado algo antes. O al menos eso me enseñaron.

— ¡MiHan, zorra folla hombres!

— ¡Suéltame, estúpida seguidora de Dios!

A penas había llegado a mi respectivo salón de clases ya me encontraba presenciando una pelea de chicas con poca capacidad de razonamiento en su cerebro. La pelirroja intentando quitar las manos de LilWun de su cabello que desde mi posición se podía notar que tenía un buen y fuerte agarre a su rojiza melena.

Parecen perros y gatos peleando.

Aunque bueno, los animales tienen justificación, pero ellas sinceramente lo dudo.

— ¿¡Cuál es tu maldito problema ahora, Gyo!? —cuestionó Jang sabiendo que para la azabache no es muy de su agrado que la llamen por su apellido—. ¡A Dios no le agrada que molestes a tu prójimo!

— ¡Eres una cínica que se entrega a cualquier cosa que tenga pene!

Abrí mis ojos hasta donde pude al igual que todos los demás que también se hallaban observando el espectáculo con clara curiosidad de saber qué ocurría.

Pero definitivamente nunca había escuchado que a MiHan la señalaran de tal forma. No así de directo.

— ¿¡De qué mierda hablas, voz de pito!? —preguntó de vuelta, está vez devolviendo el jalón de cabello a la contraria que empezó la pelea.

Vaya forma de refirirse a un tono de voz chillón y agudo.

— ¡Te metiste en la cama de Yueng! —acusó con enojo.

— ¡Ni que ese idiota estuviera tan bueno! —exclamó logrando al fin separarse de ella—. Cielos, ni loca follaría con él. No soy una urgida, Lil. —resopló peinando su cabello mirando a la ya antes mencionada con indignación—. ¿Quién diablos te crees para venir aquí, golpearme y señalarme de algo sin tener pruebas, ah? ¿¡Quién te crees, imbécil!? —gritó con molestia, haciendo ademán de querer darle una bofetada.

— ¡Ey, basta! —detuvo ChanMing tomando de los brazos a MiHan, evitando que todo empeorara—. Dios, apenas amanece y ustedes ya están causando problemas. —exhaló con pereza.

— Ella empezó todo. —acusó Jang macullando.

— Lo sé, lo sé. —apaciguó rodeando los hombros de Han con su brazo derecho—. Pero no te rebajes tanto como ella, Mimi. Y aun más si sabes que nada de lo que ella dice es cierto.

— Oye, Ming. No te metas, no defiendas a alguien tan repugnante como lo es ella. —masculló.

Una sonrisa se dibujo en el rostro de aquel apuesto chico, que constantemente se encargaba de defender a capa y espada a su querida chica, a quien le cedió el honor de ser su mejor amiga.

Para Hwang el ponerle una mano encima a la pelirroja sin el consentimiento de ésta era algo que desde que la conoció se prometió a sí mismo que nadie la tocaría con malas intenciones. No frente a él.

Juramento más falso que su vida social.

— Escucha Lil, todo el mundo sabe que a tu intento de novio le gusta todo lo que tenga vagina. Así que el repugnante es él. —atacó de vuelta justo y de la misma forma como lo hizo con Jang—. Eres seguidora de Dios, ¿dónde quedaron tus mandamientos, mmh? —bufó con ironía—. Además, ¿no crees que es algo absurdo el pelear por un hombre? Deberías comenzar a darte un poco de amor propio, Wun. Por cierto, ¿cómo sabes que MiHan hizo tal cosa?

— Porque es obvio que lo hizo. Y no metas a Dios en esto. —continuó señalándola—. Yueng me lo dijo mientras discutíamos. —informó con sus cejas fruncidas.

— Yo que tú... No le creo, Gyo. —chasqueó su lengua negando con un gesto de cabeza—. Todos sabemos la clase de tipo que es ese inútil, ya nadie le hace caso por eso mismo. MiHan es inteligente, y sabe a la perfección que darle cuerda a ese tonto por lo más mínimo es un grave error. —se encogió de hombros—. Deberías terminar con él de una buena vez y darte tu lugar. —opinó con un pequeño puchero—. Aún no entiendo porqué diablos sigues con él después de tantos engaños y mentiras. La única que sale perdiendo eres tú, piensa profundamente en eso, ¿quieres? Deja de hacerte la ciega y la sorda sólo porque dependes de su escaso cariño. —concluyó dando por hecho que había ganado la discusión.

Escaso afecto. Eso fue crudo pero es verdad, y Lil no va a aceptarlo de la nada. Es obvio que para hacer ello se necesita tiempo, pero creo que todos están hartos y al parecer de ellos, Gyo ya ha tenido demasiado tiempo para razonarlo y darse cuenta de eso.

— Ve a tu salón ahora, Wun. —ordenó acercándose a ella, quien yacía cabizbaja—. Y por favor, piensa en lo que te dije hace un momento, ¿de acuerdo? —pidió tomando de los hombros a la femenina, ayudándole a encontrar la salida—. ¡Qué tengas una excelente mañana, LilWun! —gritó cuando susodicha observó en silencio a MiHan, encontrándose ya fuera del aula—. Y deja de fruncir tu frente. —señaló con desagrado—. Te saldrán arrugas demasiado pronto.

El rostro de la pelirroja tan sólo demostraba fastidio e irritación, pero la de Gyo simplemente decía a gritos lo mucho que dolía algo dentro de ella, la decepción que reflejaban sus oscuros ojos pude sentirla un poco.

Pero de todas formas. Su dolor no justifica sus acciones, ¿verdad?

Eso fue lo que me dijeron.

— ¿¡Qué tanto miran, ah!? Aish, deberían ir a sus salones ya. —bufó Ming, deshaciendo de inmediato el grupo de estudiantes que se habían quedado a ver la repentina pelea—. Chismosos. Así deberían de poner atención en sus clases. —dijo ante los murmullos—. Hagan algo mejor con sus vidas.

Cuando todos se fueron por su lado, yo con cansancio, pasé de largo a Chan, aquel tipo que alguna vez fue de mi patético agrado, al igual que MiHan.

Ignorando todo el desastre que había pasado hace unos minutos me dirigí hacia mi asiento, una vez sentada en el mismo hice lo de siempre.

Literalmente.

— Veo que aún no cambias del todo, AeJin. —musitó dejando salir una risita nasal mientras sentía como se acercaba a mí—. No te creí cuando me dijiste que él era tu único amigo.

Mi rostro yacía escondido entre mis brazos sobre la mesa, mis ojos los mantuve cerrados cuando escuché su ronca voz cerca y no me inmuté ni un poco en ponerle atención.

Estoy harta de que siga finjiendo amabilidad aún después de todo.

Es demasiado cínico e hipócrita de su parte. Incluso Jang todavía acepta sus errores, él simplemente se burla.

— Es una lástima, en serio que sí. —resopló—. Sigues atrapada en una estúpida rutina deprimente, Han.

— Creí que me había deshecho de ti después de que él se fue. —hablé con pereza de por medio, sin muchas ganas de discutir—. Largate, ¿quieres? Este ni siquiera es tu maldito salón. Ya hiciste tu obra del día, ¿no? Vete. —le ordené más que pedir sin tomarme la molestia de levantar mi cabeza.

— Umh, sigues igual de malhumorada. —chasqueó sus dedos—. Supongo que simplemente ya no eres tan tonta e ingenua. —soltó una carcajada, mofándose de mí—. Bien hecho, AeJin. Al final del día decidiste escucharlo y hacerle caso.

— Déjala en paz, Hwang. —dijo la pelirroja con seriedad—. Suficiente tengo con Lil, ya basta. No comiences una pelea tú también hoy.

Una risita llena de ironía se escapó de mis labios, observándolo finalmente a la cara, sosteniendo su mirada llena de diversión, y soportando su molesta sonrisa.

— Dijiste que nada de lo que yo hiciera te era relevante, Ming. —comencé, mordiendo mis labios con diversión—. Y que lo que sabías sobre mí era por él, que estabas fastidiado de escuchar sobre mi persona. —suspirando continué—. Ya no está aquí, no entiendo qué haces hablando conmigo. Creí que estabas harto, ¿sabes? Ya no tienes razones para seguir jodiéndome pero estás aquí, así que supongo que una estupidez has de pensar hacer.

Con sus comisuras elevadas se inclinó cerca de mi oído derecho para susurrar juguetón—: Todo lo que dije es real, excepto lo que inventé, AeJin. —terminó de decir con su mano acariciando mi hombro izquierdo con lentitud—. Pero en fin, dudo mucho que sepas qué cosa es verdad y qué no. —se alejó con altanería, posicionándose nuevamente a un lado de MiHan, quien permanecía con una expresión de recelo—. Debo irme, Mimi. —informó sin despegar su vista de mí—. Si Lil sigue jodiendo, sólo dímelo.

— Como sea. —masculló cabreada ante la mención de aquella estudiante.

Bufé cuando el idiota me miró de pies a cabeza antes de dar media vuelta y marcharse del aula a paso pesado y seguro, con esos aires de superioridad que alguna vez me sacaron de quicio.

Qué alguna vez temí.

Desde que NeoYung volvió a intercambiar palabras conmigo después de un tiempo, parece que todos los demás también quieren hacerlo. Pero sin duda, ninguno de ellos tienen buenas intenciones.

No seré estúpida una segunda vez.

— Oye, AeJin. —me llamó la pelirroja con su faz neutra—. Olvida lo qué sea que Hwang te dijo, ignoralos a todos si te es posible. —aclaró su garganta incómoda peinando su largo cabello—. No te involucres de nuevo con ellos, lo digo en serio. —me aconsejó más que darme una orden.

— No era necesaria la advertencia porque de igual modo no lo haría de nuevo. —dije exhalando con cansancio—. Pero aun así, gracias por decírmelo al menos está vez.

— Él... Te vio hablar con Seo, y también observó cómo la mandabas al carajo y te ibas. —frunció sus cejas mientras jugaba con sus manos—. No sé qué diablos piensa acerca de ti, pero no quiero que intente hacer alguna idiotez como aquella vez. —confesó casi en un susurro.

— ¿Qué? Pff. —resoplé con una sonrisa irónica—. Oh vamos, él no hizo algo más allá de empujarme por las escaleras. —informé como si fuera lo más normal del mundo, con una tranquilidad que no tenía en lo absoluto.

Su silencio me hace saber que algo dentro de ella y de su conciencia la hicieron decirme esto ahora, cosa que debió haber hecho muchísimo antes. De haberlo hecho yo no tendría mi cintura hecha una mierda ahora.

Lo que hace la culpa.

— No voy a disculparme contigo por él. —farfulló en un tono defensivo.

Quiero tomar una fotografía de su rostro. Lo graciosa que es es simplemente increíble, y todo es gracias a su jodida conciencia.

No la culpo, pero tampoco es inocente.

— Yo nunca pedí ninguna disculpa, MiHan. ¿Por qué lo haría?

— No lo sé, quizás por enojo. —respondió apresurada.

— Claro, enojo. —murmuré ante su repentino pero leve nerviosismo.

Rodé mis ojos, evitando mirarla demasiado porque puede que ahora sí me moleste mucho más con ella.

Pedirle a ese imbécil que se disculpe conmigo es gastar mi saliva y mi tiempo en vano, ni siquiera sus palabras serían sinceras en realidad.

Su falso “lo siento” o su insípido “perdón” no van a borrar la lesión que dejó en mi cuerpo.

Son palabras vacías que no tienen el poder de regresarme lo que perdí por él.

Aquel apuesto estudiante que fingió ser amable para acercarse, pero que al final no tuvo ni un poco de amabilidad conmigo.

Él fue y me dañó directamente a mí sin pensarlo dos veces.

Él también me lastimó.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro