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Capítulo 9

HOLA, SUPERNATURALERS❣️
DE NUEVO, TRAIGO LA SIGUIENTE PARTE DE ESTA NOVELA. ESPERO QUE DISFRUTEN LEYÉNDOLA. LA PRÓXIMA ACTUALIZACIÓN SERÁ EL DOMINGO QUE VIENE. ESPERO QUE LA ESPERA, HAYA VALIDO LA PENA. AHORA, ME DESPIDO Y LES DEJO CON LA HISTORIA.
MUCHÍSIMOS SALUDOS A TOD@S❤️
- ¿estás bien? Te encuentro un poco ruborizada.- me preguntó inquieto.
- Si, es que...- se lo tenía que decir porque sino quedaría peor. Así que me acerqué algo temblorosa a su oído para susurrarle.- las sillas son blancas y bueno no son mis mejores días. ¿Lo has entendido?- le indiqué abriendo mis ojos como platos.
- ¡Claro universitaria! Así que te ha bajado...- antes de que terminara la frase le tapé la boca con mi mano.- Solo tenías que decírmelo.
- Lucifer... no hace falta que se entere toda la cafetería.- puse mis ojos en blanco.
- Vale, diablilla.- se mordió el labio inferior, lo que hizo que en mi estómago se comenzarán a sentir mariposas.
- Ahora el caso es como me siento...- le cuestioné pensativa y nerviosa.
- No te preocupes, toma.- añadió quedándose en mangas de camisa, lo que le hacía mostrar su cuerpo totalmente definido.
Él se levantó de la silla y se puso detrás de mi. Haciendo que su cabeza estuviera al lado de mi oído, y con ello su aliento se clavara en mi cuello. Algo que conseguía erizarme entera.
- Ponte mi chaqueta atada a tu cintura, así podrás evitar ponerte en ridículo como tú piensas...- me susurró al oído mientras pasaba sus manos por mi cintura.
Mientras hacía eso, no podía reaccionar. Mi respiración era completamente irregular y mi corazón se había subido a mi garganta; lo que impedía que pudiese tragar.
- Lucifer, no voy a manchar tu chaqueta.- le respondí entre cortos jadeos negándome.
- No te preocupes tengo muchas como esta.- me lanzó una media sonrisa.
Entonces me giré rápidamente, y nos quedamos cara a cara, apenas separados por milímetros. Los dos estábamos callados, incómodos por la situación. Así que para romper lo que sucedía y volver a la normalidad decidí cogerla con mis manos.
- Gracias.- le respondí mientras le miraba fijamente a los ojos.
Me dispuse a cogerla, cuando nuestras manos entraron en contacto. Se sentían tan cálidas y suaves. Quería quedarme allí parada, mirándole de esa manera que solo nosotros sabíamos. Pero, él me dio rápidamente la chaqueta.
- póntela diablilla... no vaya a ser que te manches más.- me sonrió y se sentó evitando el momento.
¿Lucifer también había estado incómodo? Wow, "el Rey del Infierno" inquieto por una simple chica...
Saliendo de mis pensamientos, sujeté la chaqueta y me di cuenta de un pequeño detalle. La chaqueta era de Prada, e instantáneamente comencé a reírme.
- ¿Qué sucede diablilla?- me preguntó sonriente.
- Que al parecer el diablo si viste de Prada.- no podía evitar morirme de la risa.
- ¿Acaso lo dudabas?- arqueó sensualmente una ceja.
- Bueno, el diablo también puede vestir de Armani.- me salían hasta lágrimas de la risa.
- Si, también tengo en mi armario.- respondió cruzándose de brazos.
- Bueno, después te llevaré a la tintorería la chaqueta. Por lo menos así me sentiré menos culpable.- le dije anudándome la chaqueta a la cadera haciendo que al sentarme lo hiciera sobre ella.
En ese momento, trajeron los cafés.
- ¿Cuanto será?- le cuestionó Lucifer a la camarera mirándole de esa manera tan... atrayente.
- Nada.- de limitó a sonreírle como una tonta.- invita la casa.
Ella se marchó sin quitarle ojo a Lucifer, mientras que yo me limité a bufar.
- ¿Qué tienes sobre las chicas? Las vuelves a todas idiotas y con falta de cerebro.- rodé los ojos.
- Es la persuasión del diablo. Pero, contigo no funciona.- me dijo intrigado mientras se ponía más cerca de mi por encima de la mesa intentando pegar más su cara a la mía.
Podría ser que porque yo no era como las demás, y que sobre una elegida el diablo no tuviera efecto... era algo que necesitaba averiguar, pero sin ninguna elegida no conseguiría corroborarlo. Así que me las tendría que arreglar para llevarlo a cabo.
- puede que yo no sea como las demás.- él nunca sabría hasta que punto de diferente era.
- Por eso me atraes tanto.- me declaró con un tono sensual y con un ligero acento británico que me hacía estremecerme.
Eso hizo que me diese un enorme trago al café, hasta el punto de sentir como mi lengua ardía.
En ese momento, yo comencé a darle pequeños sorbos al café mientras no le quitaba la mirada a Lucifer.
Él me devolvía cada mirada que le lanzaba, y ni el uno ni el otro nos la quitábamos de encima.
Aunque sin dejar de intercambiar sonrisas.
- Lucifer, ¿qué te trajo a Los Angeles?- le pregunté mientras daba ligeros tragos a mi intenso café.
- Empezar de cero y tomarme unas vacaciones porque estaba harto de interpretar un papel en la obra de mi padre, ahora me dedico a castigar a los malos y hacer justicia. - dijo algo molesto, aunque después su tono se fue calmando.
- Lucifer, sino quieres hablar del tema dímelo. Solo hablaremos si estás preparado.- le añadí por el cierto sufrimiento que reflejaba su mirada.
- No me importará hablar del tema, mientras sea contigo.- él se limitó a guiñarme sensualmente el ojo.
Yo alcé una ceja y esbocé una simpática mueca.
- Lucifer, yo...- iba a contarle la verdad, porque lo necesitaba. Pero, en el último me vi incapaz. No podía destapar nada... si lo hacía y se enteraba. Primero, le había mentido y le iba a doler muchísimo; y segundo, no permitiría que la logia se acercase a él para hacerle daño.
- Dime malvada diablilla.
Yo le miré algo sorprendida, para cambiar el tema de la conversación.
- Lucifer, yo no soy malvada. Sería incapaz de hacerle daño a alguien que me importa.- aunque a él inconscientemente se mi estaba haciendo...
- Entonces eres mi bondadosa diablilla.- me miró pícaramente.
- Me gusta, Lucifer. Suena bien, pequeño diablo.

Al instante, recibí una llamada de Maddie, pero al ver el nombre puse una cara de sorpresa a la vez que sarcástica y colgué.
- ¿Quién era diablilla? ¿No me estarás engañando con nadie?- preguntó irónico.
- Lo primero no estamos saliendo.- respondí poniendo los ojos en blanco, aunque me encantaría salir con él.- y lo segundo era una amiga, que por cierto... se me había olvidado preguntarte si ayer a tu fiesta llegó una chica diciendo ser mi amiga.
- Lo siento, universitaria. No me fijé en quién entraba. Estaba pensando en otras cosas.- él arqueó las dos cejas para que le entendiese.
- Vale Lucifer, demasiada información.- puse mis ojos en blanco y resoplé. Después, mi expresión se tornó en decepción.
- ¿A qué viene esa cara, diablilla?- me preguntó.
- Es mi amiga, que parece ser una falsa.- le platiqué rodando los ojos.- me he topado con demasiada gente falsa a lo largo de mi vida.
- ¿Quieres que te ayude a vengarte?
- No, no quiero hacer nada malo. Solo quiero que me diga porque no me esperó y porque entró y cuando me vio porque ni me saludó.
- Es que muchas te tienen envidia por ser quien más tiempo pasa en el Lux con el diablo. Debes de sentirte orgullosa.-me miró descaradamente.
- Lucifer, eres muy importante para mí... y quiero conocerte, no puedo decirte que no. Me encantaría saber tus gustos como... que te gusta, y que te desquicia. Pero, tengo una duda interna. ¿Qué es lo que más te atrae de mi? Porque no va a ser solamente porque no tienes efectos sobre mi.
- Solamente tú presencia me atrae.- continuó diciendo mientras acercaba su cara a la mía y sus ojos se ponían cristalinos. Después de todo, los ojos son el espejo del alma, ¿no?
- Lucifer, no me refiero físicamente. Porque después de que pasen los años... la belleza no lo será todo en la vida. ¿No crees? Pero, como soy tu amiga te ayudaré a entender que es lo que hace que te atraigas por alguien.
- Así que eres mi amiga...- hizo una pausa.- y me vas a ayudar...
- Claro, y ¿tú no harías lo mismo por mi? - cuestioné poniendo mi mano sobre la suya.
- Más que por nadie, diablilla. - respondió acercándose más aún; llegando a inclinar su cara para llegar a mis labios.
Entonces, nos separaban escasos centímetros. Quería zanjar esa distancia o más bien lo necesitaba, pero ¿estaba preparado Lucifer para asumir sus sentimientos? O mejor dicho, ¿lo estaba yo?
- Lucifer, así que estabas aquí.- escuché la voz de una mujer malhumorada que me recordaba a alguien. Pero, ¿a quién?
Él y yo nos separamos al instante. Estaba muy sonrojada. Nos habíamos encontrado más cerca que nunca... Algo imposible de creer. Lo que los sentimientos pueden hacer sobre una persona... nunca podría haber creído que eso podría suceder.
Los dos miramos hacia la persona que había llamado a Lucifer. Cuando vi una cabellera rubia atada en una coleta alta. Me limité a rodar los ojos. Si, era Chloe.
- Inspectora.- le dijo él con una sonrisa que odiaba que le sacase.
- Lucifer, te he estado llamando. Tenemos un caso. No es para que estés Dios sabe dónde, haciendo lo que quiera que estés haciendo con ella.- le gritó.
- Inspectora no metas a mi padre ni ha ella en esto, porque por lo menos Ady no tiene la culpa.- le respondió enfadado.
¿Me había defendido? Y ¡me había llamado por mi nombre! Me encantaba cuando lo hacía. Aunque también adoraba cuando me decía diablilla. Simplemente, me encantaba cuando me mencionaba.
- Pues si quieres quedarte aquí... te suspenderé del caso. Y así, podrás volver a lo que quiera que estuvieras haciendo.
Yo me acerqué a Lucifer y puse mi mano sobre su hombro. Él me miró detenidamente y le pronuncié:
-  Lucifer, no te metas en líos por mi. Ve a hacer justicia y no te preocupes; no me va a pasar nada.
- ¿Estás segura de que ningún otro coche te atropellará?- su tono sonaba preocupado a la vez que desafiante.
- Ya te digo yo que no. Estate tranquilo. Ahora disfruta castigando a los malos.- me reí-¿Estarás esta noche en el Lux?
- Lo dudabas.- me miró con su pícara cara que tanto me llenaba por dentro y me hacía sentir cosas dentro de mi.
- Pues, iré en cuanto termine de hacer unas cosas.- me acerqué nerviosa a su mejilla y le di un tierno beso.- ¡Lucifer luego te doy la chaqueta!- le grité mientras me disponía a andar en dirección a mi casa.
Cuando les perdí de vista, comencé a pensar en lo que había hecho.
¡Le había dado un beso! me sentía tan bien...
En parte, mi corazón me lo dictaba. Y a veces, hay que dejar de ser fría y calculadora con cada movimiento. No podía evitar ir dando saltos de alegría y que la gente me mirase como a una chica poco cuerda. Pero, me daba igual porque después de tantos milenios era feliz. Y lo que más me hacía estar así, era que Lucifer me había defendido antes que a su inspectora. Eso hacia que mi corazón se me fuera a salir por la boca.
[...]
Después de andar un largo rato... llegué a mi casa. No podía evitar estar fatigada. La mezcla de mortalidad y exceso de emociones hacía que mi cuerpo experimentase sensaciones extrañas.
Busqué la llave de mi casa en mi llavero. Cuando la encontré, la metí en la cerradura y abrí la puerta.
Me adentré, claro, después cerrando la puerta. Subí corriendo al aseo y lancé mi ropa a un cesto. Me metí a la ducha, e hice que las cálidas gotas comenzaran a caer por todo mi cuerpo hasta llegar a empaparme entera.
[...]
Cuando salí, me puse una toalla, por cierto, era más larga que las que tenía Lucifer en su casa.
Entonces, me acomodé una ropa fresca para estar por casa. Un pantalón corto rosa con tazas de café y una camiseta con una taza de café en la que ponía "Coffee is my lover".

De repente, me entró gana de tomarme otro café, pero como me había tomado uno... decidí tomarme un té rojo.
Así que, bajé a la cocina con unas zapatillas rosas, las cuales, tenían una mariposa, y dos flores de color azul acompañadas de tonalidades verdes.
Cogí la tetera y dejé el agua sobre la vitro cerámica hasta que comenzó a silbar. En ese momento, saqué el agua y lo eché en una taza blanca. Al instante, cogí una bolsita la cual contenía las hojas del té y las vertí en la taza.
Iba a beberme el té, cuando mis pelos se echaron hacia delante y casi se sumergieron en el té. Para evitarlo, cogí una goma para el pelo que había en un cajón de la cocina. Me hice un me hice un recogido bastante desaliñado, como los que aparecían en Instagram.
Ya preparada para un día por casa. Me disponía a ver unas cuantas películas románticas, y a engullir pizza como si no hubiera un mañana, y básicamente, a hacer cualquier cosa para quitarme el aburrimiento.
[...]
Me estaba bebiendo el té, cuando se me ocurrió de llamar a Lena para no estar aquí toda noche y preguntarle para que las dos nos fuéramos después a Lux, claro, que después yo me iría con Lucifer y de seguro que ella se pondría a ligar con alguno.
Así que la llamé, pero saltaba el buzón de voz. De seguro que todavía seguía de juerga después de ir el viernes.
Ya que yo he vivido juergas increíblemente largas e intensas.
Como no respondía ni a mensajes, terminé por dejar el móvil sobre la mesa de la cocina y terminé de beberme el té.
Al terminar, me levanté de la silla y lo dejé en el lavavajillas.
[...]
Me senté en el sofá y me eché una sábana por encima, pero antes cogí del stand la película de "Titanic" y la introduje en el reproductor de DVDs. Al final, acabé encendiendo la televisión y los créditos de entrada me dieron la señal de que la película estaba por comenzar.
Sin más, mi tarde tranquila se vio interrumpida al sonar el timbre, así que di un brinco del sofá y fui hacia la puerta. Iba a abrir, y mi mano se disponía a accionar la palanca de la puerta. Cuando me paré a pensar:
«¿y si es alguien que viene a hacerme daño?»
Así que corrí y recordé donde solían dejar las armas los componentes de la logia; detrás de los cuadros. Estaban metidas dentro de los cuadros así que como tienen trasfondos, solamente había que rajar el trasfondo.
Fui hacia el cuadro que había al lado de la tele, y con mi propia uña lo rajé. Dentro había una recortada. La cogí y miré en el cargador. Tres balas, las cuales tenían la trampa del diablo para inmovilizar a cualquier demonio. Así que me la guarde dentro la camiseta, ajustada a mi, por el elástico de la camiseta.
Se me notaba un leve bulto en la parte trasera del pantalón, pero por lo menos no se veía a simple vista.
Miré por la mirilla, y algo menos asustada pero confundida todavía; abrí.
- Hola, humana.- dijo Maze forzando una sonrisa. 
- Hola.- le respondí algo confundida todavía por su visita.
- ¿Puedo pasar?- preguntó fríamente.
- Cla...- antes de que terminara la frase se adentró en mi casa.
¿Qué querría Maze? O lo más inquietante... ¿cómo sabía dónde vivía?
...

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