Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 8

HOLA, SUPERNATURALERS❣️
BIENVENIDOS A UN NUEVA PARTE DE LA NOVELA. MI PRÓXIMA ACTUALIZACIÓN SERÁ EL SÁBADO DE LA SIGUIENTE SEMANA. ESPERO QUE LES GUSTE Y LA DISFRUTEN. GRACIAS A TOD@S, AHORA LES DEJO CON LA LECTURA.
SALUDOS❤️
- Te puedo decir que por alguna extraña razón, siento exactamente lo mismo.- me dijo mirándome fijamente a los ojos.
Sentía unas ganas irrefrenables de acabar en sus labios, pero algo me decía que todavía era pronto. Así que le respondí:
- Lucifer, será mejor que me marche a mi casa.- tenía que pensar una excusa para salir de allí.- porque, debería darme una ducha. Estoy todavía extasiada por el desmayo.
- Dúchate aquí.- me contestó Lucifer.
Yo le miré algo asombrada por su conclusión.
- Lucifer... no tengo ropa de cambio.- era lo único que se me ocurría en esos momentos.
- Pues te traeré ropa de Maze.- volvió a desbaratar mi oportunidad de salir de una situación tan incómoda.- ahora vuelvo. Tú dúchate.- me dijo mientras baja por el ascensor.
Yo me limité a suspirar de alegría. Este Lucifer...era lo más perfecto que había visto en mi vida, o no sé porque mi corazón me susurraba eso.
Me dirigí al aseo y cerré la puerta pero sin pestillo, porque sabía que Lucifer no entraría si no se lo decía.
Me quité la ropa y la dejé doblada en una esquina del baño. Entonces, me metí en la ducha.
Abrí el grifo y dejé que las gélidas gotas cayeran por mi piel. Esa sensación de frescor por todo mi cuerpo hacia que mi piel se erizada y con ello de alguna manera; conseguía relajarme. Comencé a acariciar suavemente mi cabello mientras extendía el champú en el hasta realizar una emulsión. En ese momento, intentaba evadirme de todo como si no tuviera calentamientos de cabeza en los que pensar.
[...]
De repente escuché sonidos metálicos. Rápidamente, acomodé una toalla alrededor mío hasta quedar completamente envuelta en ella.
Sin más, cogí los puños americanos que se encontraban en el interior de mi bolso.
Mientras que no se activara mi poder; como consecuencia, no se activarían los puños.
Salí del aseo, y me adentré algo nerviosa y con pasos temerarios en el salón. Entonces, oí un sonido a mi izquierda, tras eso, me giré y preparé mis manos para soltar un gran golpe a que o más bien a quien fuera el causante del ruido.
Cuando miré al causante, lo primero que vio mi aterrorizado rostro fueron un par de ojos pardos tan oscuro que pensándolo bien eran casi negros. Eso hizo que un chip en mi cabeza frenara al instante mis manos que se encontraban a punto de atizar el golpe a la persona, al reaccionar mi cerebro pude ver a Lucifer asombrado ante mi acción delante de mi.
Al instante escuché como un objeto impactada contra el suelo. Concluido lo anterior, sentí una tremenda sensación de frescor por todo mi cuerpo, y cuando me quise dar cuenta de lo que había pasado... ¡se me había caído la toalla!
«Estoy desnuda frente a Lucifer.»
Era la única frase en la que podía pensar con claridad en estos momento. Mi subconsciente no paraba de repetirla una y otra vez.
¡No podía haber pasado más vergüenza en mis cerca de 3000 años!
A toda prisa, me puse de nuevo la toalla sobre mi cuerpo empapado.

Él se limitó a mirarme con una expresión sensual y granuja al mismo tiempo.
- Para tener veinte años estás muy bien, universitaria.
- ¡Lucifer! ¡Basta!- le dije dándole un golpe en el hombro, pero antes me quité de esa mano el puño americano. Estaba más sonrojada que nunca. Mis mejillas pedían a gritos salir de allí, y mi cuerpo estaba completamente estremecido por la situación.
- Hey, diablilla no tienes nada que esconder.- me respondió alagándome.
- No, Lucifer. ¡No quería que me vieras desnuda de esta manera!- cuando reflexioné, me di cuenta de lo que le acababa de decir a Lucifer. Sin pensar le quité la ropa de las manos y me adentré de nuevo al aseo.
Había quedado por completo en ridículo delante de él. Eso, era algo que me hacía enfurecerme por completo, y que le hubiese gustado hacia que me inundasen los nervios, aunque él no lo había hecho con mala intención. Así era Lucifer un mujeriego que pensaba más con sus partes que con su cabeza. Pero, puede que solo oculte otra faceta detrás de esa; solo, tengo que descubrirla.
[...]
Me limité a simplemente ponerme la ropa sin juzgarla. Cuando la llevaba sobre mi piel ya más seca, me quedé impactada. Era completamente negra, y extremadamente ajustada. El conjunto lo formaban un top cruzado por la espalda que me llegaba por encima del ombligo, y tan apretado que me costaba respirar. Debajo, llevaba una falda negra de cuero con detalles metálicos, creo que lo que sonó debió ser eso.
Cuando finalicé de acomodarme bien la ropa para que por ninguna circunstancia se me viera nada, salí del aseo y me dirigí su habitación.
Allí, se encontraba Lucifer mirando hacia la enorme cristalera que había ante mis ojos.
- Lucifer.- le dije con la voz casi insonora.
Él se dio la vuelta, entonces pude ver como llevaba un cigarro en la mano y le iba dando una corta caladas mientras me miraba con detenimiento.
- no fue tu culpa el verme desnuda. Fue mía por pensar que eras un intruso y casi golpearte con los puños americanos.- le continúe diciendo encogida de hombros.
- ¿Cómo es que tenias unos puños americanos? Una universitaria normalmente suele llevar libros.
Él prefirió no seguir con ese tema, y decidió desviar el tema principal del que yo quería hablar.
- Defensa personal.- le digo sin pensarlo por un segundo.
Él se acercó a mi, con pasos amplios e indecisos.
- no digas más diablilla. Está todo solucionado, pero algún día estaremos en paz con los desnudos.- me respondió riéndose.
Yo le miré riéndome, porque ¿a qué se quería referir con en paz? ¿Acaso pensaba desnudarse así sin más?
- Por cierto Te sienta bien la ropa de Maze.

Mientras terminaba de hablarme, andaba hacia el salón. Yo acercándome a él, me llegué a poner a su lado.
- Bueno, no es mi ropa favorita pero por lo menos voy vestida.- hice una pausa.- Debería irme a mi casa. A estudiar, no vaya a ser que saque mala nota en los exámenes.
Los dos nos subimos al ascensor y me preguntó mientras presionaba el botón para bajar al sótano:
- ¿Qué estudias?
- Estudio teología, aunque me quiero dedicar concretamente a la especialidad de demonología.
Él se quedó un poco traspuesto con lo que le había contado y me contestó:
- ¿así que te gustan los demonios?, entonces, deberías creerme con que soy el diablo.
- Bueno, Samael... me lo estoy replanteando.- le añadí riéndome.
- No me vuelvas a llamar así, por favor.- dijo molesto.
Él salió del ascensor y a mi se me partió el corazón. ¿Tan mal le podía sentar? Ese es el nombre que tenía antes de la caída, el que le puso su padre, al que odia. Vale, replanteándomelo bien... la había fastidiado por mi parte. No me quería dar cuenta, pero cada paso que daba para adentrarme en él, parecía que realmente era el auténtico diablo, y en parte también me alejaba de él. ¿Me estaré volviendo paranoica? ¿Y por qué mi mente también se preocupó en alejarme emocionalmente de mi? ¿Realmente estaba enamorada o creía estarlo?
Bajé de las nubes y fui corriendo hasta alcanzar a Lucifer quien había salido ya del Lux.
- Lucifer, no fue mi intención hacerte daño. Nunca lo haría.- le platiqué preocupada.
- No me gusta que me llamen por el nombre que padre me puso.- su expresión expresaba una incomodidad y disgusto terribles por simplemente nombrar a si padre.
- Perdón, en serio.- le miré destrozada porque, la verdad, era lo que sentía.
- Bueno, puede que eso no te lo hayan enseñado en la universidad, pero ya lo sabes.- me finalizó diciendo.
- Será mejor que vuelva a mi casa.- le concluí marchándome hacia la parte trasera del Lux donde había aparcado.
Prefería no enfadarlo más de lo que estaba, o peor, que me cabreara yo. Ya que, en ningún momento lo hice con mala intención. Solo, pensaba que le haría gracia. Bastaba con que me lo dijera y yo nunca más le llamaría así, pero por el contrario se ha enfadado conmigo.
Arranqué el coche algo disgustada por al situación, y me fui a todo gas hacia mi casa.
[...]
Al llegar aparqué, y salí del coche. Crucé el umbral de la puerta y accedí a mi vivienda.
Subí a mi cuarto derrotada por lo que acababa de vivir en el Lux. Estaba tan enfadada pero tan triste a la vez...
Así que decidí hacer deporte para evadirme un rato del tema y relajar mi mente, pero antes, iba a ponerme la ropa.
Me aderecé un top de Adidas, unas mayas largas a juego y unas Airmax de Nike. Después de eso, me dirigí al aseo y me hice una coleta alta. Cogí mis cascos y salí fuera de mi casa.
En el exterior, me acomodé los cascos y puse la primera canción que encontré.
Al instante, cuando la música comenzó a inundar mis oídos decidí comenzar a correr.
[...]
Sin saber la hora que era, o el tiempo que había transcurrido. Solo quería dejar de pensar, era lo único que tenía propuesto.
Tras un rato andando, sucedió un momento en el que mis cascos pasaron de canción y la música se vio interrumpida. Entonces, escuché detrás de mi:
- ¡Universitaria!
Estaba segura de que era Lucifer, pero como no quería enfadarme más... acabé optando por no haber escuchado nada, aunque por dentro de mi, tenía un gusanillo que no me dejaba estar tranquila por la acción que acababa de realizar. Eso, era mi cargo de conciencia.
Llegué a un paso de peatones y me dispuse a cruzar. Sin más, escuché el leve sonido de un pito.
Al instante, giré mi cabeza y mis ojos se quedaron clavados en los faros de un coche que se dirigía hacia mi.

No podía correr, me sentía completamente paralizada. ¿¡Y mi velocidad sobrenatural!? Yo solía correr como mil demonios. ¿Qué les pasaba a mis piernas?
Mi mente quería salir corriendo de allí, pero mis piernas no respondían ante mi deseo. Entonces, parpadeé.
De repente, la música de sonaba en mis oídos cesó drásticamente.
Abrí los ojos y me vi.
Me encontraba tirada en el suelo, con la cabeza mirando de lado hacia la carretera. Al voltear mi mirada hacia el frente, le vi. Él se encontraba encima de mi.
Lucifer, mi ángel de la guarda, me había salvado de morir. Ya que, todavía seguía sin saber porque era mortal.
Él estaba sufriendo, se lo veía en sus hermosos y oscuros ojos.
En ese momento, surgieron unos segundos en los que sentí que él y yo estábamos solos en el mundo. Que nada ni nadie nos iba a estropear el momento.
Quería besarle, o más bien, lo necesitaba. Tenía que decirle quién era de verdad. No podía permitirme perderle nunca.
De repente, la presión que había cogido mi cabeza se fue y comencé a escuchar con normalidad los ruidos que había a mi alrededor. Lucifer se levantó de la carretera y me cogió en sus brazos.
Eso, hizo que algo dentro de mi se estremeciera. Y al final, para no hacer que sufriera preferí decirle con las fuerzas que tenía:
- Lucifer, estoy bien. Puedes soltarme, no te preocupes.
Él me bajó suavemente hasta que observó como apoyaba los pies en el suelo. Entonces, el conductor enfadado vino hacia dónde nos encontrábamos Lucifer y yo.
- ¡Estás loca casi te atropello!- me gritó enfurecido.
- ¡No te atrevas a hablarle así humano!- dijo Lucifer más enfadado que nunca. En ese momento, no sabía si lo que estaba pasando era real o una simple pesadilla. Algo rojo se iluminó en la cara del hombre y su expresión cambió drásticamente a una cara llena de horror.
- ¡Es el diablo!- gritó aterrado y se metió corriendo en el coche.
¿Qué había pasado? Todavía estaba en shock para saber si mi mente me había jugado una mala pasada.
Algo mareada todavía, cogí mis cascos del suelo. Como mi equilibrio no era el mejor en estos momentos, me estuve a punto de caer hacia delante, pero gracias a Lucifer que me cogió de la cintura no me caí. Entonces, me di cuenta de como me estaba cogiendo. Todo su cuerpo estaba apoyado en mi parte trasera. Estaba muy ruborizada, y rápidamente me incorporé para que esa situación finalizase. Pero, en el fondo, no se porque me había gustado.
- Lucifer, ¿te vienes a desayunar a una cafetería?- le dije mientras andaba rápidamente hasta llegar a la acera.
Él se puso a mi lado y me respondió:
- ¿De verdad estás bien?
- Si, solo ha sido un golpe contra el suelo. Me duele un poco el cuerpo pero son conmociones leves. No te preocupes.
- No puedo ni imaginarme lo que hubiera pasado si no llego a estar...- me añadió cabreado.- ¿¡por qué maldita sea llevabas los cascos!?
Yo me limité a suspirar, y sin más, me cargué de razones.
- ¿¡Qué por qué!? Pues por la forma en la que habíamos hablado en el Lux. Trataba de evadirme de ese pensamiento.
- Pues podría haberte costado la vida.- me gritó algo enfadado por como había actuado.
- Mira, por lo menos sería un pensamiento menos, estoy harta de vivir sufriendo.
- ¿Y por qué tienes que sufrir?- preguntó cruzándose de brazos.
- Si yo te contara...- resoplé.
- Estoy aquí, cuéntame. ¿No confiamos el uno en el otro? -me dijo enfadado.
Yo ahí no tenía argumento, lo que decía era cierto, así que no podía evitar la realidad. Pero, ¿cómo le podía contar lo de la logia? ¿O quién era realmente? Básicamente, ¿le podría decir lo que sentía hacia él?
- Cierto, Lucifer.- le contesté más calmada, hasta el punto de avergonzarme de mi misma por mis actos.- es que no se, desde que vine a Los Angeles me siento extraña.- hice una pausa.- ahora necesito un abrazo.
Yo me lancé a sus brazos y él me estrechó sin dudarlo en ellos. Me sentía como una adolescente con las hormonas revolucionadas, con sentimientos que no podía controlar.
- Tengo hambre Lucifer, ¿qué te parece si vamos ya a la cafetería?
- Yo tengo otras cosas para comer.- esbozó su pícara sonrisa.
- Lucifer...- le di un golpecito en el hombro.- siempre pensando igual.
- Que quieres, soy el diablo.
Yo por dentro me reía.
- ¿sigues pensando que es mentira, universitaria?
- Mentira no, solo que me cuesta creerlo. Pero, ten paciencia conmigo porque algún día siento yo que lo creeré como si en ello me fuera la vida.
- Pues espero que antes, hayas caído en mis encantos.- habló pegándose más a mi mientras andábamos.
- Bueno, Lucifer sigue intentándolo.- me limité a reírme y desafiarle.
- Tú no vas a ser la única que me haya rechazado porque al final acabaras sucumbiendo a tus deseos carnales por mi.- estaba muy convencido.
- ¿Vamos a ver quién gana?- le dije retándole.
- Claro, diablilla. Acepto el trato.- me respondió con una sonrisa que en el fondo hacia que me derritiera.
Yo me mordí el labio inferior.
- acepto, pequeño diablo.
En ese momento eché a correr y le grité:
- ¡Vamos, Lucifer! ¡A ver si puedes alcanzarme!
De repente le vi a mi lado.
- Joder, que rápido.- me quedé impactada.
- ¿Qué creías? El diablo puede con todo. Hasta con una diablilla a su lado.- declaró acercándose a mi.
Mi respiración se volvía irregular con cada segundo que pasaba tan cerca de mi. Tenerle a esa distancia, hacia que mi corazón fuera a mil por hora. Una opresión en el pecho me invadía por dentro, aunque en el fondo me gustaba, ya que significaba que verdaderamente me importaba.
Pero, ¿por qué no quería decir que me importaba de una manera diferente? Y, ¿Por qué tenía miedo a decirle cualquier cosa sobre el tema a Lucifer?
En ese momento, vi una cafetería y le pregunté a Lucifer:
- hey, ¿que te parece sin nos quedamos en esta cafetería?
Él se paró e inmediatamente, me susurró al oído:
- lo que quieras diablilla.
Eso hacia que me erizara entera.
Sentir su aliento calentándome el oído. No había nada que me volviera tan desmesuradamente loca.
Él y yo nos disponíamos a sentarnos en las sillas de la terraza cuando sentí algo líquido bajar por mis piernas. Mi cara de impresión no pudo ser más expresiva.
- ¿Estás bien, diablilla?- me preguntó Lucifer.
- Si, tengo que ir un segundo al baño.
Corriendo entré a la cafetería y le cuestioné a una camarera:
- perdona, ¿dónde está el aseo?
- Allí en la esquina.- contestó señalando a una puerta donde ponía "W.C"
¿En serio no me había dado cuenta de que estaba el letrero?
Corriendo entré y ¡me había bajado! Siempre en los peores momentos. Bueno, no iba pasar nada mientras que Lucifer no se fijara en mis partes bajas.
Salí del baño algo nerviosa porque no quería que se fijara.
Me disponía a sentarme en la silla cuando me di cuenta de que ¡las sillas eran blancas!
Solo podía pensar en:
«¡tierra trágame!»
No podía sentarme en la silla, pero tampoco podía quedarme de pie. ¿Qué debía hacer? Entonces, en mi mente surgió una idea. Como no habían venido a tomar nota nos podíamos ir e inventarme cualquier excusa por el camino.
- ¿Qué quieren pedir?- escuché al lado mío.
«mierda, ya no me puedo ir».
Era lo único que se me pasaba por la cabeza ya que no tenía escapatoria.
- Tú primero universitaria.- me dijo Lucifer con una sonrisa y alzando las cejas.
- Pues un café con caramelo, doble de moca y nata por encima.- le respondí a quien nos atendía.
- Yo un café solo.- comentó Lucifer.
- de acuerdo, en el menor tiempo posible estarán.- finalizó la camarera mientras se marchaba hacia el local, ya que nos encontrábamos en la terraza.
En ese momento, me miró Lucifer fijamente.
- ¿Por qué no te sientas diablilla?
- Yo...em.- no sabía que decirle y me estaba muriendo de vergüenza hasta el punto de ponerme colorada como un tomate.
- ¿Estás bien? Te noto un poco ruborizada.- me preguntó Lucifer algo inquieto.
No sabía cómo decírselo a Lucifer, estaba muy preocupada. La cuestión era, ¿me atrevería a decírselo? ¿Qué debía hacer?
...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro