Capítulo 3
HOLA SUPERNATURALERS❣️
ESPERO QUE OS GUSTE EL NUEVO CAPÍTULO Y DISFRUTÉIS DE SU LECTURA. LA SIGUIENTE ACTUALIZACIÓN SERÁ EL SÁBADO.
SALUDOS❤️
Tras finalizar mi conversación con Maddie, entré al concesionario.
Allí estaba Carl, quien me había atendido durante mi compra.
- Hola, Carl. Me han mandado un mensaje diciendo que ya tenéis el coche.
- Si, aquí tienes.- dijo dándome la llave.- los papeles del coche están dentro de la guantera.
- De acuerdo.
- Que disfrutes del coche.
- Gracias, pero ¿dónde está?- le pregunté deseando ver el coche.
- En el garaje. Solo tienes que pasar una puerta oscura metálica.- la cual, podía observar desde donde estaba.
- De acuerdo, gracias.
- Gracias a ti.
Me acerqué a la puerta, y pasé. Cuando pasé, dije en voz alta:
- Vengo a por mi Audi R8.
Sin más, de entre los coches que habían, salió un mecánico.
- De acuerdo, es ese.
Yo lo observé con detenimiento, era precioso. Me subí y lo arranqué. Tras eso, pude escuchar el motor rugir lo que hizo que me estremeciera entera. Me abrieron la puerta y salí del garaje a todo gas, dirigiéndome hacia a mi casa.
[...]
Cuando llegué, aparqué en la parte delantera. Salí del coche, y me metí en la casa.
En ese momento me tumbé en el sofá a examinar las fotos que había hecho de la tediosa escena del crimen. Entonces, las observé detenidamente y pensé:
" ¿quién sabe lo de mi encargo?"
De repente, recibí una solicitud de amistad en Instagram de Maddie_LA.
Estaba segura de que era Maddie, ya que LA significaba Los Angeles. Así que la agregué como amiga. Después, me introduje en un chat, y ya tenía un mensaje suyo.
"¡Hola, Adela! Esta tarde, nos vemos en el Lux"
"Claro, estoy harta de estar metida en mi casa."
"¿Te parece si nos vemos mejor en el Rodeo Drive y nos vamos justas a la discoteca?"
"Me parece genial, ya que yo vivo cerca de allí."
"Ahora solo falta la hora."
"Perfecto, pues... ¿a las diez?"
"Ok, nos vemos luego"
"Si, adiós"
Sin más, cortamos la conversación. Y mis ojos se fueron directos al reloj que había en la pared, y este, marcaba las siete de la tarde. Así que decidí ir a la cocina a tomar algo.
Cuando llegué a la sala, abrí el frigorífico y estaba lleno de comida.
Saqué un huevo y lo freí. Después, cogí unas patatas congeladas y repetí el procedimiento. Al terminar de cocinar, me senté en la mesa y repelé los platos llenos de deliciosa comida.
Tras eso, recogí todos los platos y los fregué. Los dejé secar y miré el reloj que se encontraba encima de la mesa. Eran las ocho y media. Así que, me subí a mi cuarto, y cogí mi maquillaje que lo había dejado en una mesilla que había. Lo puse en el aseo y volví a mi cuarto para abrir el armario. Después de pensármelo mucho, me decanté por un mono azul bastante corto con tirantes y nos tacones azul más oscuros con plataforma. También necesitaba accesorios, los cuales fueron un bolso color beis que tenía una cadena dorada para poder sostenerlo.
Me puse la ropa y corriendo me metí en el aseo para acicalarme. Cogí un corrector y me lo eché por toda la cara. Después, me llené el rostro de base. A continuación, agarré el delineador y me hice la raya de gato. Para finalizar me pinté los labios rosa intenso. Solo me quedaba echarme colorete y rímel.
[...]
Cuando me terminé, peiné mi pelo liso cogiendo un mechón con una horquilla, y observé de nuevo el ansiado reloj que no dejaba de ir cuenta atrás, ahora solo me quedaban cinco minutos para estar allí.
Rápidamente, cogí el bolso y metí mi móvil, y la cartera ya que no necesitaría nada más.
Salí lo más deprisa que pude de mi casa para llegar lo antes posible.
Al estar ya fuera de mi casa, me limité a cruzar la calle y allí se encontraba Maddie, esperando.
Me acerqué y le dije:
- ya estoy aquí.
- Pues, vamos al Lux.- añadió con una enorme sonrisa.
- Exactamente, ¿qué es el Lux?- le pregunté extrañada.
- Algo más que una discoteca...- prefirió dejarme con la intriga.
- ¿Cuando me lo piensas decir?
- Cuando lleguemos.- me espetó.- solo una cosa, ¿te gustan los sitios ilegales?
- ¿¡Qué!?- me quedé impactada.
- Vamos.- comenzó a correr y a llamarme para que fuera deprisa junto a ella.
- ¡Voy!- dije corriendo como una loca, aunque tenía miedo de caerme al suelo con los tacones. Yo era más de zapatos ligeros.
En cuanto a los sitios ilegales, me parecían la mar de entretenidos. A lo largo de mi vida había estado en mucho, y como yo no podía tener influjos por parte de la bebida... aunque la verdad, ya llevaba tiempo sin ir a uno.
[...]
Después de andar un buen rato llegamos a un sitio donde mi ropa era, sin exagerar, la más larga.
- Em, ¿qué es este sitio?- pregunté algo impactada.
Me esperaba algo más corriente, como se notaba que hacía tiempo, que mis encargos no habían echo falta la estancia en estos locales.
- Es un club nocturno, básicamente, la joya de Los Angeles. ¿Nunca has oído hablar del Lux?
- No, nunca.- estaba sorprendida ya que solía conocer todos los sitios que me comentasen.- ¿cuánto tiempo lleva abierto?
- Ni idea, solo que hace 5 años cambió de dueño. Llevo viniendo desde los 16 años.
- ¿Dejan entrar a menores?
- No, solo si llevan un carnet falso.- hizo una pausa y me cogió del brazo.-bueno, vayamos ya.- las dos nos paramos sin más en la puerta donde había un hombre.
- ¿Carnets?- el rostro del vigilante de la puerta, cambió a una enorme sorpresa.- Hola, Maddie.- dijo el hombre extendiendo la mano.
Saqué mi carnet al igual que Maddie y le contestó:
- Hola, Matt. ¿Qué tal se porta el jefe?
- Bien.- se rió.
- ¿Sabes si está dentro?- le preguntó.
- Supongo, siempre está.- le añadió.
- Pues entremos.- concluyó Maddie.
- ¿Quién es tu amiga?
- Me llamo Adela.- le dije.
Como era un nombre falso en realidad me daba igual decirlo, aquí, era una persona nueva.
- Encantado, Adela.
- Igualmente.- concluí yo mientras me adentraba en el local.
Al pasar simplemente por el umbral de la puerta, pude notar un olor a alcohol y drogas. La música estaba ligeramente elevada, aunque eso me encantaba. Después de todo, siempre he sido una adolescente por dentro. Cuando salí de mis pensamientos, pude ver a Maddie indicándome con el brazo que bajásemos, ya que cerca de mi se encontraban unas escaleras.
Tras bajarlas, las dos llegamos a una zona de bar donde había una barra. Entonces, me senté en un taburete y me gritó Maddie:
- Ahí hay un chico que me está mirando.
- Pues a disfrutar que la noche es joven - le dije.- ya nos veremos mañana en la uni.
- Claro.... gracias, adiós.- comenzó a marcharse en dirección al chico.
Yo me quedé en la barra, en la cual, había tras ella una camarera. Así que le pregunté:
- Por favor, ¿podrías ponerme un Martini?
- No eres de por aquí, ¿verdad?- me dijo la chica morena que se encontraba separada de mi por la extensa barra.
- No, soy de Italia.
- ¿Así que italiana? Por eso el gusto de los Martinis.
- Puede ser.- me reí.- por cierto, soy Adela. Encantada.
- Yo soy Maze.- dijo estrechándome la mano.
- Bueno...voy a darme una vuelta.- me levanté de la silla con el Martini en la mano.- encanta de conocerte.- concluí.
- Igualmente, humana.
En ese momento, me quedé desconcertada. ¿¡Me había llamado humana!? Pero, la verdad no sabía si me estaba volviendo paranoica, debido a lo que había pasado hoy. Yo preferí no pensar en nada esta noche, así que me puse a bailar en medio de la pista. También comencé a beber.
De repente, comenzaba a ver las paredes moverse, y tenía un dolor de cabeza que iba en aumento. Sin más, todo comenzó a darme vueltas, y me entraron unas incesables ganas de vomitar que no disminuían.¿Como era posible? Para mi el alcohol o las drogas eran como una ligera emoción, no tenían efecto alguno sobre mi. Era incierto que me pusiese encontrar en ese estado.
Lo mejor que podía hacer en ese instante, era salir de allí para no ir a peor. Así que, empecé a apartar a la gente que había delante de mi, para alejarme lo máximo posible del lugar.
Cada vez me encontraba peor, no sabía que iba a pasar conmigo si no conseguía llegar a casa.
Al estar tan dentro de mis pensamientos y no poder salir de ellos, acabé topándome con alguien y la copa que seguía llevando en mi mano se derramó sobre esa persona y calló al suelo haciéndose en el acto, añicos.
- Lo siento.- dije balanceándome para los lados.
Tras esa acción, miré hacia arriba y como pude, logré identificar a la persona, ¡era el consejero civil! a quien menos me imaginaba encontrarme allí.
- Tú eres el consejero civil.- susurré con las fuerzas que me quedaban llegando a agarrarme a él para no caerme al suelo.
Sin más, noté como la cabeza me daba un vuelco, y comencé a ver manchas grises en los ojos. Al final, lo terminé viendo todo negro.
[...]
Volví a abrir los ojos. No sabía dónde estaba, que había pasado... mi cabeza seguía dándome vueltas, pero me incorporé como pude, ya que no sabía cómo, había acabado acostada en un sofá. Entonces, le vi. Me miraba profundamente. Con sus ojos oscuros, su pelo moreno y esa expresión que tan petrificada me dejaba. Llevaba una americana ceñida que permitía que me fijase en sus músculos bien definidos. Una camisa blanca, la cual, le quedaba como anillo al dedo. Y unos pantalones de pinza negros, acompañados de unos mocasines negros.
- oh, por fin estás despierta.- dijo con una pícara sonrisa.
- Ay, mi cabeza.- comenté mientras me sentaba bien en el sofá y miraba por la ventana... por suerte, todavía era de noche.
- Huy, la resaca no es muy buena.- él me dio un vaso de agua con una pastilla.
- ¿Qué es?- le pregunté por la pastilla.
- Es una aspirina, por la resaca.- me respondió, y tras pensármelo mucho y saber que trabajaba para la policía, lo cual me dio seguridad, me la tomé.
Sin más dilación, le miré con una enorme, aunque tímida sonrisa.
- Me veía yéndome sola por las calles... para que me hubieran secuestrado o violado.- hice una pausa.- Gracias, de verdad.- le miré firmemente a esos hermosos ojos oscuros que tanto me atraían.
Él se unió a mi mirada y le dije:
- por cierto, he dormido en tu casa y ni me he presentado. Soy...
- Cierto, aunque bueno, yo soy Lucifer Morningstar.- puso un tono de voz muy sensual.
En ese momento, comencé a temblar desmesuradamente y se me cayó el vaso al suelo.
- pe-perdona... no me encuentro bien.- estaba en shock, y mis temblores cada vez me hacían encontrarme peor. Hasta que me comenzaron a entrar jaquecas, esto si podía ir a peor.
Era imposible, me estaba volviendo paranoica. Seguro que era un seudónimo, ¡claro! Eso debía ser. ¿¡Cómo iba a estar el diablo en Los Angeles!? ¡No tenía ningún sentido! ¡Mi obsesión me iba a acabar matando!
- Lucifer, me estoy mareando.- le comenté mientras me ponía en pie para recoger el vaso.
Él se acercó a mi y me cogió en brazos:
- ¿Quieres que llame a una ambulancia?
- No te preocupes, se me pasará.- noté como mi corazón dio un vuelco cuando me cogió, sin más, esos dichosos puntos grises comenzaron a aparecer en mi campo de visión, ¡Dios, me iba a volver a desmayar!
Hasta que mi predicción se volvió a cumplir y acabé desmayándome.
[...]
No sabía cuánto tiempo había pasado, sentía como mi noción de tiempo se había perdido. Entonces, abrí mis ojos y desperté. Esta vez, notaba algo rodeando todo mi cuerpo. Eso me dio una tremenda sensación de inseguridad, y mi mirada se fue hacia mi cuerpo. ¡Estaba en una cama! Levanté la sabana y un escalofrío junto con un dolor al pecho me inundaron de pies a cabeza. ¡Estaba en ropa interior! No sabía cómo reaccionar, ¿¡qué había sucedido mientras estaba inconsciente!? Entonces, miré por el enorme ventanal y ya había salido el sol, con ello, era un nuevo día.
- ¿Lucifer?- dije mientras me incorporaba. De repente, escuché unos pasos y seguidamente él apareció en bata. La expresión de mi cara estaba envuelta en todas las preguntas e incertidumbres que me surgían.
- No hemos hecho nada, universitaria. Si es lo que piensas.- no dejaba de esbozar esa sonrisa que tanto me perturbaba.
- ¿Dónde está mi ropa?- le pregunté mientras miraba por toda la sala y no la veía.
Él desapareció al instante de hacerle la pregunta. Cuando volvió a aparecer traía de vuelta el vestido y los tacones en sus manos.
- Estabas sudando y pensé que era mejor quitarte la ropa para que tu temperatura corporal bajase.
- Claro...- le dije mientras rodaba los ojos.
- ¿Te pasa algo conmigo?- me preguntó iluso.
- No, no te preocupes.- dije mientras me ponía ahí delante mi ropa.
Entonces, me fijé en que, no dejaba de quitarme la vista de encima y de observarme consecutivamente de arriba a abajo. Con ello, un sonrojo comenzó a brotar de mis mejillas. Hasta que comencé a darle vueltas a la cabeza, algo que siempre hacía y creo que nunca podría dejar de hacer.
- Lucifer... siento haber sido tan borde con lo bien que te has portado conmigo. Por cierto, me llamo... Ady.- ¡le había dicho que me llamaba Ady! Ese era mi verdadero nombre, bueno, mi apodo, pero la cosa era que se lo había contado. Nunca se lo había podido decir a nadie, ¿por qué se lo había dicho justamente a él?
- Encantada, Ady. Bueno, universitaria.- puso otra vez esa sonrisa tan granuja.
- Si, soy yo. La chica de la mañana pasada. La italiana de Erasmus.
- Para mí serás, la universitaria.
En ese momento caí en algo muy importante.
- ¡La universidad!- grité llevándome las manos a la cabeza.
- ¿Qué te pasa?
- ¡¿Qué hora es!?- le dije estallando en nervios.
- Las diez menos cinco.- añadió tras mirar su móvil.
- ¡Dios santo!
- Oh, no metas a mi padre en esto.- se notaba que le había sentado mal a Lucifer la aclaración.
¿Su padre? ¿Dios? ¿De verdad era el diablo al que tanto había odiado y buscado toda mi vida? ¿Sería él de quién hablaban los ancianos? Tenía que estar segura para no armar un espectáculo. Antes de disparar debía preguntar, aunque yo prefería saltar directamente a la acción. Pero, esta vez, debía ser paciente, una virtud; que la verdad, no tenía.
- ¡Tengo que irme corriendo a la uni!
- ¿Quieres que te acerque?- me dijo Lucifer con las llaves de su coche en la mano mientras arqueaba una ceja.
- ¡Muchas gracias! En serio, si pudieras hacerlo sería un estrés menos.- le esbocé una sonrisa.
- Un segundo.- él se metió por una puerta, y lo perdí de vista.
Yo salí de su cuarto y me quedé en el salón. Como no tenía otra cosa que hacer, me puse a dar vueltas.
Lucifer tenía un montón de decoración antigua.
Entonces, me acerqué a una sala, por la cual, se accedía a través de una cristalera. Al hacerlo, pude ver que algunos libros estaban en latín... ¿en latín? ¿De verdad podría ser el diablo?
- ¿Te gusta leer?- escuché una voz detrás de mi.
Me giré al instante de escuchar la voz y vi a Lucifer, quien se estaba abrochando un botón de la camisa.
- si, ¿entiendes latín?- le pregunté.
- Si, el diablo entiende todos los idiomas.
- ¿En serio eres el diablo?- dije mirándole profundamente con mis ojos. Cuando hacia eso, la gente solía contarme la verdad.
- Si, pero, ¿a qué tú no me crees?
- Yo no he dicho eso. Yo soy realista, cuando me lo demuestres, te creeré.
- ¿Y si te lo demuestro?- él se acercó a mi, y apoyó su brazo sobre los libros estando a escasos centímetros míos, y dejándome por ello acorralada.
- Sabes que...- conseguí ver una escapatoria, y por ello, di una vuelta hasta llegar a estar en frente del ascensor.- si me lo demuestras, tendrás ganada toda mi confianza.- concluí seriamente.
- Pues tenemos un trato.
- Claro, no lo dudes.
Los dos nos subimos juntos al ascensor. Ninguno decía palabra alguna. Se podía notar el silencio incómodo que nos rodeada. Al salir del Lux, aparecimos en el parking, donde se hallaba su coche.
- ¿Tienes un Corvette negro?- le pregunté asombrada.
- ¿Entiendes de coches?- me preguntó sorprendido.
- pues claro, he tenido muchos años para aprender.- le seguí hasta ponernos al lado del coche.
Él se puso unas gafas del sol y me miró bajándoselas un poco.
- Pero si no tienes más de veinte años.
- Pero, son veinte años bien aprovechados.- le expliqué riéndome.
No sabía porque, me sentía tan tranquila cerca de él y unos retortijones que se metían dentro de mi barriga hacían que me riese.
Entonces, los dos nos subimos al coche.
- Que cómodo es tu coche.- le dije.
- Pues podríamos hacer algo en él.- se puso a arquear las cejas.
Yo no pude evitar rodar los ojos y reírme.
- Sigue soñando pequeño diablo.
- Pequeño diablo... yo no tengo nada pequeño, preciosa.- concluyó mientras arrancaba el coche.
Yo me quedé impactada pero a la vez me reí. ¿Por qué sentía que era diferente a los demás? ¿De verdad era el diablo? Lucifer Morningstar...¿qué escondías?
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