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Capítulo 18

HOLIWIS, SUPERNATURALERS❣️
SIENTO NO HABER PUBLICADO PERO ES QUE LOS ESTUDIOS ME TIENEN MUY OCUPADA, POR LO CUAL, NO PUEDO PONER UNA FECHA FIJA PARA PUBLICAR. PERO, INTENTARÉ PUBLICAR LA SEMANA QUE VIENE; MÁXIMO DOS SEMANAS SERÁ PARA PUBLICAR CADA CAPÍTULO. PERO, VOLVERÉ A ESTAR MÁS ACTIVA EN WATTPAD.
MUCHÍSIMOS SALUDOS Y DISCULPAD LAS MOLESTIAS❤️
Cuando se abrieron las puertas, vi a lo lejos a Lucifer en la terraza y seguramente se encontraba fumando ya que su alrededor estaba recubierto por un humo que se alejaba en la dirección que soplaba el viento. Lo que me podía indicar que él también estaba nervioso...
Me adentré en la casa y dije con una dulce y temblorosa voz:
- ¿Lucifer?

Él se dio la vuelta y con su picara sonrisa mientras tiraba el cigarro al suelo y lo pisaba, añadió:
- Hola, diablilla. Pensaba que no ibas a venir.
- Nunca te dejaría tirado.- decidí acercarme hacia él, aunque la aceleración de mi corazón no parecía disminuir, sino que esta, iba en aumento.
- Me encanta como vas, estás más radiante que nunca sobre todo con ese color rojo que tanto me gusta.- concluyó besándome la mano.
- Adoro los encantos del diablo.
- Pues entonces soy tu hombre.- argumentó con una pícara sonrisa que consiguió desconcentrarme.
- Por cierto...-dije para cambiar la conversación porque sino iba a conseguir que acabara en sus labios.- he traído tu chaqueta de Praga, limpia.
Se la entregué y le conseguí sacar una sonrisa de la boca.
- Gracias, diablilla.- añadió mientras se adentra en su cuarto.- por cierto, tengo una sorpresa para ti.
- ¿Ah si?- le cuestioné dando vueltas mientras observaba su salón.
- Si, para que estemos empatados, o bueno uno a tres.- hizo una pausa.- Creo haberte dado una pista.
"¿Empatados?"
Cuando dijo eso caí en la cuenta.
- ¡Lucifer!- añadí nerviosísima.
De repente salió y me argumentó:
- ¿Qué te parece? Este físico es único. No me digas que ahora mismo no te acostarías conmigo.
Yo no podía quitar la vista de él, estaba totalmente atontada. Ya lo estaba antes, y ahora ¡tenerlo desnudo delante de mi cara! No solucionaba las cosas, ahora estaba más obsesionada por él. Se encontraba completamente desnudo, y solo quería apartar la mirada y taparme los ojos pero no podía. No dejaba de mirarle de arriba a abajo. Hasta que por un instante de cordura, decidí darme la vuelta, porque estaba a punto de quedar en completo ridículo con mi cara más roja que mi vestido.
Cuando miré al sofá vi un albornoz negro y se lo lancé.
- Lu-Lucifer, tápate.- le dije.
Él sujeto el albornoz y dio una vuelta completa antes de ponérselo. Yo no tenía palabras por lo que había visto en su espalda.
- Si quieres que me lo ponga te perderás este cuerpo.- añadió con su cara de granuja.
- Espera...- estaba un poco aterrorizada por lo que había visto.
- Sabía que no podía resistirte a este cuerpo.
Le giré hacia mi, y vi su espalda. No podía creérmelo. ¿Tan adentro del personaje se había metido? ¿Y como sabía que el diablo se había cortado las alas? En su espalda tenía una cicatriz en forma de "V" invertida. Pero, solo sería una coincidencia pero...

- Lucifer, ¿cómo te has hecho la cicatriz de tu espalda?
- Oh, eso... pues fue mi padre.
Yo me quedé atónita, no tenía palabras para expresarme.
- ¿De verdad te ha hecho eso tu padre?
- En realidad no fue él, le pedí a Maze que me las cortara cuando llegué a la Tierra.
No podía expresarme, básicamente, estaba paralizada.
"no...no podía ser verdad."
- ¿Qué te cortó exactamente?- le cuestioné tartamudeando.
- Mis alas de arcángel.- respondió sin ningún rodeo.
- ¿T-Tus plumas son blancas?
- Si, como las de todos los arcángeles.- contestó con una risilla que le salía por las comisuras de sus labios.
Yo no paraba de deleitar aquellas cicatrices que tan absuelta me habían dejado.
Entonces, me decidí por posar mi dedo sobre la cicatriz. Porque si por lo menos era un ángel caído vería algo de su vida a través de las cicatrices. Así que lo hice, y un calambre recorrió mi cuerpo.
Seguidamente, vi como Maze con la cara medio desfigurada le cortaba las alas, y hasta yo podía sentir su sufrimiento.
- No, por favor...- dijo Lucifer quitando rápidamente mi mano de sus cicatrices. Su tono nunca lo había escuchado tan preocupado y quebradizo.

Se me estaba partiendo el alma.
"Creo que no han sido ni unos segundos, más bien décimas, pero esto quiere decir que él tiene más papeletas para ser el verdadero diablo pero... No puede ser verdad...no puedo aceptar que aquello sea verdad. Que él es el verdadero diablo. ¡Jamás le haría daño! No...no..."
- ¿Estás bien diablilla?- preguntó preocupado.
En ese momento recapacité. ¿De verdad iba a estar así con Lucifer cada vez que pensase que era el diablo?
"¡no!"
Eso se había acabado. Ahora iba a velar por mi felicidad y mi corazón, y ellos decían que fuese quien fuese Lucifer; lo amaba y debía estar con él.
- ¿Sabes qué?- le dije pasando de todo.- hoy he venido para estar contigo y para pedirte perdón por como me comporté contigo. Así que pasémoslo bien.
- Uy, Ady. Hoy estás más feliz que otras veces.- su cara siempre reflejaba una enorme sonrisa.
- Llámame diablilla. Adoro que lo hagas.- le respondí acercándome a él.
- Sabía que no podías resistirte a mis encantos.- se acercó aún más.
- En realidad no es eso. Es que eres mi mejor amigo así que quiero que me llames de una manera especial con la que tú y yo conectemos.
- Ya conectamos sin siquiera motes. ¿A que lo sientes?- ya podía sentir su aliento en mi cara haciendo que mi corazón se revolucionase- Y, ¿desde cuando somos mejores amigos?
- Desde que eres en quien más confío para cualquier cosa.
Estábamos a punto de besarnos, podía notar como nuestros labios ya se estaban rozando; cuando por alguna absurda razón, dijo con la voz nerviosa y quebrada:
- V-voy a cambiarme.
Corriendo dio un brinco y se metió en su cuarto.
En ese momento suspiré, ¿por qué ninguno nos atrevíamos a dar ese paso?
Así que me limité a suspirar, y seguidamente me crucé de brazos bastante frustrada. Me giré y no pude evitar dar un salto de la impresión. ¡Había un hombre!
Me puse a abrir mi bolso, y me coloqué el puño americano en mi mano sin llegarla a sacar del bolso.
- ¿Quién eres?- le cuestioné seria.

- Oh, perdona.- dijo avanzando entre las sombras con una sonrisa.- siento haberte asustado, soy Amenadiel.
- Em, sigo sin saber quién eres.- me crucé de brazos.
- Perdona, es que he subido sin hacer ruido. Soy el hermano de Lucifer.
¿Cómo podía ser su hermano? A no ser que fuera adoptado... pero si creyese que Lucifer es el diablo, eso querría decir que él es un angel.
- encantada, soy Adela.- dije quitándome el puño de la mano y extendiéndosela.
- Encantado de conocerte, por cierto, ¿de qué conoces a Lucifer?
- Resulta que me ayudó en mi peor momento.
- ¿Hiciste un trato con él?
- No.- añadí tajante.- cuando estaba borracha me ayudó y gracias a él no me pasó nada.
- Me asombra que mi hermano haya hecho algo bueno...
- ¿Tan raro es en él?
- No te lo podrías ni imaginar.
De repente, escuché unos pasos acercarse.
- ¿Qué dices diablilla?- oí la voz de Lucifer cada vez más cerca.
Sin más, me giré y le vi abrochándose los botones de una chaqueta azul marino.
- Amenadiel...- el tono de voz se volvió más grave e intenso.
- Hola, hermano.- le dijo Amenadiel.
- ¿Qué haces aquí?- preguntó algo molesto.
- Venía a hablar contigo.- se cruzó de brazos.
- Amenadiel, te dije que no. Y no volveré a interpretar un papel en la obra de padre.- rodó los ojos.
Él se puso a mi lado. Yo le miré fijamente, y pude ver un síntoma de sufrimiento en su rostro que hacía mi alma pedazos.
- Lucifer...- dije yo para romper el silencio infernal que se había formado, y él clavó sus ojos en los míos.- no me gusta meterme en temas que no me conviene, pero ¿por qué te tienes que enfadar con tu hermano?- dije algo extrañada porque era imposible que fuesen hermanos.
- Soy adoptado.- añadió Amenadiel.
- A ver, el di...- Lucifer me besó en la mejilla, y yo me quedé impactada, y creo que Amenadiel también por lo cual no pude articular palabra que en el fondo, sentí que era lo que iba buscando.
- Hermano, mañana hablaremos.- dijo Amenadiel antes de montarse en el ascensor.
- No tengo nada que hablar.- concluyó Lucifer en un tono muy serio.
Cuando Amenadiel desapareció, Lucifer ofuscado abrió una botella de vino y se sirvió un trago.
Yo me volví a cruzar de brazos y tenía la mirada perdida en él.
Cuando se percató de que le miraba me dijo:
- Perdona, diablilla. No te he servido una copa.
Había cambiado totalmente de conversación. Pero yo seguía confusa y quería aclarar mis dudas. Así que me acerqué a la barra que era dónde estaba, y finalmente me senté un una silla.
- Aquí tienes.- Lucifer me ofreció la copa.
- Muchas gracias, Lucifer.- le dije con una tierna sonrisa.
- Si te apetece, podemos salir a la terraza.
- Me encantaría.- le respondí con una fina risilla.
Él salió de detrás de la barra y puso su brazo para que me agarrase, y así que lo hice.
Los dos juntos avanzamos hacia la terraza, y cuando llegamos nos pusimos a beber mientras observamos las hermosas vistas que había desde allí.
- Ady...- dijo con un tono profundo que resonó desde los oídos hasta recorrer todo mi cuerpo.
- Di-dime, Lucifer.- la verdad no podía esconder mis mejillas teñidas en rojo.
- ¿Qué te dijo mi hermano cuando yo estaba en el cuarto?
- Oh, solo nos presentamos.- hice una tenue pausa.- por cierto, ¿a que ha venido lo del beso?

- Solo ha sido para que no hablaras.
- ¿Tú "hermano" no sabe que eres el diablo?- dije extrañada.
- No es eso, prefiero no hablar del tema.- argumentó mientras le daba un sorbo a la copa.
- Lucifer, en serio si me necesitas para algo. De verdad, cuenta conmigo para lo que sea.
- ¿Para lo que sea?- cuestionó cambiando de conversación y poniendo la faceta pícara de siempre.
- Lucifer...- añadí decaída porque no podía tomarse nada en serio.
Entonces, me adentré en el salón y me senté en el sofá.
- ¿Qué pasa diablilla? ¿Esta noche tampoco te acuestas conmigo?- él se sentó a mi lado.
- No, siempre tienes la misma frase en la boca.- le dije algo molesta.
- Porque es lo que quiero hacer.- platicó  poniéndose travieso.- ¿por qué eres la única chica con la que he estado tanto tiempo y no te quieres acostar conmigo?
- Porque no soy de esas que van a por un triste polvo, yo necesito estar enamorada.- me levanté del sofá y comencé a fantasear despierta.- sentir que puedo fiar en esa persona, y si se encuentra en peligro dar mi vida por él y estar unidos pase lo que pase.- cuando paré de dar vueltas, tenía a Lucifer pegado a mi.
- Vaya, no sabía que fueses de esas personas...
- ¿De las que se enamoran fácilmente?- le indiqué.
- No, de las que tienen un corazón tan puro.- se acercó lentamente a mi.
Al escuchar eso, le miré a los ojos y puse mi mano en su mejilla. Solo entonces, pude ver un Lucifer distinto al que había conocido. Su rostro reflejaba un dulce anhelo; al igual que yo.
- Creo saber porque mi padre te creó sin poder afectarte mis poderes.
- ¿Cómo?
- Tú corazón no tiene trapos sucios, eres de las pocas humanas que no piensa solo en sexo.- en ese momento se acercó a mi oído.- y no sé porque, pero siento que me gusta.
Yo me quedé patidifusa. Tenía unas irremediables ganas de llorar, ya que el decía que no tenía trapos sucios y que era pura, cuando en lo único que había dicho la verdad era en mi nombre.
"Lo único que hago es hacerme más daño... cuanto más me acerco a él más me lastimo. Pero, realmente me siento así por lo que realmente le estoy haciendo; mentirle."
- Ady, ¿estás bien?- sus labios parecían temblar- Que te parece si cenamos.
Consiguió sacarme una sonrisa.
- ¿Sabes cocinar?
- Si cuenta como ello... pedir comida a un restaurante italiano.- Se rió.
- Me gusta tu rollo.- le respondí riéndome.- aunque... algún día me gustaría que cocinases conmigo; en mi casa.- inconscientemente, le estaba diciendo que quería quedar más con él.
"Ojalá entienda lo que le estoy diciendo."
- Perfecto, voy a por ella y vuelvo.- dijo mientras le pulsaba al botón.
Pero, antes de darle; me miró y me platicó:
- Y por supuesto que volveremos a quedar, y ten por hecho que cocinaremos juntos. El diablo tiene técnicas ocultos...
- No dudes en que acabaré descubriéndolas.
- Lo sé, a ti nunca se te escapa nada.- su sonrisa pareció desvanecerse en una expresión dolorida.

"¿Por qué se ha puesto así Lucifer?
Al instante se abrió el ascensor y él se metió en él.
Yo me quedé allí, en su casa, sola. Podía hacer lo que quisiese. Sobre todo descubrir que era el diablo. Pero, algo me lo impedía. No podía traicionar su confianza.
"Bueno... observar sin llegar a tocar nada, no le hace daño a nadie."
Me puse a mirar lo primero de todo; las paredes. Tenían inscripciones en sumerio, una antigua lengua muerta.
Seguidamente, me adentré en su biblioteca o despacho, que parecía no utilizar. No sabia que podía encontrar o si tan siquiera había cámaras de seguridad para espiarme. De repente, Antea de que pudiese hacer nada, sonó el ascensor.
Así que dije en voz alta mientras salía del despacho:
- oh, Lucifer. Que rápido has venido.
Cuando salí vi a una chica, la cual, me sonaba de algo.
Al verla bien, pude deducir de quién se trataba. Era la chica que se había ofuscado Lucifer me llamó diablilla por primera vez.
- ¿Qué haces aquí?- me preguntó mientras toqueteaba la botella de vino que había abierto Lucifer.
- ¿No es obvio?.- le indiqué.- he quedado con Lucifer.
- No creo que te prefiera a ti antes que a mi. Yo soy mejor en la cama que tú.- Se chuleó.
- ¿Y qué? ¿Crees en serio que ser su zorra es mejor?- hice una pausa para mirar la cara de odio que estaba pidiendo-  pues estas muy perdida en la vida.
- ¿¡Cómo te atreves a hablarme así!?- se acercó corriendo a mi.
Entonces, en un acto de defenderme saqué los puños americanos y le aticé en la cara.
En ese momento, ella cayó al suelo aterrorizada, y con la cara destrozada.
Acto seguido, mis ojos se iluminaron en rojo vivo escarlata.
- ¿Sabes lo que pasará si te vuelves a meter conmigo?- le cuestioné encolerizada.
- ¡aléjate de mi!- gritaba muerta de miedo.
Cuando volví en mi, me miré en las ventanas que daban al despacho de Lucifer y me di cuenta de que me había comenzado a desatar. Así que, guardé a toda prisa mis puños y me acerqué a ella haciendo que me mirase bien mis ojos, los cuales, estaban incandescentes.
- No recordaras haber visto nada, sólo que cuando entraste discutimos y como estabas furiosa, viniste hacia mi y te torciste el pie; lo que hizo que te dieras contra la barra del bar de Lucifer.
- No recordaré nada.- dijo como si estuviera hipnotizada, aunque en realidad lo estaba.
La coloqué en un ángulo que pareciera coherente la historia, y cuando se despertó me dijo:
- ¿Cómo has podido dejar que me diese contra la barra?
- Porque te has metido conmigo.
- ¡Serás puta!- me dijo mientras se levanta.
- Yo seré puta, pero tú eres una zorra que tiene la cara destrozada.- dije fingiendo encender el móvil para echarle una foto.
Ella simplemente se limitó a gritar de horror.
- ¡Es por tu culpa, niña!
- Vale, cuéntale a alguien que subiste a la habitación de un hombre que te saca unos cuantos años para acostarte con él, mientras estabas colocada, porque... no me creo que no lo estés viniendo del Lux. Y, por si fuera poco que se creyeses por culpa una rabieta que has cogido mientras incriminas a una joven inocente por algo que no tiene que ver. ¿Contenta?- le indiqué revelándome.

Ella se ofuscó, y pulsó el botón del ascensor. Cuando se abrió, entró Lucifer y salió la chica.
La morena me miró con mala cara y le dijo a Lucifer:
- Quédate con tu puta.- resopló.
Al instante se cerró el ascensor y me dijo riéndose:
- ¿Qué le has hecho?
- Yo nada, ha venido acusando y el karma...- vamos, yo.- le ha hecho estamparse contra la mesa.
- Me gusta tu rollo, diablilla.
- Y a mi cuando usas mis palabras en mi contra, o más bien en mi beneficio.
Él se dirigió a una mesa que se encontraba en la terraza.
Puso La Bolsa y unas copas de vino.
- ¿Quieres que te ayude?- le dije mientras estaba allí parada como un pasmarote.
- No, tú eres la invitada y yo el anfitrión. Lo menos que puedo hacer es poner la mesa.
"Que caballero es Lucifer cuando quiere."
Aunque pareciese el típico mujeriego, egoísta, narcisista... no todo el mundo es lo que aparenta.
- Ya está...- añadió mientras encendía unas velas.
- ¿No crees que es todo demasiado romántico?- le pregunté con una risilla.
"Dios, algún día tendría que ahogarme con mi lengua para no poder decir las tonterías que se me escapan"
- Ese es el lado mío que todavía no has descubierto.- argumentó con esa pícara cara.
Entonces, él sacó de La Bolsa unas cajas de plástico con espaguetis boloñesa; después de eso, trajo unos platos y los echó en ellos.
- Bueno... espero que te guste la boloñesa. Realmente no se que te puede gustar, así que... he elegido lo que normalmente les gusta a los humanos.
Yo puse mi mano sobre la suya.
- Es perfecto, Lucifer. Me encantan.- le sonreí y el me devolvió la sonrisa.
Mientras los dos estábamos comiendo, nos mirábamos con esas chispas en los ojos que hacían que todo se envolviera en una romántica atmósfera.
- Diablilla, se me ha olvidado traer el vino a la mesa.- dijo con la voz temblorosa, cosa que hacía que mi temperatura corporal se elevara  más de lo que estaba.
- Da igual, el vino no es lo más necesario en este momento.- le respondí acercándome más a él.
- Si, es una estupidez el vino.- añadió él mientras se acercaba y podía sentir hasta su aliento.
Mi corazón estaba aumentando las pulsaciones. No podía creerme que estuviese en esa situación, a punto de acabar sobre sus labios. Mientras que yo me acercaba aún más, podía sentir el calor que desprendía. Él se sentía al igual que yo... anhelando el momento.
Sin más, seguido de un suspiro pesado, por no decir un jadeo añadió Lucifer:
- tengo miedo...
- ¿de qué?- le pregunté aguantando la respiración entrecortada.
- De que después de esto comience a anhelar el cielo.
- ¿Por qué tendrías que anhelar el cielo?
- Porque si mueres... tú irías al cielo y yo sucumbiría al infierno.
- ¿tienes miedo de perderme sin ni siquiera haberme besado?
- Si, porque eres la fruta prohibida que sabe a pecado y el probarte puede hacer todo cambie.
- Lucifer, los sentimientos no cambian solo se intensifican.
- Ahora necesito besarte, diablilla.- dijo mientras estaba rozando mis labios.
- Pues hazlo, y deja de huir de ello.

...

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