Capítulo 17
La cinta comenzó a reproducirse. Sin más, en la escena se podía ver a Lena completamente desnuda, amarrada a cada una de sus extremidades y con todo el cuerpo lleno de profundas heridas en su clara piel. Sin más, una voz distorsionada comenzó a resonar:
- Dime dónde está Adifa Caelesti.- le ordenó quien quiera que fuese esa persona.
- ¿quién es Adifa Caelesti? No conozco a nadie que se llame así.- decía llorando.
- ¡Deja de protegerla! Si no respondes por las buenas, será por las malas.
- ¡¿qué?!- Se podía ver el sufrimiento en los ojos de Lena.
En ese instante, apareció la boca de fuego de una lanzallamas. Y una de las llamas pertenecientes a ese artefacto, acabó en colisión con la piel de Lena, entonces, ella no paró de retorcerse de dolor.
No podía soportar ver eso. Nunca había tenido este sentimiento de remordimientos, y culpabilidad. Solo había oído hablar de él, pero... ¿Por qué lo sentía ahora? En toda mi vida me había sentido culpable por algo, pero ahora... algo había cambiado dentro de mi, por fin me daba cuenta.
- Dime quién más conoce a Adifa Caelesti.
- Sigo sin saber quién es.- le respondió sin dejar de estallar en unas dolorosas lágrimas que se clavaban dentro de mi.
- Ah, claro... puede que te suene más por el nombre de Adela Johnson.- hizo una pausa.- ¿verdad?
- ¡¿qué?!- si tono sonaba incrédulo.- Ella si se quién es.
- Dime que gente la conoce.- le obligó a contárselo.
- ¿si lo hago podrás liberarme y dejarme marchar?
- Claro, mortal... pero no tengo todo el día.
- Se junta con Maddie, otra compañera nuestra de la universidad; también, con Adam. Pero, sobre todo con Lucifer Morningstar.
- ¿quién es ese Lucifer?- preguntó esta voz.
- El jefe de un club nocturno llamado "Lux".
- Necesito saber más cosas sobre... Adela. ¡Indaga más! No solo sus amistades.
- Vino de intercambio desde Europa... pero... ¿eso en que me involucra? Por favor, déjame irme. No sabía ni quién era, no tengo culpa de nada.- su voz era bastante dolorida.
- Ella te ha engañado, aunque realmente, os ha engañado a todos y ella es culpable; de que ahora vayas a morir.
- ¡No, por favor!- gritó desgarradoramente.
- Chao, niña.
De repente, las cuerdas comenzaron a emitir unos rayos haciendo que se friera viva.
Ella no dejaba de gritar mientras la quemaban viva.
Ese dolor... se clavaba en mi alma, y lo que más me resultaba difícil de aceptar era que todo eso había sido por mi culpa.
- Lo siento, no puedo seguir viendo esto.- dije mientras me levantaba temblorosa del sofá.
Rápidamente, antes de que Morta reaccionase, subí a mi cuarto.
Estando dentro, cerré la puerta y me lancé sobre la cama. Entonces, cogí la almohada y me puse a ahogar mis gritos de dolor sobre ella.
¡Estaba harta! No podía más... ya que, por mi culpa estaba muriendo gente ¡inocente!
Yo sinceramente, nunca había querido esta vida. Me resultaba terriblemente doloroso ver como todo el mundo se iba mientras yo me quedaba aquí.
Observar la muerte de Lena me había abierto los ojos.
Realmente, nunca me había importado eso. Pero ahora, ¿puede que hubiese cambiado? El haber estado en contacto con demasiada humanidad... ¿o simplemente he sido siempre así y nunca me he atrevido a aceptar lo que sentía?
Sin más, un golpe en la puerta me hizo salir completamente de mis pensamientos y dejar mi mente en blanco.
Incremente mi velocidad y en una décima de segundo me coloqué al lado de la puerta para aplacar al quien quiera que fuese la persona que se encontraba tras la puerta.
Con los sentimientos a flor de piel, esta, comenzó a abrirse, cogí al objetivo de la camiseta y en ese instante, mis ojos se incendiaron al igual que mis manos. Al mirar quién era, mis poderes se cesaron por completo.
Sus ojos se encendieron en lila, y sin más, chasqueó sus dedos y el fuego que se encontraba en su camiseta se esfumó.
- ¿cómo es posible? ¿Cómo lo has hecho? - me preguntó Morta asombrada.
- ¿el qué?- le respondí intrigada, pero sospechando a lo que se refería.
- Tus poderes se vuelven más fuertes cuando estás enfadada.- me indicó.
- Eso... antes no pasaba.- añadí.- solo me sucede desde que llegué a Los Angeles. Antes, era cuando yo quería.
- ¿Y si... tus poderes sólo se están adaptando a otra etapa?
- ¿cómo sería eso posible?- le cuestioné mientras me sentaba en la cama.
- Es sencillo.- Se puso a gesticular con las manos.- tú experimentas cambios, y como consecuencia tus poderes también lo sufren.
- pero... ¿el ser mortal también puede venir influenciado por estos cambios?
- eso todavía no puedo explicarlo, nunca antes había sucedido tal cosa.- explicó.- Por lo que he podido observar mientras te estudiaba estos días.- no dejaba de mirarse las uñas.- cuando amplificas tus sentimientos, tiendes a amplificar tus poderes. Por eso, puede que te saliesen las alas. Al amplificarse un sentimiento como nunca. Pero... ¿qué fue lo que se despertó dentro de ti aquella noche?- me miró alzando una ceja.
- ¡Nada!- añadí tajante mientras ocultaba mi cara completamente roja.
- Pues tu expresión no dice lo mismo.
- Vale, podemos dejar el tema...- concluí y cambié de tema.- pero, tienes toda la razón en cuanto a lo que me puede estar pasando.
Ahora, todo empezaba a cuadrar. Comencé a sentir unos terribles celos cuando estaba a punto de besarme con Lucifer y apareció ella atrayendo toda la atención de Lucifer.
Puede que... mi humanidad me esté afectando.
- Hey... Adifa.- me di cuenta de que Morta estaba moviendo su mano delante de mis ojos para que reaccionase.
- Lo siento, estaba pensando.- le platiqué.
- ¿o tal vez estabas recordando en lo que pasó aquella noche con la inspectora?- puso morritos recordándome el beso que se estropeó con Lucifer.
- No habrás sido capaz de meterte en mi cabeza...- le indiqué poniéndome de pie y haciendo que mis ojos se volvieran completamente rojos.
- ¡No lo ves! ¡Mírate!- gritó.- estás volviendo a perder el control de tus poderes.
Al darme cuenta, me quedé sin palabras.
- ¿cómo...?- no podía decir nada estaba anonadada.
- Te lo dije, no soy la primera elegida porque sí.- sacudió su pelo con aire de creída.
Yo rodé los ojos mientras me reía, y al instante, le pregunté dubitativa:
- escucha, ¿qué hora es?
- Son las nueve.
- Claro, de la mañana.- reí.
- ¿Sabes cuanto tiempo llevas aquí?- puso sus dedos sobre las sienes.
- Dime que no son de la noche.- abrí mis ojos como platos.
- Pues si te lo dijera, te estaría mintiendo.- se encogió de hombros.
Di un brinco de la cama, y corriendo me coloqué delante del armario. Seguidamente, lo abrí y vi como Morta se ponía a mi lado.
- ¿cómo piensas ir vestida para ir a ver a Lucifer? Casual... sexy.... provocativa... urbana... con poca ropa... porque... ¿¡no te irás a poner tapada como una monja!? Te veo capaz.- me indicó.
Yo cerré el armario de golpe y le dije reflexiva:
- ¿Por qué tiene que ser esta sociedad tan superficial con el aspecto? Realmente, lo importante para enamorar a una persona no debería ser llevar ropa provocativa para hacer que quiera ir a su cama para acabar con el calentón que se le había producido, sino que lo verdaderamente significativo debería ser ese sentimiento que llevamos por dentro que nos obliga a estar siempre con esa persona porque es la que por alguna razón da sentido a nuestra vida. ¿No crees?
- Pero, por desgracia. La actual sociedad es así y tú, no puedes cambiar eso.- me miró fijamente a los ojos.
- ¿y si te digo yo que si?- le rebatí.
- Vale, Adifa... ¿cómo piensas ir vestida hoy? Vamos, ¡sorpréndeme!- añadió cruzándose de brazos.
Yo me puse a ver el armario pensando que podría ponerme para no ser la típica zorra provocadora, quería gustarle por mis facultades; no por las físicas, sino por los sentimientos que sentía dentro de mi.
- ¡quita de en medio que me estás poniendo nerviosa con tanta indecisión!- me empujó Morta haciendo que acabase sobre la cama.
Yo acabé boca a bajo mirando hacia las sábanas de la cama. Cuando me dispuse a darme la vuelta, para devolvérsela. Mis ojos, se toparon con un hermoso y elegante vestido rojo.
- Te dije que tengo buen gusto. Después de todo, estudié en la Universidad de Paris para convertirme en una gran diseñadora.- con su mano hizo un gesto de superioridad haciéndose el pelo hacia atrás.
Yo rodé los ojos, y me levanté mirando incrédula ese hermoso vestido que no había visto.
Era largo, mientras que la zona de la falda que llegaba hasta el suelo era pomposa y parecía llevar algo de tul. Mientras que el corpiño y las mangas estaban compuestas enteramente por un encaje rojo.
En ese instante, se lo quite de las manos y me adentré en el aseo.
Al hacerlo, me puse el vestido y me maquille sin llegar a sobrecargarlo para parecer lo más natural posible; y seguidamente, volví a salir. Después de eso, pude ver la cara de Morta. Se encontraba totalmente boquiabierta.
- ¿Por qué te ves más hermosa que yo?- me preguntó indignada pero alegrándose por mi.
Yo me limité a sonreír, y opté por mirarme en el espejo antes de opinar.
- Wow, este vestido hace verdaderas maravillas.- dije impresionada por mi aspecto.
- No, Adifa. El vestido no hace los milagros, tú eres así de preciosa.- me dijo asintiendo.
- Espera...- comencé a dar vueltas alrededor de ella.- ¿estas alargándome o si imaginaciones mías?- me reí.
- Si, Adifa. Aunque, no te estoy alagando; estoy diciendo lo que pienso en estos momentos. Solo estoy siendo certera, nada más.- alzó una ceja.
Entonces, se dirigió de nuevo al armario y de allí sacó unos tacones de aguja con plataforma roja con encaje de color vino.
- Aquí tienes unos tacones complemente conjugados con tu traje.- me los dio.
- Son magníficos, de verdad, me encantan.- le respondí.
- Pero... te falta un colgante, lo mejor para finalizar este conjunto.- añadió mientras buscaba en mi joyero alguno que combinase.
- ¿encuentras alguno que sea de tu agrado, modista?- me reí mientras me acercaba a ella.
- No me gusta ninguno.-su tono sonó tajante.- ¿sabes qué? Lo mejor será que no te pongas ninguno.- hizo una pausa.- a los hombres les gusta más que luzcas cuello. Queda más... femenino.
- Si, a no ser que sea un vampiro...- puse mis ojos en blanco.- pero... ¿Desde cuando sabes tú algo sobre hombres?
- Eh, que después de vivir un montón de años conviviendo con mi novio... algo sabré.- Se cruzó de brazos indignada.
- ¡¿tienes novio?! ¡¿Desde cuando!?- dije completamente sorprendida. Porque... ¿desde cuando se podía tener novio en la logia? Y más ella, que si eso iba contra las normas... puede que al fin y al cabo, no sea tan estricta y seguidora de la logia como pensaba. Y lo que más le importa sea su felicidad aunque la logia se oponga. Tal vez... no seamos tan diferentes.
- si, aunque la logia no lo sabe. Y espero, que no digas nada.
- No te preocupes, te guardaré el secreto.- le platiqué segura de mi misma.
- ¿cómo es?- realmente, estaba intrigada.
- Pues... es inigualable, siempre está pensando en mi aunque la logia nos prohíba estar juntos. El me protege y antepone ante todo aunque eso le puede generar problemas. Tiene unos ojos verdes que si iluminan con solo mirarme. Y cuando sonríe... es imposible no quedarse embelesada con esa sonrisa que esbozan sus carnosos labios. Y en definitiva, mi novio es un morenazo de cuidado.- no dejaba de fantasear, al igual que cuando yo pensaba en Lucifer.
- Ojalá, yo pueda decir lo mismo... me encantaría decir que Lucifer es mi novio. Es lo que más anhela mi corazón.- mis ojos comenzaron a emitir un destello de felicidad.
- seguro que si a él le importas tanto como tú a él; acabará rendido a tus pies pidiéndote que acabes siendo su novia.
- Pero... espera.- hice una pausa extrañada.- ¿Por qué ahora quieres que esté con él? Después de todo, esta mañana querías que me pelease con él.
- Si, pero recuerda que él puede ser un papel fundamental en nuestra investigación. Y puedes salir con él, mientras que no averigüe que somos elegidas o mientras la logia no lo descubra.
Yo me limité a suspirar de alegría.
- Bueno, lo mejor será que te termines de arreglar rápida. No vaya a ser que llegues tarde a tu cita.- Se rió mientras me empujaba fuera del cuarto.
Mientras bajábamos las escaleras, me acomodé el vestido y me puse bien los tacones. Entonces, cogí la cámara de mi móvil para revisar mi maquillaje. Estaba compuesto por una sombra beis con un destello brillante, acompañado de unos labios color vino y un colorete que parecía un rubor natural mientras todo se terminaba con el toque de una raya en el ojo de color negro.
En cuanto a mi pelo, simplemente me había soltado el moño que llevaba y se había quedado perfectamente ondulado.
[...]
Cuando me encontraba en la entrada, miré el móvil, el cual, indicaba que eran las once. Y como no quería llegar ni muy pronto ni muy tarde, decidí que era la hora perfecta para salir de mi casa.
Morta, no dejaba de hablarme sobre que no debía descubrirme y que vigilara mi espalda ya que la logia podría estar observándome.
- Vale... Vale... Morta.- dije intentando tranquilizarme y para que dejase de hablar.
- ¿llevas los puños americanos con runas, el móvil...?
- Si, lo llevo todo.- la interrumpí debido a que seguro que la lista de cosas que iba a decir iba a ser casi infinita.
- Hey,- coge mi bolso que se encontraba en la mesita de la entrada y me saca el monedero.
- ¿qué haces?- le preguntó confusa.
- Nunca deben llevar las señoritas el monedero a las citas. Siempre tiene que pagar el caballero.
- Que antigua sigues siendo para algunas cosas...- rodé los ojos.
- Lo sé.- añadió hechando un mechón de pelo hacia atrás.- y me enorgullezco de ello.- hizo una pausa y sus ojos se abrieron como platos.- ¡Espera!- Se dirigió a subir las escaleras.- casi se me olvida...
De repente, aparece de nuevo y veo como que entre sus manos llevaba una bolsa enorme negra, la cual, parecía que guardaba ropa.
- Aquí tienes.- dijo con un tono seco dándome la bolsa.
- ¿qué lleva? Porque si realmente es ropa, no creo que me haga falta.- puse mis ojos en blanco.- no sé que va a pasar esta noche, pero... con este vestido me doy a basto.
- ¿estás insinuando lo que creo que estás insinuando?- alzó una ceja.
- ¿te refieres a que si acabaré acostándome con él?- Ella asintió.- no lo sé, pero... la noche es demasiado larga, ¿sabes?
Se quedó sin palabras, abrió tanto la boca que parecía que la mandíbula se le fuese a desencajar.
- Vale... nunca te hubiera imaginado diciendo eso.- platicó.
- Puede que Los Angeles me hayan cambiado, o más bien, que él me haya cambiado.
- Bueno, dejando eso de lado... prefiero no pensar en lo que podrías hacer con Lucifer.- De repente, le dio un espasmo.- Uhhh, no me apetece saberlo.- hizo una pausa.- Bueno, aunque hayas cambiado, sigues siendo igual de olvidadiza.
- ¿lo dices por lo que hay dentro?- insinué.
- Si...- me miró sarcástica.- es la americana de Lucifer. Y, mientras estabas en el aseo la he limpiado con Magia. La manera más fácil y barata para solucionar los problemas.
- Pero, espera... ¿cómo sabías que era suya?
- Tal vez porque llevaba su nombre grabado dentro en punto rojo...- sonó muy irónica.
- Vale, no hace falta que seas tan literal. No lo sabía.- me crucé de brazos.- pero, prefiero no entrar en debates. Gracias, Morta.- añadí.
- Soy la perfección sobrenatural, no hace falta que me des las gracias.- Se miró las uñas.
Yo me dispuse a abrir la puerta para marcharme, pero antes de cerrarla le dije:
- No creo que tus uñas se estropeen cada segundo, así que deja de preocuparte tanto por tu imagen.
Al instante, cerré la puerta y avancé por mi jardín hasta llegar a donde tenía el coche aparcado y saqué las llaves que se encontraban en mi bolso.
Seguidamente, me subí al coche y me dirigí hacia el Lux, con las manos temblorosas sujetando el volante.
[...]
Ya, por suerte, me encontraba en el parking cerrando el coche con el control remoto de la llave. Pero, seguía tan nerviosa que no atinaba para poder darle al botón. Sin más, escuché una voz detrás de mi que hizo que me sobresaltara.
- ¿necesitas ayuda?
Me giré instantáneamente, y pude ver esos ojos azul eléctrico que me hicieron reconocer a la persona.
- Hola, Adam.- respondí mientras me costaba sujetar todo lo que llevaba en mis manos.
- ¿qué te pasa? Pareces nerviosa, y al parecer algo cargada.- Se acercó hacia mi, y colocó sus manos sobre las mías.- ¿me dejas que te ayude?
- Claro, si pudieras cerrar mi coche te lo agradecería.- esbocé una sonrisa.
Él cogió las llaves y cerró el coche. Al instante, las volvió a depositar en mis manos.
- ¿Quieres que te lleve algo?
- Oh, no te preocupes. Si tampoco llevo tanto.- acomodé todo lo que tenía en mis manos.
En ese momento, caí en lo de la comida que tenía pendiente con él. Pero, con él ajetreo de la muerte de Lena ni me había acordado.
- Por cierto.- añadí.- siendo no haber ido a comer contigo este mediodía. Mi amiga...- mi tono sonó decaído.- Bueno, supongo que sabras lo que hoy a pasado en la universidad.
- Si, y entiendo que estés dolida por la muerte de tu amiga. Pero...- él se paró delante de mi.- que sepas que para cualquier cosa yo estoy aquí.- puso su mano sobre la mía.- Para lo que sea.
- Claro...- la verdad, me extrañaba un poco la verdadera ansiedad que tenía por estar conmigo. Puede que... él quiera algo más que una simple amistad. Pero... yo nunca podría dársela. Mi corazón pertenece a otro.- Gracias.
- ¿Te apetece si nos tomamos algo en el Lux?- me sugirió mientras se pegaba más a mi.
- Ya he quedado, pero si quieres podemos tomarnos una copa otra noche.
- ¿no puedes ni un minuto?- sus ojos emitían cierto destello.
- Perdona, en serio...- no se porque me disculpaba, si realmente, no había hecho nada malo.- pero, es que he quedado con un amigo, y no le puedo fallar.
- Ah, tu novio. ¿Verdad?- me miró cabizbajo.
- ¿¡qué!?- no pude evitar sonrojarme y que mi pulso se acelerase.- n-no es mi novio, en serio, solo es un amigo... pero, necesito hablar con él.- no sabía porque le daba explicaciones, si era algo privado entre Lucifer y yo.
- Bueno... pues nada. Pero, ¿mañana nos veremos en la universidad o todavía estarás hablando con tu amigo?
- Claro, nos veremos mañana en la uni. Me parece perfecto, y solo necesito esta noche para hablar con mi amigo. De verdad, es algo muy importante para mi.- mi cara parecía expresar cierta súplica para que me perdonase por no poder quedar con él.
- De acuerdo.- su cara pareció tornarse de cierta felicidad.- ¡ah! Una cosa más. Si quieres, mañana podemos ir juntos a la universidad. Me dices dónde vives y paso a recogerte o quedamos en algún punto...
- No puedo, voy a ir con mi amiga. ¿Conoces a Maddie? Es que, también está pasando por una mala racha después de la muerte de Lena. Y ahora, menos que nunca puedo dejarla tirada.
- Vale, me parece bien.- rió de una manera muy varonil.
- Bueno, pues tengo que irme. No vaya a ser que llegue tarde.- sacudí mi mano despidiéndome.
- Adiós, Adela.- esbozó una radiante sonrisa.
[...]
Corriendo, llegué a la cola para entrar al Lux, pero esta, era bastante larga. Y para atravesarla, debía pasar por gente, la cual, sostenía vasos llenos de bebidas alcohólicas. Dando la posibilidad a que la chaqueta o mi vestido intacto se manchase.
Así que me salí de la cola, y me adelanté hasta llegar a donde se encontraba el guarda de seguridad con una libreta llena de nombres en sus manos.
- perdone, tiene que dejarme pasar. Por favor.- le dije ansiosa, y bastante nerviosa.
- Lo siento, pero tendrá que ponerse a la cola como todo el mundo.- añadió pasando de lo que le decía.
- ¡No puedo!- grité.- vengo a ver a Lucifer, y no tengo tiempo para hacer esa interminable cola.
- Aquí, casi todos también vienen a ver a Lucifer.- pasó de mi cara.- escucha chica,- me miró a los ojos.- no eres más que una niña, ese hombre solo puede traerte problemas. Aléjate de él, solo te utilizará como a una puta más.
- yo no soy ninguna puta más...- estaba a punto de estallar en rabia.- ¡soy su novia!- dije sin pensar.
- el señor Lucifer no tiene novia, solo amantes.
- Uf, busca mi nombre en la lista. Seguro que está.- añadí.
- ¿cómo te llamas?- no dejaba de mirar la carpeta con todas esos nombres apuntados.
- Adela Johnson, o Ady. No se como me tendrá apuntada.
- ¡Señorita Adela! Disculpe la confusión. Justamente esta mañana, me dijo Lucifer que te dejara entrar.- abrió el cordón, como si fuera VIP, y todos los de la cola se pusieron a vitorear cosas que era mejor no escuchar.
poor fin había conseguido entrar en el Lux, y todavía me sobraban diez minutos. Ahora, solo me queda seguir manteniendo mi vestido intacto, al igual que la chaqueta.
Bajé las escaleras, y el olor a alcohol y droga comenzó a invadir mis fosas nasales.
Inmediatamente, me encontraba abajo. Dónde todas las personas bailaban mientras restregaban sus cuerpos.
Yo, apabullada con tanta gente. Me dirigí a la barra, donde saludé a Maze.
- Así que Lucifer ha quedado contigo, seguro que mañana despiertas es su cama.- me dijo ella mientras reía por lo bajo.
- No lo creo, yo no soy como todas esas furcias que solo quieren tener sexo con él.- miré a la pista de baile para que me entendiese.
- Ya, tú eres una universitaria disciplinada.- no dejaba de reírse.- a la que le gustan las películas románticas.
- Pues si, la verdad. Pero, yo sé que a ti también te gustan. Aunque te niegues a aceptarlo.- me reí.
- Claro, disfrutó viendo cómo al principio se les estropea la fiesta a todos esos pardillos enamorados.
- Eres diabólica cuando quieres...- no dejaba de reírme sin parar.
- Digamos que... eso viene de nacimiento.- hizo una pausa.- y por eso también Lucifer es tan atrayente... por ese lado oscuro que todos adoran.
Al escuchar su nombre, mi mente hizo un click.
- ¡madre mía! Hablando de Lucifer, me tengo que marchar. Que voy a llegar tarde.
- Oh, no te preocupes. Todavía queda mucha... noche.- Se rió descaradamente.
- JA JA JA- dije sarcásticamente y me giré para levantarme de la silla.
Al hacerlo, pude ver a un hombre de un aspecto desaliñado y emanaba un despreciable olor a alcohol, no como ese olor agradable que desprendía Lucifer.
- Hola, guapa...- me dijo mientras me miraba a todos lados menos a la cara.- ¿te apetece venirte conmigo? Vamos, te enseñaré lo que es disfrutar. Si quieres nos esnifamos unas rayas...
- Lo siento, no consumo drogas.
- Bueno, pues podré jugar un poco con tu virginidad. ¿Verdad, Babydoll?
- ¡joder! Como están todos con que soy virgen.- rodé los ojos.
- Uy, así que una niña con experiencia. Mejor...
- ¡mira! No soy ninguna niña, y menos un objeto sexual. ¿Lo entiendes, capullo?
Me acerqué a él y le di un puñetazo tan fuerte que cayó al suelo e inmediatamente se desmayó por la conmoción tan fuerte que debió haberle causado el golpe de la cabeza contra el suelo.
- No te vuelvas a meter con la chica equivocada.- añadí cogiéndole de la camiseta y volviendo a estampar contra el suelo.
- Después de todo, tienes agallas.- decía Maze sorprendida.
Las dos acabamos chocando las manos y seguidamente me despedí ya que no quería llegar tarde a mi "cita" con Lucifer.
Me encaminé al ascensor, y pulsé temblorosa al botón. Cuando las puertas se abrieron mis pasos se volvieron cortos e indecisos. Al encontrarme dentro, pulsé al botón para subir a su penthouse. Después de que las puertas se cerraran, mi corazón comenzó a incrementar sus pulsaciones y mi respiración se volvió irregular mientras que mis piernas flaqueaban.
No dejaba de pensar en si estaría lo suficientemente preparada para afrontar mis sentimientos. Porque sabía que de esta noche no podía pasar, de una vez debía decírselo. Pero lo que más temía era
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