Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 13

HOLIWIS, SUPERNATURALERS❣️
QUERÍA DECIRLES QUE LA PRÓXIMA FECHA DE ACTUALIZACIÓN SERÁ EL DOMINGO DE LA SIGUIENTE SEMANA.
Y QUE ACTIVEN LA MÚSICA CUANDO APAREZCA LA PALABRA "PLAY".
SALUDOS Y QUE DISFRUTEN❤️
Me di la vuelta para ver quién se atrevía a fastidiarme el momento. Cuando lo vi, tenía ganas de estampar mi cabeza contra el piano. O más bien, tirárselo a la cabeza a la persona que había entrado.
Era Chloe... la cual, debía haberse quedado quieta en su casa. ¡Qué ganas tenía de volver a tener el control sobre mis poderes!
- Oh, Lucifer. Pensaba que estabas solo.- añadió con un tono inocente; aunque de inocente no tenía nada.
- No te preocupes, inspectora. ¿Qué querías?- le respondió con una impecable sonrisa.
No podía evitar apretar la mandíbula ante aquello.
Aquel intercambio de miradas que estaban haciendo la inspectora y Lucifer.
«¡no!» gritaba mi subconsciente.
Sin más, un incremento de la temperatura comenzó a invadirme, y no era el típico de excitación. Sino, todo lo contrario; porque mis poderes se estaban activando.
«¡mierda! tengo que salir de aquí cuanto antes»
Me miré las manos y estaban tomando un color más vivo, o más bien, se tornaron anaranjadas. Yo me aterré, ya que mis poderes no se finalizaron en este mismo momento; lo que me indicaba que se podrían acabar por desatarse como sucedió en la logia. Pero, ahora que no tenía el control sobre ellos... tal vez, se podrían superar unas fronteras que todavía desconocía.
Cuando dejé de centrarme en eso; me decidí por examinar la escena. Me fijé en que la inspectora y Lucifer estaban algo más cerca que antes. Algo que, para nada mejoraba mi situación; la empeoraba.
- Lucifer tengo que ir al aseo.- intenté disimular normalidad.
- Oh, universitaria. Ya sabes dónde está.
¿Por qué no me había dicho "diablilla"? Ese apodo, ya apenas me lo decía. ¿Justamente ahora? Delante de ella...
Mi rabia no dejaba de incrementarse con cada pensamiento que se pasaba por mi cabeza, así que finalmente, salí de allí.
Corriendo, evitar mirar hacia atrás. Ya que, como dice el dicho: "ojos que no ven, corazón que no siente".
Sin darme más rodeos, me metí en el aseo y cerré la puerta con pestillo.
Entonces, me concentré en pensar un hechizo para aislar el sonido del aseo para poder desahogarme y que nadie se enterase.
Al instante, se me encendió la bombilla; metafóricamente. Y mis ojos se avivaron en un intenso y brillante rojo rubí.
Para este conjuro, solo necesitaba cinco velas para dibujar el pentagrama del diablo y lo debía dibujar con mi sangre.
Así que, me puse a hacerlo rápidamente.
Cogí unas pinzas que habían en un cajón y me hice una raja. Cómo era mortal por alguna razón, podía hacerme sangre con cualquier objeto.
Entonces, me puse a rebuscar en los cajones. Sabía que era de mala educación pero situaciones desesperadas necesitan medidas desesperadas.
Finalmente las encontré y las encendí con mis propias manos.

Cuando terminé, me situé en el centro del pentagrama e intenté atravesarlo pero había un campo de fuerza invisible que me hacía imposible realizar esa tarea.
[...]
Después de unos segundos, empecé a sentir como algo en mi espalda me hacía retorcerme de dolor.
No pude evitar gritar, pero por suerte este hechizo aislaba el sonido.
Nunca había sentido este dolor tan agudo e intenso. Entonces, decidí tocar mi espalda para ver que era lo que me estaba sucediendo.
Cuando lo hice, pude palpar dos enormes bultos sobresaliendo.
En respuesta, no dudé en abrir mis ojos como platos.
«¿¡qué me está pasando?!» No dejaba de repetir esa frase en mi mente una y otra vez.
Al instante, mi piel empezó se empezó a resquebrajar, como si alguien estuviera haciendo dos cortes profundos en mi espalda.
Estaba aterrada, ya que nunca me había sucedido algo semejante.
Ese dolor... esa sensación... era algo que desconocía por completo.
Sin más, me dejé caer rendida de tanto dolor al suelo. Ya que, por más que lo intentase no podía soportarlo.
Me limité a cerrar los ojos e intentar dejar de pensar en lo que me estaba pasando.
Esto, solo iba en aumento, mientras mi pelo se encendía en llamas y los ojos me ardían más que ninguna vez que pudiese recordar.
Pero de repente, había algo en mi campo de visión que me hacía encontrarme sumida en la oscuridad.
Hasta que conseguí reaccionar. ¡No tenía los ojos cerrados! Lo que hizo que un escalofrío em recorriese de pies a cabeza temiendo un presentimiento que sentía que me venía encima.
Me puse en pie y tremendamente asustada lo pude ver con claridad.
Los bultos que sobresalían de mi espalda se habían convertido en realidad; en dos enormes alas negras que se habían encontrado encerradas dentro de mi todo este tiempo.
Entonces, apagué las velas. Con ello, dejando sueltas y plenamente abiertas este par de alas.
Yo me miré al espejo y puse un dedo sobre él.
¿Qué era realmente yo?
Intenté hacer fuego con mis manos, y dos llamas se encendieron al instante.
Me sentía tan fuerte, imparable... pero por algún casual sabía que esto solo era una pequeña parte de todo mi potencial, el cual, me daba miedo destapar y descubrir lo que era capaz de hacer.
Al instante, se me ocurrió una loca idea.
Cerré mis ojos y me concentré en liberar un poco más mi poder. Sabía que era casi imposible, pero por probar...
Al abrirlos me quedé estupefacta.
Mi piel tenía un tenue color blanco con cierto destello rojizo que se mezclaba a la perfección. Mientras que mis ojos escarlata en ese cuerpo hacían que me viese aún más realzada.
Estaba sorprendida, ¿realmente esta era yo? ¿O solo era una parte de lo que realmente podía llegar a ser?

Aunque en el fondo... ¡era un monstruo! Eso era inevitable. Mi destino estaba sentenciado a odiarme conmigo misma.
Lucifer nunca podría amarme si llegaba a saber lo que realmente era.
Cuando reaccioné, vi como una lágrima de mis intensos sentimientos brotaba por mis ojos. Esa lágrima mientras caía por mi mejilla hacía que sintiese una enorme sensación de dolor; como si me estuviesen quemando esa parte de mi cuerpo.
Era doloroso, pero necesitaba sentirme así... porque notaba dentro de mi, que era como realmente me merecía por todo lo que había hecho en mi vida.
De repente, tocaron a la puerta y todas mis alarmas se activaron.
- Diablilla, ¿estás bien?- escuché un tono martirizado saliendo de la boca de Lucifer.
De repente, me dio un bajón y cuando alcé mi mirada sobre el espejo volví a ser la persona que era. Una chica supuestamente humana, a la que si moría o desaparecía nadie echaría de menos, porque... después de todos estos miles de años, ¿quién se había acordado de mi?
- Si, ya voy.- dije fingiendo un tono alegre y aparentando normalidad.
Nunca podía dejar que nadie se acercase a mi, porque cuando lo hacía, no solo salían lastimadas las personas que se acercaban; sino también, yo.
Mi dolor psicológico, había sido demasiado para admitirlo. ¿Por qué tenía que morir toda la gente que me había importado a lo largo de mi vida?
Estaba segura de que no podía soportar que a Lucifer le pasase lo mismo. Porque aunque le amase, ¡si lo admitía! Lo amaba con todo mi corazón y me importaba como nunca me había importado nadie.
Él había despertado algo en mi que llevaba siglos dormido dentro de mi. Pero... por más que quisiera decírselo todo... lo mejor era alejarme de él. Necesitaba protegerle, de lo único que no podía.
De mi.
[...]
Me acerqué a la puerta con el corazón resquebrajándose en pequeños trocitos que se clavaban dentro de mi alma. Entonces, abrí la puerta.
Mi mirada se fue a Lucifer, quien no dejaba de mirarme de arriba a abajo.
- ¿qué pasa Lucifer?- le pregunté algo desganada.
Él se limitó a carraspear y a mirar hacia abajo.
Yo seguía sin entender lo que me estaba diciendo, así que me miré a mi misma. ¡Estaba desnuda! El fuego, o simplemente mi transformación debió haber desintegrado mi ropa.
- ¡Madre mía!- corrí hacia el aseo y me tapé con una toalla. Al instante, me fijé en como Lucifer tenía la mirada fija en mi, y se encontraba parado sin hacer nada.- ¡Lucifer, por favor, ayúdame!
Parpadeó consecutivamente hasta que reaccionó, sin más, desapareció de mi campo de vista.
Yo salí del aseo y me puse a buscarlo, ya que no podía haber ido muy lejos.
- ¿Lucifer? ¿Dónde te has metido?- decía mientras me daba cuenta de que había acabado en la sala de estar.
De repente, se abrió el ascensor y apareció dando respuesta a mi cuestión.
- ¿dónde estabas?- le pregunté intrigada.
- ¿no querías que te ayudara? Pues eso he hecho, he ido a traerte ropa.- argumentó.

En ese momento, me tiró un montón de ropa sobre el sofá.
- ¿de dónde la has sacado?- arqueé una ceja y me crucé de brazos.
- Bueno, el diablo tiene sus encantos.- hizo una pausa.- solo he tenido que pedirle a algunas chicas que se la quitaran.
- ¡Lucifer! ¿Me ves con cara de ponerme la ropa que llevaban unas desconocidas? No es por rechazar tu hospitalidad y tu ayuda, que de verdad, te lo agradezco. Pero no me fío de lo que esas personas han podido hacer con esta ropa puesta. Y, de momento estoy lo suficientemente cuerda como para no ponérmela.
- Lo sé.- comentó acercándose a mi con una cara seductora y dulce que me hacía un sensible dolorcillo dentro de mi.
Cada vez que hacia eso me sentía vulnerable con él.
- Bueno...- dije dando un paso atrás.- ¿dónde está Chloe?- esta vez, mi tono sonó molesto.
- ¿acaso estás celosa?- Si voz sonó sorprendida.
- ¿¡qué!?- no pude evitar sobresaltarme.- No saques conclusiones precipitadas.- mis mejillas no dejaban de palpitar.
- Vamos, diablilla. Estás demasiado colorada como para ocultarlo.
- Lucifer, te he dicho que no y ya está. No hay que darle más vueltas, solo somos amigos y...- hice una pausa para tragar saliva.- siempre será así.- Por alguna razón, mi tono sonó demasiado quebradizo.
- ¿Por qué?- Se quedó incrédulo.
- Porque ya sabes... no eres mi tipo.- rodé los ojos, ya que no quería hacerle daño con la verdad. Si le decía lo que sentía por él no habría marcha atrás y nunca podría marcharme de su lado o que él se alejase del mío.
- ¡Vamos, diablilla! Dime la verdadera razón.
Él comenzó a acercarse cada vez más a mi.
- Lucifer, no busques más puntos débiles donde no los hay.
- Sé que no me estás contando toda la verdad y me prometiste que nunca me mentirías. Por eso me importas tanto Ady.- él emitió un duro suspiro, y se quedó bloqueado; me parece que nunca quiso haber dicho eso.
- ¡Nunca lo entenderías! No podrías razonarlo. Sería demasiado y temo lastimarte.- hice una pausa.- creo que lo mejor será que me marche.
- ¿te vas a ir desnuda?- me preguntó Lucifer algo molesto.
- Llevó una toalla.- no pude evitar limpiarme rápidamente las lágrimas que asomaban por mis ojos, y acto seguido, girarme en dirección al ascensor.
- Espera.- dijo en seco y yo me di la vuelta para mirar.
¡se estaba quitando la ropa!
- ¿qué haces Lucifer?- le pregunté demasiado confusa y sintiendo como mi corazón se me iba a salir por la boca.
- Puede que ahora mismo estés enfadada conmigo por alguna razón que desconozco. Y puede que quien debería estarlo sea yo. Pero... no puedo evitar no odiarte y no enfadarme contigo. Es algo que me resultaría imposible.
Él terminó de quitarse la camisa y la chaqueta. Y me echó la camisa por encima, mientras le miraba a su cara y esbozaba una sonrisa que ocultaba un intenso dolor.
Yo no tenía palabras, ¿por qué sentía lo mismo que Lucifer? Pero... ¿Por qué sentía también, que cuanto más me acercaba a él más debía alejarme para no hacerle daño?
- ¿Por qué me has dado tu camisa? Después de todo, no me he portado del todo bien.
- Porque me has dicho que no llevarías ropa de extraños, y como mi camisa te queda bastante grande puedes usarla de vestido.- hizo una pausa.- ¿o también soy un extraño para ti?
- ¡No, Lucifer!- esa frase me hizo más daño de lo que hubiese esperado.- ¡nunca podrías serlo! Porque... me importas y yo te...- tragué una amarga saliva que se había estacionado en mi garganta haciéndome un doloroso nudo.- no debería decirlo. Por eso debo alejarme, para que no salgas lastimado.- sentí como ese agudo dolor se bajaba a mi pecho haciendo que me costase respirar.
PLAY PARA LA MÚSICA
Él puso su brazo delante de mi, haciendo que se quedase apoyada mi espalda contra la pared.
Sus ojos estaban cristalinos, y lo único que se escuchaban eran nuestras respiraciones y las pulsaciones incrementándose.
- Ady, por favor, necesito oír decírtelo.- su tono sonó tan roto que se clavaba dentro de mi.
- No debo Lucifer...- una lágrima se deslizó por mi mejilla.- eres la persona que más me ha importado en mi vida, y temo hacerte más daño del que te puedes imaginar.
Él con su mano temblorosa, me secó la lágrima y terminó por apoyarla en la mejilla.
- Ady... eres la única mujer que le ha dado sentido a mi vida. No quiero perderte, porque gracias a ti, mi existencia a vuelto a tener sentido. Por favor, no te marches.- noté como sus ojos comenzaban a ponerse aguados.

Me dolía tanto verle así. ¡Dios, de verdad le amaba! Pero... era tan difícil todo. ¿Realmente, por qué lo era?
¿A qué tenía miedo? ¿A su reacción? ¿O a las consecuencias que conllevaría eso?
- Lucifer...- me dejé llevar unos segundos pero, decidí frenar para no desencadenar mi yo interior.
Entonces, le besé en la mejilla.
Él en respuesta, se quedó allí quieto; sin palabras, sin reaccionar ante ello.
Yo después de esto, no podía seguir allí. Necesitaba salir, y recapacitar en lo que acababa de suceder. Tampoco quería llorar por toda la presión que llevaba acumulada dentro de mi.
Rápidamente, le pulsé al botón del ascensor, pero antes de que se abriese le devolví la camisa. Entonces, le abracé con todas mis fuerzas y le susurré intentando reprimir el dolor que quería salir de dentro de mi.
- Lucifer, no quiero que me pierdas. Necesito aclarar muchas cosas, pero... no puedo perderte. Te quiero demasiado como para hacerlo.
Al instante de terminar de decir eso, él se unió al abrazo haciendo que su calor corporal se sintiese cálido, con lo que no quisiera separarme de él.
Pero, al instante tuve que hacerlo, aunque de verdad, no quisiese.
Yo, me alejé hasta llegar al ascensor. Pero, antes de llegar a pulsar el botón. Lucifer me cogió de la mano y me tendió su camisa.
- Lucifer... no puedo aceptarla.

- Tómalo como un regalo, para recordarme mientras aclaras tus dudas y decidas quedarte a mi lado.- me miró profundamente a los ojos.- y para que no te vayas en toalla.- de su boca salió una tierna risa que me hizo esbozar una tonta sonrisa.
- Gracias, mi pequeño diablo.- me acerqué a su frente y le di un beso de despedida; pero no para siempre. Eso, me resultaría demasiado doloroso.
Entonces, le pulsé al botón del ascensor y me introduje en él. Pero, antes de que se cerrasen las puertas me dijo Lucifer:
- Buenas noches, diablilla.
- Igualmente, Lucifer.
Los dos nos miramos fugazmente, mientras deseábamos haber acabado besándonos y haciendo locamente el amor mientras nos decíamos lo mucho que nos queríamos. Pero... la verdad, no estaba preparada para eso.
Mañana iba a ver a Morta, y si venía sería porque los ancianos se lo habían dicho.
Si se acercaba a Lucifer... me daba demasiado miedo pensar en ello. Temía que los ancianos le torturasen o le matasen para saber si eran el verdadero diablo.
No podría soportarlo, y menos, que hubiese sido por mi culpa.
Aunque también, tenía miedo de que supiese lo que realmente era yo. No quería que me tomase por loca, y si eso sucediera... creo que no sería capaz de volver a ser al misma persona jamás.
Cuando salí de mis pensamientos, me di cuenta de que el ascensor está abierto y salí.
Sin más, me abrí paso entre todo el gentío bailando y restregando sus cuerpos.
Al salir, mientras andaba por la calle la gente se quedaba mirándome. Me sentía como hace tantos años, cuando unas de las personas que más apreciaba me observaban de tal manera... como a un bicho raro.
Al invadirme todos esos sentimientos, comencé a marearme y sin más cesaron. Entonces, me mirada se quedó clavada en una sombra, o más bien en una persona, ¡Morta!
Estaba allí a lo lejos, pero al parpadear, desapareció.
¿La había visto de verdad o había sido un espejismo?
No me podía parar a pensar solo quería llegar a mi casa y eso hice.
[...]
Cuando me encontraba dentro, subí apresuradamente a mi cuarto.
Cerré la puerta, y me quité la camisa de Lucifer que aún tenía impregnado su olor. La colgué con cuidado en mi armario y me puse un pijama.
Después de eso, fui al aseo y me eché agua por mi rostro. Al alzar mi mirada, volví a ver a ese monstruo que se ocultaba bajo este rostro. Pero al parpadear vi un espejismo detrás de mi, con una increíble melena negra con californianas azules y unos ojos intensos de color avellana.
Entonces me giré, y con los ojos fijos en los suyos le dije:
- Hola, Morta.

- Tenemos que hablar.- me respondió ella mientras se miraba al espejo pasando de todo.

- Lo suponía...- rodé los ojos.
...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro