XV
3:00 am.
Y todavía no podía dormir. De hecho no era por estar pensando en cosas sino por el ruido que hace Mephiles cuando va a trabajar. Ya hace tiempo le había informado sobre su pronta asistencia a la G.U.N aunque no pensaba que Mephiles hiciera mucho ruido en las mañanas y más a estas horas. Realmente no sabe en que trabaja el alfa pero sabe que cada vez que llega alrededor de las tres de la mañana, las manchas de sangre en las camisas blancas que usa no son de él.
Si es sincero quería disfrutar sus horas de sueño.
Pero es una rutina de nunca acabar. Ya se ha estado acostumbrado. Al principio era difícil, pues la alarma del alfa sonaba alrededor de unas cinco veces de las cuales no las apagaba sino era el albino quien le decía, después Mephiles solo necesitaba eso para levantarse de una maldita vez por todas y hacer su aseo personal para después prender la luz de la habitación, que ahora comparten los dos. Lo cual era demasiado sorprendente el hecho de que duerman juntos...como si fueran un matrimonio.
Había sido imposible el solo imaginarlo. Pero ahora...no sabe qué pensar. Sucedió así de la nada, el mayor entró a su habitación, se metió entre las sábanas y Silver sintió los brazos ajenos rodear su cintura para después pegarlo a él y ronronear mientras acariciaba el vientre del omega. A partir de ese entonces Mephiles siempre va a su habitación con la intención de dormir.
Y Silver no sabe qué pensar. Por supuesto, antes lo hacían cuando eran novios. Pero las cosas cambiaron y no sabe el porqué lo hizo Mephiles. Es tan extraño las actitudes que toma y por supuesto las acciones que toma Silver también son extrañas. La diferencia es que el omega lo hace por amor y no sabe si aquello es recíproco. Por ejemplo; el hecho de prepararle café y almuerzo, incluso comida y cena cuando se va al trabajo. Una vez le dio un beso en la frente antes de irse a trabajar.
Desde que Mephiles trabaja la casa se siente tan sola que su omega interno chilla por la ausencia del alfa, no tarda mucho para que el alfa le llame preguntando si está bien o si necesita algo. De ves en cuando el azabache llega temprano a eso de las siete de la tarde y cuatro de la tarde, cuando llega a esa hora ambos comen preguntándose el uno al otro cómo le fue en su día, aunque es más Silver quién habla.
Y Mephiles él que pregunta más.
También ven películas juntos, no se agarran de las manos ni inclinan su cabeza como toda pareja lo hace, solo están sentados y comen palomitas del mismo bowl. Intercambian palabras cuando no están de acuerdo a las cosas que pasan en la televisión.
Y finalizan durmiendo...juntos.
El calendario marca el 7 de octubre. Día y fecha que tiene cita con su ginecóloga.
— Tienes que ir — La voz de Mephiles sacude sus pensamientos. No lo sintió llegar.
Se habían despertado a la misma hora y con la misma rutina. Silver colocaba los toppers en la mini lonchera que el alfa tenía y entonces inevitablemente sus ojos estaban en el calendario en el mes de octubre. Algo en su interior se revolvió, no es que no le gustara que Sally llevara su embarazo, al contrario, lo hacía sentir seguro que una omega estuviera con el. Bien dicen que entre omegas se entienden. Pero, sentía que algo iba a pasar y no sabe a qué se debe o qué es.
— Iré, no te preocupes — Sonrío fingiendo naturalidad y cerrando el cierre de la lonchera. Mephiles lo mira expectante como si quisiera saber qué ocurre dentro de esa cabecita.
Suspira tomando por las cuerdas la lonchera, se acerca al menor y deposita un beso en su frente. Silver se sonroja oliendo ese delicioso aroma a café y no a la colonia que usa el alfa, a veces piensa que no es necesario usar perfume pues las castas ya tienen su propio olor.
De hecho, el nunca ha usado perfume. Siempre han estado presentes sus feromonas.
— Tal vez llegue tarde...no me esperes —
Y sin más el alfa se va cerrando la puerta de la entrada detrás de si.
Lo único bueno que ve sobre que Mephiles trabaje es que puede tener la casa para él solo - que de por si es su propia casa- y hacer actividades como lo es pintar. En el extranjero pintaba autorretratos y algunos países que en las galerías del arte se exponían para venderse pero no recibía el dinero que le correspondía pues al no ser un pintor reconocido la paga era la mínima.
Saco todos su material al jardín. Un lienzo blanco y unos botes de pintura negra, con tonos grisáceos, verdes oscuros y blancos. Se colocó su delantal y peinó sus puas para evitar que se mancharan o estorbaran en el proceso.
Cerró sus ojos permitiéndose deleitar con los sonidos ajenos a su alrededor enfrascándose solo en escuchar el sonido del viento y no el pasar del los autos o el sonido característico de una ciudad. Simplemente escuchar los sonidos de la naturaleza.
Entonces con solo un minuto para permitirse llenar su mente de imaginación abrió los ojos a la par. Sumergió la punta de su pincel en el bote de pintura color grisáceo y pinto. No supo cuánto tiempo había pasado, ni siquiera había comido, ignoraba los ruidos de su estómago por enfocarse en pintar y pintar. No tomaba ningún descanso y si lo hacía solo era para contemplar su pintura a unos dos metros de distancia y volvía a pintar con la misma euforia enfrascada en su rostro.
No fue hasta que uno de sus pinceles que usaba para delinear líneas demasiado delgadas se cayó, y el celular vibró consecutivamente. Con pereza lo agarro y encontró al rededor de trece llamadas perdidas de Sally y como veinte mensajes de la omega. La palidez y el miedo se apoderaron de él, corrió a su habitación olvidando su pintura por completo. Arrojaba ropa al azar de su armario dejando un desastre en la cama y en el suelo. Solo se colocó un pans de color azul oscuro y bajó las escaleras corriendo mientras pedía un taxi por medio de una aplicación.
A este punto Silver de verdad reconsidero el aprender a manejar.
Cuando llego al edificio, Sally lo esperaba en la sala de espera con un café en mano y una revista en la otra. La ardilla volteó su rostro y se alivió de reconocer al omega parado frente a ella.
— Silver. Pensé que no vendrías — Sally se levantó y le sonrió.
— Lo siento estaba ...— Intentó hablar pero las palabras no salían de su boca, había corrido con demasiada prisa que se le había olvidado como respirar.
Sally soltó un pequeña risa y señaló su ropa. La vergüenza adornó el rostro del menor en cuanto se dio cuenta que traía puesto el mandil que usaba para pintar. La omega le indico que pasará al consultorio y Silver se sintió chiquito a su lado. Demonios.
— No sabía que pintabas — Se sentaron al mismo tiempo quedando frente a frente. El olor a miel estaba inundado de feromonas en todo el consultorio y de alguna forma lo calmaba — ¿Silver, me recuerdas?
No le sorprendía el hecho de que el alfa omitiera cosas y tampoco es como si Sally y el propio Silver tuvieran una amistad estrecha como para contar sus cosas personales. Solo que de verdad pensó que Mephiles le diría debido al compañerismo que hay entre la ardilla y el erizo. Sally suspiró de forma dubitativa sin saber que lo que estaba haciendo era lo correcto o no, por alguna extraña razón Silver no sabía quién era. Y no podía culparlo, tampoco ella sabía hasta hace unos días.
Solo fue una consulta rutinaria sobre el estado de salud del alfa nada del otro mundo. Lo que no espero eran las heridas que a Sally le tocaba por atender.
— No entiendo porque tienes la terquedad de venir a mi consultorio teniendo más médicos especialistas en esto. Soy ginecóloga — Termino de pasar el vendaje por el tórax del mayor y colocó un pequeño trozo de tela adhesiva.
Mephiles río en sorna. Bajó su camisa negra manchada de sangre y se colocó su chaleco donde guarda sus armas.
— Eres la más confiable Sally—
En consecuencia Sally sonrió falsamente. No era que negara su servicio a su mejor amigo pero de verdad que en serio la omega se tomaba su trabajo muy enserio como para solo atener heridas. Pero qué más podía hacer era Mephiles después de todo. Un recuerdo vino a ella.
La primera vez que Mephiles entró a su consultorio fue por un parto, al principio el como se trataron daba mucho a la imaginación pero sí a Sally le preguntaran ella diría que fue el trato más irrespetuoso que pudo tener y que jamás le gustaría volver a tener.
En ese momento no vio con detenimiento al azabache, estaba tan enfocada en sacar a ese bebé pero en un momento de tensión sus ojos se encontraron, ella estaba muy segura que esos ojos en forma de reptil ya los había visto en alguna parte solo que en lentes y un poco más chiquitos.
No tardo mucho para entender que en efecto. Conocía al alfa y muy bien.
No por nada en la universidad le tiraban mierda por creer que Sally era una gata rompe hogares con respecto a la relación entre Shadow y Sonic. Y por supuesto que el Mephiles de ese entonces dio un cambio radical al Mephiles que está frente a sus narices. Ya no usa lentes, no está delgado, no tiene esa carita de inocencia ni tampoco usa ropa de tipo nerd. Ahora era un Mephiles que usa pupilentes, se nota que ha estado en el gimnasio por su cuerpo trabajado y su cara era la de todo un alfa macho.
Después de que el parto terminó llegó a su casa, abrió la azotea y empezó a sacar cajas por cajas hasta encontrar el anuario. Fue demasiado difícil porque tenía que estar buscando carrera por carrera hasta dar a la indicada, cuando la encontró con su dedo índice buscó el nombre y la apariencia a como la omega lo recordaba y ¡bingo!
"Mephiles the hedgeoh"
Tal y como su memoria no fallaba era él. Aunque recordaba que era más sonriente a como ahora y a un lado de él se encontraba su amor platónico no correspondido; Shadow the hedgeoh.
Casi se pone a llorar.
Decidió llevar consigo el anuario para después si se lo volvía a encontrar se lo enseñaría. Ella y el alfa tenían una amistad no estrecha pero Mephiles era el único que negaba a los rumores sobre que Sally era una "pvta" que quería robarle el novio a Sonic. Aunque en un principio se dio la oportunidad aún así Sally comprendió que el corazón de Shadow ya lo tenía alguien más y no ella.
Un día mientras estaba hablando con su asistente el erizo azabache pasó a su lado. La omega se volteo y le gritó.
— ¡Oye! ¡Negro!—
Automáticamente Mephiles dejó de caminar y se giró con una agilidad sorprendente y con un ceño fruncido. Camino hacia ella en zancadas con los puños apretados.
— ¿Qué mierdas me dijiste?—
Sally no pensó que eso afectaría mucho en el azabache pero no era momento de correr o de hacer como si nunca lo hubiera dicho. Trago grueso y cuando el mayor ya estaba lo suficientemente cerca de ella le estampó el anuario en su cara.
— ¿Qué - Agarró el libro y en cuanto leyó el título del libro inmediatamente lo regresó a la dueña como si quemara – No me entregué cosas que no sean de mi trabajo.
La omega no entendía nada, es decir, estaba muy segura que el alfa reconocía ese anuario por supuesto que sabe que es. Entonces ¿Por qué...?
— ¡Tú eres Mephiles the hedgeoh! —
Gritó lo suficientemente fuerte como para ser escuchado por el alfa quien ya se estaba yendo pero ni eso logró hacer que detuviera su caminar.
Sally se mordió las uñas necesitaba hacer algo ...
— Tú estuviste con Silver the hedgeoh estudiaste derecho pero la verdad es que tú querías estudiar psi-
Una mano se encontraba en su boca sin dejar terminar su frase. Sally parpadeó un poco asustada por el olor que Mephiles desprendió en forma de molestia. Los ojos reptil analizaron las facciones de la mujer y su semblante cambió.
— Hace mucho que no te veo Sally Acorn —
Y Sally sonrió con una sonrisa de oreja a oreja.
Una lata de pintura se encontraba tirada con pintura derrama por todo el suelo, en algún momento debió caerse. La recogió logrando que al menos 1/4 de la pintura había sobrevivido, suspiró con cansancio, al menos su pintura seguía intacta pero aún faltaban más detalles quiso agarrar su pincel nuevamente pero le era difícil volver a tener la misma inspiración de antes. A veces se preguntaba ¿Por qué pintor?
Después de recoger el desorden que dejó se acordó que llevaba consigo el anuario que Sally le prestó. Ya hace tiempo había tirado el suyo, no quería saber de nada ni nadie y aunque le dio nostalgia recordar el antiguo Silver lleno de ilusiones, de esperanzas, de aventuras, de nuevos amigos y de un amor único y bello. No quería recordar la otra parte.
La puerta se abrió tan inesperadamente que ni siquiera se asustó, sabía quién era y a quien pertenecía. Dejó el anuario en el comedor y camino hasta Mephiles.
— Ya llegue — Le dijo. Intentando que sus ojos no fueran al objeto que Silver había dejado. Reconocía ese documento...
— Lo sé.
Silencio.
Ninguno de los dos sabía que decir, ambos, sabían de que se trataba. Y sinceramente, Mephiles desde lo más profundo de su ser jamás pensó que tenía que recordar su pasado de esta forma, después hablaría con Sally pero por ahora debe saber el motivo del porqué Silver tiene el anuario.
Y como si fuera arte de magia el omega se adelantó recordándole que era capaz de leer sus pensamientos porque estaban ligados el uno al otro. De manera permanente.
— Sí, es el anuario. Y Sally me lo dio porque se le hacía raro a ella que no recordara quién era, lo que me molesta y me tiene en incertidumbre es que nunca me lo dijiste.
El tono del omega cambió a uno de frustración y de desesperación al no poder expresarse de manera tranquila con Mephiles.
— ¿Para que querías saber quién era Sally? Es solo tu ginecóloga no es como si tuvieras un pasado con ella. Tampoco lo vi necesario.
— ¡Es necesario!— Gritó — Para mí lo es, porque se supone que me dijiste que contaríamos el uno al otro y si yo no hubiera sabido esto no sé qué pasaría, no recuerdas lo que pasó con-
— ¡Tampoco veo necesario que te pongas en esa actitud! Tú y Sonic creyeron en esos rumores, le creíste a Sonic y jamás a mi a pesar de que era su amigo. ¿Tengo que recordarte que me obligaste a alejarme de ella, por miedo a que se metiera en nuestra relación?—
— ¡Se que me equivoque en ese juicio! Pero ella sabe cosas mías que nunca me dijiste que ella sabía, le contaste sobre lo nuestro.
— ¡Y no te has preguntado el porqué! ¡Porque necesitaba en ese tiempo a alguien con quien hablar y tú no estabas ahí, ni Shadow, ni los demás! —
— ¡Pero ahora estoy aquí! —
— Es diferente Silver.
Por supuesto que era diferente, pero en serio le dolía que no le contara eso aunque sea una cosa mínima, Silver quería que Mephiles tuviera la confianza de decirle. Se habría ahorrado los gritos y los malentendidos. Incluso pareciera que estuvieran peleando como pareja, cosa que era muy cierta dejando de lado el contexto en sí.
Mephiles sin perder tiempo agarra por los hombros a Silver. Sentía la sangre hervir de furia.
— ¿¡No te das cuenta que esa confianza ya la perdiste hace mucho tiempo!?— Le gritó ocasionando que el menor se cohibiera. Nunca lo había visto de esa forma.
Se quedaron en silencio por algunos minutos y el alfa se dio cuenta que el agarre que tenía sobre los hombros del omega era demasiado fuerte que no midió la fuerza de su agarre. Notando que en el rostro del plateado era de horror y miedo. Lo soltó. Silver suspira aliviado, la sangre volvió a recorrer por todo su cuerpo, sentía que en cualquier momento desfalleceria ahí mismo.
Temía decir lo que estaba apunto de decir pero importante decirlo. Si no lo decía en este momento las cosas podrían seguir escalando a un punto en el que ninguno de los dos este bien emocionalmente, y sinceramente para Silver no era lo sanamente correcto convivir con alguien que no lo ama y que solamente está con él por el bebé.
Este lió de los destinado y la marca es una completa estupidez que no debió existir. Incluso duda mucho si de verdad eso existe.
— ¿Me amas?— Lo miró. Lo miro como la primera vez que lo vio en esa fiesta, lo miro cuando sus ojos y sus miradas se conectaban entre sí causando millones de sensaciones indescriptibles, lo miro como todo un perdido enamorado de un alfa, como toda una colegiada, como si Mephiles fuera una de sus pinturas más conocidas.
Lo miro como antes...cuando todo era felicidad...cuando todo era hermoso y sincero.
Ese amor jamás se fue en el, siempre pensó en Mephiles en todo momento y a todas horas. Siempre fue y es Mephiles. Nunca hubo nadie a quien mirara que no fuera él. Porque Mephiles lo hechizo en cuerpo y alma. Porque Mephiles era todo lo que podía desear y tener.
Simplemente era...Mephiles...su alfa.
Y dolía haber tenido que perderlo por culpa de terceras personas.
El alfa también lo miro, era una mirada que nunca había visto Silver, asustada, atemorizada con una especie de ¿nostalgia? Era de esas miradas que no sabias como sentirte, cómo expresarte ante aquella persona que tanto amas, y de pronto Mephiles río y peino sus púas hacia atrás. El techo se volvió lo más interesante de ver...
Y finalmente, giró su rostro para ver al albino. Lágrimas resbalaban de sus mejillas como cascadas, con esa sonrisa bonita que muchas veces el omega le decía que era la sonrisa más bonita que había visto, para después besar sus labios y decir que los ojos de Silver era la misma personificación de la belleza misma.
— Ah...joder...por supuesto que sí.
Todo se detuvo en cámara lenta, con los ojos del menor abiertos de par en par, imposible de creer lo que el azabache le transmitió. ¿Estaba bromeando verdad?
¿Era acaso una especie de burla?
— Siempre te ame más de lo que tú me amas, porque incluso después de nuestra ruptura te seguí amando. A pesar de que mi corazón destrozado y débil se negó a aceptar la realidad, pero muy dentro de mí todavía te sigo amando como la primera vez...— Continuó.
La verdad era esa. Mephiles jamás dejó de amar a su omega, siempre procuraba que aunque estuvieran lejos saber de él, aunque sea saber lo más mínimo por medio de Sonic. Y es que muchas veces intento ser fuerte para no caer ante el menor, porque aunque todavía seguía amándolo la inseguridad que dejó en él seguía presente y no quería demostrárselo al de ojos ámbar porque eso demostraba debilidad ante un alfa como él.
Hace tiempo había dejado de ser el Mephiles al que todos se aprovechaban, al que le pedían tareas, al que agarraban como su títere, al que podían decirle millones de cosas y él solo reía no pensando más allá de sus narices, al que solo le hablaban por ser el mejor amigo del más popular y guapo del campus. Nadie veía en él la esencia como tal, el maravilloso amigo que podía ser lejos de Shadow, lejos de la bolita con la de juntaba, incluso lejos del propio Silver.
Pero incluso Silver, vio en él algo que otros definitivamente no vieron o decidieron no darle tanta relevancia.
Mephiles era demasiado inocente e ingenuo. Y no ingenuo de mala forma, sino que por lo mismo de su inocencia no veía la maldad en otros, ni tampoco lograba tomarle sentido a las cosas feas y horribles que decían de él. Simplemente, las dejaba fluir porque él creía que esos comentarios eran verdad y que las pasó por alto; necesitaba cambiar. Por eso es que a Silver se le dificultaba mucho que arreglaran sus problemas y peleas, porque el azabache siempre le daba la razón al plateado y no era lo correcto, porque no siempre el omega tendría la razón.
Mephiles era demasiado bueno...para este mundo.
— No estoy aquí contigo por el bebé, que a decir verdad nunca estuvo en mis planes — Sintió una mano acariciar su mejilla. Ni siquiera se dio cuenta en que momento el alfa se encontraba frente a frente.
De pronto, flechazos sucumbieron su inconsciente buscando recuerdos. Un deja VU. Misma situación, pero el Mephiles de ese entonces era el Silver de ahora y el Silver de ahora era el Mephiles de antes.
Tan solo el tiempo pasó y los papeles se intercambiaron.
Su garganta ardía. Tenía tantas ganas de decirle que nunca lo engaño, que todo fue obra de Knuckles pero era demasiado pronto para incluso decirlo en palabras sin pruebas contundentes.
Lo último que sintió fueron unos brazos abrazar su cintura y las feromonas de Mephile esparciéndose por todo el lugar. Luego cerró sus ojos, se recostó en el hombro del mayor dejando salir lágrimas de impotencia por no saber cómo sobrellevar la situación y finalmente, dejó que el oscuro se acurrucara en él.
Sally no era muy fan de los rumores y de los chismes. Estaba en desacuerdo con eso porque alguna vez ella fue protagonista de no solo uno sino de muchos. Por eso, se entendía con el azabache porque ambos sabían lo que era tener que estar en boca de todos y, no era muy gratificante escucharlo.
Tal vez por eso es que decidió que lo mejor era contarle todo a Silver antes de que fuera demasiado tarde. A ella le hubiera gustado que las cosas se las dijeran en la cara y no por rumores.
Suponía que podría haber una respuesta negativa una vez que Mephiles se enterará, pero al contrario, pareció muy agradecido cuando la visitó esta mañana.
— Pensé que nunca me hablarías. — Dijo con sinceridad sin mirarle a los ojos directamente.
Mephiles resopló y se sentó en la silla que había ahí.
— Claro que me molesto en cierta parte lo que hiciste, pero creo que ayudo mucho la relación entre Silver y yo.
La omega se sorprendió de escucharlo.
— No lo entiendo. ¿En qué exactamente?— Preguntó sintiendo la incertidumbre y de alguna manera ansiosa por la respuesta.
— ¿Crees en los destinados?—
Los destinados para la omega era un tema demasiado profundo y muy difícil de dar una respuesta concreta. No creía en lo absoluto, el hecho de estar "encadenado" y depender de otro emocionalmente, no le gustaba. Ella preferiría la libertad a tener que estar con las emociones alborotadas. En su carrera y en su especialidad era muy importante el conocimiento de lo que las feromonas hacían con los demás en especial con los alfas y los omegas.
Pero jamás se tocaba ese tema que lejos de ser un mero mito pasó a ser una especie de cuento romántico para los niños con la vaga esperanza de que su "ser amado" estaría ahí, esperándolos.
— Es solo un mito. — Se cruzó de brazos sería.
— Yo también creía en eso, pero...me he dado cuenta en estos tres años que Silver y yo somos destinados.
— ¿Destinados?, ¿Es una broma?— Lo mira incrédula. El Mephiles que conoce jamás diría semejante barbaridad.
— No es una broma — Frunce el ceño — Lo sé porque me ha pasado. Y ya sea que me quieras creer o no, no es mi problema.
— Pero Mephiles...
No había una justificación ante eso, no quería pelear con su mejor amigo y decirle que eso no existe. Aunque hay una probabilidad de que lo exista Sally Acorn cree fielmente que no hay una persona ideal allá afuera. Y si lo fuera ¿Por qué tarda tanto?
— Solo quería decirte que Silver todavía quiere que lleves su embarazo al igual que yo también lo deseo. Sé que es difícil confiar en él otra vez, pero no puedo Sally. Desde que llegó no he dejado de pensar en él, me preocupo por él las veinticuatro horas y las horas en las que estoy con él incluso. Cosa que no debería pero mi preocupación es tan grande que tengo miedo que le pase algo mientras yo no estoy con él ¿Entiendes de lo que te estoy hablando?—
Sally quiso hacer entender a Mephiles sobre que los destinados no existen, no odia a Silver ni tampoco cree que haya una razón por la cual debería pero ella creyó desde un principio que lo mejor era tener contacto cero con tu ex pareja y evitar recaer en lo mismo. Ella lo haría... pero ella no es Mephiles y él tampoco es Sally. Aún si el plateado no quisiera que la ardilla llevara su embarazo se preocuparía de todos modos
La omega suspira y asiente.
— Te entiendo y respeto tu decisión.
La venganza. La venganza es tan dulce que mata, mata cada célula de tu cuerpo, mata cada ser de tu interior y mata incluso tu moral y tu mente. La destruye totalmente.
Así se sentía Knuckles, con odio y venganza en todo su cuerpo y ser, no se detendría hasta darle un fin a todo lo que había empezado así sea incluso involucrar a más. Nunca pensó que por un omega haría este tipo de cosas que nunca le enseñaron en su casa.
Pero joder, Silver no era un omega cualquiera era su omega.
Y haría todo lo que estuviera en sus manos para tenerlo entre sus brazos y hacerlo suyo una vez más como aquella vez. Por eso, el encontrarlo en el supermercado no sabía si era una especie de señal o de verdad el destino quería que se encontraran.
— ¡Suéltame! — Le gritó.
El rostro del albino se convirtió en uno de horror. Solo había pasado por el pasillo de las frutas y ahí estaba él viéndolo con esa sonrisa estúpida y fingiendo asombro como si acabara de ver a un amigo que hace tiempo no había visto. Quiso huir y correr, pero las piernas no se movían y su cuerpo temblaba teniendo recuerdos de ese día en específico. De pronto se había acercado a él tomando su mano y poniéndola en la mejilla del otro, automáticamente el omega entró en pánico y la quitó con fuerza.
— Vamos Silv. ¿No me vas a saludar acaso?— Se acercó a él nuevamente. El aludido retrocedió buscando con la mirada a su alfa.
Esto no hubiera pasado si le hubiera hecho caso a Mephiles de no separarse, pero se aferraba a la idea de que podía solo sin la ayuda de nadie. Su nariz captó el olor a café a unos pocos metros de distancia y en tan solo unos segundo el alfa ya se encontraba a su lado.
— ¿¡Silver que sucede!? — Lo agarró por el rostro inspeccionando alguna herida o algo. No era normal que el albino se encontrara temblando.
— Oh, hola Mephiles no sabía que estabas aquí — Dijo el beta fingiendo una sonrisa despreocupada tomando un tomate de la canasta que tenía frente a él. Sin quitarles la mirada a ambos.
El mayor se giró a verlo. No había visto a Knuckles aquí, su alfa interior se removió incómodo y ansioso, como si le advirtiera al azabache que tuviera cuidado. Su lado protector salió a relucir y agarró la mano del menor sin dejar de mirar al beta. Sentía una aura muy peligrosa en el rojizo.
— Hola Knuckles. Es un gusto verte otra vez después de la boda de Sonic. — Dijo tomando también varios tomates sin quitarle la vista.
— Ah sí. Ha pasado mucho tiempo, me sorprendió el hecho de encontrar a Silver aquí, recuerdo que me quitaste a mi pareja de baile. — Bromeó.
El alfa frunció el ceño. ¿A que venía aquello?
— Me pareció lo adecuado ya que esa canción trae muchos recuerdos. ¿Verdad cariño?— El moreno vio a su pareja dándole una señal con sus ojos para que le siguiera la corriente a lo que Silver entendió y se apresuró a responder.
— S-Sí. — Respondió.
El beta tardó mucho en procesar la información y saber que decir, no era el momento ni el lugar para pelear. Decidió que lo mejor era terminar esta estúpida conversación de mierda y mejor dirigirse hacer otras cosas más interesantes. Después arreglaría ese asunto.
— Bueno, ni modo. Espero y para la próxima me concedas bailar contigo Silver.
Se marchó dejando un sabor amargo en la pareja. Con un alfa confundido y un omega apunto de tener un ataque de ansiedad. Desde hace tiempo había dejado de tener ataques de ansiedad, duró un año en terapia para poder salir adelante de ese trauma porque a final de cuentas fue uno muy grande, uno que no lo dejaría descansar hasta ver al beta entre los barrotes de una prisión.
No dejaría que eso influyera en su bebé y en su alfa. Solo necesitaba recaudar pruebas contundentes para que eso sucediera.
Es solo cuestión de tiempo...
¡Holaaaaassss! Y no, no estoy muerto, sigo vivo, aún.
JJAJAJAA MENTIRI y trakaaaaa
Lo de Yeri Mua se ha hecho tendencia wtf 😳
Para los que no recuerden que son los destinados:
La Pareja Destinada en el Omegaverse se trata de ese lazo invisible que une a dos personas desde el momento de su nacimiento, estos están destinados a estar juntos, están hechos el uno para el otro. Cuando se tiene una relación con la Pareja Destinada, al estar en lugares lejanos se sentirán tristes, mucho más que una pareja normal. Cuando uno de los dos muere, el otro no soporta la soledad y desea acompañarlo a la tumba, este sentimiento sólo puede disminuir antes la presencia y compañía de los hijos compartidos por ambos.
Así pues, desde el momento en que nacen ya las personas tienen a ese alguien especial en alguna parte del mundo, las probabilidades de que llegue a conocer a esta persona son realmente bajas, por lo que no es como si se la pasaran soñando y ansiando el día en que ésta otra persona se cruce en su camino, simplemente cada quien vive su vida normal y si da la casualidad de que se topen con su Pareja Destinada, sería una fortuita coincidencia, pero igualmente no tienen la obligación de quedarse con ella.
Pero si deciden estar juntos no habrá fuerza ni poder que pueda romper un lazo tan fuerte, más aún si el Alfa coloca su "Marca", lo que afianzaría la unión de manera significativa. En este caso sus olores se entremezclarían de una forma casi perfecta, tendrían casi que un sexto sentido para percibir (aún en la distancia) el estado físico y emocional del otro, es decir, si algo bueno o malo les pasa, su pareja lo notará inmediatamente.
Con esto ya les he de haber respondido algunas dudas que les haya surgido. De hecho está es la razón por la que Mephiles sigue amando a Silver y por la que le es difícil "intentar romper lazos con él". Si tienen alguna duda no duden en escribirla :3
Por cierto, ya se ha publicado la historia "Sweet" la cual es como la precuela de "Kumbala" aunque no precisamente, pues no tienen como tal un orden cronológico. Así que realmente no afecta el que lean esta o aquella.
Eso si, "Sweet" está enfocada solamente en la pareja Shadonic y en la época universitaria. Habrá interacciones entre Silver y Mephiles pero serán superficiales. Hasta ahora solo está el prólogo :((
La universidad no ayuda mucho puticiervos :"v
A más tardar y que me caiga un rayo si no, se publicará el capítulo uno a finales de noviembre o principios de diciembre. ¡¡Sin más que decir chao puticiervos!!
Muchas gracias por su paciencia y coméntenme qué les pareció este capítulo.
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