Fuerte
“Ahora, se ha apoderado de nosotros
algo tan triste que nos deja sin aliento.
Y ni siquiera podemos llorar.”
Charles Bukowski
Hinata se levantó, se cambió y empezó a preparar el desayuno.
Estaba destrozada pero no podía llorar, o mostrar debilidad delante de sus hijos.
Simplemente tenía que ser fuerte, para que ellos fueran fuertes.
Las lágrimas del día anterior sirvieron para que se desahogue, y eso era suficiente.
No podía decaer, no podía, no debía llorar.
No tenía que ser débil.
¡Pero a quién engañaba!
Le dolía, un dolor terriblemente grande.
Un dolor que rogó no volver a experimentar.
Un dolor que olvidado en el pasado había quedado.
Pero volvió, y con más fuerza.
Sentía que caía en un abismo oscuro y solitario, donde nadie podía sacarla de ahí.
Solo se sintió así cuando murió su primo, su querido primo.
"Soledad"
Fue lo que pensó ella con una lágrima cayendo por su mejilla.
En ese entonces ella no tenía muchos motivos por seguir adelante.
Pero ahora, si los tenía.
Y le dolía, le dolía saber que sus hijos experimentaron el dolor de la pérdida de alguien tan importante a corta edad.
Le dolía saber que no podía derrumbarse, ni lamentarse...
Le dolía saber que con cada sentimiento de tristeza solo dañaría más los corazones de sus hijos.
Secó las lágrimas que tenía en el rostro, preparó el desayuno y llamó a sus hijos.
–Buenos días Himawari, Boruto.-dijo ella con voz amable, pero neutra.
–Buenos días oka-san.- respondió Himawari en un susurro.
–Buenos días oka-san. - dijo Boruto intentando sonreír.
Ella sirvió la comida y todos agradecieron.
En un momento la pequeña Himawari pregunto: ¿Dónde está Kawaki-kun?
Y ahí fue cuando se dieron cuenta, de que él faltaba en la mesa.
Boruto, solo subió los hombros en señal de no saber nada.
Y Hinata no dijo nada.
Kawaki no llegó después de comunicarles la trágica noticia.
Kawaki... Le tenía bastante cariño y aprecio a ese niño.
Después de todo, llevaban un buen tiempo conviviendo y al verlo... Se recordaba a Naruto.
Kawaki, su vida, su pasado, era tan triste.
Ella quería ayudarlo, pero no quería entrometerse.
Con lo poco que sabía sobre él.
Se dio cuenta de lo difícil que fue su vida, rechazado y maltratado por su propio padre.
Vendido a un ser despreciable, que solo lo trataba como una herramienta.
–Kawaki...-dijo en susurro Hinata.
Tenía que cuidar y proteger a ese niño.
Porque Naruto lo había traído, lo había llevado a su casa, a Konoha, para que pudieran cuidar de él.
Quizás, con el tiempo... Sanar sus heridas.
–Kawaki, abandono la aldea de la hoja.-un anbu ingreso informando eso a la familia Uzumaki. Y luego se retiró.
Hinata soltó los palillos con los que comía.
Kawaki... Se había ido.
Activo su byakugan, tratando de buscar rastros de él.
Vio en toda la aldea, pensando que era mentira.
Pero no lo vio...
–Boruto, cuida a tu hermana. Saldré a ver si Kawaki aún esta cerca a la aldea.- habló Hinata.
–Estamos mejor sin él mamá, no pierdas tu tiempo buscándolo.
Una lágrima recurrió la mejilla de Sumire.
Se sentía como una tonta al llorar.
Quería hacer más por Kawaki, pero no se le ocurría nada.
Lloraba de la impotencia, lloraba por no saber que hacer.
Lloraba porque se sentía inútil, tonta.
Sus planes eran acompañarlo y ayudarlo.
Pero en el Fondo, ella sabía que solo estorbaría.
Verlo siendo atacado por unos ninjas y no poder hacer nada. Era una inútil.
–Oye... Oye, despierta.- abrió los ojos y encontró a Kawaki moviendola levemente.
Se dio cuenta de la situación, ya era de día, la lluvia había parado y ella se encontraba frente a Kawaki.
Se encontraba llorando.
Todo había sido una pesadilla...
Se alegraba de que solo fuera una pesadilla, pero lo vio tan real.
Le preocupó...
–Quiero ser tu alumna.-dijo de la nada y Kawaki la miro con el ceño fruncido.
Ella al ver la cara de duda del chico, agregó: Eres fuerte. Yo soy débil, pero quiero mejorar.
Quiero que me enseñes taijutsu.
–Vuelve a tu aldea niña.-respondió Kawaki.
–Sumire... Me llamó Sumire.-dijo ella con una sonrisa, ignorando la parte de "vuelve a tu aldea"
Después de un silencio algo incómodo, Kawaki la miro y pregunto: ¿Por qué me sigues?
–Se lo debo al séptimo.-dijo con simpleza Sumire.
–No entiendo.
–Él te quería como un hijo, no hubiera deseado que te quedes solo.
–Él está muerto. No tienes porque acompañarme.
Yo lo asesine, ten por seguro de que ya no me quiere como hijo.
–No lo mataste. No era tu culpa que enemigos te buscaban y él te protegió.
Te protegió porque te quería.
–Pero...
–Matar es otra cosa.
Yo mate a varios aldeanos por el objetivo de mi padre.
Yo misma les quité el chakra que tenían. Y acabe con sus vidas.
Eran personas inocentes, civiles, que solo fueron víctimas.
Ahora te pregunto... ¿Tu lo mataste?
¿Mataste al séptimo?
Porque de ser así, yo me voy.
Al no escuchar respuesta alguna, Sumire agarro sus cosas, y salió de la cueva.
Quería ayudar, pero solo se haría daño si seguía insistiendo en alguien que nunca le pidió su ayuda.
–Espera... -Kawaki la agarro del brazo, la miro a los ojos y le dijo. -Yo no lo mate.
No dijo nada más y la soltó.
Pero ella entendió, comprendió que ese: "Yo no lo mate" Significaba más.
Significaba que él no quería estar solo, no quería que ella se fuera.
Y tenía razón, una parte de él quería estar acompañado por esa peli morada.
Pero otra parte le rogaba, le decía que se alejara. Que no valía encariñarse con otra persona.
Que si en algún momento esa persona no este con él, sufriría, sufriría más de lo que ahora está sufriendo por la pérdida del séptimo.
Su mente pensaba y pensaba, analizaba el asunto, pero su corazón le indicaba otra cosa.
Por primera vez, le hizo caso a su corazón: "Te voy a entrenar"
Fue lo único que dijo, y Sumire asintió.
Continuará...
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