Triana Alvarado es llamada por su jefe a su oficina para comunicarle de su siguiente labor. La española toma asiento esperando a que su jefe llegue.

—Srta. Alvarado, gracias por venir —dice amable su jefe.

—Por supuesto, jefe.

El encargado se recarga en su escritorio para dar inicio a la conversación—. La razón por la que está aquí es porque estarás a cargo de cubrir la Copa de África que ocurrirá dentro de un par de días más. —Del cajón saca unos boletos de viaje en avión indicando que Triana estará yendo a África a ver los partidos—. Estarás yendo con tu equipo bajo tu mando.

Por un lado esta era una gran oportunidad en su carrera como reportera. Este sería su primer viaje fuera de España por su trabajo, algo con lo que estaba más que ansiosa por realizar. No obstante, le dieron la tarea de ir a analizar partidos de futbol, algo en lo que se estaba empeñando a olvidar dado a que ese deporte le traía recuerdos depresivos, nada positivo para su salud mental.

Había quedado sin palabras—. ¿Todo bien, srta. Alvarado? ¿No le gustó esta oportunidad de trabajo? —concierne su jefe.

De inmediato alza la mirada agitando su cabeza—. ¡No! Estoy muy sorprendida por esta nuevo paso en mi carrera. De verdad le agradezco que me haya confiado este proyecto. Le puedo asegurar que mi equipo y yo estaremos al pendiente de cada partido sin dejar escapar ningún detalle. —Afirma con certeza antes de despedirse de su jefe e irse de nuevo a su escritorio.

La morena se la pasó el resto del día pensado en su futura aventura en África. Estaba muy feliz porque logró ganarse la confianza de su jefe significando que estaba haciendo de manera espléndida su trabajo. Se supone que debía sentirse orgullosa de sí misma, ¿cierto? Sin embargo, Triana se encontraba nerviosa e incómoda porque esta oportunidad daba paso a abrir heridas que lentamente estaban cicatrizando si se encontraba con cierto atleta rondando por ahí. Su mente no la dejaba pensar con claridad, por lo que fue al apartamento de su hermana a buscar tranquilidad.

Se desploma en el sofá y Eustass es el primero en notar su presencia al ir a darle un abrazo—. Mi pequeño Eustass —Triana le hace cariñitos.

—Mami está en la cocina haciendo comida —avisa el pequeño.

La española se pierde acariciando los rizos del chiquillo—. Siempre he sido muy fan de tu cabello. Hasta me da envidia de tus hermosos rizos. —Halaga con una tierna sonrisa.

Eustass se sonroja—. Gracias, tía.

—¡Eustass! La comida ya está! —avisa Mar caminando desde la cocina hacia la sala llevándose la sorpresa de ver a su hermana—. ¡Tri! No te oí llegar.

—Mis disculpas, hermanita. Debí avisarte primero.

Mar coloca los platos en la mesita de centro—. No, no. Descuida. Siempre eres bienvenida. ¿Tienes hambre? Deja te sirvo comida...

La morena se separa de su sobrino—. Estoy bien, gracias. Comí antes de venir. De hecho estoy aquí porque necesito tu opinión acerca de algo que sucedió en mi trabajo —procede a relatar su oferta de empleo—. ¿Qué piensas que debo hacer?

Traga saliva al recordar su plática con Abde el otro día. ¿Acaso esta era una señal diciéndole que su plan iba a funcionar al encajar todas las piezas a la perfección? No pensaba en precipitarse demasiado—. Escucha, Tri. Abde quedó en el pasado. Entiendo que todavía te duela el recordarlo pero no puedes impedir que eso interfiera en tu trabajo, en tu futuro. Olvídalo y ni pienses que te lo vas a encontrar. Y si sucede, actúa profesional. No estás yendo de vacaciones, estás por trabajo y ya está.

—Sabía que encontraría entrar en razón contigo, mi Mar. Gracias —añade con una sonrisa—. De hecho, también vengo a invitarte a que me acompañes. Eustass también está invitado —se dirige al pequeñín.

—¿¡De verdad!? ¿Mami, podemos ir? Di que sí, por favor —se ilusiona Eustass.

La castaña aún se sentía insegura—. Me encargué de hacer investigaciones y Amine se encuentra lesionado. No participará en la Copa —intents convencer relajando los nervios de Mar.

—Por supuesto que formaré parte de tu aventura, hermanita —acepta Mar.