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𝟖

HOSPITAL SAN MUGGO
12 DE DICIEMBRE DE 1979
SALA DE ESPERA

Una semana había pasado desde que Drew Sayre rechazo casarse con Regulus Black.

Drew había estado pensado como decirle a Regulus que él merecía a alguien mejor que ella, que fuera perfecta para él y que no tuviera miedo a amarlo, pero parecía como si hubiera olvidado como disculparse.

Regulus Black era el único que tenía ese efecto en Drew, dejarla sin palabras era algo que no pasaba muy seguido y Regulus hacía que eso fuera tan fácil.

Drew Sayre entraba a la oficina de Evan Rosier con una mueca triste, supuso que Regulus no iría ese día y por más que odiase admitirlo.

Lo amaba y extrañaba más de lo que le gustaría.

—¿Lo quieres esperar un rato más? —preguntó Evan—. No tengo problema en esperarlo Drew.

Apenas habían pasado doce minutos desde que debió haber llegado Regulus, quien entraba corriendo y empujo a Megara Sayre en el proceso, la prima de Drew.

—Perdón por llegar tarde —habló Regulus—. Mi padre enfermo y no pude llegar antes ¿Ya la revisaste Evan? ¿Cómo esta Serpens? ¿Le pasa algo? ¿Necesita algo? ¿Qué debemos hacer para que este mejor?

Drew se mordió el labio tratando de ocultar una sonrisa.

—Esta bien Lus —dijo Drew—. O al menos es lo que pienso porque te estábamos esperando.

Regulus sonrió y agacho la cabeza tratando de disimular y evitar que Drew notará lo feliz que lo hacía el que Drew lo tomase en cuenta.

La sonrisa de ambos se esfumo cuando Sídney Greenggrass apareció junto a su madre, Violet Greenggrass.

Violet sonreía de una forma bastante perturbadora, casi sádica.

Las dos Greenggrass se pararon frente a Drew, Regulus y Evan, incomodándolos ya que la presencia de las dos Greenggrass por separado era sumamente incomoda pero esta vez frente a ambas Drew sentía nauseas y podría jurar que no era por culpa de Dorian.

—¿Cuánto quieren por el bebé? —cuestionó Violet—. Pagaremos lo que sea, Sídney no puede tener hijos y como ella y Regulus se van a casar no veo porque sería un inconveniente para ustedes.

—Señora Greenggrass —le sonrió Drew con falsedad—. Mi hijo se quedará conmigo me niego a venderlo, hay muchos niños en el mundo que quieren una familia, por desgracia, tiene de donde elegir y Dorian Serpens Sayre no es ni será jamás uno de ellos. Así que con todo el respeto que merece, o sea ninguno, váyase a la mierda con su dinero y aleje sus jodidas manos de mi hijo.

Sídney casi suelta una carcajada al escuchar eso.

Evan y Regulus tuvieron que meter a Drew a rastras para que no abofeteara a Violet Greenggrass, aunque ambos estaban completamente de acuerdo en que esa mujer se la merecía.

Cuando Regulus y Drew salieron de San Muggo, Drew no paraba de preguntarse si Regulus en serio iba a casarse con Sídney pero pensaba que preguntárselo después de haberlo rechazado.

—Ya dilo —pidió Regulus.

—¿Te vas a casar con ella?

—Sí.

—¿Por qué?

—Su familia tiene los hospitales con mejores tratamientos para el viruela de dragón —informó Regulus, Drew lo miró con el ceño fruncido bastante confundida—. Mi padre tiene viruela de dragón, Drew.

Mierda.

—Lo siento.

—¿Eso es todo lo que dirás?

—No sé que más podría decir —balbuceó Drew—. Y te odio por eso.

—No puedo culparte —suspiró Regulus—. Pero yo te amo y amo a nuestro hijo, a nuestro Serpens.

Por primera vez Drew sonrió al escuchar ese horrible nombre, no porque le gustará sino porque Regulus Black aún después de todo la amaba.

—También te amo.

Esas palabras fueron como un puñetazo en el estomago para Regulus, ya que no entendía aún porque Drew lo había rechazado.

Pero pareció que Drew sabía legeremancia.

—Pero mereces a alguien mucho mejor que yo —le sonrió Drew con tristeza—. No a una simple chica que quedo embarazada a los dieciocho, mereces a alguien que sea la mujer perfecta para ti. Y yo nunca podré ser la mitad de lo que mereces, pero siempre te amaré.

—Tu eres lo que quiero y amo —respondió Regulus—. Y te amaré más que a nada en el mundo porque desde el primer día lo he hecho.

—Te vas a casar con Sídney —habló Drew—. Ella es increíble y estoy completamente segura de que será la mujer que mereces y amarás más que a nada, que matarías por ella y por más cosas horribles que haga tu la seguirás incondicionalmente.

Regulus nunca pensó en que Drew tuviese alguna inseguridad ya que para él ella era perfecta pero, la pregunta que hizo fue sin duda solo logró hacer crecer las inseguridades de Drew.

—¿Y dónde estarás tú?

Drew tragó saliva antes de levantar sus hombros y suspirar, tratando de reprimir el llanto.

—Por ahí —respondió con una sonrisa—. Viajando, tal vez compré una librería y viva en ella. La vida nunca es lo que se espera Reggie.

Regulus notó como Daryn venía corriendo con un vestido de novia por la sala de espera, Drew no lo sabía ya que estaba de espaldas.

—Espero que seas feliz con Sídney —dijo Drew sorprendiendo a Regulus—. Si la lastimas me encargaré personalmente de destruirte, Regulus Black.

Drew estaba por irse.

Daryn buscaba a Drew con la mirada.

Regulus besó a Drew, apenas fue un simple rocé pero ambos sintieron ese beso como algo eterno.

Como si nada en el mundo pudiera hacer que ese momento fuera mejor para alguno de los dos.

Drew le había dado sus razones para negarse.

Regulus anhelaba poder hacerla cambiar de opinión.

Y Daryn había encontrado su vestido de novia pero al ver a su hermana besando a Regulus dio la vuelta dejándola disfrutar del que podría ser el último beso que ellos dos podrían llegar a tener.

—Te amo —confesó Regulus—. Y no puedes hacer nada por cambiar eso Drew.

—En otra vida estaremos juntos —le sonrió Drew—. Y en esa vida trata de no dejarme embarazada antes de decirme que me amas y preferentemente estando comprometidos.

Regulus soltó una carcajada y asintió.

—Esperaré esa vida y estaré contigo en esta tanto como pueda.




































𝑨𝑼𝑻𝑯𝑶𝑹'𝑺 𝑵𝑶𝑻𝑬: ¿Alguien más quiere arruinar una boda y colarse en otra o soy solo yo?

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