Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

18


LUNES, 19:00H



Kioto se encontraba en la carpa con las manos atadas y semi-desnuda, ya que la obligaron a quitarse las botas y el mono por protocolo anti bombas. Ni siquiera había intentado escapar de ellos, todos la estaban apuntando y pudo sentir miradas desde la fábrica, no quería que su muerte fuera así. 

Podía ver a todos los policías caminando por todos lados, vio sus ordenadores y lo que sabían, por lo que si volvía podría saber todo. Nadie se había acercado a ella aún para interrogarla y sonreía amablemente y saludaba con un buenas tardes a cada policía nuevo que entraba a la carpa. 

Pero quien estaba peor en esa situación no era Kioto, eran sus compañeros que estaban dentro de la fábrica. Berlín reunió a todos en la sala de móviles y ordenó que Tokio se mantuviera fuera de su vista, dudaba que pudiera no matarla si estaba muy cerca de él. Todos estaban en la mesa, cada uno por su lado con la mirada baja, pero todos estaban enfadados. 

—Quiero saber que cojones pasó. —Nairobi fue la primera en hablar, y Berlín asintió. 

—Tenía pensado entregar a Tokio. — la mayoría suspiró.— Kioto se puso en medio para que no lo hiciera y se puso delante de las puertas, con todas las armas apuntando a su nuca. Tokio se liberó y empujó a Kioto, logrando que se cayera y estando en el punto de mira de los policías. Se entregó sabiendo de que su huía nos dispararían.

—¿Por qué no la habéis rescatado? ¡¿Por qué?!— Denver se alteró hasta tal punto que su padre tuvo que abrazarlo por los hombros. 

—La puerta se empezó a cerrar sola, Helsinki no pudo pararla. — habló Tokio cabizbaja. 

—Mira, tú ni hables. — Nairobi la señaló y miró al serbio. —Helsi ¿cómo pudo cerrarse la puerta?

—No lo sé.—respondió aún confundido. — Estoy enfadado, no pude pararlo. Parecía que iba solo. 

—Kioto...— Berlín se pasó una mano por la frente al saber lo que había sucedido, todos le dirigieron una mirada confundida. — Kioto tiene un reloj inteligente que controla todo el edificio, seguro lo hizo para protegernos a todos.

—¡Vaya tontería!— volvió a saltar Nairobi. — Cómo el Profesor no llame a la hora, nos encargaremos nosotros de todo esto. ¿Entendido? 

—No. —miraron a Berlín confundidos, era el único que no estaba de acuerdo y el más afectado de todos. — Kioto tiene más artillería allí fuera ella sola, cuando salga en las noticias irán a por ella, solo tenemos que esperar.




—Hombre señor Prieto.— Kioto ni se molestó en levantarse, pero sí saludó. Nunca perdería los modales. 

—Señorita Laia. 

La mencionada se sorprendió al escuchar su nombre, pero no lo mostró. Después de tantos meses escuchando su nombre nuevo, su nombre de atracadora, ya había olvidado el suyo propio. Era algo extraño escucharlo en otras bocas. 

—¿Le excita interrogar a mujeres en ropa interior?

Prieto sabía que no iba a lograr gran cosa con ella, al fin y al cabo estaba preparada física y mentalmente para cualquier tipo de interrogatorio. Pero ese hombre no es de los que se rinden, por lo que siguió hablando, ignorando a Laia. 

—¿Por qué se ha entregado?— la chica torció la cabeza confundida, queriendo más información. — La hemos visto todos salir de la fábrica como Pedro por su casa, por lo que algo no le ha gustado de estar allí dentro y a venido a entregarse ¿o no?

—Oh si si, eso mismo. — se burló ella. — Soy demasiado rica e independiente cómo para estar allí dentro con tanta gente. ¿Y para qué? 

—Eso mismo me pregunto yo Laia ¿que quieres?

—¿Yo? —la chica se quedó pensando un segundo. — Respirar bajo el agua ¡o ser sirena! Era mi sueño cuando era pequeña. 

—¿Cuántos sois allí dentro?— Prieto sabía que pendía el tiempo con preguntas inútiles, pero sabía que Laia nunca había mentido en ningún interrogatorio. Por lo que ese era su as en la manga, la honestidad de la Aramburu. 

—Ocho. 

—No son muchos. — la chica ladeó la cabeza. — ¿Cuánto tiempo tuvisteis que estar en Toledo para vuestro plan?

—Nada, cinco meses, un desperdicio si me preguntas. — Laia no ocultaba nada y Prieto soltó una risa al darse cuenta de que todo era cierto. Ella siempre decía la verdad, y es que Laia, odiaba mentir, pero era demasiado buena. Ella siempre ocultaba la verdad detrás de simples palabras. 

—¿Desperdicio? ¿Acaso no fue importante aprender todo?

—No sabría decirte, yo ya sabía el plan. — la chica se encogió de hombros y miró a la cortina cuando la inspectora apareció. —¡Inspectora! — Laia sonrió amable y la saludó con entusiasmo. 

—Madre mia. ¿Alguien me explica porque tenéis a esta pobre mujer así?— señaló su cuerpo semi desnudo y agarró una manta para cubrirla. —Siento el trato Kioto. 

—Puedes llamarme Laia, allí dentro era mi nombre en clave. —Raquel asintió con una pequeña sonrisa, no le caía mal la chica pero era una de las implicadas, por lo que tenía que ceñirse al plan de inspectora. — No me gustaría ofender, pero nadie me ha leído mis derechos. 

—¿Perdón? — habló Prieto .

—Perdonado, tranquilo, será la edad. —se burló. —Me habéis arrestado sin leerme los derechos, lo que significa que estoy arrestada ilegalmente. Además, me han empezado a interrogar, lo que empeora la cosa. 

Raquel miró a todos los policías allí presentes para saber si eso era cierto, nadie respondió. La inspectora negó con la cabeza decepcionada con el trabajo de sus compañeros y Laia soltó una pequeña risa.

—¿Quieres que te lea los derechos?

—No es necesario, pero si me vais a interrogar, exijo a mi abogado. 



Todos en la fábrica seguían dentro de la sala de móviles cabizbajos, con la mirada fija en la mesa pensando en que hacer. Helsinki había traído a Oslo, quién había despertado después de que se fuera Kioto y preguntara por ella. Berlín levantó la vista al oír un extraño sonido. 

Todos miraron a la televisión, que ahora tenía un tono gris en la pantalla, se podían oír extraños sonidos salir de allí, hasta que una fina línea roja apareció en la pantalla. Nairobi la comparó con la línea de los signos vitales y Berlín junto con Tokio la mandaron callar. Todos se sorprendieron cuando la línea se empezó a mover mientras las voces se oían. 

—Bien, ahora estas en mi territorio Laia y responderás a mis preguntas. — Raquel había recibido una llamada y por ello ahora se sentía más ansiosa de terminar, pero gracias a esa llamada Kioto pudo conectar su reloj a la televisión y grabar la conversación. Quería que sus compañeros supieran lo que sucedía. —¿Quién es el Profesor?

—Un hombre muy estirado, la verdad. — Denver soltó una pequeña risa al escucharla. —Siempre pensé que tenía un palo metido en el culo, pero siempre fue así. 

—¿Lo conocías antes del atraco?

—Sí. —Río preguntó el porque hablaba con la verdad y Berlín solo le dijo que Kioto odiaba las mentiras. — A ver, que los otros necesitaron cinco meses, pero yo estuve cinco años ayudando a crear el plan. 

—Osea que sois muy cercanos. —la chica asintió. —Puedo rebajarte los años de condena si colaboras Laia, solo tienes que hablar. 

—¿Quiere saber todo? ¿Desde el principio?

—Por favor. 

Todos en la fábrica estaban escuchando atentamente a la conversación, no querían dejar escapar ni un solo detalle. Berlín se acercó más a la pantalla, arrastró una silla y se sentó en frente, varios le siguieron el ejemplo y miraron sin pestañear. 

— Bueno, lo conocí por casualidad y me contó el plan que tenía, yo solo ayudé un poco. — la chica se encogió de hombros. —Luego me enamoré de un hombre, que es un egocéntrico y narcisista y le hice creer que me acostaba con el Profesor para intentar alejarlo. 

—¿Por qué?

—Me lleva veinte años inspectora. Mi padre quería matarlo por tocar a su preciosa hija. — la mujer se sorprendió al escucharla.

—¿Hablas de Andrés?—la chica sintió. — ¿Está allí dentro?

—¿Mi ex marido? —soltó una fuerte carcajada. —Si estuviera allí dentro lo habría ahorcado. 

—Lo hemos investigado Laia, todo su vida en realidad. — la joven soltó un suspiro al saber lo que venía. — Pero en ningún lugar pone que seas divorciada. 

—Ay, no me lo recuerde ¿bien? — negó con la cabeza del disgusto. — Me enfoqué en otras cosas y luego me secuestraron, no tuve tiempo de pedir el divorcio. 

—Mira, Laia, creo que me estas haciendo perder el tiempo. —habló la inspectora frotándose los ojos. —Cada minuto que pierdes es un año más de condena. 

—¿De verdad cree que miento?

—Dudo que diga siempre la verdad. 

Kioto resopló con una sonrisa, sabía que tanta sinceridad hacía dudar a todos los policías que estaban escuchando. Sabía que era muy buena estrategia, ya que hacía pensar que todo lo que decía era una mentira. En el rostro de Berlín se formó una sonrisa sincera al escuchar lo que dijo la inspectora, sabía que Kioto era muy buena en los interrogatorios. 

—Mira, eres joven Laia. Tienes toda una vida por delante. — la inspectora siguió hablando con la cara de burla de Laia. — Cuando salgas de la cárcel, tendrás más de cincuenta y habrás perdido todas las oportunidades. Creo que eres una ingenua pensando que saldrás de aquí intacta.

—Mira Raquel, aquí la ingenua es usted. — la chica se encogió de hombros ante la confusión de la mujer. — Inspectora, he salido en televisión y supongo que sabe que tengo muchos contactos. ¿Qué cree que sucederá? Tal vez mi anterior amenaza se haga realidad...

Raquel se levantó de un salto de la silla y se fue afuera de la carpa para poder llamar a varios jueces y poder arrestar a la chica lo antes posible. Laia estaba satisfecha con su trabajo, ella sabía que vendrían a por ella y estaba muy tranquila, le lanzó un beso a Prieto y habló de nuevo. 

—Dudo de logréis algo ¿sabes? — llamó la atención de Prieto. — Una joven mujer arrestada, sin que le hayan leído los derechos... Una mujer que exigió un abogado y no se lo habéis dado... Yo lo veo peor para ustedes que para mi. 

Sus compañeros, dentro de la fábrica, rieron a conjunto y se alegraron al saber por boca de Berlín que no tardarían en rescatarla y meterla dentro con ellos de nuevo. En cambio, Prieto salió enfadado de la carpa sabiendo que tenía razón, y que su estrategia fue buena. Laia advirtió de sus derechos no pronunciados por nadie, y aunque se haya negado era una obligación hacérselo saber a la arrestada, mientras que con tantas respuestas sinceras de Laia se olvidaron de pedir un abogado al pensar ella hablaría sin él. 

El inspector Prieto estaba en grandes apuros, lo peor era que Laia lo había grabado todo y que con ayuda de Río lo colgarían en las noticias. 





No os olvidéis de seguirme, darle una estrella y comentar amores. Tiktok: mylbooks

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro