IV
El hospital huele a suero, medicamento y desinfectante de manos.
Es horrible, la última vez que estuvo en uno fue hace mucho tiempo y a Marte no le gusta recordarlo.
No puede entender como Tierra podía pasar tanto tiempo entre estas paredes, soportando que lo pincharan con agujas, sacándole sangre y recetándole nuevas pastillas.
Tierra siempre le decía que no era tan malo, pero Marte lo conocía como la palma de su mano y sabía que él mentía con mucha facilidad, como un cuchillo enterrándose en mantequilla blanda.
Tierra odiaba estar aquí.
¿Tierra lo odiaría cuando despertara? ¿porque el fue cómplice de las personas que lo mandaron aquí?
Su padre está hablando con una de las tres recepcionistas que tiene el hospital, la mujer mayor, de anteojos gruesos y labios rojos, le dice algunas cosas antes de que su padre asienta, le dé las gracias y vuelva al lado de Marte.
—Tendremos que esperar unos veinte minutos, las visitas son de a dos personas y ya hay gente en la habitación.
A Marte se le retuerce el estómago de solo pensar quienes podrían estar allí con Tierra.
Tal vez es Saturno, con sus ojos llorosos y sus interminables lágrimas, Luna, con sus puños llenos de rabia y enojo en la sangre, o en el mejor de los casos es Júpiter...
Pasan veinticinco minutos antes de que una enfermera se acercara a ello con una lista en mano. Llamó al padre de Marte y se lo llevó cerca del mesón.
Marte los observó desde su asiento, sin expresión. Intentaba con todo lo que podía no derrumbarse ahí mismo. Se sobresaltó cuando sintió como el endeble asiendo de plástico se movía cuando otra persona se sentó a su lado.
—Eres un maldito.— Luna le dijo, sin mirarlo directamente. Pero Marte podía observar su perfil desde donde estaba por el rabillo del ojo. —¿Ya escuchaste lo que le hiciste a mi hermano?
Por supuesto, no hay que pasara y no tuviera pesadillas con ello. Marte se despertaba en medio de la noche, sudando frío y con un grito atascado en la garganta, la imagen de Tierra, pálido y pequeño, con los ojos cerrados y la sangre en todos lados se pegaba a sus retinas oculares, fresca en su memoria.
—En coma.— Luna le repite, como un juez golpeando su martillo contra la mesa, declarando una sentencia. —Mi hermano luchó toda su vida para poder salir de este lugar y tú, ustedes...
Luna se cubre el rostro con las manos, sollozando y temblando fuertemente.
A veces, con lo infantil que era Tierra y lo serio que actuaba Luna, Marte solía olvidar que Luna, en realidad, era el hermano pequeño.
Luna se había aferrado a Tierra toda su vida, incluso cuando llegaron a la casa de su nuevo tutor. Si Tierra estaba cerca, Luna estaba tres pasos detrás, casi como un satélite orbitando a su planeta. Siempre pareciendo cuidarlo desde la distancia, regañarlo cuando era demasiado arriesgado o decía algo fuera de lugar.
Marte sabía que el dolor que estaba sintiendo no debía de ser ni una cuarta parte del dolor de Luna, ni siquiera una pizca del dolor que le infligió a Tierra.
Quiere consolar a Luna, pero él era el menos indicado de todas las personas. Sus manos tiemblan cuando se alejan rápidamente de donde se dirigían a la espalda de Luna, queriendo acariciarlo.
—Marte.
La voz de su padre lo saca de sus pensamientos, Marte se dobla para mirarlo. Su padre le hace una seña para que se acerque, él nota como evita mirar el cuerpo del niño que está a su lado, tal vez sea vergüenza, tal vez no tiene la fuerza suficiente para enfrentar al niño pequeño al que su propio hijo destruyó toda su vida.
Marte se para, dejando a un sollozante Luna detrás de él sentando en el centro de la sala de espera del hospital. No se atreve ni siquiera a despedirse, temiendo que Luna se descomponga aún más.
Caminan unos pasos por un pasillo largo, la cerámica del piso perfectamente limpia, de un color blanco que lastimas a los ojos de Marte. Los azulejos de las paredes reflejaban la luz blanca de las ampolletas.
Marte podía escuchar de todo por las habitaciones que pasaba mientras se dirigían a un ascensor. Llantos, gritos de felicidad, palabras de alegría y tristeza.
Odiaba los hospitales.
Su padre aprieta el número cinco en los botones del ascensor. Las luces tintinean, su padre lo mira de vez en cuando, Marte sabe que lo está examinando, para ver si está tranquilo o si está ansioso.
Las puertas del elevador se abren y su padre dobla inmediatamente a la derecha, él ya había estado aquí después de todo. Puede leer, en uno de muchos carteles que indicaban y señalaban cosas en el hospital, donde estaban.
"Pasillo de cuidados intensivos."
Marte quiere vomitar.
Se traga la bilis que amarga su boca. Marte quiere estar con Tierra, pero estaba seguro que si mostraba el más mínimo destello de sentirse mal, su padre se lo llevaría a casa.
Su padre se detiene frente a una puerta de vidrio grueso, de un color cyan oscuro. Ya estaba abierta.
Júpiter, el tutor de Tierra y Luna, se ve extremadamente cansado. Tiene enormes ojeras debajo de sus ojos anaranjados, su normalmente pulcro cabello estaba desordenado y tenía una barba de dos semanas sin rasurar. A su lado, sosteniendo su brazo, estaba Saturno, quien para sorpresa de Marte, se veía mucho peor que Júpiter. Ojos rojos e hinchados del llanto, tan pálido como la nieve que próximamente se acercaba y su cabello, normalmente lo que Saturno más cuidaba, estaba atado torpemente en una coleta baja, enmarañado.
—Oh, Faetón, Marte. —Júpiter dice cuando finalmente los nota. Marte quiere enterrarse vivo en ese momento, la vergüenza y el arrepentimiento de estar parado frente a Júpiter eran demasiado.
¿Qué tan descarado era Marte como para presentarse en la habitación del niño en coma al que él había dejado así, siendo cómplice? Al parecer, no conocía sus límites.
Marte quiso arrodillarse allí mismo y pedirle perdón a Júpiter, por todo.
Júpiter, quien no había sido nada más que amable desde que conoció a Marte la primera vez que Tierra lo invitó a su casa, quien siempre le daba un consejo cada vez que lo necesitaba. Aquel que lo sacaba a él y Tierra a comer pasteles en esa repostería del centro o siempre le tenía un regalo de navidad debajo del árbol a pesar de que Marte ya tenía sus propios regalos.
Marte sintió lágrimas picar en el borde de sus ojos cuando Júpiter lo miró a él y le dio una sonrisa suave. No había odio ahí, como esperaba Marte, ni siquiera una pizca de enojo o furia. No veía nada más que cansado.
—¿Viniste a ver a Tierra? Adelante, Saturno y yo ya nos íbamos.
—S-sí...
Marte se paró incómodamente ahí, en mitad del pasillo, cuando Júpiter y Saturno se hicieron a un lado y su padre le tocó el hombro suavemente.
—¿Qué tal si entras tú primero? Debo hablar unas cosas con Júpiter antes.
Marte asintió robóticamente, utilizando todas sus fuerzas para moverse y entrar a la habitación donde se encontraba Tierra.
—Marte.— se dió la vuelta cuando escuchó a Saturno llamarlo débilmente. —¿Sabes dónde está Luna? ¿o lo abras visto? Bajo antes que nosotros.
—Sí, él está abajo en la sala de espera.
—Gracias.
Saturno se despidió de Júpiter y Faetón antes de bajar, seguramente para buscar al niño de pelo plateado y pecas interminables.
Marte no se sorprendía realmente de ver a Saturno aquí, era la pareja de Júpiter incluso antes de que se hiciera cargo de Luna y Tierra, cuando ellos y su padre iban a la universidad. Y siempre les tuvo demasiado cariño a los dos hermanos desde el día que los conoció.
Debe ser duro esto para él, ver al niño que prácticamente vio crecer de esta manera.
A pesar de que Saturno quería a ambos de igual manera, Saturno siempre fue más cercano a Tierra debido sus gustos en moda similares o que a ambos les gustaba bordar flores en las camisas de Júpiter cada que llegaba la primavera.
Le sorprende un poco que Saturnina haya dejado tanto tiempo a Titán solo, pero, bueno... Titán era un tema completamente aparte.
Marte salió de sus pensamientos cuando dio el paso final dentro de la habitación de Tierra. Había una gran cabina antes donde tuvo que limpiarse los zapatos, ponerse guantes de látex y una mascarilla antes de entrar donde estaba realmente Tierra.
Tenía miedo, tenía tanto miedo.
¿Qué estará soñando Tierra? Espera que sea algo lindo.
Marte se sienta a un lado de la cama de Tierra, con el sonido de las diferentes máquinas que los rodean constantemente en sus oídos. No quiere levantar la cabeza, no puede.
Y entonces, lo hace.
★\☆
—¡Hola chicos! ¿quieren un abrazo? Ahí voy.
—¡No, no, no, no!
—¡Espera, espera, espera!
—¡Viejo! ¿quieres fusionarte y hacer nuevos planetas?
—Ew, oye no quería saber de tus raros fetiches Marte.
todo el mundo pasándosela pésimo por el accidente q ocurrió:
mientras tanto tierra soñando que es literalmente un planeta parlante en el espacio exterior:
¿esa no se la esperaban, verdad? muejejej.
hola chikis este fic no está muerto!!! solo q yo soy una depresiva y procrastinadora con todo jajajaj.
bueno, ha pasado un poco de tiempo desde la ultima vez q actualicé y pido disculpas, también por si ven algún error de ortografía pq tengo mucho sueño, mñn lo edito.
pasan muchas cosas aquí. finalmente vemos a júpiter! él es el tutor legal de tierra y luna desde que sus padres murieron ya que era el hermano mayor de la madre de ambos, o sea, hermano mayor de theia pq tmb, proto y theia son los padres de tierra y luna, creo q era algo obvio, así que técnicamente tmb es su tío lol.
en el próximo capítulo deseo mostrar finalmente una interacción entre tierra y marte, aunque sea unilateral pq, ya saben, tierra esta en coma JDKSJ.
espero les haya gustado!
(en honor a mi amiga Anthonyc2 q me pasó los dos memes JDKSJSKA)
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