Los hospitales nunca fueron del agrado de Marte. Cuando su madre falleció, el estuvo veintidós horas sentando en la sala de espera de uno cuando sólo tenía nueve años.

Fue el peor día de su vida, cuando nacieron sus dos hermanos menores. Marte jamás creyó que podría odiar a dos seres tan diminutos como dos bebes recién nacidos. Pero lo hizo, y eso lo aterrorizaba.

Ellos habían sido los que le habían arrebatado a su madre.

Su madre quien cocinaba el mejor spaghetti con albóndigas, su madre que siempre lo cuidaba cuando se enfermaba por jugar hasta tarde sin abrigo, su madre que tenía la sonrisa más linda y el cabello más sedoso.

Su madre que estaba muerta.

Nunca nadie se lo dijo con esa franqueza, pero Marte no era tonto y sabía leer entre líneas cuando algunos de sus familiares intentaron explicarle la situación, porque su padre estaba demasiado destrozado como para dejar el lado del ataúd donde yacía su esposa.

Así que Marte los odio, odio a Fobos y Deimos con todo lo que su pequeño cuerpo podía. Hasta que conoció a Tierra.

Tierra era el niño nuevo, se había mudado a la casa que estuvo durante mucho tiempo a la venta, justo al lado de la de Marte.

Se llevaron bien desde un principio, a Marte le gustaba escucharlo hablar y a pesar de que su actitud aveces era un poco altanera y egocéntrica, Marte lo encontraba un amigable y divertido.

Los padres de Tierra estaban fallecidos, en el cielo, o eso le había dicho. Solo eran él, su hermano menor, un niño llamado Luna, que era mucho más pequeño para la edad que decía tener y su tío, el hermano de su madre, quien los había acogido después de que ambos quedaran huérfanos

—¿Por qué los odias?

Le preguntó Tierra un día mientras ambos comían helado en el patio de la casa de Marte.

—Ellos mataron a mi madre.— respondió él, entrecerrando los ojos con enojo cuando vio a la habitación de los dos bebés en el segundo piso.

—... sabes, cuando Luna nació, mi mamá estuvo mucho tiempo dentro del howpital.

—Se dice hospital, Tierra.

—Eh, como sea.— Tierra rodó los ojos con fastidio y continuó. —Ella pasó mucho tiempo allí dentro, todo porque había traído a la vida a mi hermano. Yo tenía mucho miedo y resentí mucho a mi hermanito cuando ella... ya sabes...

Marte miró al niño con ojos expectantes, Tierra lucía como si fuera a llorar, tenía la nariz roja y los ojos vidriosos, pero siguió hablando.

—Pero mi padre me dijo que Luna era lo que ella nos había dejado como regalo. Que mi madre lo había amado y por eso había invertido todo su esfuerzo en traerlo al mundo. Me dijo que a ella le habría gustado que lo amáramos como nosotros la amamos a ella y se habría puesto muy triste si sabía que lo odiaba.

Tierra se restregó sus manos regordetas encima de los ojos, buscando detener las lágrimas que empezaron a gotear por sus mejillas. Marte solo lo miro, sin atreverse a hacer un solo movimiento, temía que si tocaba al niño a su lado se quebrara bajo sus manos como el cristal.

—¿Qué hiciste...— en su lugar preguntó. —para dejar de... odiarlo?

—Simplemente, sucedió.— el niño pequeño se secó las últimas lagrimas de las mejillas, su helado hace mucho tiempo olvidado en el suelo. —Luna es mi todo, fue... lo único a lo que me pude aferrar cuando papá... cuando quedé solo. Es mi hermanito pequeño. Tiene la sonrisa de mamá y los ojos de papá.

Marte asintió, intentando comprender aunque sea un poco de lo que Tierra estaba intentando transmitirle. No debería ser así, Marte y Tierra deberían estar hablando del más reciente videojuego en vez de como superar su duelo, pero la vida no es justa.

Marte todavía tiene a su padre por lo menos, pero Tierra...

—No te digo que los ames.— Tierra continua, es la primera vez desde que se conocen, que ha visto así de serio a su amigo. Siente que Tierra es mucho más maduro de lo que debería, pero no dice nada, como siempre. —Pero son tus hermanos, es tu familia y tu madre... ella debió amarte a ti y a ellos mucho, como mi madre a mi y Luna, ella tal vez estaría triste si supiera que... los odias.

Ambos se quedan en silencio hasta que el padre de Marte les pide que entren y les sirve la cena.

Tierra se despide a las 7:00 PM de él, trota en dirección a su casa donde su tío le abre. Despúes entra y no lo ve hasta la mañana siguiente.

La casa es silenciosa, su madre habría tenido un poco de música mientras lavaba los platos de la cena. Pero en cambio, está su padre, con la misma aura triste desde el día del funeral de su mamá.

Marte subió las escaleras y se dirigió a la habitación de los bebés. Abrió la puerta con cuidado. La luz del atardecer le daba a la habitación un aire cálido, el viento que entra de la ventana es tibio y los dos bebés duermen en cunas separadas al otro lado de la habitación. Marte se acercó a uno, 'Deimos', dice en el mameluco del bebé. El niño lo mira por sobre la barandilla, tiene los cachetes redondos, la piel ligeramente tostada, como su padre y sus rasgos están tan poco definidos que apenas y si ve a alguno de sus progenitores en ellos.

¿Cómo se supone que podía querer a alguien que era un extraño para él?

Marte estaba por irse cuando escuchó como el bebé se despertaba, Deimos bostezó antes de removerse en su cama, incómodo y abrió los ojos.

Eran iguales a los de su madre, la misma forma almendrada, el mismo color, la misma forma de las pequeñas pestañas y cómo se encrespaban para arriba de una manera única, que solo su madre tenía.

El bebé se puso a llorar, tal vez tenía hambre, frío o todavía tenía sueño y solamente quería alguien que lo consolara. Marte acarició los pequeños y suaves rizos de su hermanito con su mano pequeña.

Deimos poco a poco se fue calmando, porque pronto se quedó dormido como si nunca hubiera despertado .

Cuando el padre de Marte subió a la habitación de sus hijos, apenas terminó de lavar los platos y escuchar al bebé dejar de llorar, encontró a Marte llorando y sollozando a rienda suelta justo en el centro de las cunas de sus hermanos pequeños.

Faetón se acercó a su hijo con ojos comprensivos, acariciando sus mejillas y secando sus lágrimas con cuidado antes de levantarlo en brazo y salir de la habitación una vez se aseguró que los bebés estuvieran bien.

—T-tienen...— hipó Marte, cortándose por un sollozo y más lágrimas. —Tienes los ojos de mamá, e-ellos dos.

Su padre solamente lo abraza hasta que Marte se queda dormido y sueña con un mundo en donde su made está todavía con él, sus dos hermanitos menores son preciosos, su padre aún es feliz y tiene a su mejor amigo a su lado.

NOTAS: este capítulo no ha sido revisado ni corregido, así que me disculpo si hay algún error de ortografía o coherencia, estoy muy cansada para revisar!!!1!1!

bien, un poco del pasado de Marte. él perdió a su madre cuando Fobos y Deimos nacieron (ya que son gemelos aquí, creo q no lo he mencionado), él la amaba mucho y era muy cercano a ella. cuando murió, esto fue demasiado para él e hizo que tuviera un resentimiento y odio hacia sus hermanos menores, hasta que conoció a Tierra.

su padre cayó en una depresión muy fuerte porque: uno, murió su esposa y dos, creo que esa es suficiente razón como para q se sienta destrozado JSKSJ, es un viudo intentando criar a sus hijos lo mejor que puede, no sean duros con él (claramente no sirvió, pq Marte). y si, el padre es Faetón, el planeta hipotético que supuestamente estaba entre Marte y Júpiter y al que ser destruido creó el cinturón de asteroides.

TAMBIÉN AL FIN ESCRIBO ALGO DE TIERRA!!!1! esta historia gira casi prácticamente en torno a él, a pesar de que está contada desde el punto de vista de Marte, y no puedo creer que no haya escrito ningún dialogo o escena con él incluido.

ya se dirá más de Tierra y su pasado antes de mudarse con su tío (juro que en el próximo capítulo se verá al tío/tutor de Tierra, aunque creo ya pueden ir deduciendo quien es).

eso es todo, espero les haya gustado!!! <3