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𝟬𝟭. THE QUEEN IN ACTION.

✶ ‧ › o. 𝓒𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐔𝐍𝐎. . .
𝟬𝟭. ╱ LA REINA EN ACCIÓN.

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LAS AGUJAS DEL GRAN RELOJ EN LA HABITACIÓN resonaban por todo el lugar. Era tanto el silencio que había, que eso era lo único que se escuchaba. El sol entraba apenas por la pequeña oficina, ya que todas las cortinas estaban cerradas haciendo que el lugar se viera algo lúgubre. En general, todo el ambiente era bastante triste y gris.

Victoria Beaufoy se encontraba sentada en su escritorio, con las piernas cruzadas, y con toda su concentración puesta en la botella de ginebra a un frente suyo. La miraba con total atención, mientras fruncía el ceño cada cierto tiempo.

-¿Y? ¿Que opinas?-preguntó Edward Beaufoy a un frente suyo, sentado en uno de los cómodos sillones. Victoria levantó la vista con una ceja alzada.

-No es algo que compraría, sinceramente.-habló la castaña con un marcado acento inglés, mientras alejaba un poco la botella con una gran estampa que decía Foy's Gin. El nombre de la empresa que era dueña.

-¿Es el etiquetado, verdad?-preguntó Edward mientras se acercaba un poco más a su prima. Victoria lo miró y negó.

-Sabes que últimamente no nos ha ido muy bien con la exportación.

-Totalmente de acuerdo.

-Tenemos que cambiar nuestra formula, esta ya es muy cara de hacer.-siguió Victoria mientras se colocaba de pie.

-Pero hemos usado está fórmula desde siempre.-frunció el ceño Edward.

-Imagina que si recortamos los gastos, recibiremos más ganancias. Esa ginebra es de bastante alta calidad, hay que bajarla un poco.-espetó la castaña mientras se desplazaba.

Edward la miró un par de segundos, mientras la veía caminar por el pequeño despacho.

-¿A que te refieres exactamente con recorte de gastos?-preguntó despacio, Victoria rió.

-Tenemos que hacer rendir la misma ginebra, pero en más botellas.-murmuró, Edward asintió.

-Está bien, pero ¿que haremos con las botellas que ya están listas para salir?-preguntó Edward, Victoria rodó los ojos.

-No se pueden entregar, de lo contrario, sabrán que las otras son diferentes.-le cortó la mujer.-Diles a nuestros clientes que tuvimos un percance con el embalaje. Saldrán de acá a la semana siguiente.

-¿Quieres tener las otras botellas listas de aquí a una semana?-preguntó algo sorprendido Edward, Victoria asintió.

-No veo el problema, ¿tú si? Solo ordena a los trabajadores que hagan lo que dije, y su remuneración será levemente aumentada si tienen todo listo de aquí a una semana.-habló de manera calculadora, Edward no estaba muy seguro.

-No lo sé, Victoria. Creo que...-pero la castaña lo cortó.

-Dile a Andrew que se haga cargo de lo demás, él sabrá.-dijo mientras comenzaba a encender un cigarrillo de su mesón favorito, Edward asintió mientras se colocaba de pie. Se rascó la nuca algo inseguro.

-Está bien, le diré.-se acercó a la puerta, pero se detuvo antes de abrirla. Victoria arqueó una ceja.

-¿Necesitas algo más?-preguntó mientras tomaba otra calada de su cigarrillo, Edward asintió despacio.

-Con respecto a lo de la exportación...-comenzó Edward, Victoria asintió.

-¿Si?

-Sabes que no me gusta mucho ese negocio ilegal tuyo.-dijo el hombre siendo honesto, Victoria se sorprendió por el tono en el que le habló su primo.-Me gustaría cambiar eso, tengo otra idea que nos podría ayudar a ganar más dinero.

Victoria sabía lo mucho que su primo aborrecía el negocio clandestino que llevaba aparte de la empresa. Por que Victoria había heredado el negocio de su padre a la edad de tan solo 22 años, una vez que este murió a causa de un horrible resfriado.

Desde pequeña había tenido una infancia dura y para nada fácil, ya que su madre falleció una vez la dió a luz, ocasionando que su padre no tuviera más hijos ya que nunca más se volvió a casar. Victoria no conocía lo que era el amor de una madre, y mucho menos el de un padre. Este nunca mostró ningún tipo de afecto hacia ella, ya que creía que por culpa de ella, el amor de su vida ya no estaba con él. Dedicó la mayoría de sus últimos años a manejar su negocio, y a ser un alcohólico de primera.

Y era una gran ironía, pues su padre era dueño de una gran empresa dedicada a la fabricación de licores, siendo el más reconocido, su famosa ginebra. Era el mayor exportador de varios países en el mundo, incluido el famoso continente de América. Pero desde que su padre se convirtió en un alcohólico, el negocio comenzó a fallar dejándole a Victoria una empresa casi en la ruina. Es por esa razón, que tuvo que empezar desde cero, y la única forma que Victoria conocía para generar dinero, era matando por este mismo.

A causa de su infancia dura, Victoria se vió en la obligación de aguantar situaciones bastantes feas durante años, razón por la que odiaba estar en casa. Desde que empezó su adolescencia, Victoria pasaba más en las calles de Manchester que en su propia mansión en ruinas. Y ese vil ambiente de las calles, la convirtió en una mujer fuerte, dura y por supuesto más astuta. Obviamente, que viéndose en la obligación de protegerse a si misma, tuvo que aprender a defenderse de hombres que muchas veces le doblaban el tamaño, y la edad. Fue ahí, cuando conoció a Berta, quién le enseño este mundo de la clandestinidad, y peor aún, de matar por dinero.

Es por eso que aparte de dirigir una empresa de licores, también era la jefa de un pequeño grupo de asesinos a sueldo. Tan solo los mejores trabajan para ella, y es por eso que no eran tantas las personas. Pero vaya que entre pocos generaban bastantes ganancias. Juntar estos dos rubros, a Victoria le suponió poder, riquezas y protección. Y es por esa misma razón que no entendía como su primo podía aborrecer tanto aquél otro lado del negocio.

Victoria lo quedó mirando un par de segundos, como analizandolo. Edward la miraba fijamente sin pestañear. Luego la mujer asintió despacio, mientras se dirigía otra vez a su escritorio para tomar asiento. Hizo un pequeño ademán hacia su primo para que tomara asiento también.

-Te escucho.-fue lo único que dijo. Edward asintió y rápidamente se acomodó. Aclaró su garganta antes de hablar.

-Lo he estado pensando mucho, y he hecho mis investigaciones.-comenzó seguro, Victoria asintió despacio aún con su cigarrillo en la mano.-Y he pensado que esto nos vendría muy bien como nuevos ingresos.

-Habla ya, Edward.-le cortó fastidiada. Edward se acercó un poco al escritorio mientras bajaba un poco la voz.

-Me he enterado de una banda en Birmingham que se dedica a las apuestas ilegales de carreras de caballos.-espetó el hombre, mientras hacia ademanes con sus manos.-He mandado a un par de hombres a revisar, y al parecer no les va nada mal. Me enteré que tienen planes de llegar a las grandes ligas, pero aún no tienen los contactos necesarios.

Victoria al escuchar lo que dijo su primo, no pudo evitar colocar una gran mueca en su rostro. Si había algo que definitivamente no le gustaba para nada en el mundo, eran las estúpidas carreras de caballos. Tenía sus razones, y que decir de su experiencia relacionadas a ellas.

-¿Quieres involucrarte con caballos ahora?-alzó un poco la voz, algo digustada. Edward rodó los ojos fastidiado.

-Hablé con uno de ellos.-murmuró Edward. Victoria lo miró algo sorprendida.

-Al parecer ya lo tienes todo bastante planeado.-murmuró con los ojos un poco más abiertos de lo normal, mientras tomaba otra calada de su cigarrillo.

-Fue una simple conversa en un bar, Victoria. Al parecer, el hermano mayor habla bastante cuando está ebrio.-habló algo exasperado Edward. Victoria rió.

-Bastante parecido a ti, primo.-sonrió la castaña, Edward negó mientras entrecerraba los ojos.

-¿Qué opinas? Sería dinero fácil.-mencionó el hombre. Victoria lo miró un par de segundos.

-Estamos hablando de malditos caballos, Edward.

-Lo sé, pero piensalo, ¿si?-trató de convencer el hombre, Victoria rodó los ojos.

-Cuando me traigas más información, lo pensaré.-le cortó la mujer. Edward sonrió.-Pero te advierto que la idea no me gusta, para nada. Así que más te vale también pensar en otra cosa.

Edward se puso de pie, contento.

-Cuenta con eso.

Victoria volvió a tomar calada, antes de apagar el cigarrillo y dejarlo en el cenicero. Luego apuntó la puerta con su otra mano.

-Ya puedes irte entonces, tengo un par de cosas que hacer.-habló la castaña, Edward asintió.

-¿Esas cosas que tienes que hacer tienen que ver con cierto policía?-preguntó divertido el hombre, Victoria lo miró de una manera asesina.

-Negocios, Edward. Negocios.-repitió.
-Ya vete.

Edward rió, y salió de allí. Victoria dió un largo suspiro, pensando en la pesima idea de su primo. Por supuesto que ella había escuchado sobre aquella pandilla de Birmingham, los conocía. Aunque solo por nombre, nunca le había llamado la atención ir a ese funesto lugar, pero si tenía cierta noción sobre aquella familia con raices gitanas. No tenían una muy buena reputación, por supuesto. Es por eso que Victoria no le interesaba en lo más mínimo forjar alianzas con ellos, ¿qué punto tenía? Ella tenía más poder que toda aquella familia junta. No los necesitaban, y si ella lo sabía, no entendía por que a Edward se le ocurriría algo así. Su primo podía ser bastante ingenuo a veces, aunque no quisiera demostrarlo.

Es por eso que levantó de golpe de su asiento, y se acercó a la entrada del lugar a tomar su abrigo. Arregló un poco su cabello, y abrió la oscura puerta para salir de allí. Caminó por los largos pasillos de la mansión Beaufoy, mientras criados la miraba pasar, preguntándose como una mujer como ella podía tener una caminata tan poderosa, claro, sabían lo que hacía, pero no entendían como era que había logrado tanto. Victoria sabía sobre las miradas que le daba la gente, y ante eso ella solo se limitaba a responderles con una sonrisa de suficiencia.

[...]

El viaje hasta la calle Kingfrost fue corto. Victoria bajó del taxi con elegancia, y miró el gran edificio que se levantaba ante ella con una pequeña sonrisa. Acomodó su costoso bolso de mano sobre su hombro y comenzó a emprender camino hacia la entrada. Solo la bastó hacer un leve movimiento de cabeza hacía uno de los hombres que cuidaba el lugar, para que inmediatamente la dejara pasar.

La punta de sus tacones resonaban por todo el lugar, y muchas personas allí evitaban mirarla directamente, aunque la gran mayoría lo hacia de reojo. Victoria sabía lo que su presencia provocaba en cada lugar al que iba, y para que mentir, lo disfrutaba. Es por eso que una vez pasó por el gran vestíbulo de aquél edificio, fue fácil para ella caminar por uno de los pasillos principales del lugar hasta que se detuvo justo afuera de la habitación 24. Arregló un poco su cabello, y tocó la puerta dos veces. No pasaron más de 10 segundos, hasta que la puerta se abriera revelando a nada menos que al detective Holt, un hombre alto de pelo color castaño claro y unos ojos que hacían caer a cualquiera.

-¡Victoria! Te estaba esperando.-saludó el rubio, haciéndose hacia un lado para que la mujer pudiera pasar. Victoria le dedicó una leve sonrisa, y con un caminar atrayente entró a la habitación.

Lo primero que hizo fue observar con detenimiento el lugar. Todo se encontraba de manera prolija, justo como a ella le gustaba. Se giró hacia James con una sonrisa abierta.

-Parece que llevas esperándome un buen rato.-murmuró la mujer, James rió mientras cerraba la puerta y se acercaba a su mini bar.

-Tu visita es siempre importante para mí. Lo sabes.-dijo James, mientras tomaba una botella de ron que a Victoria le encantaba. Esta se acercó desde atrás, para comenzar a acariciarle sus hombros.

-¿Ha sido un día pesado?-le preguntó la mujer de forma algo melosa, era hora de entrar en el papel, James suspiró mientras terminaba de servir los dos vasos.

-Muy pesado. La única parte de mi día que ansío es cuando te veo.-respondió el hombre mientras se giraba y le ofrecía un vaso a Victoria. Esta lo recibió y le dió una largo trago. James abrió sus ojos algo sorprendido.-Al parecer tenías bastante sed.

Rió el hombre, Victoria se encogió de hombros antes de dirigirse hacia la gran cama que ocupaba el centro de la habitación. Se sentó, y se acomodó de una forma media informal sobre esta. James solo se la quedó observando desde su lugar.

-Tengo más que solo sed.-murmuró despacio la mujer, James se quedó un par de segundos congelado. Victoria no pudo evitar sonreír de manera victoriosa.

Al detective James Holt lo había conocido hace un par de meses atrás en una de las muchas fiestas que Edward, su primo, ofrecía de vez en cuando. Victoria desde el primer momento supo quién era. Un destacado detective perteneciente a la Real Policía Irlandesa. Pero Victoria tenía que ser sincera, a pesar de que se divertía con él, y viceversa, tenía que admitir que la única razón por la que seguía con aquella "alianza", (como a ella le gustaba llamarle), era por que James muchas veces de manera inconsciente, le compartía cierta información bastante relevante para ella. Para James, Victoria era una simple mujer atractiva que vivía de las ganancias de su primo, el aparente dueño de las empresas Beaufoy.

¿Que peligro tenía en soltar algunas cosas sobre su trabajo con aquella despampanante mujer?

-Cariño, por más que me encantes, hoy estoy muy cansado.-suspiró el hombre, Victoria hizo un puchero. James se acercó lentamente hacia la castaña y se sentó a su lado.

-Sabes que estoy aquí, ¿no?-le susurró Victoria de manera melosa, James la miró y se recostó de tal forma que quedó su cabeza sobre el regazo de la mujer. Victoria sonrió y comenzó a acariciarle su cabeza con pequeños movimientos circulares. James no pudo evitar cerrar sus ojos con satisfacción.

-Siempre sabes que hacer.-susurró el hombre, Victoria sonrió pero de manera algo maliciosa. Tosió un poco, tratando de seguir con la conversación.

-Entonces, cariño, cuentame. ¿por qué el trabajo estuvo muy pesado hoy?-susurró la mujer, James sonrió ante las caricias de Victoria.

-Nos han asignado un caso directamente de Winston Churchill.-susurró el hombre luego de un rato, Victoria abrió sus ojos levemente interesada.-Eso es harta presión.

Victoria rió de manera leve.

-Pero tu eres el mejor.-le dijo, manteniendo aún su tono meloso.-¿De qué trata?

James negó con su cabeza, aún con sus ojos cerrado.

-No, cariño. Me temo que eso es confidencial.-le susurró el hombre. Victoria borró su sonrisa, y detuvo las caricias. James abrió sus ojos y vió la mirada apenada de la mujer.-Pero, lo que si puedo decirte, es que no es aquí. Me transferirán.

Victoria lo miró con sus ojos algo abiertos, e hizo un puchero.

-¿Te irás?-dijo de manera algo triste. James la miró y acarició su mejilla con cariño.

-Solo es por un tiempo, hasta que encontremos a un culpable.-le respondió, fue ahí cuando Victoria comenzó a atar cabos.

No podía tratarse de ningún caso relacionado a los trabajos que hacía Victoria de manera clandestina. Una de las formas en las que ella y sus sicarios trabajaban era de siempre hacer aparentar la muerte de la víctima como si hubiese sido un suicidio, y no un homicidio, y bueno, aparte de actuar de manera casual, ella no aceptaba clientes tan seguido. Hasta la fecha, ningún policía había sido capaz de conectar los cabos correctos, y ni pista tenían de que podría tratarse del negocio de Victoria.

Se podría decir, que aquella parte del negocio se mantenía bien en la clandestinidad.

-Te extrañaré demasiado.-susurró Victoria, James sonrió.-¿Es muy difícil de encontrar aquél culpable que dices?

Dijo la mujer aún con un tono de voz lastimero, James la miró por una par de segundos antes de suspirar.

-No puedo verte así. Ven acá.-dijo el hombre, mientras extendía sus brazos y abrazaba a la mujer. Los dos se acomodaron sobre los cojines de la cama, posicionándose en una forma cómoda para ambos.-Cariño, lo que estoy apunto de decirte no se lo puedes contar a nadie.

Así era siempre.

Victoria no pudo evitar sonreír, pero se aguantó. Asintió de forma frenética, y James le acarició su mejilla con cariño.

-Sabes que yo nunca haría eso.-le respondió la castaña, James sonrió.

-Lo sé.-le respondió. Luego James carraspeó antes de seguir.-Lo que pasó es que han asignado al Inspector Campbell a Birmingham, para que vaya a limpiar la ciudad de los del IRA, comunistas y demás. Limpiar la corrupción en realidad. El inspector Campbell me ha asignado a mi a que lo acompañe.

Victoria se detuvo un par de segundos tratando de asimilar la información. A pesar de que sabía que James no le estaba mintiendo, sabía que no le estaba contando todo. Él había mencionado algo de un culpable en un principio, Victoria sabía que había algo más. Pero se lo dejaría pasar.

-Eso es una pena.-susurró la mujer, acariciando el pecho del hombre. James sonrió.

-¿Entiendes mi situación ahora?-le susurró él, mirando con atención el rostro de Victoria. Esta asintió, antes de mirar al detective a los ojos.

La tensión era palpable en el ambiente, por lo que a los segundos, James no aguantó más y se lanzó a la mujer devorandole los labios.

-¿No... estabas... cansado?-trató de decir Victoria entre besos, James rió.

-Eres increíble, Victoria Beaufoy.-dijo finalmente, antes de lanzarse otra vez hacía la mujer.

[....]

Entre besos y caricias, las horas pasaron y por supuesto que luego de haber pasado al otro nivel, James ahora dormía plácidamente con una sábana cubriéndole gran parte de su cuerpo desnudo. La habitación en ese momento era un desastre, pero lo que era más un desastre era la mente de Victoria Beaufoy quien no podía conciliar el sueño.

Victoria no pudo dejar de pensar en la verdadera misión del detective. Ni siquiera aún cuando trató múltiples veces de seguir sacándole información. James de verdad estaba siendo discreto sobre eso, por lo que Victoria pensó en que era algo verdaderamente importante. Ya que James siempre, eventualmente, terminaba contándole todo a Victoria.

Excepto por esta vez.

Es por eso que la mujer, luego de asegurarse de que el detective estuviera completamente dormido, se levantó de su lugar en la cama para poder tomar una camisa del hombre y colocársela encima. Echó una última mirada al atractivo hombre, y una vez se aseguró de que seguía dormido, se acercó al único escritorio de la habitación.

Este estaba lleno de papeles, que antes de su llegada de seguro estaban en un perfecto orden, pero la castaña se había asegurado de tener una pequeña sesión de besos por ahí antes, para que de esa forma le fuera más fácil después revisar. Y así fué, todos los papeles estaban ahí listos para ser observados.

Victoria siempre era cautelosa con cada acción que realizaba, por lo que tomó el único papel que realmente consideró importante y lo leyó con atención. La palabra Birmingham resaltaba en grande, por lo que Victoria supo que aquél documento era el indicado. Pasaron los segundos, y la mujer no podía creer lo que leía.

El primer ministro Churchill había perdido la posesión de todo un cargamento de armas. Y peor aún, nadie sabía donde se encontraban.

Victoria no necesitó analizarlo por más tiempo, puesto que rápidamente se imaginó todo un futuro donde ella se veía beneficiada gracias a aquellas armas. Aquello era todo un descubrimiento. Rápidamente dejó el papel exactamente donde estaba y se acercó hacia donde se encontraba su ropa y pertenencias. Una vez ya vestida, miró al detective quién aún dormía y sonrió. Una vez más, aquella alianza que mantenía con él parecía cobrar sentido. Es por eso que escribió una rápida nota diciéndole que lamentaba no haber despertado junto a él, pero que sin duda se lo repondría.

Una vez ya lista, le echó una última mirada al hombre antes de salir por la puerta de la habitación con sigilo. Los pasillos estaban algo oscuros, pero se notaba que el sol ya amenazaba con salir. Y mientras caminaba por aquél pasillo, no pudo evitar sonreír de manera victoriosa.

Una vez más, Victoria Beaufoy se había salido con la suya, y no podía estar más orgullosa de ello.





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𝓐𝚄𝚃𝙷𝙾𝚁'𝚂 𝙽𝙾𝚃𝙴. ╱ 🌸🌷💫
𝑫𝑨𝑵𝑵𝑨 𝑰𝑺 𝑾𝑹𝑰𝑻𝑰𝑵𝑮 . . . . . .

📝 | hola a todoss! por fin me he atrevido a publicar el primer capítulo de Killer Queen! este en particular me tomó cierto tiempo, puesto que no me convencía del todo. Pero esto salió ajá.

Espero les haya gustado, y hayan podido entender un poquito la personalidad de nuestra queen Victoria💗

Prometo que pronto aparecerán nuestros Shelbys favoritos, paciencia🧚🏻‍♀

Y eso es todo, nos leemos al próxima!

D🌻






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