𝟬𝟮𝟬━━ Sospechas, víctimas, asesinatos y 𝗰𝗼𝗮𝗿𝘁𝗮𝗱𝗮𝘀
❛ 𝓒𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝓣𝐖𝐄𝐍𝐓𝐘 ❜
𝗙𝗨𝗖𝗞! 𝗪𝗛𝗔𝗧'𝗦 𝗧𝗛𝗘 𝗦𝗟𝗔𝗦𝗛𝗘𝗥?! 🎃🪓
𝐏𝐑𝐄𝐒𝐄𝐍𝐓𝐒...
༉‧₊˚. ♯ Suspects, victims, murderers and 𝗮𝗹𝗶𝗯𝗶𝘀
¿Por qué estáis todos tan... asustados por la llamada? 🔪
𝐐𝐔𝐈𝐍𝐍 𝐀𝐋𝐙𝐎́ 𝐋𝐀 𝐕𝐈𝐒𝐓𝐀 𝐃𝐄 𝐒𝐔𝐒 𝐔𝐍̃𝐀𝐒 𝐘 𝐌𝐈𝐑𝐎 𝐀 𝐒𝐔 𝐏𝐀𝐃𝐑𝐄, 𝐒𝐎𝐑𝐏𝐑𝐄𝐍𝐃𝐈𝐃𝐀. No sospechó que le preguntara eso. Yo tampoco pero tenía que hacerlo, era su trabajo.
—¿Cómo te hiciste eso en la frente? ¿Te hicieron daño?
La pregunta del millón aunque no la estuviera discriminando, no del todo.
—Justo me caí por las escaleras, padre. No te lo había dicho porque no nos pudimos ver en todos estos días y no quería preocuparte aunque ahora todo está bien. —Hizo una pausa y continuó—: La verdad es que me preocupa más la seguridad de mis amigos que la mía propia así que estoy feliz de que estemos todos vivos.
Oh, qué considerada.
Bailey se quedó con las ganas de seguir interrogándola pero no lo hizo y pasó a Landry.
—Ethan, ¿te quedaste con Evelyn toda la noche?
—No, señor —se sinceró. Algunos ahogaron un grito pero Ethan continuó sin sobresaltarse—. Me fui a hacerle un regalo a Evelyn porque no podía dormir. Me prometí a mí mismo que... cuando diéramos el... paso... le regalaría un detalle.
—Regalo de bodas —murmuró Chad con una gran sonrisa.
—Qué oportuno —le siguió Mindy acusando a Ethan con la mirada.
No me gustó para nada ese gesto así que le enseñé la pulsera.
—Mira, Mindy. Es verdad —dije, defendiendo el argumento de Ethan.
—Ya, claro. Pero, ¿y si no lo hizo especialmente anoche? Seguramente estuvo ocupado con cierto Chuck —continuó.
—No fue así —le dije con algo de ira en mi voz. No pude controlarlo. Yo misma había caído en ese fallo hace poco y a Ethan le afectó mucho.
—Entiendo que os améis pero a veces el amor es ciego.
—Bueno, ya está bien. Tara. Es tu turno.
Gracias de nuevo, Bailey.
Las hermanas Carpenter estaban juntas, en el sillón de al lado. En el otro tenía a Ethan que las miraba detenidamente mientras jugueteaba con los pliegues de su camisa negra de mangas largas.
Por Dios, qué bien le sentía el negro.
—Yo después de la fiesta me fui con Sam.
Bailey centró su atención en la hermana mayor.
—¿Sam? ¿Tienes algo qué contar?
—Bueno —interrumpió Chad, guiñandole un ojo a Sam—. ¡Qué no tiene que contar! Trajo un electrocutor a la fiesta y se lo hincó en todas las pelotas a aquel tipo.
La cara de Sam fue inexpresiva pero al cabo de un momento, se incorporó hacia delante en el sillón, captando la atención de todos.
—Simplemente hice lo que tenía qué hacer —dijo, dirigiéndose a Chad—. Aquel tipo se quería llevar a mi hermana a una de las habitaciones cuando claramente estaba borracha y se quería aprovechar de ella por ese motivo.
Chad sonrió, satisfecho por la respuesta. Había puesto los brazos estirados en el respaldo superior del sofá.
—Y lo hiciste bien, en ningún momento te inculpé —continuó este.
—Sam. ¿Por qué llevaste un electrocutor a la fiesta? ¿Sabías que ese asesino o asesinos volverían a por ti? —preguntó Bailey, haciéndole señas a Richie para que siguiera escribiendo detenidamente.
Estaba claro que Bailey sospechaba mucho de Sam aunque a veces lo disimulaba.
—Allí adónde vaya, Ghostface me seguirá por ser la hija de Billy Loomis. —Sam dirigió la vista a Bailey con mirada seria—. Además, todo el mundo me tacha de asesina y no es la primera vez que intentan hacerme daño por ello. Es duro saber que mucha gente te desprecia, ¿sabes? Y tengo que convivir con ello todos los días y por eso, siempre estoy en alerta. Lo único que sé es que defenderé a mi hermana incluso si tengo que morir en el intento.
—Sam. —Tara puso los ojos en blanco—. No soy una niña pequeña, déjame volar de una puñetera vez, ya no tengo dieciocho años ni soy una adolescente.
Sam se encaró con ella.
—¿De verdad? ¿Qué hubiera pasado si hubieras subido con ese tipo, eh? ¿Te das cuenta de lo que hubiera pasado en realidad, no? Se quería aprovechar de ti ese idiota.
—Soy libre de hacer lo que quiera y si me quería acostar con ese idiota soy libre de hacerlo. ¡Es mi vida! ¡Mi vida! —le acusó Tara. Todos las observábamos sin saber muy bien qué decir así que nos mantuvimos con la boca callada—. Además no era Ghostface, solo era un baboso. Y sí, entiendo lo que hubiera pasado pero Sam, en serio. No soy ninguna niña ya, tienes que entenderlo.
—Solo quería protegerte.
—Ya lo sé, Sam. Lo sé, de verdad que lo sé y te lo agradezco pero déjame crecer sola.
Sam se quedó observándola, entendiéndola en el fondo, aunque le doliera.
—¿Y qué hay de esto? —preguntó Bailey sacando una bolsita de su bolsillo. La bolsa era transparente y quedé en shock al ver lo que contenía dentro. Era el DNI de Sam manchado de sangre—. Encontramos esto en la escena del crimen donde se cometió tanto el asesinato de Jason como el de Greg en la misma casa del primero, tirado en el suelo y manchado de sangre.
Se me removieron las tripas al recordar eso. Fue tan rápido y loco todo que ni me di cuenta de ese detalle. Miré de reojo a Ethan, no parecía tan sorprendido.
Pero Sam sí se quedó sin palabras.
O alguien la estaba incriminando o era la segunda Ghostface y estaba aliada con Quinn.
No me lo podía creer. Nadie nos lo podíamos creer. Sam había sido la víctima el año pasado. Y el hecho de que estuviera aquí, con nosotros, también la convertía en una superviviente.
Bailey calmó el ambiente moviendo las manos.
—Pensamos que fue alguien que intenta incriminarte así que no tenemos las suficientes pruebas que te juzguen como para que seas la verdadera asesina, sin embargo, mis compañeros dicen que será de carácter obligatorio llevarte a comisaría para tomarte declaración y nos hables más sobre tu vida, tu pasado y de ser posible, de tu padre. Haré todo lo que esté en mi mano para que no te encierren injustamente —argumentó Bailey que se incorporó, guardando la bolsa de nuevo en su bolsillo—. También sabemos que estás yendo al psicólogo por cuestiones personales.
Supongo que se refería al disfrute que Sam había sentido al matar al antiguo Ghostface: Richie Kirsch, en otras palabras, su ex-novio o al menos eso me había dicho uno de los enmascarados.
Cuando el detective se levantó y agradeció a su acompañante por haberle ayudado, el teléfono de Bailey sonó, era un número desconocido. Un incómodo silencio se hizo entre nosotros mientras nos mirábamos.
—¿Por qué estáis todos tan... asustados por la llamada? —preguntó Ethan, observándonos.
—Creo que no estás muy al loro con esto —dijo Mindy, haciendo una pausa intencionada—: o eso intentas hacernos creer.
Hice como que no había oído ese comentario.
Bailey aceptó la llamada. Observé su rostro. Tenía los ojos abiertos. El detective le susurró a Richie que encendería su móvil para grabar la conversación pensando que era Ghostface quién llamaba, tapando su teléfono en el hombro de modo que solo nosotros podíamos escucharlo en ese momento. Luego puso la llamada en voz alta. El silencio se hizo de nuevo entre nosotros mientras rezaba para que no fuera él.
El otro Ghostface no estaba con nosotros así que supuse que podría ser el novio de Quinn.
—¡Bailey! ¿No me dijiste que hoy te ibas a tomar un cortado conmigo? —preguntó alguien que claramente no era ningún sospechoso y mucho menos tenía la voz modulada.
Nos relajamos todos al oírlo. Bailey era el que más aliviado estaba. Al fin y al cabo la mayoría de las veces que Ghostface llamaba era porque estaba cerca tuya y te iba a matar.
—¡Estoy en el trabajo y menudo susto nos acabas de llevar! —dijo Bailey poniendo la llamada en voz baja—. ¿Cómo es posible que se te haya roto el móvil de nuevo en menos de tres semanas y te lo hayas cambiado junto con el número. ¡Eres un desastre, James! —Luego hizo una pausa y puso el teléfono en su hombro de modo que solo lo podíamos escuchar nosotros, nuevamente—. Bueno, podéis descansar, el interrogatorio ha acabado por hoy. —Dirigió su mirada a la hermana mayor de Tara—. Sam, nos vamos a comisaría, no te preocupes que solo estarás conmigo. Le he dicho a todos que era mejor llevar este tipo de conversaciones a solas porque sé que estás pasando por un mal momento y más ojos curiosos solo te acarreará más ansiedad. Nos vemos ahora, ¿sí? —Con un gesto de mano se despidió de nosotros con una sonrisa y se dirigió a la salida. Su acompañante lo siguió mientras nos despidió con la misma afabilidad, aunque más tarde, se le cayó el cuaderno al suelo.
Sam se quedó observándolos pero no rehusó su argumento.
—¡Bueno, tía, ni te rayes, ya sabemos que no eres tú...! —suspiró Mindy poniéndose delante de nosotros—. Y en cuanto a vosotros, está claro que Bailey no es el papá de Quinn solamente. Es el papaíto de todos nosotros y está totalmente convencido de que ninguno de nuestro grupito es Ghostface y por eso mismo no nos ha sometido a más preguntas ni tampoco ha sido tan duro... ¡así que mañana habrá una sesión de amigos en el patio de la universidad! Quien no vaya ya sabemos por qué es exactamente —dijo con una sonrisa traviesa mientras nos examinaba a cada uno de nosotros, se tomó más tiempo del necesario cuando sus ojos se cruzaron con los de Ethan.
—Vale, Mindy, lo que tú digas —dijo Chad acercándose a Tara con aparente interés—. En fin. Tú y yo debemos de mantener una conversación.
—Sam. Mi papá no te lo quiso preguntar porque te veía nerviosa pero yo sé que ayer por la noche estabas en nuestro apartamento arreglándolo todo tras el ataque que sufrió Evelyn.
—Sí, y poniendo varias cerraduras de más en la puerta y en las ventanas —continuó Sam, incorporándose para ir con Bailey—. Ahora debo demostrar mi inocencia para que se acabe todo este infierno o al menos la primera parte de ello.
—Pero sabes que mi papá no te va a llevar a comisaría porque sospecha de ti, ¿verdad? No lo está haciendo a malas —dijo Quiin, consolándola—. Solo está...
—Solo está haciendo su trabajo, lo sé —la interrumpió Sam—. Gracias. Iré y le demostraré a todo el mundo que soy inocente.
Quinn la acompañó a la entrada.
—Bueno..., ¿quién quiere pizza? —preguntó Anika.
—Yo no tengo hambre. —Lo que era lógico después de haber visto en la cocina dos orejas emplatadas como si fueran rodajas de pan.
—¿Ni aunque sea vegetariana? —Anika me hizo un puchero y me miraba con esa mirada de «porfis».
—No te preocupes, gracias igualmente —le sonreí. Mindy y ella también salieron.
—¡Más para nosotras! —Oí decir a Mindy.
Solo quedábamos Ethan y yo. Ambos mirábamos al suelo. Yo quería disculparme con él pero no encontraba las palabras.
Sin embargo, me sorprendí a mí misma al preguntarle otra cosa que me carcomía la cabeza.
—¿Tú viste el DNI de Sam?
Ethan me miró.
—Sí pero no quería decirte nada porque sé que Sam te importa. Es tu amiga y te dolería.
—Prefiero una verdad desagradable que una mentira agradable.
—Lo siento... debí de habértelo dicho aunque esperemos que no sea Sam... yo creo que no fue así.
Claro que no era Sam. ¿Acaso tenía dudas?
Me levanté y me puse a su lado.
—No pasa nada, sé que no lo es. Por cierto, siento que soy yo la que debe disculparse. Lo que te dije antes fue...
—Estás perdonada —me cortó él—. No debí de ponerme tan borde al fin y al cabo era normal que pensaras eso de mí. Estabas dormida y luego cuando despertaste tan temprano no me viste en la cama. Pensaste algo que te daba miedo pensar o interpretar y lo dijiste. En serio, no te preocupes. Me disculpo yo. Por todo.
Atrapé el gorrito rojo con el dibujo de un cuchillo demasiado lindo de Ethan, el mismo que había depositado en la mesa la noche anterior pero no se lo había puesto. Se lo coloqué.
Sonreímos.
—Me daba un poco de vergüenza ponérmelo —dijo, llevando la mirada al suelo.
Le levanté la barbilla para que me mirara a los ojos.
Era demasiado mono con el gorro.
—Te ves perfecto —le confesé mientras colocaba mis manos sobre las suyas—. Tú también estás perdonado. Por todo. —Compartimos una sonrisa verdadera. Nuestros rostros se acercaban cada vez pero un grito de fuera nos interrumpió.
Ya me estaba acostumbrando a esto.
—¡Maldita asesina! —dijo una chica echándole un vaso lleno de bebida a Sam. Empapándole toda la ropa y el rostro.
—¿¡Pero a ti qué te pasa estúpida!? —exclamó Sam, empujándola—. ¿Tienes algún problema conmigo?
La chica estaba acompañada de una amiga que estaba grabando la reacción de Sam.
—¿Pero qué cojones estáis haciendo? —preguntó Chad, corriendo hacia esas dos, apartándolas de Sam. Había estado hablando con Tara pero se dispuso enseguida a ayudar a la otra Carpenter.
—¡Vosotros no deberíais estar cerca de ella! ¿Saben lo qué hizo?
—¡Yo no hice nada! —exclamó Sam mientras Chad la agarraba.
Otra chica se había unido a ellas para empezar a grabar la pelea, riéndose.
—¡Sí, perra! ¡Sí que lo hiciste! —exclamaron.
Mindy y yo nos unimos a Chad para ayudarlo a detener a Sam. La estaban grabando y eso no era buena señal y los medios siempre eran sitios traicioneros. Podrían hacerle mucho más daño a Sam por internet si se le veía con una conducta violenta.
—¡Lárguense, pesadas! ¡Qué no tengáis vida no significa que los demás no la tengamos! —exclamó Mindy.
—Ya está, ya pasó... —Anika y yo reconfortábamos a la mayor de las hermanas Carpenter dándole caricias en la espalda.
—Ya estoy cansada de toda esta gente... —susurró Sam mientras se zafaba de todos nosotros, colocándose el pullover.
Ethan fue corriendo hacia ella.
—¡Eh, oye! Tengo pañuelos desechables por si quieres —dijo Ethan llevándose las manos al bolsillo—. Tengo tres por si te sirven, tómalos todos.
Sam los cogió todos, quitándoselos de las manos. No se lo agradeció y esperó a que Ethan se marchara para escurrirse toda la bebida de la ropa y limpiarse la cara.
No me gustó ese gesto que hizo con él pero estaba muy dolorida como para agradecerlo, o, al menos, ser menos brusca con Landry.
—Déjala, sé recuperará —le dije a él mientras venía de nuevo hacia mí.
El detective Bailey ya se dirigía hacia Sam, había contemplando la pelea desde lejos porque estaba arreglando unos asuntos con el cadáver junto con los otros policías.
—Eso espero... me da mucha pena que esté pasando por esto.
—Y a mí —suspiré—. Ahora debo de marcharme, necesito despejarme de todo esto pero nos vemos mañana en la uni, ¿sí? —le pregunté. En realidad quería seguir estando con él pero un día en la casa de mi amiga Stacy estaría bien.
—¡Claro que sí!
—Por cierto Ethan, me gustaría mucho...
Me gustaría mucho volver a acostarme contigo, abrazados.
—¡Eh, Ethan, ven un momento! —me interrumpió Chad sin darse cuenta.
Ethan le hizo una señal a Chad para que sepa que lo había escuchado y me miró de nuevo.
—¿Decías?
—Nada, olvídalo. Nos vemos mañana. —Me despedí con una sonrisa. Él me observó con curiosidad pero se despidió también y me abrazó.
Jamás me cansaría de sus abrazos.
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