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Habíamos terminado de desayunar y Rubén se había ido a prender directo, supuestamente sus amigos llegarían en algunas horas así que estaba con Irina viendo una película recostadas en el sofá

—Por cierto.— me llamó y la miré —Ayer que fuí a comprar unas cosas ví demasiada ropa preciosa así que te compré algo.—

Sonreí, Irina era un sol gigante en mi vida, desde que conoció a mi hermano siempre estuvo pendiente de mí y como básicamente no puedo salir por mi fobia ella se ofrecía a comprarme mi ropa y así no dejar que mi mamá siguiera escogiendome atuendos de niña pequeña.

—Si quieres vamos a tu habitación y te lo muestro.— ofreció y yo asentí poniéndole pausa a la película

Nos levantamos y fuí a mi habitación, ella iría a buscar lo que había comprado y después me lo traería.

—Hay un conjunto azul que es hermoso.— avisó entrando con algunas bolsas

Cerró la puerta pero al momento de ponerle seguro se escuchó como si algo se hubiera roto

—No puede ser.— exclamó dejando las bolsas en el suelo para revisar la puerta, yo de inmediato me acerqué para ver qué estaba pasando —Creo que la rompí.—

Básicamente había descompuesto la cerradura, la puerta se podía abrir y cerrar perfectamente pero el seguro no funcionaba

—Llamaré a un cerrajero.— avisó sacando su celular y lo miró extrañada, parecía leer algo —Hoy tenemos que pagar la luz y Rubén no se acordó, tendré que ir porque si no nos la van a cortar.—

—¿Irás ahora?.— cuestioné y ella asintío

—Es mejor eso, así cuando lleguen los amigos de tu hermano estaré aquí.— sonrió —Además hoy es domingo así que cierran más temprano, es mejor ir ahora porque luego hay una fila enorme.—

Asentí dándole la razón, según yo dónde se pagaba la luz cerraba en 4 horas y afortunadamente todo se acomodaba perfecto para darle la oportunidad a Irina de ir a pagar.

El timbre sonó y ambas nos miramos intrigadas

—¿Pidieron algo de comer?.— pregunté intrigada, recién habíamos desayunado, Irina negó con la cabeza —¿Algún paquete entonces?.—

—Quizás tu hermano pidió algo y no nos avisó.— teorizó —Iré a abrir, mientras puedes ver todo lo que compré.—

Salió de la habitación y yo me acerqué a las bolsas que había dejado en el suelo, las tomé dejándolas sobre mi cama para revisarlas.

Pocos minutos pasaron y yo había aprovechado para probarme un conjunto de los que había traído, sin duda mi cuñada tenía un excelente gusto

—Kiki.— entró corriendo de nuevo, la miré confundida por su cara de pánico —Llegaron los amigos de Rubén, deberás quedarte aquí.—

—¿No llegarían más tarde?.— pregunté en susurro

—Creíamos que sí.— suspiró —Quisiera quedarme contigo un rato pero tengo todo el asunto de la luz.. tal vez si busco a alguien que la pague por nosotros o...—

Le sonreí dándole a entender que podía irse tranquila, tampoco quería ser una preocupación para mi cuñada, ya tenía bastante con aceptarme como un mal tercio

—No saldré de aquí y Rubén no dejará que sus amigos se acerquen, estaré bien.— dije y ella sonrió

—Volveré rápido.— aseguró —También iré a visitar al cerrajero para pedirle que venga mañana.—

Asentí y ella se acercó para abrazarme rápidamente, se fué con una pequeña sonrisa, cerré la puerta de mi habitación aunque no podría asegurarla, sabía que no dejarían que nadie se acercara

—¡Rubiuuus!.— una voz totalmente distinta hizo que mis nervios salieron

—¿Qué pasa perro?.— otra voz que no conocía

Sabía que estaban en el setup de Rubén por lo lejos que se escuchaban las voces, literalmente esa habitación era la más alejada a la mía.

Debía aguantar un poco encerrada, decidí distraerme un poco así que fuí directamente a un pequeño escritorio que tenía en mi habitación y empecé a dibujar. Desde que era pequeña había tomado el dibujo como una terapia, me ayudaba a calmarme cuando sentía mis nervios de punta.

Pasó aproximadamente una hora y yo había dibujado un tierno pato en un gran lago, no era por exagerar pero era de mis mejores dibujos.

Escuché que alguien abría la puerta y me levanté rápidamente del escritorio, en cuestión de segundos un chico entró

—¿Aquí no es el baño?.— preguntó apenado

Estaba a una distancia considerable pero empecé a temblar, sentía como mis manos estaban empapadas por el sudor que transpiraba

—¿Estás bien?.— cuestionó y ví como cerró la puerta, terrible error

Mi respiración empezó a ser arritmica, no podía controlarla. Ví como empezó a acercarse, parecía preocupado pero estaba aterrada así que dí algunos pasos hacia atrás

—¿Quién eres?.— preguntó ahora —¡Rubius!.— gritó

Él no sabía que si llamaba a Rubén tendría problemas con él, no debía entrar a esta habitación. Tomé todas las fuerzas que tuve y negué con mi cabeza para indicarle que no gritara

—¿Eres muda?.— sus preguntas seguían, yo volví a negar —¿Por qué tiemblas?.—

Intentó acercarse de nuevo y volví a negar rápidamente para que no lo hiciera. Se detuvo, yo tomé mi lápiz y mi libreta de nuevo para escribir algo

"Tengo androfobia, no deberías estar aquí, si Rubén se entera se enojará"

Terminé de escribirlo y le aventé la libreta, él me miró confundido.

—¿Qué es androfobia? ¿Miedo a los androides?.— se burló mientras lo leía y un ligero dolor en mi cabeza apareció —¿Por qué se enojaría Rubius? ¿Quién eres?.—

Me aventó la libreta por el suelo, supongo que para no hacerme daño, yo la tomé para escribir algo más

"Androfobia es miedo a los varones, no es muy común. No debe importarte quien soy, solamente deberías salir de aquí y no contarle a nadie de mí, digamos que soy un secreto"

Le volví a aventar la libreta pero de la misma manera en que él lo hizo, la recogió para leer mi respuesta

—Ahora entiendo porque no hablas y porque sigues temblando como gelatina.— dijo con una tierna sonrisa —Pero igual no deberías tenerme miedo, no soy peligroso.—

Hice una pequeña mueca, no podía confiar en alguien que apenas había conocido. Era el segundo chico con el que estaba interactuando aunque fuera en notas, tenía miedo, era algo irracional pero todas las fobias lo eran

—Dime quien eres y te prometo que no le contaré a nadie que Rubius tiene encerrada a una chica.— dijo volviendo a pasarme la libreta —Si quieres dame solo tu nombre.—

Tomé la libreta del sueño y mi mano estaba temblando, sentía que no podría escribir bien.

"Mi nombre es ______ pero mi familia me dice Kiki, soy la hermana adoptiva de Rubén y mi fobia no me deja salir"

Él recogió la libreta cuando vio que se la pasé, la leyó con una ligera sonrisa

—¿Kiki? ¿Así como Kikiriki?.— preguntó y lo miré sin entender a qué se refería —Los gallos cuando cantan hacen kikiriki.—

—Kiki.. solamente..— hablé con dificultad y me miró asombrado

—¡Puedes hablar! ¡Es un milagro!.— exclamó alegre y sonreí nerviosa —Pues un gusto mi querida Kikiriki, yo soy Alex pero soy más conocido como Quackity.—

—¿Quack?.— pregunté y mi voz temblaba, malditos nervios, me sentía ridícula

—Si, como los patos.— dijo

Le hice una seña para pedirle mi libreta, él me la aventó por el suelo de nuevo, yo arranqué la hoja donde había dibujado al pato de hace unos minutos

—¡Quackity! ¿Dónde estás?.— los gritos de Rubén se escucharon fuera en el pasillo

Miré a aquel chico, estaría metido en un problema con Rubén, probablemente les había pedido que no entraran aquí y él lo había hecho por una confusión. Conocía a mi hermano y era capaz de dejarle de hablar si lo veía cerca de mí, no quería arruinar algo entre ellos.

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