d i e c i s i e t e
Desperté en mi habitación, busqué bajo la almohada y como ya era costumbre encontré una nota
"Buenos días Kikiriki :D
¿Amaneciste bien?
Mientras escribo esto estoy eligiendo
que gorro me pondré hoy, ¿Cuál es tu
color favorito?, te ves como si te gustara el negro así que me pondré uno de ese color"
Sonreí un poco y la guardé en un cajón. Empecé a organizar mi cama hasta que un recuerdo apareció en mi mente
—Kiki, tú eres lo más normal que tengo en mi vida.— murmuró
Después de que me dijo eso empecé a sentirme nerviosa, ¿y si era un síntoma de que mi fobia hacia él estaba regresando?. Me alejé rápidamente y me encerré en mi habitación sintiendo que mis mejillas ardían
Unos golpes en la puerta me sacaron de mis pensamientos
—¿Estás despierta?.— preguntó entrando, yo ya estaba sentada en mi cama —Hola.—
Se acercó para sentarse a mi lado, simplemente mi sonrisa se hizo más grande al verlo con un gorro negro
—Respecto a lo de ayer..— parecía nervioso —Perdón, creo que te incomodé por como te fuiste.—
Bajó la mirada y mi sonrisa se borró de inmediato
—No estuvo mal, solo me hizo sentir nerviosa.— confesé y me miró —Todas las veces que me he sentido nerviosa por la presencia de un chico es por mi fobia.. no creo que hayan otras razones para sentir nervios ¿o sí?.—
Quackity mostró una leve sonrisa
—Kiki, hay otra razón por la que te puedes sentir nerviosa junto a un chico.— contó sin dejar aquella sonrisa
Intenté pensarlo un poco pero no se me ocurría nada, tampoco era como si tuviera la suficiente experiencia para saberlo
—Piensalo de esta manera, ¿te pusiste nerviosa conmigo pero aún puedes estar junto a mí?.— preguntó y asentí
—¿Y eso que quiere decir?.— pregunté aún sin entender
Antes de que pudiera responderme el timbre sonó, seguido de algunos golpes en la puerta
—Iré a abrir.— dijo sin darme la respuesta que necesitaba y se levantó para salir de ahí
Analicé un poco la situación y al no saber a lo que se refería, tomé mi celular para hacer una pequeña búsqueda en Google.
—¡Kiki!.— el grito de Rubén hizo que soltara el celular —¿Dónde estás?.—
Por un momento había olvidado en lo que nos habíamos metido. Sentí cierto pánico así que rápidamente me levanté para cerrar un poco la puerta
—Calmate Rubius.— escuché la voz nerviosa de Quackity —Está bien.—
Estaba cerca de la puerta para poderlos escuchar con más claridad, me sentía tan cobarde por no salir a enfrentarlo
—Alejate de mi hermanita.— ordenó —Viajé solo hasta acá para llevármela de nuevo, no puede relacionarse con ningún chico sin tener alguna reacción.—
Sentí mi corazón latir con fuerza mientras algo de desilusión me gobernaba, no quería irme
—Por favor Rubius, confía en mí.— pidió aquel chico —Estoy logrando un avance.—
—No confío en los niños patos.— murmuró Rubén con bastante enojo
Sabía que debía salir, tomé todas mis fuerzas y abrí la puerta
—Yo no confío en las ratas noruegas pero estoy intentando convencer a una de que mis intenciones son buenas.— escuché que peleó y sonreí
Quackity quería que yo me quedara, me lo había demostrado muchas veces y yo por alguna razón me sentía triste por el simple hecho de pensar en irme lejos
Yo confiaba en él, caminé en dirección a donde ambos estaban y parecían asombrados al verme ahí, supuse que Quackity pensaría que me quedaría en la habitación
—¡Kiki!.— Rubén de inmediato me abrazó y yo correspondí aferrándome a él, lo había extrañado —No te preocupes, nos iremos de aquí, tú no tienes la culpa, eres demasiado inocente para comprender algunas cosas.—
Me separé rápidamente, él me tenía tomada del brazo. Miré a Quackity, no sabía realmente como decirle a Rubén que no quería volver
—Ella no quiere ir.— exclamó como si entendiera mis miradas —Le gusta estar conmigo.—
—¿Cómo?.— preguntó Rubén como si no entendiera —No importa, vamos, Irina está esperandonos en casa con un regalo para tí.—
Empezó a jalar mi brazo para llevarme pero me mantuve fuerte para impedirle que me siguiera arrastrando
—No me iré.— murmuré y pude ver como frunció el ceño —¿No te alegra que pueda estar frente a otro chico sin que algo me pase?.—
—Quackity te metió cosas en la cabeza, debes volver a casa.— dijo y negué
Me solté de su agarre y caminé la poca distancia que me separaba de Quackity para tomar su mano, él pareció tensarse al ver que el enojo de Rubén se hacía cada vez más evidente
—No me pasa nada cuando lo toco.— quería mostrarle mis avances para que reconsiderara su postura —Es extraño pero he podido salir cuando voy tomando su mano.—
Rubén se acercó y con un pequeño golpe separó mi mano de la de Quackity
—¿Qué te pasa?.— preguntó Quackity, ahora también estaba molesto
—Quiero que Kiki tome todas sus cosas de inmediato y se vaya conmigo, no dejaré que me sigas robando a mi hermanita.— habló Rubén
—La decisión de quedarme es mía.— dije —No te estoy pidiendo permiso para quedarme, te avisé que me quedaré y debes respetar mi decisión.—
—¡Esto se acabó!.— gritó Rubén —¿Por qué quieres quedarte? ¿Estás loca?.—
Me miró y por su expresión sentí un poco de miedo.. no era normal que le temiera a mi hermano
—Yo..— intenté no tartamudear
—¡Durante estos días me culpé por dejarte sola pero resulta que el problema siempre estuvo dentro de tí!.— seguía gritándome y sentí un poco de comezón en mis manos —¡Ni siquiera pensaste en nosotros!.—
Empecé a rascarme, sentía que mis piernas temblaban y mi corazón latía con fuerza
—¡Basta Rubius!.— ordenó Quackity —Si no respetas las decisiones de Kiki es mejor que te vayas.—
Rubén me miró, yo seguía rascándome
—Me decepcionaste demasiado _____, tus decisiones han sido tan imprudentes y estúpidas que me dejaron sin palabras.— exclamó y sentí un nudo en mi estómago —No eres la niña que tanto me esforcé por cuidar.—
Y sin decir más se dió la vuelta y salió de ahí azotando la puerta.
Quackity me miró, yo me había rascado con tanta fuerza que me había dejado algunas heridas.
Sentí algunas lágrimas inundar mis ojos, había perdido a mi hermano por siempre, ahora pensaba que era estúpida.
—¿Kiki?.— Alex tomó mi mano pero de inmediato lo alejé, la comezón no paraba
Empecé a sentir que el aire me faltaba y me sentí débil
—Me siento mal.— exclamé con la voz menos temblorosa que me salió —No puedo respirar.—
Debía salir de ahí, tenía pánico. Sin hacer algo más todo se volvió negro.
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