Mis manos temblaban, llevábamos casi una hora jugando y como me lo advirtieron Spreen solo iba por mí para matarme y quedarse con lo poco que lograba juntar

—¡Spreen basta!.— se quejó Alex

Él seguía en directo mientras los demás estábamos en la sala jugando con audífonos puestos para no interferir en el audio de los demás

—Ella quiso jugar, no es mi culpa.— escuché que se deslindó

Estabamos en una llamada de discord porque el chat de voz en el juego no iba bien. Yo era la única que no hablaba, no quería que mi voz se escuchara aún

Nuevamente Alex no había podido revivirme, Spreen lo golpeaba si se acercaba a mi skin

Reaparecía muy lejos de donde estaban los demás y aunque me daban las coordenadas se me hacía difícil volver, no entendía mucho el mapa

Antes de seguir avanzando me hice una hacha y espada de madera, era lo único que me salía bien, después de todas las veces que me habían matado ya era una costumbre

De camino a donde estaban los demás anocheció, intentaba esconderme para que nada más me matará. Por obra de Dios logré matar un esqueleto

—¡Lo hice!.— grité haciendo que los otros dos que estaban en la misma habitación se sobresaltaran —Lo siento.—

Me escondí de nuevo hasta que se hizo de día, seguí mi camino para encontrarme con mis amigos

—¿Saben cómo va Kiki?.— preguntó Alex

Carre se levantó de su lugar y se acercó un poco para ver la laptop, levantó su pulgar en forma de aprobación y volvió a dónde había estado

—Va bien, solo que está un poquito lejos.— respondió Carre en aquella llamada

—Ya no la maten, no va a disfrutar el juego.— pidió y escuché una risa por parte de Spreen

Seguí avanzando en el juego hasta que me crucé con un perro, era increíble.

Miré a Carre y Spreen, los empecé a llamar estaban tan concentrados en sus celulares que no me hacían caso, quizás tampoco me escuchaban por los audífonos.

El perro comenzó a alejarse así que lo empecé a seguir, quizás me llevaría a algún lado. Cambié de aplicación directo a discord sabiendo que me escucharían todos los del directo de Alex pero no me quería perder la oportunidad

—Oigan encontré un perro.— hablé cuando quité el silencio —¿Cómo lo cargo?.—

Todos empezaron a reír, yo no sabía que era lo gracioso de lo que había dicho

—No lo puedes cargar Kiki.— escuché la voz de Alex

—Golpealo, así lo guardarás en tu inventario.— aconsejó Spreen

Estaba a punto de hacerle caso hasta que escuche que los otros dos negaron

—¡Boludo!.— lo regañó Carre —Pará la obsesión que tienes con Kiki.—

—Si tienes algún hueso dáselo al perro y así te seguirá.— dijo Alex y confíe en eso

Volví al juego y le hice caso a mi novio, de repente salieron algunos corazones

—¿Que significan los corazones?.— aproveché que no había apagado mi micrófono

—El perro se enamoró de vos.— se burló Spreen riendo

Los otros dos no aguantaron la risa así que empezaron a carcajear también, yo me sentía algo apenada

—Igual no sería el primer perro que se enamora de vos.— agregó, el insulto ahora iba para Alex

Él se quedó callado, me había presentado como su amiga frente a sus espectadores así que sería ilógico responder a la burla del argentino

Volví mi concentración al juego, ahora tenía una mascota que me seguía. Continué hasta que visualicé una pequeña casita

—¿Quién hizo esta casa horrorosa?.— me burlé esperando que la respuesta fuera Spreen

Mi razonamiento me decía que si era tan bueno matando a los demás no podría ser bueno haciendo casas lindas, debía ser malo en algo y seguramente era en el diseño

—Es de Quackity.— dijo Carre y escuché como Spreen carcajeó de nuevo

Hubo un silencio profundo, fuera de las risas de aquel chico nadie más de atrevía a decir nada

—¡Lo siento! Es la casa más hermosa que ví en mi existencia.— exageré, no quería herir los sentimientos de mi pareja —Pensé que era de Spreen y quise molestarlo.—

—¿Vos me estás cargando?.— preguntó Spreen —Yo no hago casas, hago cosas más enormes.—

¿Yo como iba a saber eso? No veía su contenido como para conocer como jugaba

—No importa Kiki, entra a la casa.— pidió Alex así que le hice caso

Me encontré con su skin, estaba dentro junto a unos cofres

—Presiona la cama.— indicó y le hice caso —Ahora si te matan aparecieras aquí.—

Agradecí internamente, ahora era un problema menos

—Guarda tus cosas importantes en los cofres.— dijo y nuevamente le hice caso

—¿Cómo guardo a mi perro?.— pregunté y empezó a reír —Yo lo quiero guardar, así si me matan estará aquí.—

—Si te matan de quedará dónde hayas muerto.— respondió —El perro te seguirá y te cuidará, así como yo.—

Los argentinos empezaron a burlarse de lo que había dicho mientras yo sentía mis mejillas arder.