
CAPÍTULO 3
Sentía que me pesaban los párpados, y tenía que hacer un esfuerzo para no cerrar los ojos.
La clase se estaba haciendo eterna, y llevaba toda la hora pellizcándome el brazo para no dormirme.
Eran las ocho de la mañana, y la voz monótona del profesor Lee no ayudaba a mantenerme energética.
Mina, una compañera con la que solía ir, estaba sentada a mi lado jugando con un bolígrafo. No solíamos vernos mucho fuera del campus, pero ambas éramos americanas, y conectamos debido a eso. Solíamos en hablar en inglés y hablar de nuestra vida en Estados Unidos; sobre las noticias que sucedían, música, o como echábamos de menos Chipotle y las demás cadenas de comida rápida americanas.
Finalmente, Lee miró su reloj y dió por finalizada la clase en historia de cinematografía occidental. Todos los presentes empezaron a guardar sus cosas, yéndose de la sala.
–¿tú te presentaste a las audiciones para la película de la que nos habló la profesora Kim? Se llamaba Armas o algo así –dijo Mina, mientras bajábamos las escaleras y nos dirigíamos fuera de la sala
–si, audicioné para la película. Estoy esperando a que me llamen. Me fué bastante bien. Creo. ¿Tú fuiste? No te vi
–no, yo no. Estoy trabajando en el restaurante de mi tío y entre las clases y todo no tengo tiempo. Pero te he visto en clase de actuación. Tienes talento. Creo que conseguirás el papel--me sonó el móvil, y lo saqué de mi bolso. Era un mensaje de Hana:
"Estamos delante del edificio principal. Ven, tenemos noticias. ¡Te volverás loca cuando te enteres!"
–tengo que irme–le dije a Mina–gracias por todo. Ya te diré los resulatdos de las audiciones cuando me llamen. ¡Adiós!.
Seguí el pasillo hasta salir del edificio de artes y humanidades, y caminé por el césped del campus. Era un día soleado de primavera, y los estudiantes de Yonsei estaban sentados en el césped, comiendo y estudiando bajo la sombra de los árboles, o jugando con freezebes. En un par de minutos, estaba delante del edificio principal de la universidad, y en unas mesas de picnic, estaban Tae y Hana. Ella tumbada en el asiento, y Tae delante suyo hablando, prácticamente sin pausar para respirar. Cuando me vieron, Hana se levantó y corrió a mi, arrastrándome a la mesa de picnic y forzándome en el asiento.
Hana se sentó al lado de Tae, delante mío, mientras ambos me miraban fijamente sin decir nada.
–parar de mirarme así, me estáis poniendo nerviosa. ¡Desembuchar y decirme qué pasa de una vez!–me incliné sobre la mesa, expectante. Siempre me había puesto muy nerviosa la anticipación. Nunca me habían gustado mucho las sorpresas, porque me emocionaba tanto que no podía parar de pensar en ello.
–hemos descubierto algo sobre la película para la que audicionaste ayer–dijo Tae, compartiendo una sonrisa misteriosa con Hana.
–en realidad es sólo un rumor, pero hemos pensado que te gustaría saberlo. De hecho, hemos pensado que te encantaría.
Golpée mi puño contra la mesa, y Tae saltó del asiento de la sorpresa.
–¡decirlo ya, porfavor!
–el actor principal de la película actuó en Lovely Runner–dijo Tae, en un susurro.
–¡¿qué?!–exclamé, tan alto que las personas a nuestro alrededor se giraron para mirarme. Me tapé la boca, yo misma sorprendida de mi reacción-¿cómo lo sabéis? ¿quién es el actor?
–no lo sabemos, es sólo un rumor. El primo de un amigo de Tae dice conocer al productor de la película, y según dicen le han dado el papel principal a alguien que actúa en esa serie, pero no sabemos quién es–dijo Hana, mucho más calmada y menos dramática que Tae.
–créeis...–la emoción empezó a apoderarse de mí, y Tae empezó a asentir, mientras Hana negaba efusivamente, ambos sabiendo cúal iba a ser mi pregunta–¿créeis que puede ser Byeon Woo Seok?
Puse mi mano en mi corazón, notando como me palpitaba extremadamente rápido.
–si consigo un papel en la película lo conocería. Estaría en la misma habitación que él, respiraría el mismo aire... Madre mía, puede que habláramos. No, no podría, creo que me daría algo–Tae se levantó y me agarró de los hombros–¿qué voy a hacer? ¡Necesito saber si he conseguido el papel ya!
–Jiwon, cálmate. Esta es la oportunidad de tu vida, puede que conozcas a tu ídolo. Yo sé que te darán un papel, estoy seguro. Ahora sólo tienes que esperar a que te llamen; dijieron que nos llamarían para decirnos si habíamos conseguido un papel en uno o dos días, en cualquier momento nos llamarán. Cuando lo sepamos, ya planearemos todo–tenía a Tae a pocos centímetros de mi cara, y ambos teníamos los ojos completamente abiertos, respirando con dificultad de la emoción.
Hana nos miraba con desdén desde el otro lado de la mesa, pareciendo estar preguntándose como había acabado siendo amiga de dos perdedores de nuestra categoría.
–de acuerdo.. si, vale, todo irá bien. Si. Ahora solo hay que esperar a que me llamen–estuvimos en silencio un par de minutos–la anticipación me está matando, ¡necesito saberlo ya!
–no tendríamos que haberle dicho nada–dijo Hana, con las manos apoyadas en su frente–ahora estará nerviosa hasta que la llamen. Imagínate que no le dan el papel. Tendríamos que ir buscándole un psicólogo por que caerá en una depresión
–¡Hana! No seas tan negativa, eso no pasará. Y, aunque pasara, es normal, ¿quién no se repleantearía su vida si perdiera la oportunidad de conocer al amor de su vida?–dijo Tae, alternando su mirada entre Hana y yo, de manera pícara. Cada vez se me calentaba más el rostro, y los comentarios de Hana y Tae no me estaban ayudando. Golpée a Tae en el brazo, a lo que el aulló del dolor.
Hana se puso a reír al ver la cara de dolor de Tae, y yo a reír de la frustración. Cuando se acabó nuestra hora libre, los tres teníamos clase de guionismo, y nos dirigimos a la aula, que estaba en la otra punta del campus.
–¿queréis ir esta noche a una discoteca a Hongdae?–preguntó Hana, mientras fumaba un cigarro. Hoy llevaba el denso cabello suelto, y los rizos negros ondeaban al caminar.
–claro que sí, es tradición de jueves-respondió Tae–Jiwon, has de venir. Vamos cada semana, y desde que te conocemos no has venido ni una vez.
–no suelo ir a discotecas–dije, intentando buscar alguna manera de escaparme del compromiso–casi nunca me sé las canciones, y tengo que estar muy borracha para relajarme aunque sea un poco. La ultima vez que fuí a una discoteca en Chicago me quedé la noche entera depie en un rincón. No me sale moverme ni hablar con desconocidos, lo sabéis.
Hana se movió a mi lado, y me pasó el brazo por los hombros.
–toca cambiar eso. Nunca has ido a una discoteca en Seúl, y estoy segura que es mucho mejor que en chicago. Pruébalo, sólo esta vez. Si no te gusta no tienes que volver a venir. Yo te invito a las bebidas; te emborrachas, te relajas, y disfrutas del ambiente–me sacudió ligeramente de los hombros, intentando animarme–nos lo pasaremos genial, te lo aseguro. Además, casi no tenemos clases mañana, puedes quedarte en mi casa y dormimos toda la mañana, e irás a clase mañana como si nada hubiera pasado.
Ahora que Hana lo planteaba así, la idea no parecía tan mala. Saldría de fiesta en Corea por primera vez, bebería con mis amigos, puede que conociera a alguien, y al dia siguiente podría descansar y superar la resaca, llegando a clase al mediodía siguiente como nueva.
–de acuerdo–ambos sonrieron, y Hana me abrazó con fuerza, contenta–pero si veo que no me gusta no lo volveré a repetir. Es sólo por la experiencia.
• • • • • • • • •
Definitivamente iba a ser una experiencia. Era pasadas la medianoche, y estaba delante del local en el que habíamos quedado. Había estado antes en el barrio de Hongdae conocido por ser un barrio lleno de clubs y discotecas, pero no durante la noche. La calle era bulliciosa, repleta de personas de vestidas de tonos oscuros y diferentes músicas que me rodeaban desde todas las direcciones.
En la cola para entrar a la discoteca estaban Hana y Tae, tan puntuales como siempre. Tae no se había molestado en arreglarse más de lo normal, pero Hana llevaba un vestido y tacones, háciendole más alta de lo que ya era. Me acerqué a ellos y los saludé con un abrazo.
–te queda muy bien la ropa–dijo Hana. Me había dejado unos tejanos de tiro bajo y un top oscuro brillante, debido a que mi armario consistia sólo de vestidos de flores y jerseys de tonos pálidos.
Cuando porfin entramos al local, me impactó el olor a alcohol y la cantidad de personas que habían en el lugar. Al moverte, notabas el calor de los cuerpos envolviéndote, y el ruido de la música eran tan fuerte que notaba como me pitaban los tímpanos. Tae me gritó al oído que los siguiera, y nos deslizamos entre las personas hasta llegar al lado del DJ. Hana se apoyó al lado de la tarima, y cuando el DJ la vió mostró una gran sonrisa y le dió la mano para que se subiera a la tarima. Empezaron a charlar, sin reconocer nuestra presencia.
El DJ tendría alrededor de nuestra edad, y era musculoso y tatuado. Seguía hablando con Hana mientras tocaba la música, a veces parándose para susurrarle algo al oído a Hana, agarrándole de la cintura.
–Ven, vamos a esa mesa–dijo Tae, llevándome hasta una mesa circular. Nos sentamos allí, mientras Hana seguía hablando con aquel chico, cada vez el uno más cerca del otro. Tae tenía la vista fija en Hana, que reía a todo lo que decía el DJ. Gradualmente Tae parecía estar mas mosqueado, y no hablábamos de nada, sólo miraba a Hana fijamente.
–ahora vengo, voy a coger unos chupitos–Tae se levantó, revolviéndose el pelo, y se fué rápidamente hacia la barra, en la otra punta del bar. Abrí el teléfono, como llevaba haciendo todo el dia cada pocos minutos, esperando ver un mensaje del director de casting. Tae ya había recibido un mensaje, en el cual decía que no lo habían seleccionado para interpretar a ningún personaje, ni secundario ni extra, en la película. Él no le había dado importancia, ya que se había apuntado a ir al casting sobretodo por acompañarme; tenía claro que no estaba interesado en ser actor.
De golpe, vinieron un grupo de chicos con pinta de ser universitarios, y se sentaron a mi lado en la mesa. Serían cuatro o cinco. Se sentaron a mi lado sin preguntármelo antes, y al sentir a uno de ellos tan cerca mío me alejé instantáneamente.
–¿estás sola?–preguntó el chico más cercano, el más alto de todos, el cuál tenía el pelo largo recogido en una coleta, escondida bajo un gorro. Me puse nerviosa, estando con un grupo de desconocidos, y tartamudeé un poco al responder:
–no, estoy con mis amigos-se ríeron al escuchar mi voz, que había sonado más aguda de lo normal y temblorosa. Sentía el mismo tipo de vergüenza que había sentido aquella vez que había caido en la fuente del centro comercial, y había sentido que todos me miraban. Notaba los rostros burlones de los chicos fijos en mí, que intercambiaban palabras en voz baja.
–yo no veo que estés con ningún amigo–dijo uno de los chicos, de cara redonda y camiseta naranja fluorescente, que le hacía parecer un cono de tráfico.
–nosotros podemos hacerte compañía–dijo otro, el más bajito de todos, dándole un codazo de complicidad al del gorro.
–no hace falta–respondí, ahora mi voz más temblorosa y aguda. Siempre me sucedía lo mismo. Hombres me ponían en situaciones incómodas; insistían en invitarme a una bebida, a acompañarme a casa o me tocaban el muslo disimuladamente. Mi cuerpo se paralizaba y no sabía como reaccionar, y perdía mi voz.
Cada vez que sucedía me reprendía a mí misma por no reaccionar y hacer algo, y me prometía confrontarlos si volvía a suceder, pero siempre acababa igual, mirando mis manos y respondiendo obediéntemente. Cuando sentía sus manos recorrer mis muslos, quería reaccionar, golpearles con todas mis fuerzas y escupirles, pero siempre me quedaba ahí sentada hasta que paraban.
Era algo que siempre me había avergonzado de mí misma, por que a pesar de que sabía que no era mi culpa, desde pequeña había sido una persona bastante confrontativa; si sentía que algo era una injusticia, no tenía problema en alzar la voz y confrontar a mis superiores, si consideraba que era lo correcto. A veces eso me había costado que profesores me tubieran manía y bajaran mis notas, pero eso nunca me había importado mientras sintiera que estaba haciendo algo bueno, lo justo.
–venga, no seas así. Una chica tan guapa como tú no tendría que estar aquí sola–dijo el del gorro, apoyando el brazo en el asiento detrás de mi espalda. Las manos me empezaban a temblar, y aguanté la respiración al sentir el fuerte olor de su perfume, mezclado con el desagradable odor de su piel.
–iros de una vez–era Hana, plantada delante de la mesa, con los brazos cruzados y mirada seria–ya os ha dicho que no.
Un par de los hombres se rieron, y otro de ellos, de pelo decolorado y barba, respondió:
–¿porqué no te unes mejor? Mientras más compañía mejor–dijo el hombre, giñándole el ojo a Hana. Ella, con el rostro aún sereno, ni se inmutó. Encendió su móbil, tecleó unos segundos, y lo giró, enseñando la pantalla. Estaba llamando a la polícia–¡joder, vaya estúpidas! Como sois las mujeres hoy en día, sólo queríamos haceros algo de compañía.
Todos ellos salieron disparados, alejándose rápidamente con caras de disgusto, la mayoría dirigdas a Hana. Ella colgó justo cuando aceptaron la llamada, y se sentó relajadamente a mi lado.
–¿estás bien?–preguntó, mirándome con preocupación y cogiéndome de la mano. Asentí, tragando saliva. Aún no tenía ganas de hablar; me había quedado el regusto amargo de la situación, y tendría que pasar un tiempo hasta que me volviera a relajar. Al momento llego Tae, con diversos chupitos apilados unos encima de los otros.
Al momento que los dejó en la mesa, me bebía uno de golpe, sintiendo como el vodka me hacía arder la garganta según lo tragaba, y esa agradable sensación de calor en el estómago al acabar el chupito. Cogí otro, y me lo tomé, antes de que Tae se hubiera sentado. Él me miró sorprendido.
–así que ese es el plan. Vamos a beber, y el primero que se emborrache ¡paga!–dijo con seguridad.
Media hora después, Tae estaba en una de las barras de streaptease, escalándola. Tenía la frente sudorosa y la cara roja, y las personas a su alrededor reían y lo animaban, algunos uniéndose.
Hana y yo estábamos bailando juntas. Ella seguía sobria, como siempre, pero yo ya había pasado el punto entre estar contenta y borracha, y me sentía completamente ligera. Todo empezaba a girar, y un par de copas después, mi recuerdo es borroso; recuerdo a Tae bailando con Hana, y a ella sollozando en los lavabos. Todo eso es lo que recuerdo que sucedió las siguientes horas.
La mañana siguiente, yacía en la cama de Hana. Ella estaba a mi lado, completamente dormida y babeando en el cojín. Yo no estaba aún del todo despierta, pero acabé de despertarme cuando escuche una notificación de mi móvil.
Recogí el movil, rascándome la cabeza y sintiendo un fuerte dolor de cabeza.
Era un mensaje del director de casting.
¡Eso es todo por el capítulo! Espero que no se haya hecho demasiado pesado. ¿Conseguirá Jiwon un papel en la película, y podrá conocer al actor de Lovely Runner?....
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro