
🖇𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 𝟑🐺³
"Finalmente los amantes no conocen la vergüenza. Nuestro pecado tiene una esencia muy dulce."
El amanecer se abría paso entre los gigantes pinos que reinaban en aquel lugar remoto y estrepito. La bola de fuego a miles de kilometros renacía detrás de las montañas y pintaba el firmamento de un rojo sangre. El rocío mañanero está por quemarse y la oscuridad es interrumpida por los débiles rayos del sol que apenas saludaban el nuevo día.
Los animales nocturnos corrían a su escondrijo a esperar que una nueva luna solitaria emergiera después y los que se despertaban, ahora salían a buscar comida. Los pájaros comienzan a cantar entre las ramas y los lobos se enconden sigilosos, esperando su nueva presa.
El alba anunciaba una nueva mañana, un nuevo día, una página más del libro. Jin ya se encontraba en la casa de su abuelo Jimin, preparándose para el día especial. Por otra parte, Namjoon había salido temprano como de costumbre, prometiendo llegar a tiempo a la pequeña ceremonia, que no era más que los padres de Jin, Jimin y ellos.
En su habitación, Jimin terminaba de arreglar a su hermoso nieto. Las velas fueron apagadas cuando la luz natural irradiaba a través de la ventana, iluminando el hermoso rostro del joven que estaba a punto de ser desposado por el lobo. En su mano derecha, justo en su dedo anular, reposaba el anillo de compromiso, se llenaba de júbilo cada vez que lo veía. Su cuerpo esbelto estaba envuelto en unos vaqueros ceñidos y una camisa blanca que ocultaba sus curva, portaba unas botas marrón calzadas a sus pies y en sus hombros... La capa.
— Cariño, quítate esa caperuza, tengo algo mejor para ti.
Jin frunció el ceño, sin su capa no iría a ninguna parte.— Pero Jiminie yo-
Jimin colocó un dedo largo sobre sus labios y su expresión severa lo obligó a callar.— Obedece a Jiminie, cielo. No rechistes o Jiminie se enojará.
El menor asintió sumiso de inmediato. No quería provocar los demonios internos de su abuelo en ese momento. Entonces, el rubio le sonrió complacido y se acercó al baúl donde guardaba todas sus pertenencias y extrajo de su interior algo que dejó sorprendido y fascinado al menor.
— Dios mío...
— Date vuelta, cariño.
Jin lo hizo en el primer momento, sin poner excusa alguna, aunque aún continuaba estupefacto, sin poder creer la belleza que admiró hace unos segundos.
Jimin extendió la tela de ese color roja tan característico, un color vivo, brillante y seductor.
Rojo... como la sangre, como los claveles florecidos en el jardín, como el amanecer de un día nuevo o un corazón fervoroso siendo devorado por un lobo bajo el reflejo de la luna sangrienta... Tantos significados ocultaba ese color.
En seguida, el rubio colocó la nueva capa sobre los hombros de Jin y la amarró con un nudo a su cuello. Poco a poco fué estirando los largos metros de tela suave y fluída que colgaban por su espalda hasta sus pies y continuaban como una largo río rojo, terminando el borde en una media luna.
Jimin volvió al frente y miró a su hermoso nieto de mejillas sonrojadas y labios cereza. Sus ojos azules se veían aún más intensos en contraste con el carmesí y su piel era como la porcelana, tersa y delicada. Sacudió con sus manos el gorro de la caperuza y lo colocó sobre su cabeza, cubriendo su cabello liso con reflejos que asemejaban a los de la luz lunar reflejado en un basto y profundo mar rojizo. Era un poco más grande que su cabeza. A deferencia de su capa original, el gorro había sido diseñado con la tela de encaje, por lo que esta fluyó como un velo de novia sobre su cabeza y le dió un aspecto muchísimo más hermoso de lo que ya era. Jin deslizó sus dedos sobre la tela en su cabeza y percibió la textura de diminutos diamantes incrustados que resplandecían bajo los rayos solares.
—Eres tan precioso, mi cielo.
Jimin le apretó las mejillas y, como toque final, buscó una rosa blanca que reposaba sobre su mesa de dormir y se la entregó en las manos a Jin, este detalló la hermosa flor y se quedó maravillado al detallar que no era completamente blanca, sino que entre sus pétalos y los bordes de estos mismos, estaban inyectados de un rojo suave que se difuminaba armoniosamente con el blanco.
— Eso es obra de las abejas, cuuando alguna de ellas confunde el polen que extraen de las flores rojas con las rosas blancas, fusionan sus colores.— explicó Jimin con detalle.
— Es muy bonita— susurró.
A continuación, miró al hombre frente a él y le sonrió con ternura, antes de saltar a sus brazos, conmovido.— Gracias por todo, Jiminie. Gracias.
— Serás muy feliz, querido. Este es tu día especial.— dejó un beso en su frente y sus ojos brillaron con dulzura. Tomó un bálsamo que conservaba en su bolsillo y humedeció sus labios para darle un aspecto mucho más fresco y bonito. Jin era realmente hermoso, no podía dejar de pensar en eso— Que suerte tuvo ese lobo que tus sentimientos sean para él.
Soltó un risita.— Creo que yo soy el afortunado de ternerlo.
Jimin negó levemente con la cabeza, sin perder la sonrisa. Cuando se estaba enamorado de la persona correcta esas cosas sucedían; el corazón latía más deprisa y los sentimientos florecían como las rosas, el amor abría sus pétalos poco a poco hasta que una noche, seguida por el alba, su belleza resplandecía como ninguna otra. Después de allí, cuidar esa rosa para que nunca se marchite, es lo esencial.
El chico de la capa roja y el gran lobo feroz conservarían su rosa eternamente.
Ambos decidieron bajar al jardín. Allí no hacía falta decoración alguna, las hermosas flores de Jimin eran todo lo que necesitaban para ambientar el evento.
Jin resplandecía en medio de todo aquello. Su capa lo seguía a casa paso; era tan hermoso como los angeles que describían en las historias... era como ver algo extraordinario, un mundo lleno de belleza, con miles de amaneceres y crepúsculos pintorescos y únicos personificados en una sola persona.
Namjoon moriría al verlo.
— Espero que mis padres lleguen pronto.— murmuró con la mirada fija en la inmensa arboleda.
— Tranquilo, ellos estarán pronto con nosotros. Igual Namjoon.— Jimin le masajeó con suavidad los hombros y eso le relajó considerablemente.
Los rayos del sol eran cada vez más fuertes. Podía intuir que su amado estaba en camino, estaba tan ansioso de verlo, de sentir sus manos tomando las suyas mientras su mirada lo seduce, aquel ardiente color miel que podía pasar días enteros admirando y nunca terminaría de descubrir todo lo que esconden.
Suspiró... Namjoon era un misterio tan atrayente que estabas dispuesto a caer en ese hoyo negro sin miedo de morir al final. Era tan embriagador.
Pronto escuchó unos crujidos provenientes de los arbustos delante de él, su corazón dió un vuelco y latió desbocado. Sus ojos se posaron sobre la primera figura que vió y estuvo a punto de correr a abrazarlo y besarlo cuando se percató de que aquellas personas no eran Namjoon, sino sus padres.
Jin igual sintió emoción y su sonrisa no desapareció. Se acercó a los dos mayores que emergían entre los árboles y los abrazó al mismo tiempo. Estaba aliviado, realmente habían venido a acompañarlo.
— ¡Omma, Appa!— caminó hacía ellos y los abrazó al mismo tiempo, entusiasmado con su llegada.
Cuando se separó de ellos, ambos no podían expresar lo maravillados que estaban con la hermosura de su hijo. Hoy estaba más extraordinario que ninguna otra vez con la amplia capa a su espalda y su rostro era como el de un angel envuelto en telas de encaje.
— Dios mío, Jin. Estás precioso.— su madre le tomó el rostro con delicadeza e incluso notó sus ojos celestes distintos, hoy centelleaban tan puros y amorosos que lograban hacer suspirar a cualquiera.
Su padre sonrió y asintió sin decir nada, pero no era necesario, su sola presencia le llenaba de felicidad.
Jin le sonrió enternecido y sus mejillas se sonrojaron.
Tratando de evitar más halagos que su corazón blando no pudiera soportar, invitó a sus padres a entrar a la cabaña.
— ¡Jiminie estará muy feliz de verlos!
— A nosotros también nos emociona verlo— concordó su madre y, después de eso, preguntó— ¿Y Namjoon?
El pelirrojo mordió su labio, se preguntaba exactamente lo mismo.— Él llegará pronto, tuvo que salir en la mañana.
— ¿Qué es más importante que casarse con el chico más lindo del bosque y la aldea?— atacó su madre cuando comenzaban a entrar en la cálida cabaña que los acogió de inmediato como su propia casa.
— Mujer, ya hablamos de esto.— le advirtió el mayor, y sus ojos grises eran como las nubes en el cielo antes de desatar una tormenta.
En ese momento, Jimin apareció detrás de ellos, puesto que había ido a atender a unos animales que había traído para darle uso a su establo.
El establo donde lo hicieron por primera vez.
— ¡Jimin!— la pelirroja fué la primera en devolverse a abrazarlo, encantada de encontrarse con él después de tanto tiempo, incluso en sus ojos se precipitaron algunas lágrimas conmovidas.
— ¡Querida! ¡Qué hermosa estás!
— ¡Tú lo estás más! No has envejecido ni un poco.— finalmente se soltaron del abrazo pero sus manos seguían unidas.— ¡Sólo mírate!
— Lo sé, soy demasiado guapo.— se elogió así mismo y la pelirroja no pudo ir en contra de sus palabras, estaba en lo cierto.
Mientras más años pasaban, el rubio adquiría una piel más joven y fresca, sus labios gruesos tan atractivos bañados de bálsamo y su cabello rubio cual trigo dorado enmarcaba sus tiernas fracciones. Su figura balanceada con proporciones perfectas y esa personalidad tan única lo hacía resaltar y ser amado por quien lo conocía.
Era un hombre maravilloso.
— Siempre alimentas su ego, amor.— comentó el mayor que se había mantenido callado, como siempre. Una sonrisa alzó las comisuras de sus labios y Jin puso sus ojos en blanco, pero su corazón también se regocija de gozo al verlo.
— No la culpes, es imposible negar la realidad.— Jimin se acercó a él y, antes de que algo más saliera de su boca, lo abrazó cálidamente.— Siempre eres tan gruñón, y cuando no es así, solo sueltas bromas de mal gusto.
— Yo también me alegro de verte.— comentó y sus brazos también lo envolvieron— Tú tampoco cambias.
Jimin rió ligeramente y se soltaron, con una seña invitó a todos para que lo acompañaran a la cocina.
— Deberías visitarnos más seguido en el pueblo, podrías venir con Jin.
— No me agradan las personas de allí, me siento mejor en mi hogar.
— A HoSeok le haría bien verte.— siguió la mujer, tratando de convencerlo.
Jimin suspiró con algo de melancolía, llevaba mucho tiempo sin saber de él.— También lo extraño, espero que me visite en algún momento.
— A ti nada te saca de este tenebroso bosque. Vine rezando por todo el camino, con cada paso sentía el corazón en la garganta. ¡Es horrible!
—Tú eres la que tiene esa oscura conclusión de que todo cuanto hay aquí es duro, falso y malvado. Ven a vernos sin miedo, al bosque le gustas.— Jimin le guiñó el ojo.
— Tiene razón, el bosque el mágico.— apoyó el de ojos grises, orgulloso de aquel lugar que sentía en sus mismas venas.— No hay lugar más especial que este.
— Este bosque tuvo que embrujarlos o algo, todos ustedes están cortados por la misma tijera. ¡Cada vez los entiendo menos!.— exclamó la mujer con exasperación y los otros tres solo pudieron reír.
— Si, al parecer tenemos un pacto con él.
El ambiente era una mezcla de pino fresco y comida deliciosa. Cuando llegaron a la cocina, todos quedaron sorprendidos con la hermosa mesa de comida que había preparado el rubio para celebrar. Pavo, arroz, sopa, vegetales salteados, todos cultivados por el mismo Jimin quien amaba trabajar la tierra; había muchas delicateses y bebida por elegir, incluso había traído un poco de vino de uva y coñac. El mantel era del mismo color que la capa de Jin y en su centro habían piezas de color blanco tejidas que separaban el mantel rojo de los platos de comida. En el centro, se alzaba una pequeña bailarina que sostenía un pastel blanco como la nieve, con rosa roja salpicada de azúcar en el medio.
— ¡Dios mío! Que delicioso se ve todo. Realmente piensas en todo Jiminie, por eso no me preocupé en encargarle un pastel a Hoseok.
— Es la boda de mi nieto, no puedo hacer menos por él.
— ¡Oh, Jiminie! Gracias por cuidar tan bien de mi pequeño, ¡Hoy resplandece como una rosa que abre sus pétalos por primera vez!
El rubio sonrió de lado, complacido con las alabanzas a su esfuerzo.— Él ya es hermoso, yo solo le puse un poco de rojo. Ese color resalta aún más su brillo, es estimulante y refleja fortaleza y coraje.
— Es el color favorito de los lobos.— agregó la pelirroja tocando su propio cabello.— el color de la sangre, de la Luna Roja, es tan atrayente que lo lobos pueden verlo a kilómetros.
— Omma...
— Tal vez el color blanco hubiera sido mejor, representa la pureza y es la tradición... Sin embargo, Jimin tiene razón.— añadió antes de que los hombres a su alrededor le atacaran con sus miradas filosas e inconformes. Se acercó a su primogénito y le acarició la mejilla, cariñosa.— Este color te hace ver extraordinario.
Jin sintió su piel arder y con una sonrisa, asintió lentamente.— Gracias, Omma.
— Bueno, ya casi es hora. Namjoon debe estar por llegar, tomemos un té para calmar las ansias.
Todos asintieron.
Al mismo tiempo, a unos cuantos metros de aquella cabaña, un joven curioso irrumpía en las profundidades del bosque, buscando algo que no se le había perdido, algo en lo que no debía meter sus manos, o posiblemente se encontraría con un fuego destructor que terminaría por devolverlo a las cenizas de las que había surgido.
"Recuerda que del polvo naciste y al polvo volverás"
El pinar frondoso se mantenía taciturno e inquebrantable, sus pisadas parecían ser las de un elefante en aquel lugar tan callado, sus sentidos se agudizaban a cada segundo y el latir de su corazón le aporreaba el pecho y los odios, sabía que tal vez estaba ganándose su propia muerte, pero su intriga era más grande.
De lado a lado, sus pupilas bailaban. En sus manos portaba un arco con una flecha cargada —una flecha especial para matar lobos, con la punta de acero sumamente afilada y punzante, bañada con agua bendita—, en caso de que una amenaza se cerniera sobre él.
Ese espeso bosque... El silencio y la presencia imponente de los árboles, como intimidantes columnas le sacudían el corazón ante el inminente peligro, pero a la vez le transmitían la paz y serenidad que no parecía encontrar en otras partes. Es verde, inmenso y denso, oscuro y aterrador, no había confortables cabañas de madera, sino alarmantes animales salvajes. Si uno se pierde en él, tal vez no vuelva a ser visto nunca más.
Todos lo veían solo como el hogar de los lobos, pero HoSeok sabía que en sus entrañas se escondían muchos secretos, está lleno de mitos y leyendas que le fueron contadas de niño, al abrigo de una manta y una chimenea, en un entorno acogedor y apacible, mientras la voz de su padre le acompañaba esas historias, más oscuras, todavía sin el filtro que solían colocarle las madres para no espantar a sus hijos. Es lugar era el que lo separaba de aldea en la que había crecido y que ahora se había convertido en un basto infierno encerrado entre unas antiguas cabañas acechadas por bestias.
Por Lobos.
Todo se trataba de Lobos.
Pasó unos minutos andando por algunos atajos entre los senderos y espiando quisquillosamente el perímetro. Estaba por llegar a casa de Jimin, a pesar de que tenía tiempo sin ir, reconocía aquel lugar inconfundible del bosque donde la naturaleza se volvía tan solo un poco menos densa. Paso a paso se iba aproximando, cubriendo el terreno. Algunos animalitos corrían a su alrededor escondiéndose de su extraña figura. Todo continuaba sumido en una burbuja de tranquilidad y HoSeok no supo pensar si eso era bueno o malo.
Ya podía notar los cimientos de una cabaña a lo lejos, y se sintió levemente decepcionado, tal vez el casamiento se estaría llevando a cabo, todos muy felices, mientras él solo perdía el tiempo rastreando algo que quizás no estaba allí, que solo eran supersticiones tontas que lo querían distraer de su corazón herido y desolado.
Tal vez solo quería creer que era mejor para Jin que aquel tal Namjoon.
Suspiró... era más sencillo rendirse y ya. No había encontrado nada extraño por allí, ni siquiera sabía qué era lo que buscaba realmente, pero sus sentidos no descansaban, presentían algo que no lograba comprender aún. Era tan frustrante tener una idea y no poder abandonarla hasta resolverla.
— Solo estás buscando ser comida de lobo, HoSeok.— se regañó a sí mismo.
La arboleda le limitaba la vista, pero aún así no desistió y prosiguió con su aventura, ya solo quedaban unos metros para llegar a la cabaña de Jimin, y la idea de saludarlo y abrazarlo después de tantas lunas le aliviaba el corazón. Así que decidió continuar un poco más, investigando sobre ese alguien que lo inquietaba.
Y a la vez, temía por encontrarse con unos feroces ojos miel, un pelaje negro cual carbón y unas garras inescrupulosas y llenas de sangre, las mismo que lo atacaron hace un tiempo. Aún podía sentir su piel siendo rasgada como una carne de cordero bajo el filo de un cuchillo.
"Él es mío" le había susurrado esa bestia, en su mente
Luego de eso, pasó.
Estaba ese gruñido primitivo y aterrador que aturdía el pensamiento y sus oídos. Estaba maldito. Finalmente, su cerebro recreó la imagen de esa sonrisa siniestra y la mirada del infierno que quemaba su alma.
Joder... Era él.
Su cuerpo se congeló cuando notó el suelo temblar ligeramente, con la aproximación repentina de un cuerpo pesado en movimiento. Su corazón latió con fuerza y su mirada se posó al norte, donde vislumbró una silueta oscura acercarse rápidamente.
— ¡Mierda!— siseó y su cuerpo se ocultó tras de un pino, aún sintiendo todo temblar.
Asomó su cara y pudo ver la silueta aún más de cerca. Era tan grande que HoSeok tuvo que parpadear varias veces para asegurar de que su vista no le fallaba.
No, aquello no era un perro, ni un ciervo, ni un oso.
Era un Lobo. Era el Gran Lobo Feroz.
HoSeok ahogó un grito y sus piernas se sintieron débiles de inmediato. Reconoció ese pelaje oscuro y brillante, esa figura temeraria y dominante, ese halo oscuro que lo rodeaba. Casi sintió su corazón morir cuando detalló la figura que se aproximaba tan rápido como un jaguar.
Ojos miel brillantes y astutos.
Incluso estando a metros de él pudo percatarse de ellos y los recuerdos se encendieron en su memoria. Si, era el mismo Lobo que casi le arrebató la vida.
¿Qué hacía tan cerca de la cabaña de Jimin?
— Oh, Dios mío... ¡Jin!— su labio vibró al decirlo y sus manos temblaron. No estaba seguro, pero tal vez el Lobo venía por el chico de la capa roja.
"A los lobos les atrae mucho el color rojo y el olor de la sangre dulce e inocente" citó las palabras de Yoongi en su memoria.
Jin debía tener todo eso.
Se alertó aún más ¡debía salvarlo!
Sus ojos se asomaron una vez más y notó el Lobo estaba tan cerca que de seguro había notado su olor y escuchado el latir temeroso de su corazón.
Pero no fué así. En cambio, observó con asombro como la bestia salvaje movía sus patas con velocidad y daba un saltos enormes impulsado por una roca para avanzar más rápido, poseía una agilidad impresionante y la ligereza cual pluma, cambiando en un segundo la dirección hacia la cabaña de Jimin. Iba justamente allí y no le faltaba nada para llegar.
— ¡Por los mil demonios, ese bastardo!
HoSeok apretó los puños y de su frente cayó sudor frío, pero no era hora de rendirse a los miedos, debía hacer algo. Con prisa, salió de su escondite y corrió con todas sus fuerzas hacia la misma dirección, impulsado por la adrenalina que bombardeaba su cuerpo y un sentimiento de protección hacia sus seres queridos bajo el ataque de aquel abominable animal.
No podría igualar jamás la velocidad del Lobo, pero la suerte estuvo de su lado cuando este se detuvo justo en la frontera que separaba el bosque del jardín de Jimin. Hoseok lo miró extrañado, pero aprovechó la distracción del Lobo para ubicarse silenciosamente en un arbusto a una distancia considerable de él, lo suficientemente buena para armar su arco y flecha y apuntarle justo a la cabeza, con el próximo paso de la bestia negra, le daría muerte allí mismo.
Pacientemente, observó al Lobo desde su escondite con la punta de su flecha lista para atravesarle desde la oreja. Su corazón retumbaba en sus oídos y por su sien se deslizaban hilos de sudor mientras esperaba alguna acción por parte de su presa.
Pero no se movía, mantenía la mirada fija en la cabaña de Jimin, hacia la parte donde estaba la puerta y la ventana de la cocina, como si estuviera aguardando por alguien.
HoSeok no pronunció palabra alguna y estaba casi estático y sin querer respirar para no generar un ruido o algo que alertara al Lobo, que parecía estar tan absorto en ese punto al que miraba que ni siquiera estaba enterado de que un joven le amenazaba con una muerte inmediata.
"Estoy aquí, Corderito"
Jin escuchó aquella voz inconfundible en su cabeza y su corazón revoloteó de emoción, sin poder ocultar una sonrisa. De inmediato, se levantó de la mesa donde conversaba amenamente con sus padres y corrió afuera, ansioso por ver al causante de sus sensaciones más fuertes.
Sus ojos azules se pasearon por el lugar hasta que conectaron con los del lobo, aún metido entre el bosque, ocultando su figura.
Namjoon movió su cola suavemente de un lado al otro cuando miró de pies a cabeza a su chico, tan hermoso que dolía verlo. Su corazón lobuno latió loco de amor, cegado por esa sonrisa tan especial que le dedicaba, podía ver la felicidad de Jin por su llegada y eso le satisfacía enormemente.
Su corderito realmente era su todo.
Y con ese color que lo envolvía casi completamente... Rojo, era tan vibrante y llamativo, sus pupilas se dilataron de gusto y su lengua larga y húmeda se paseó por su hocico, estaba peligrosamente tentado, no veía la hora de llevarlo lejos de allí y hacerlo suyo, una y otra vez. Hacerle el amor bajo el firmamento nocturno.
"Eres tan precioso, mi Corderito. Tan delicioso" le susurró ronco en sus pensamientos, provocandole un estremecimiento.
El receptor de los candenciosos halagos mordió la labio inferior con ansias y sus piel se erizó con solo percibir esa voz llena de promesas.
Jin dió unos pasos al frente y le indicó con un movimiento de manos a Namjoon que se acercara, allí nadie podría verlos.
HoSeok, desde su puesto, no podía enterarse de las acciones de Jin, solo las del el Lobo. Por un instante, su vista se desvió a una rama que se hallaba y el revolotear de unas alas negras lo alertó. Sus músculos se tensaron aún más y, acontinuación, observó como un cuervo negro aferraba sus uñas a la corteza y arreglaba sus alas a cada lado, con ligereza y gracia. Sus cuencas negras miraron primero al Lobo y luego a HoSeok, como si ya estuviera enterado de lo que pasaba y pasaría. Aquella ave carroñera era conocida por ser el acompañante de la muerte, incluso cuando su pico apuntó hacia Hoseok, este sintió una punzada en el centro de su órgano vital.
Tragó saliva, aturdido por los oscuros pensamientos sin saber si ese cuervo estaba allí por el alma del Lobo...
O la suya.
Sacudió su cabeza con fuerza y se obligó a concentrarse de nuevo en la bestia a unos metros de él.
— ¡Mierda— siseó cuando se dió de cuenta que el Lobo había dado unos pasos al frente y sus patas ya tocaban el pasto del jardín.— Maldita sea.
Rápidamente, salió de su refugio sin hacer mucho ruido y avanzó a otro arbusto para poder ubicar la cabeza del Lobo nuevamente. Sus manos temblaron cuando volvió a alinear la punta de su flecha, los ojos le escocían por lo que se le dificultó.
Tuvo que parpadear varias veces cuando notó la figura de Jin cerca, caminando hacia el animal negro.
No tuvo mucho tiempo de analizar la situación, en cuestión de segundos, el cuervo canturreó un desafinado y ronco sonido y luego se alzó en vuelo, aquello fué una escena tenebrosa para HoSeok y, para cuando se dió cuenta, el Lobo había detenido su andar y ahora estaba a punto de voltear hacia su dirección, advertido por el ave.
HoSeok sintió todo a su alrededor enmudercerse en una burbuja, la amenaza inminente congeló su sangre y el impulso frenético y la adrenalina lo tragó.
Ya no supo qué hacer, su mente quedó en pausa. Como pudo, sus dedos accionaron y la flecha salió disparada a gran velocidad.
El ataque estaba ejecutado y ya no hubo retroceso alguno. No había manera de detenerlo.
Namjoon sintió finalmente la presencia de HoSeok y sus orejas se pusieron en punta, su mente se puso en alerta roja y detectó el sonido del aire siendo cortado por un objeto desconocido.
Todo en cuestión de segundos, para cuando pudo moverse, ya era demasiado tarde.
— ¡Namjoon!.— Jin gritó con fuerza cuando divisó la flecha a centímetros escasos de él.
El Lobo hizo un movimiento brusco y sagaz a un lado, logrando proteger su cabeza pero no pudo salir ileso del objeto punzante. La punta de metal impactó su lomo y abrió la carne súbitamente, como el fuego quemando todo a su paso.
Un aullido de dolor agudo salió de su boca y su cuerpo cayó desplamado apenas la flecha salió de su pellejo y se clavó con fuerza en la tierra, pintando las esquinas del césped con sangre.
El aullido estrepitoso aporreó los oidos de todo ser viviente que se encontrara a kilómetros a la redonda, los pájaros volaron de sus escondites en los pinos y los animales terrestres salieron despedidos al bosque con el estruendo del suelo al ser impactado por la bestia.
Jin pareció morir en ese segundo. La sangre dejó de circular por sus venas.
— ¡No! ¡No! ¡No!— su garganta tembló con cada grito y el primer impulso de su cuerpo fué correr hasta el cuerpo moribundo del Lobo.
Sus oídos zumbaban aturdidos y sintió que su equilibro fallaba, pero no le importó, endureció sus piernas y cuando logró llegar a él, sus manos lo tocaron sobre su lomo herido y la sangre no solo impregnó su oscuro pelaje, sino que pintó las palmas de Jin, quien al ver el líquido rojo escurrir sintió su corazón destrozarse y hacerse nada.
—No...
Una escena aterradora. No. La escena más aterradora del mundo estaba pasando frente a sus ojos.
El cielo se vino en pedazos sobre él.
— No, no... No ¡No, por favor!— las lágrimas se escurrieron a torrentes por sus ojos y sus manos tocaron el hocico del Lobo, movió su cabeza a un lado y no hubo respuesta por su parte, estaba ligero y sin resistencia.
En ese momento, HoSeok salió del bosque, jadeando. Su cuerpo temblaba de punta a punta, sus ojos estaban llorosos y el latir de su corazón se sentía más fuerte que nunca.
— Jin...— susurró muy bajo y su mano se alzó, como si quisiera detener lo que estaba haciendo desde la distancia.
Quería alejarlo de aquel animal peligroso que pudo matarlo, pero sus acciones simplemente se quedaron suspendidas cuando observó su llanto desgarrador. Su cerebro estaba nublado y no lograba comprender lo que estaba pasando ¿Por qué Jin no huyó cuando lo vió? Al contrario, ¿Por qué estaba sosteniendo su cabeza y llorando sin consuelo alguno? ¿Por qué parecía triste por él?. Tuvo que analizar esas preguntas varias veces para poder hallarles un solución.
Y ahí lo entendió.
Jin no tenía miedo de ese Lobo... Jin estaba llorando por él, estaba afligido por su dolor.
Imposible.
En ese instante, los ojos cristalinos del pelirrojo lo miraron y se sintió terriblemente culpable. Aquella mirada parecía estar en otro idioma y le decía tanto que él no supo cómo responder. Pero de algo estaba seguro... Jin lo odiaba en ese momento.
— Jin... Yo...
— ¡¿Por qué lo hiciste?!— su mentón estremeció y sus labios estaban deformes en una mueca afligida, sientiendose fatal, con el infierno ardiendo en su corazón. Sus ojos se humedecieron todavía más y lloró desgarradoramente.
Lleno de impotencia inhaló abruptamente y espetó— ¡Él no te hizo nada! ¡¿Qué has hecho?!
HoSeok no supo qué decir, su cuerpo estaba débil y la presión en su pecho lo hacía jadear, de pronto estaba enfermo, asustado, incrédulo y muchas cosas más que lo hacían sentir tan mal, ahogado en la incertidumbre. La saliva no podía transitar por su garganta cerrada y el sudor frío por todo su cuerpo era una tortura.
Sus rodillas se adormecieron y flaquearon, eso provocó que cayera arrodillado con la cabeza colgando. No tenía energías y el sentimiento culposo se afianzaba a sus hombros. Era incomprensible, se supone que había hecho eso para salvarlo pero había terminado causando un enorme sufrimiento al corazón de Jin ¿En qué había fallado? ¿Quién era realmente esa bestia?
— Y-yo... Yo no comprendo— sollozó, apretando los puños sobre sus muslos sin ser capaz de mirar a Jin.— Lo si-siento... Yo... Yo no sé quién es. Pensé que te haría daño.
En seguida, los tres adultos que habían estado en la cabaña salieron alertados por el escándalo que se escuchaba en jardín. La madre de Jin fué la primera que observó la terrible escena y su corazón casi dejó de latir al ver a su hermoso hijo con las manos ensangrentadas y los ojos inyectados de rojo por el llanto, mientras sacudía sin resultados un cuerpo grande, peludo y negro.
Un Lobo.
— ¡Jin!— gritó despavorida tocándose el pecho, paralizada por completo.— ¡Aléjate de esa bestia!
— ¡No!
—¡Jin!
La mujer miró la figura del castaño a unos metros de su hijo y frunció el ceño. Hoseok seguía cabizbajo y en otro mundo. Le hizo señas pero el chico ni siquiera las notó y, aunque la pelirroja no supo desde cuándo estaba allí, decidió que no era importante, su prioridad era convencer a su hijo testarudo para que razonara y apreciara un poco más su vida.
— ¡Hoseok! ¿Qué haces allí? ¡Ayúdame con Jin!
Jimin lo miró incrédulo desde su puesto. Esperó ver a Hoseok desde hace tiempo, pero nunca se imaginó que su próximo encuentro sería en esa escabrosa situación— Hoseoki...
No hubo respuesta, HoSeok solo se encogía cada vez más y parecía estar perdido en su propia mente.
Eso la alteró más ¿Acaso esa bestia se había abalanzado sobre él?
¿Pero por qué el Lobo estaba sangrando y parecía muerto? ¿Qué estaba sucediendo?
— ¡Jin te puede atacar! ¡Dios mío, quítate de allí!— sus manos se movieron con exasperación y juró que estaba a punto de desmayarse del horror.
Jin no movió ni un solo dedo para alejarse.
— ¡¿No ves que está muriendo?!.— chilló alterado, los chorros de agua salada no dejaban de salir de sus ojos y a cada segundo se sentía más desesperado. Mi Namjoon — ¡Ayuda Omma!
La pelirroja lo miró estupefacta, sin creer lo que estaba escuchando— ¿Acaso enloqueciste? ¡Jin, es un Lobo!
— ¡No! ¡Es Namjoon!
— ¡¿Qué?!
Jin gritó aún más fuerte y su cuerpo pequeño arropó el del Lobo, abrazándolo— ¡Namjoon es un Lobo! ¡Mi Lobo!— sus manos acariciaron el pelaje salpicado del líquido rojo y sus lágrimas le mojaron el cuello peludo.— ¡HoSeok le disparó una flecha y ahora sufre! La cortada es profunda y no para de sangrar ¡Yo debí decirles a todos sin importar nada! ¡Todo es mi culpa!
— Jin— la pelirroja trataba de procesar toda la información, pero simplemente no podía comprenderlo. ¿Cómo su hijo podía estar con un Lobo? Eso iba en contra de la naturaleza, no se podía, era imposible incluso si tenía a ambos ante sus ojos ¿Cómo podía creer en tal cuento de niños? — ¡Dios mío, Jin, esto es un error!
— ¡No, eso es lo más real en mi vida! ¡Namjoon es un jodido Lobo!
Jin sollozaba fuerte y en descontrol, sin dejar de abrazar al Lobo. Ya no lo importaba más que él.
—¡Jin esto es una locura! Tú no puedes estar con una bestia.
— Tú no entiendes— siguió llorando, frustrado por no ser comprendido. Su cara sonrojada se alzó y sus ojos conectaron con los de su madre y, aún sintiendo toda su anatomía latir y temblar, sentenció— Yo lo amo. Yo amo al Lobo.
Silencio.
Las palabras entrecortadas pero llenas de seguridad calaron fuerte en el corazón de su madre y la hizo callar.
A continuación, los dos hombres que se habían mantenido expectantes durante el enfrentamiento, se acercaron rápidamente junto a Jin y examinaron la delicada situación. Namjoon seguía inmóvil, como nunca antes lo habían visto, tan indefenso que no parecía propio de él.
La mirada del pelirrojo se tornó preocupada nuevamente y esta vez fijo sus ojos intensos en su padre, suplicándole abatido— Appa, por favor. Debes salvarlo, por favor ¡Él no puede morir!
Sus ojos grises estaban turbios pero, aún así, le mostró una sonrisa pequeña que le transmitió tranquilidad y pronto su corazón sintió menos pesadez. Sus manos ásperas palmearon el hombre de su único hijo y le murmuró:— Namjoon estará bien, no está muerto. Cuando un hombre lobo muere cambia inmediatamente a su forma humana y Namjoon no lo ha hecho.
— Debemos atenderlo rápido, la cortada es profunda.— interrumpió Jimin, colocando las manos sobre la herida abierta.— Hay que coserlo.
Asintió— Joder ¿Cómo una pudo hacer una herida tan profunda una flecha tan pequeña?
— Una flecha bendita— murmuró él mayor, sombrío.
— Demonios— maldijo el rubio y volvió su atención a Namjoon — Primero hay que presionarle la herida para evitar que pierda mucha más sangre, pero es demasiado grande.
— Lo siento, Jiminie.— Murmuró Jin y, en seguida, desató la capa de su cuello y dobló la parte suave para tapar la enorme cortada de Namjoon.
—Tranquilo cielo— le alentó el rubio y siguió con su trabajo.— Sería bueno poder llevarlo adentro.
— Imposible, este Lobo pesa toneladas.
— Demonios, necesitamos que cambie a su forma humana para poder llevarlo.
Mordió la carne interna de su mejilla, sabiendo que aquello era difícil en ese momento, sin embargo, el de ojos grises se acercó a Namjoon y le susurró a la oreja— Namjoon... ¿Me oyes?
Sin respuesta.
— Necesitamos tu ayuda ¿Puedes volver a tu forma humana?
Silencio.
— Namjoon, por favor... Responde.— Intervino el menor, palmeando suavemente su hocico. Su nariz moqueaba y sus ojos buscaban con ansias algún atisbo de vida en alguna parte de la enorme anatomía.
Tocó su pecho y acarició su pelaje, detectando el latido sereno de su corazón, muy débil para su gusto. Sus puños se aferraron a la suave y peluda superficie y apoyó su frente sobre sus manos, mientras recitaba entre lágrimas— No me abandones Namjoon. No puedes hacerlo, es el día de nuestra boda... ¡No me dejes plantado, prometiste cuidarme!
Rogó por escuchar su voz ronca y poderosa en su mente, pero nada pasaba. Esto era realmente frustrante.
Alzó su cabeza y el azul de su iris resaltaba entre lo rojo e hinchado de sus ojos que ardían como brazas, irritados por el llanto torrencial. Miró nuevamente los párpados cerrados de Namjoon y su corazón se marchitó de pena. Necesitaba aquellos ojos vivos y sagaces mirándolo fijamente, sugiriendole cosas oscuras, lejanas a Dios.
Esas pupilas traviesas rodeadas por el color miel ardiente... Amenazando por devorarlo por completo.
— Namjoon, Namjoon, Namjoon... Mi Lobo.— sollozó, desesperado por su tranquilidad. Cerró sus párpados con fuerza, y lo golpeó en el pecho, sin ser más que unas caricias bruscas para aquel gran animal.— ¡Despierta bastardo! ¡Te prohíbo dejarme, no puedes morir antes que yo!
—Jin...
— El va a despertar ¡Tiene que hacerlo! ¡Yo no puedo tener una vida real sin él!... Ya no... Lo necesito— su voz se apagaba más a cada frase y sus brazos lo abrazaron nuevamente, estaba indispuesto a dejarlo ir.
De pronto, unos feronces aullidos resonaron entre los árboles y, unos segundos más tarde, la forma de un lobo y un humano en su lomo surgieron de un salto desde los arbustos, irrumpiendo peligrosamente en el lugar.
Min Hyuk el Lobo y Min Soo en su forma humana.
No hubo intercambio de miradas ni pausa entre ellos. Min Soo saltó de la espalda de su hermano y Min Hyuk gruñó con malicia antes de empujar el cuerpo de HoSeok al piso, estrellandolo boca arriba para que pudiera mirar el animal enojado que lo atacaba.
El cuerpo que estaba siendo magullado por fin reaccionó, sus brazos trataron de quitarse el enorme y pesado animal de encima pero sus esfuerzos fueron inútiles, las patas del Lobo se presionaron con más fuerzas en sus hombros y le maltrataron los huesos, haciéndolo gritar de dolor.
— ¡Ah! ¡Joder!
— ¡Cállate!— le gritó Min Soo y su hermano gruñó atroz e inhumano, con sus ojos brillando como llamas. Sus dientes filosos se asomaron y HoSeok calló horrorizado, esperando la peor de las muertes.
Cerró sus ojos.
— ¡Alto!— gritó Jin, levantándose de su lugar— ¡No lo mates!
— ¡Pero él atacó a Namjoon!
— ¡Él no sabía que era Namjoon!— Jin arrastró sus lágrimas con el dorso de su mano. A pesar de que HoSeok había causado aquello, sabía que no eran malvadas sus intenciones.
Él no sabía que se había enamorado de un Lobo.
Min Soo gruñó y apretó sus puños, quería maldecir el cielo, miró al pelirrojo y luego al chico que acorralaba su hermano. Su cuerpo no mostraba resistencia y la expresión de su rostro parecía resignada a recibir su destino.
Podía ser que Jin tuviera razón, pero de igual forma, no estaba dispuesto a doblegarse y perder la oportunidad de ganarse la confianza de Namjoon ¿Y qué mejor que matar a su agresor?
— Lo siento, Jin— siseó, sus ojos frívolos y sus fracciones duras gritaban venganza— No podemos permitir que viva luego de lo que hizo... Min Hyuk.— volteó a ver a su hermano y no hubo necesidad de decir palabras, en la mente del lobo resonó la orden:
Mátalo.
— ¡Min Hyuk, tócalo y el próximo en morir serás tú!
— ¿Eh?
Jin miró a ambos con dureza y su expresión filosa y seria hizo que los hermanos lo miraran con asombro, sin olvidar la amenaza pronunciada por sus labios. No parecía tener miedo de nada.
—¿Crees que cuando Namjoon despierte estará contento al saber que mataste a mi amigo y desobedeciste mis palabras? ¿Que no te importaron?— sentenció, cada palabra llena de vigor y decisión, su tono fué tan bajo e intimidante que todos quedaron atónitos por su frialdad. Su cuerpo temblaba pero su juicio no— Si quieren probar su lealtad demuestren que son capaces de escuchar a alguien importante para él.
— ¡Pero él odia a este chico!— contraatacó, señalandolo con desprecio.
— Pero es mi amigo y no quiero que muera. Él respeta eso.
Jin sabía que probablemente Namjoon no estuviera en desacuerdo con matarlo, incluso lo haría reír, porque claramente HoSeok nunca fué de su agrado, pero de una cosa si estaba seguro: Mientras a Jin le importara, no estaría dispuesto a dañarlo.
—¡Pero-!
— ¡Atácalo entonces!— le interrumpió, impotente— Veremos quién tiene razón luego, a menos a sí piensen en lo que realmente les conviene y dejen sus tonterías para ayudarme con Namjoon.
Y, después de eso, ambos chicos se miraron entre sí. Min Soo cerró sus ojos y lanzó un quejido frustrado, no quería aceptarlo, pero las palabras de Jin estaban llenas de razón, era como estar entre la espada y la pared, lo que decía el chico de la capa roja era tan influyente e importante como lo que sale de la propia boca de Namjoon. No podían ir en contra, era como sentenciar su muerte una vez más.
Entonces tomó una decisión, pero en ese instante sus instintos percibieron la presencia de otro de su especie. Cerca, muy cerca.
Ese olor, ese poder en el ambiente, esa escencia poderosa.
Se trataba de un lobo antiguo.
Todos miraron al bosque y de allí emergió la figura de un enorme Lobo, incluso un poco más grande que Namjoon. Su pelaje gris humo se sacudió cuando dió un salto y cayó con delicadeza sobre el suelo del jardín.
Todos estaban sorprendidos. Ese lobo tenía unos ojos profundos de color azul celeste, luminosos e intensos.
Su objetivo estaba fijado. No miró al lobo sobre el chico ni a su hermano, tampoco miró a los adultos que acompañaban la figura del Lobo, ni a la mujer que cayó al piso horrorizada, sin poder pronunciar siquiera un débil grito, ni siquiera miró a Jin. Sus patas se movían una delante de la otra, con tranquilidad, sus músculos bajo aquel pelaje brillante y sedoso estaban relajados.
Paso a paso se acercó a Namjoon y todos callaron, nadie se movió, solo sus respiraciones era audibles para sus oídos. Min Soo tragó saliva, aquel Lobo era igual de poderoso que Namjoon, sentía su fuerza inquebrantable y su liderazgo, el halo a su alrededor les advertía que debían mantenerse mansos, completamente dóciles ante él.
Con sigilo, se acercó a su hermano, tocando su lomo y con el miedo cerrando su garganta le ordenó— Suéltalo, déjalo libre.
Min Hyuk asintió con su cabeza y sus patas se alejaron del cuerpo humano. Hoseok se sintió extraño por el silencio repentino y, cuando desapareció la presión de sus hombros, abrió sus ojos y se sentó de golpe. Estuvo a punto de hablar pero miró que el chico de cabello dorado le hacía una seña para que callara y luego le indicó que mirara al frente.
Cuando se dió cuenta de lo que pasaba, estuvo a punto de tumbarse de nuevo y rogar por despertar de esa pesadilla. Ese lugar estaba malditamente infestado de Lobos.
El lobo gris se detuvo al lado de Namjoon y ambos mayores se retiraron, dejando el cuerpo de Namjoon a su disposición.
Pero no pasó lo mismo con Jin, quien hizo todo lo contrario a alejarse. Con rapidez, se arrodilló al lado del Lobo negro y abrazó su cabeza con fuerza. No sabía cuál eran las intenciones de ese Lobo gris ni quién era, pero primero debía pasar sobre su cadáver antes de hacerle algo a Namjoon.
— ¿Quién eres?— le cuestionó, mirándole directamente los ojos a pesar de no recibir su atención, sin mostrarle una pizca de temor. Ya estaba acostumbrado a verlos y sabía que mientras más sumiso era y más rogara por su misericordia, más les divertía.
Pero ese Lobo simplemente miraba a Namjoon y no decía ni hacía nada por atacar, solo lo miraba como si fuera el único presente allí. Sus ojos centellaban cautelosamente, como una mezcla de fuego azul y blanco. Jin los veía y pensaba en la nieve, en un enorme glacial suspendido en el mar. Eran indescriptibles igual que los de Namjoon.
"Corderito..."
De repente, Jin dejó de mirar al lobo gris y ahora su atención estaba sobre el Lobo debajo de él, incrédulo. Namjoon no se movió, pero le había hablado mentalmente.
— ¡Namjoon! ¿Me escuchas?— preguntó con los ojos brillosos de esperanza— Estoy aquí, Nami.
"Está bien. Tranquilo" susurró débilmente a sus pensamientos.
Luego de eso, el Lobo gris movió su cabeza y sus dientes tomaron la capa de Jin y la lanzó a un lado, revelando la herida abierta. El pelirrojo frunció el ceño y estuvo a punto de gritarle pero sus palabras quedaron mudas cuando miró al Lobo gris lamerle la herida con su enorme lengua húmeda.
— Lo está curando— susurró su padre a su espalda.
Jin lo miró por un momento y volvió a ver al Lobo gris, este mantenía sus ojos cerrados mientras arrastraba la sangre y limpiaba la abertura con su saliva.
Todos admiraron la escena en silencio. El corazón de Jin se alivianó levemente y decidió no arremeter contra él, sus manos siguieron acariciando las orejas de Namjoon y este soltó gruñidos tenues en ocasiones. Eso, para el chico de la capa roja, eran como dulces sonidos de esperanza que le causaban tristeza y felicidad a la vez.
Luego de unos minutos, el Lobo gris se retiró y lamió su hocico. Su mirada se dirigió a Jin y, estando cara a cara, pudo jurar que tenía algo que le parecía familiar.
El contacto duró unos segundos en silencio y, seguidamente, escuchó una frase que le devolvió la vida que sintió haber perdido en un parpadeo:
"Él estará bien"
El pelirrojo abrió notablemente sus ojos y su cuerpo se estremeció. Conocía esa voz...
Jungkook.
A continuación, el Lobo gris se dió vuelta y corrió a la inmensa arboleda, desapareciendo en un soplo.
— Dios mío...
— ¿Qué fué eso?— gritó la pelirroja cuando puso respirar, sin saber en qué momento se vió envuelta en un círculo de lobos— Dios mío, voy a morir aquí.
—Deja el drama mujer— replicó el de ojos grises.— Jimin, por favor, acompañala adentro.
El rubio asintió y la pelirroja no dijo nada. Jimin la sostuvo por los hombros y la guió a la cocina para tratar de tranquilizarla.
— Espero que la anestesie con una de sus infusiones de hiervas— musitó, tratando de no exasperarse. Después miró a su hijo, quien parecía en estado de shock— Jin, aún debemos coser la herida, no se cerrará sola y está en una zona delicada.
El pelirrojo sacudió la cabeza y se obligó a volver a la realidad, luego tendría tiempo de pedir respuesta a ese huracán de preguntas en su cabeza, ahora debía enfocarse en lo importante.
— Namjoon... Por favor, necesitamos que vuelvas a ser humano.— le suplicó acariciando su cabeza.
En ese instante, Namjoon trató de levantar su cabeza con pesadez pero apenas se alzó un poco, volvió a caer contra la grama.
— Min Hyuk, cúbrelo.
El Lobo asintió a su hermano y se colocó al frente de Namjoon, tapándolo de todos, incluso de Jin.
— Vamos Namjoon — rogó el pelirrojo con los ojos cerrados.
Todos evitaron mirarlo y esperaron pacientemente un milagro, Namjoon necesitaba la energía suficiente para cambiar de forma.
Con impaciencia, Jin mordisqueó sus labios y repitió el nombre incesantemente en su cabeza, como si eso le daría el aliento suficiente para hacerlo.
Dos minutos después, escucharon a Min Hyuk exclamar:— ¡Lo hizo!
— ¡Namjoon!
Min Hyuk se separó de él y Jin saltó al lado de su cuerpo desnudo y frío. Tomó su capa y utilizó las partes que no estaban impregnadas de sangre para tapar su cuerpo y, mientras lo hacía, detalló con horror la enorme herida aún abierta. Una línea roja le cursaba lateralmente, desde la espalda baja hasta su omóplato. Su piel estaba irritada como si le hubieran cortado con un hierro caliente. Era impresionante y su corazón latió con temor, las lágrimas volvían a sus ojos.
— ¡Debemos llevarlo adentro!— acarició su rostro pálido y sudoroso, Namjoon no abrió sus párpados— Tranquilo Nami, yo te cuidaré.
Min Soo y su padre cargaron a Namjoon y entre los dos lo llevaron al interior de la cabaña. Jin los siguió a su espalda y estuvo a punto de entrar cuando sintió una mano tomarle de la muñeca y halar de ella hacia atrás.
—Jin...
— ¡Suéltame!— el pelirrojo agitó su mano con fuerza y se soltó del agarre de HoSeok, quien aún sufría espasmos. El menor lo miró con frialdad y dijo:— No porque evité que te mataran significa que te he perdonado. No quiero hablar contigo, casi matas al hombre que amo.
HoSeok tragó saliva y aquellas palabras se clavaron una a una como espinas filosas en su corazón. Cerró sus ojos con fuerza por un momento y su mano cayó rendida.
Ya no tuvo valor de mirarlo.
— Yo... Y-yo no sabía que era un Lobo. Y-yo solo quería salvarte— sus palabras salieron entrecortadas y su labio tembló, estaba muy arrepentido. Tanto así, que el corazón de Jin se ablandó ligeramente, pero no lo suficiente.
— Yo no necesito que me salves,HoSeok. Y aún así, no debes atacar a alguien que no mostró intensiones de hacer daño ¿No viste cómo lo miré?— refutó con enojo. Jin sentía la cabeza caliente de frustración, le dolía ser duro con su amigo, pero en aquel momento solo podía pensar en el daño que había causado. No esperó a que respondiera— Solo vete.
HoSeok no dijo nada y solo asintió. Luego de eso, se dió vuelta y huyó al bosque.
Allí el llanto ahogó su corazón.
Cuando Jin regresó al interior de la cabaña, Namjoon se encontraba boca abajo en un peluda alfombra, mientras Jimin le empezaba a coser la herida y su padre ayudaba a mantener la extremidades unidas. Una a una las puntadas iban en forma de cruz, la aguja trasladaba la carne de Namjoon y luego emergía con el hilo manchado de sangre, al igual que las manos de los dos hombres.
Aquello le dolía en el pecho, era una infierno mirar aquella escena.
— ¿Y mi madre?
— Tranquilo, dormirá por varias horas— habló su padre, sin dejar se apoyar a Jimin.
Jin asintió al entender y tragó saliva duramente.
Se arrodilló al lado de Namjoon y puso sus manos cálidas en su brazo, acariciando su piel.
El de ojos grises los miró a ambos por un momento y una sonrisa leve se formó en sus labios.
No había una alguien mejor que Namjoon para Jin.
El pelirrojo deslizó sus dedos a lo largo de su brazo y unió sus manos, apretando el agarre, hasta que sintió como Namjoon le respondía el gesto con una ligera presión.
Eso fué suficiente para que se sintiera mejor—Siempre cuidaré de ti, mi Lobo.
"Antes de ti, toda mi existencia ha sido defectuosa, pero ahora tú me haces perfecto"
Si encuentran algún error no duden en corregirlo
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