Junto con Evelina conversábamos y reímos de cosas que nos pasaban. Un rato después ya habíamos llegado a Hogwarts. Al llegar bajamos los las dos, junto a Draco, del tren con nuestros bolsos en mano.

Allí nos esperaban grandes carruajes. Entramos en uno de ellos. 

Al llegar a la entrada de Hogwarts, Draco se despidió de nosotras y entró dejándonos con los alumnos de primero año.

La profesora nos explicaba sobre las cuatro casas, las cuales eran: Gryffindor, Slytherin, Hufflepuff y Ravenclaw. Y también sobre sus fundadores.

Después de un rato pasaron primero los alumnos de primer año, y por último, nosotras

Pasó primero Evelina quien estaba demasiado nerviosa. Se sentó en la silla y el sombrero de inmediato gritó "¡Slytherin! "

Después fue mi turno, pasé y apenas tocó el sombrero mi cabeza, dijo:

—Una 𝑀𝑜𝑟𝑛𝑖𝑛𝑔𝑠𝑡𝑎𝑟. Eres una persona difícil, muy difícil, tu madre estuvo en Gryffindor, Mmh, creo que te pondré... —hubo unos segundos de silencio — ¡Gryffindor!

Todos los Gryffindor se levantaron de sus asientos y aplaudieron. Me levanté de la silla, a continuación dirigiendome hacia aquella mesa. Allí me senté junto a una chica de cabello rubio. Junto a ella había otra chica, pero esta era de cabello negro.

Las anteriores nombradas me saludaron.

—Hola soy Keyla y ella es Aria — se presentaron.

—es un gusto chicas.

El banquete comenzó, mientras todos conversavan y reían, contandose anécdotas de sus verdaderos.

Keyla y Aria me pasaron los horarios de las clases. Keyla le había contado que en padre de Aria era muy cercano a Dumbledore, el director, por lo que ella siempre se enteraba de los nuevos horarios antes que todos.

La cena terminó y Dumbledore avisó a los nuevos que hoy, al ser ya de noche, claramente no tendrían clases, pero mañana si las tendrían, apenas tuvieran sus horarios ya podrían empezar a aprender.

    Tenía ganas de hacer muchas cosas, pero opté por ir a ver mi dormitorio, el cual compartía con alguien, a quien no conocía. Así que también quería conocer a su compañera.

    Después de cruzar los pasillos junto al prefecto y los de primero, llegamos a el cuadro de La dama gorda. Allí el prefecto nos explicó sobre tal cuadro y que servía como protección y privacidad a nuestra sala común. Además de que para entrar a ésta se debía de decir una contraseña.

— Leones valientes — dijo el prefecto al cuadro, y seguido a esto el mismo se abrió dejando ver un tipo de túnel algo corto de trayecto.

Luego de que el prefecto nos diera toda la información necesaria que debíamos saber, nos indicó nuestras habitaciones. Después de nombrar a todos los de primero, llegó mi turno.

—Morningstar, tu compartes con Granger, lado de chicas, pasillo de la izquierda y luego a la derecha, allí veras una puerta con el número 16, esa es tu habitación. —le indicó amablemente el chico alto y rubio.

Agradecí a éste mismo, para luego dirigirme a dondeél había indicado. Subí por unas escaleras y luego pasé al lado de lso dormitorios de chicas. Luego cruze un pasillo como él había dicho y a continuación a la derecha, donde habían varias puertas. Miró los números, buscando el 16. Tardó una rato en hacerlo, pero cuando lo hizo entró ya cansada.

Caminó hasta una de las camas que no estaban ocupadas. Al lado de esta estaba su baúl con todas su pertenencias. Era increíble como lo mandaban aquí solos los elfos. Hablando de elfos recordó a Dobby, ese pequeño elfo el cual le había hecho innumerables café con leche. Ese elfo había sido su favorito.

El sonido de la puerta del baño—que no se había puesto a inspeccionar— abrirse la sacó de sus pensamientos como sacar a un bebé de la panza de su madre. Pronto se hizo ver la precencia de una castaña, a la Cual le resultaba conocida. ¿Acaso era la chica del tren?

Esta misma se cepillaba el cabello, pero al verla dejó de hacerlo para prestar toda su atención en ella.

—Hola, soy Hermione, Hermione Granger. Y seremos compañeras de dormitorio. ¿Cuál es tu nombre? — dijo llevando el cepillo a su cabellera para pasarlo sobre este mismo.

— Lilith Morningstar —. Se presentó — Tu habitación es muy bella — esta misma tenía un tono rojo oscuro y el techo de madera, en un rincón de la habitación había un retocador y en el otro un armario.

Si, era algo antigua, se notaba, y demasiado, pero eso no quitaba qué dura linda y acogedora.

Desempaque todo y lo acomodé a mi modo, como me había indicado Hermione.