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L𝑖𝑙𝑖𝑡𝒉 𝑀𝑜𝑟𝑛𝑖𝑛𝑔𝑠𝑡𝑎𝑟

𝐇abíamos ido de compras con Draco, ya que este año me había llegado mi carta de Hogwarts y necesitaba mis materiales. Draco optó por acompañarme porque el también tenía que comprar cosas para su nuevo ciclo escolar.

Draco y yo nos conocemos desde los diez años. Nos conocimos en una tienda de libro, él buscaba un libro sobre hechizos y yo sobre magia oscura, el cual mi padre me exigió leer.

Miraba un libro de pociones, cuando Draco me llamó ya que era hora de irnos a casa a comer. Dejé el libro en su lugar y corrí hasta Draco.

- ¿Qué veías? - preguntó curioso.

- Oh, nada importante - dije sin darle importancia.

- Como digas, Cerebrito.

Mi padre me había obligado a estudiar desde los cuatro años aún con las quejas de mi mamá, quien decía que era demasiado joven para estudiar. Claramente mi padre no la escuchó y siguió presionandome a estudiar.

Si, él no era el mejor padre, jamás lo quise como uno, él no me trataba como los demás padres trataban a sus hijas, él era frío, malhumorado y demasiado estricto.

Sacudí mi cabeza, no quería seguir pensando en él.

- Debes dejar de pensar en lo malo que es tu padre, Lilith - dijo Draco leyendo mis pensamientos.

- Encerio que trató pero no puedo, no puedo dejar de pensar como sería si me tratase de otra forma. Tu tienes la suerte que tu padre te ama, te cuida y te abraza y te dice cuánto te quiere. El mío no hace eso, es como un hielo, literalmente.

Draco agachó la cabeza. Tenía razón. Su vida era perfecta a diferencia de la mía que era todo lo contrario.

Llegamos a la Mansión Malfoy. Donde esperaba un muy alegre Lucius Malfoy, El padre de Draco.

- Lilith, querida, ¿Cómo estás?, hace tiempo que no te veía - me abrazó cálidamente.

- Bien, señor Malfoy, he estado con mucha tarea por parte de mi padre.

- Lo sé, no entiendo para que tanta presión en una chica de tan solo 15 años - se preocupó el mayor.

- Créame, yo tampoco lo sé - reí falsamente.

El señor Malfoy se izó a un lado para que pasáramos. La mansión Malfoy era enorme, con muchos lujos. Según mi madre antes de que naciera Draco, esta mansión era muy oscura y fría, pero cuando el pequeño Draco nació todo cambió, se volvió un lugar mucho más acogedor que antes. Podríamos decir que Draco trajo la alegría a la familia.

- Espero que no se hayan olvidado nada, aunque saben que no tengo problema de ir y comprar lo que les haga falta yo mismo.

El señor Malfoy era demasiado bueno conmigo. Muchos decían que era un despiadado hombre malo, estricto con la pureza de sangre y muy frío. Pero con Draco y conmigo no era así, era como un padre conmigo el cual nunca pude llamar y sentir de esa forma con Lucifer.

- Papá, ya te he dicho que no es necesario que dejes tus ocupaciones por mi y por Lilith.

- Eres mi hijo y Lilith como una, es mi deber como padre, y además hoy me dieron el día libre.

- Ésta bien, pero no te preocupes demasiado por nosotros, sabemos cuidarnos .

- Eso espero - despeinando el cabello de Draco - Oh, Lilith tus padres se fueron de viaje por lo que puedes quedarte hoy aquí en la mansión y mañana con Narccisa te llevaremos a la estación.

- Muchas gracias, señor Malfoy .

- No hay de que, Lilith
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