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Capítulo: II

Día del Debut

Hoy era el gran día que athanasia había estado esperando desdé que vió por última vez a su padre. Mirándose en el espejo, observó a su reflejo con sorpresa, tal vez el vestido no era tan extravagante pero eso no opacaba sus hermosos rasgos que heredó de su madre. Según su Lily, sonrió agradecida a sus hermanas que se encontraban detrás de ella, emocionadas ya que ellas también esperaban ese día para hacer destacar a su princesa genio.

Lucas la miraba desdé el umbral de la puerta, sonriendo, vestía con las ropas como el mago de la Torré negra, en su mente se imaginaba las caras de los nobles y ese estúpido emperador, cuando supieran que athanasia poseía la magia azul y que estaba siendo acompañada del mejor mago de la Torré negra y que es el mago ancestral. Eso si que lo emocionaba, pero le emocionaba más ver la sonrisa radiante de athanasia.

—"Linda"—pensó mientras que con ayuda de su mano, trataba de ocultar el reciente color rosa que su rostro adquirió.

[....]

—Hahaha, mírala tan miserable.

—¿No tiene vergüenza?

—Esa bastarda solo se humilla sola.

—No puede ser, tuvo el descaro de venir.

—Solo esperó que no venga a arruinar el debut de la dulce princesa Jennette.

—No sería eso mejor, tal vez así su majestad la mate.

—Hahaha, es cierto eso sería bueno.

Athanasia solamente apretó los labios y se aguantó las ganas de llorar, ellos tenían razón no debió haber venido desdé un principio. Lucas tenía razón el se lo había advertido. Pero su esperanza de ser notada por su padre fueron mas grandes que su razonamiento. Y lucas se tuvo que ir por algo urgente a la torre. Ese día no era bueno. Es como si el mundo quisiera verla tan miserable.

Levantó un poco la cabeza y miró a su padre que se encontraba en su asiento y a su lado se encontraba la emperatriz penelope. Miró hacía la pista de Bailé, y miró como su hermana Jennette bailaba animadamente con su prometido Kiel Alfierce, el príncipe consorte. Toda la familia imperial se veía tan radiante.

Y ella se veía tan oscura, tan miserable. Cerro los ojos los cuales se habían cristalizaron más por las lágrimas. Apretó su vestido arrugándolo un poco. Se sentía sofocada, necesitaba salir, quería huir. Pero si lo hacía se burlarían más de ella. Ya no quería eso. Ya no.

—"Mamá, perdón"

Dio dos pasos atrás con la intensión de huir más sintió a alguien detrás suyo se dio la vuelta con rapidez y se encontró con unos penetrantes ojos azules que te helaban la sangre, tragó saliva con algo de dificultad. Ese hombre emanaba el peligró mismo. Y empezó a escuchar aquéllos molestos susurros, hasta sintió en su espalda la penetrante mirada de su padre. Cuándo quería ser notada por su padre, no lo quería su atención de esta manera.

Los invitados solamente murmuraban entré ellos, unos felices y otros molestos, ya que el hombre delante de athanasia era el archiduque del imperio de Alvarez, un imperio que es igual que fuerte e importante, al de obelia. La emperatriz ocultó su sonrisa con su mano y con una preocupación falsa llamó a su amado. Jennette junto con su prometido Kiel, también observaban aquélla escena.

—L-lo la-lamento

Su voz había salido temblorosa y su cuerpo tembló ligeramente. El hombre delante suyo fruncio el ceño y de reojo miró a los invitados en eso escuchó una voz femenina en su cabeza que lo molestó un poco.

—[Imbécil, la asustas]

—[Cállate]

—[¡Si,si,si. Como sea has algo!]

—[¡Ya lo se!]

Dejo salir un suspiró, miró como la princesa Jennette se acercaba hacía ellos con la intención de "ayudar" a su hermanita. Chasqueo la lengua. No soportaba la presencia de aquélla niña.

Para sorpresa de todos. Se inclinó hacía ella, llevó unos de sus brazos hacía atrás y levantó su mano hacía ella y muy a penas sonrió. Tomando por sorpresa más a athanasia.

—¿Bailaría conmigo, princesa?

Aun sorprendida, asintió y dijo un audible "Si" y temblorosa mente, le dio su mano y el delicadamente la tomo entré la suya. Bajo la mirada de sorpresa de los demás, fueron hacía el centró. Ambos se posicionaron para bailar.

Entré los invitados, una joven sonrió de medió lado. De reojo miró las caras de desconcentración de la familia imperial. Pero le gustó más las caras de esas mujeres. Llevó su vista hacía al frente y miró con fascinación los delicados y refinados pasos de la joven princesa. Ella se veía tan hermosa. Aun si su vestido se veía tan opaco. Eso no quiere decir que opacaba su belleza.

—"Eso lo heredó de ti, mi querida diana"

Fueron los pensamientos de la joven mujer, que sonreía contenta. Pues había visto una sonrisa en los labios rosados de la princesa Athanasia.

Athanasia.

El nombre se repetía en su mente, no había duda que el nombre se le puso, Diana. Aquélla mujer que cautivo el Corazón de su majestad y padre y otros nobles de su imperio. Y el de ella, Diana era una mujer tan hermosa no solo por su apariencia sino también por su personalidad única. Esa mujer que era como un hada. Un pájaro libré.

Un pájaro libré que fue condenada a la muerte, cuándo fue a obelia, al ir a obelia firmó un contrato de muerte. Aun puede recordar ese día. Aquél fatídico día. El día que Diana se fue de este mundo, y dejó en su lugar a una pequeña hada. Un hada que le cortaron sus alas.

—"Resiste un poco más y todo cambiará"

Miró como su padre le daba unas últimas vueltas y le dio una reverencia. Ahora ella a paso calmado se acercó a ellos, sintió las miradas de esos nobles en ella. Sonrío en sus adentros. Se puso firme y le sonrió a la princesa que la miraba con sorpresa. Hizo lo mismo que su padre. Le pidió un Bailé. Aún que sea viera raro. Ver bailar a dos del mismo sexo. En su imperio era lo más normal. Y ella como la sucesora del Archiduque. No vestía un vestido esponjóso, lujoso e incómodo. Ella prefiere los trajes un tanto ajustados y cómodos.

—Princesa, si me lo permite ¿Bailaría esta pieza conmigo?

—S-si.

Sonrió aún más cuando tomó la mano de ella entré la suya. Eran pequeñas, cálidas y suaves, Y miró de reojo a su padre que comprendió rápidamente.

—Con su permiso, me retiró. Felicidades por su debut princesa.

—Gr-gracias.

Un color rosa se instaló en sus pómulos al igual que un sentimiento de felicidad. Había bailado y le habían felicitado. Y no cualquier persona. Si no el archiduque del imperio de Alvarez. Y ahora bailaría con la sucesora del ducado Blackwell. Quién era reconocida por sus grandes logros dentro y fuera del imperio.

Bailar con ella y su padre era un verdadero honor.

Gracias.

Agradeció en el idioma del imperio Alvarez. La mujer joven se sorprendió al principió pero después se relajó y sonrió, con el compás de la música se dedicó a darle una vuelta a su acompañante para después darlo las dos juntas. El vestido de athanasia se elevó un poco por el rápido movimiento al igual que la gran gabardina que la joven mujer poseía.

La princesa es alguien no solo hermosa, si no también buena bailando. Y que sabes hablar a la perfección el idioma de mi imperio.

G-gracias por el halagó, usted también es alguien hermosa.

Hahaha, no me trate de usted me hace sentir vieja. A penas estoy en mis 20 Mejor llámame adriana.

¡Como podría yo...?!

Yo lo permitió, por favor llámame adriana si me permite llamarle athanasia.

La-Lady adriana.

Bueno, algo es algo.

Ella río un poco, y aquélla risa fue contagiada en athanasia que también río, y siguieron bailando y a la vez decían algo que hacía que el humor alegré incrementarán.

Quienes las vieron quedaron algunos fascinados por los elegantes pasós. Y algunos nobles notaron algunas cosas. La princesa athanasia era alguien no solo hermosa si no también habilidosa a la hora de bailar.

Ese día para athanasia era un día bueno, tal vez su padre no la notó como ella quería, pero al menos se divirtió bailando. Y conoció a una joven mujer extraordinaria.

|CONTINUARÁ|

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Bonus

—¡¿Que carajos...?!

Lucas miraba incrédulo aquélla escena, solamente se fue por unos minutos y athanasia estaba bailando con una mujer que desprendía el significado del peligro.

Además que se les veía tan unidas tan felices, no mentira sintió celos que esa mujer haya hecho algo que le costó un poco en hacer reir a athanasia. Era algo absurdo sentir celos de una mujer.

Pero aún así ¡¿Que carajos paso, en su ausencia?!

Fin
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