𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓 #8
" reinicio "

Y el autobús explotó.

Rachel se despertó de golpe, abriendo los ojos al tope y mirando a su alrededor con paranoia. A su lado un chico de cabello castaño miró su reloj luego de despertar por su culpa, sin percibir de inmediato como ella cerraba los ojos con fuerza y hacia una mueca por el dolor de cabeza, además de su cuerpo...

Todo parecía arder y ella no sabía que hacer, se tocó el rostro sintiendo como sudaba frío.

El chico al percibir como se encontraba la miró, para luego tratar de abrir su bolso sin ser consciente que su codo le daría con algo de fuerza en el pecho a Rachel.

-Lo siento, yo... -el chico alarmado busco con mas insistencia en su bolso- Estas sudando, pensé que talvez querrías un pañuelo. ¿Te sientes bien?

Rachel le quedó mirando, tan quieta que por un momento parecía perdida en sus pensamientos.

-No quise golpearte, enserio, sólo buscaba los pañuelos y está memoria se desconecto cuando abrí el bolso...

Y de pronto, Rachel lo tomó de la muñeca con fuerza hasta jalarlo mientras ella se colocaba de pie para empezar a gritar.

-¡Ayuda! ¡Es un pervertido! Me estaba tocando. -histérica empezó a decir, llamando la atención de los pocos pasajeros que había en el autobús.

-¿Que sucede? -preguntó un pasajero de cabello negro, grabando con su celular.

-¿Que haces? -gritó el castaño, soltandose de su agarre pero ella lo ignoro caminando directamente hasta el conductor que la miró de soslayo.

-Señor. Dormía y ese chico me tocó. -afirmó, asustada.

-¡Es un pervertido!

-Pareces un chico educado, debes saber que está mal hacer algo como eso.

El castaño frunció el ceño al escuchar a los pasajeros acusarlo, comenzando a molestarse.

-¡Yo no hice nada! ¡Ella está mintiendo!

-¿Por qué no conduce hasta la policia, señor? -insistió la chica, mirando con súplica y los ojos llenos de lágrimas al conductor; un hombre mayor de cuarenta y tanto años, de cabello negro y sin barba.

Atrás, el castaño se puso de pie mirando hacia Rachel.

-Aquí hay cámaras, yo no hice nada. No tengo nada que temer, mentirosa.

-¿Escuchó? Él aceptó ir -miro hacia el camino, señalando- Señor, demos la vuelta allí. Por favor, giré.

-Chica no te preocupes, la estación de policia más cercana está al otro lado del río. Lo grabe todo con mi celular. -habló el pelinegro, señalando al castaño después- No escaparas ¡Te expondre!

-¡Oye deje de grabar!

-¡Eres un pervertido!

-Eso no tiene sentido, el conductor no puede ir a donde tu quieras que vaya. Además, nosotros no podemos ir a la comisaría por que tenemos otras cosas que hacer.

-Ella tiene razón, no podemos ir. Tengo cosas que hacer.

Rachel miró hacia atrás, sintiendo como el pánico se apoderan de ella con lentitud.

-Detengase y déjeme salir sólo a mi ¿de acuerdo, señor? Déjeme bajar.

-Chica un momento. Mira, necesitas calmarte un poco. Los autobuses no pueden detenerse en cualquier lugar. -el tipo pelinegro aun se encotraba grabando- Escucha, puedes llamar a la policía ahora y esperarán en la siguiente parada. ¿cuál es la siguiente? Mmm, calle oeste de Yanjiang al cruzar el puente.

Rachel negó, mirando las calles con los mirada borrosa.

-No... No, no podemos cruzar. No sirve. Quiero bajarme ¡déjeme bajar, por favor! ¡Detenga el autobús!

-¿Tienes miedo de que te descubran? -pregunto el castaño, mirándola con el ceño fruncido.

-Señor, sólo detengase.

El autobús por fin se detuvo en la orilla de la calle y abrió las puestas. Rachel con la respiración entrecortada empezó a bajar, pero luego retrocedió. Tenia que intentarlo, tal vez si alguien bajaba con ella podría ayudar en lo que le estaba pasando.

-¿Quien puede ser mi testigo?

El pelinegro negó.

-Yo no puedo, tengo algo más que hacer. Dile a la policía que grabé lo que sucedió.

Miró a los demás, agitada, pero nadie quiso bajar con ella y como último recurso miró al castaño.

-Tú. Ven conmigo.

-¿Por que debería bajarme?

-Ven aquí.

Rachel lo tomó del brazo, sacándole del autobús muy a pesar de las protestas del chico. El autobús siguió, y ella sonrió mirando el suelo y el lugar a su alrededor.

Por fin había bajado.

-¿Por que sonríes? Vamos a la comisaría.

Ella negó, aún con una sonrisa.

-No es necesario.

-¿Hablas enserio? Me acusaste y ahora... Vamos a la estación. Veremos la grabación.

-Tu no hiciste nada, no se como explicarlo en verdad. Lo siento, en serio. -y con una última sonrisa pequeña empezó a caminar hacia la otra dirección.

-¡Hey! ¡¿Acaso eres estúpida?!

Ignoró los gritos del chico mientras trataba de llamar a su madre la cual no contesto, echo una mirada hacia atrás dándose cuanta que el castaño tomaba un taxi y se iba. No le tomó importancia y siguió, hasta que un gran sonido sonó desde la dirección donde se había ido el autobús. Una gran explosión había pasado asustandola y dejándola a la merced de una motocicleta que iba pasando, provocando que cayera al suelo y se golpeara la cabeza con fuerza.

Su mirada estuvo borrosa por segundos, las cosas a su alrededor parecían no tener sonido y luego de un momento se desmayó.

(...)

Cuando despertó luego de varios mareos una enfermera había llamado a la doctora más cercana.

-¿Como te sientes?

-Me duele la cabeza y siento mareos. -contesto, tocando la venda que habían colocando en su cabeza.

La doctora delante de ella revisó unos papeles, mirándola sobre sus lentes.

-Tienes una conmoción cerebral leve. Estarás en observación.

-Doctora. ¿Sólo es una conmoción? ¿No tengo nada más?

-¿Sientes algo más que mareos?

Rachel negó, aún confundida por lo que había pasado.

-No sabría decirle. Me siento muy mal, yo... Yo...

-Bien, estarás en observación. Si te sientes mal llama a la enfermera.

Y se fue, dejándola sola en la camilla.

-Aviso para emergencia. El segundo grupo de heridos está a punto de llegar. Estén preparados.

Estaba sentada en la silla de ruedas que la enfermera le había dado cuando a su lado pasó una camilla junto a varios médicos y enfermeros, llevando a un chico que se encontraba lleno de quemaduras por todo el cuerpo. No le pudo quitar la mirada de encima y cuando el chico puso sus ojos en ella se dio cuenta de quien era.

Conmocionada se levantó, siguiendo la camilla con la mirada hasta que no pudo verlo más y las ganas de vomitar llegaron a su garganta. No podía estar pasado... En verdad pensó que...

Mierda.

Y las ganas de vomitar siguieron. Aún más cuando en el pasillo mientras era llevaba a su habitación se escuchaba y podía verse a personas quemadas o heridas, o estando al borde de la muerte.

Y horas después cuando estaba siendo interrogada por dos policías al ser la única sobreviviente del accidente consciente su mirada se volvió borrosa. Tomó el vaso que el oficial Grayson le tendía pero fue demasiado tarde.

El chico castaño a unos metros de su habitación dejó de luchar por su vida y una luz lo dejó ciego por minutos, dejando de respirar y estar consciente pero también llevándosela a ella.

Cuando se dio cuenta, el bucle había vuelto a iniciar.

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