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V

"Dominación. Celos palpables. Quiebre emocional."

Sana había estado muy callada durante todo el trayecto a su universidad, su novia le había estado llamando y enviando mensajes a cada momento, pero ella sólo los ignoraba todos. Tzuyu se había dado cuenta de ello, pero no quería inmiscuirse en algo que no le correspondía.

Observó de reojo a su jefa, quien se hallaba con la cabeza apoyada en la ventana del auto y el teléfono apretado entre sus manos. Frunció el ceño al darse cuenta de que aún vibraba más que antes, ¿cómo era posible que esa tipa escribiera tanto y sin cansarse?

—¿No piensas contestar el teléfono?, hasta aquí siento como vibra. —Sana la miró y negó suavemente.

—Necesito que vengas por mí un poco más temprano. —habló esta vez un poco más animada. —Quería comer pizza y helado. — Imagino que mi madre te dio mi horario para que supieras cada cosa que hago. —Tzuyu asintió, era obvio que Aiko haría eso.

Era una maldita controladora.

—Deberías dejar de estresarte tanto. — opinó la azabache mientras observaba como Sana fruncía el ceño ante una llamada en su celular.

—Créeme cuando te digo que no hay nada que me quite el estrés nunca.

Ya habían llegado a la universidad, Tzuyu apagó el motor del auto y tomó la barbilla de la rubia para devorar sus labios. Sana gimió durante aquel beso tan duro; sentía como la lengua de Tzuyu dominaba la suya, y ella sólo se dejaba hacer, completamente sumisa y a su merced.

Sin duda aquello le quitaría el estrés.

Tzuyu chupaba y mordía los labios ajenos de manera sensual, era increíble como un simple beso podía subir la temperatura en cuestión de segundos. Sana jugaba y halaba cada tanto el cabello en la nuca de Tzuyu, lo que provocaba placenteros gruñidos de la mujer trajeada.

—Será mejor que pare ahora mismo o voy a follarte duro aquí y ahora. — habló Tzuyu al separarse de la rubia. Sana sólo asintió y tomó su mochila para luego esperar a que su guardaespaldas le abriera la puerta, en cuanto esta estuvo abierta bajó y disfrutó de ver como todo el alumnado veía a Tzuyu con deseo.

"Si supieran lo que hacemos".

—Que le vaya bien el día de hoy, señorita Sana. —la nombrada casi ríe ante las palabras de su empleada, la palabra "señorita" ya no iba con ella.

—Lo veré luego, Chou. No llegue tarde o habrá consecuencias. — habló seriamente Sana, por más que quisiera comerse a besos a esa mujer justo en frente de todo el mundo no podía, se armaría un enorme escándalo por ello.

Tzuyu se inclinó de forma respetuosa y subió al auto, encendió el motor y condujo lejos de la universidad de la joven a quien servía ahora.

"Ya veremos las consecuencias, Sana, ya las veremos".

Al ingresar al su aula correspondiente observó a Momo coquetear con una chica de apariencia atrevida. Sana la ignoró como siempre y se sentó junto a un gran ventanal que daba vista hacia el campo de entrenamiento de fútbol.

Podía escuchar las risas de su pareja a la distancia, quien ni siquiera se había dado cuenta de que Sana había llegado. Aquello era bueno, le daba tiempo para prepararse internamente para aguantarla el resto de la mañana y parte de la tarde. —Sha, mi amor. —Rodó los ojos y suspiró con cansancio. Momo yacía a su lado, sonriente y con el olor de una mujer encima.

"Por favor, que esto termine pronto".

—¿Qué quieres, Hirai? —preguntó hastiada. Momo ignoró su mal humor e intentó besar sus labios, fracasando en el intento ya que Sana giró su rostro para evitar su contacto.

No quería que la besara o tocara.

—¿Qué tienes, amor? Has estado muy rara últimamente, desde que llegó tu guardaespaldas de tiempo completo para ser exactos. —Sana abrió los ojos como platos y tragó de manera casi imperceptible, aunque su pareja se dio cuenta de su nerviosismo. —Sabes que voy a protegerte de todo el mundo, ¿verdad? Si esa tipa te ha hecho algo puedes decírmelo con confianza. Después de todo soy tu prometida.

Sana tornó su rostro inexpresivo, ¿a que venía tanta buena voluntad?

—Ella no me ha hecho nada, Momo. Tzuyu sólo cumple con su trabajo, me lleva y recoge a cada lugar que vayamos, y no se ha sobrepasado conmigo en ninguna ocasión. Es una buena mujer. —soltó molesta y a la defensiva. ¿Quién diablos se creía Hirai Momo para hablar así de Tzuyu? si ni siquiera la conocía, Sana no sabía nada de ella, pero había algo en la mujer que le obligaba a confiar en su persona.

—Y no necesito que nadie me proteja, soy una mujer adulta y consiente que puede cuidar de sí misma. Él que me vean todo el tiempo con alguien vigilándome es cosa de tu querida suegra. —agregó con un tono ácido, que no dejaba lugar para seguir la discusión.

Cada palabra que había dicho era cierta, si Tzuyu realmente le hubiera hecho daño ella habría hablado a las autoridades al momento. Pero la mujer azabache no había hecho nada que Sana no hubiera deseado por igual, ambas estaban de acuerdo, y eso estaba bien, por lo tanto nadie, ni su familia, ni su prometida idiota tenían el derecho de entrometerse en sus asuntos privados.

Momo la miró sorprendida y a la vez celosa.

No le gustaba la manera en que su novia protegía a esa empleaducha, según ella, Tzuyu era sólo una muerta de hambre más que quería arrebatarle lo que le pertenecía. Quería alejar a Sana de ella, no las quería ver juntas para nada.

—¿Por qué proteges tanto a esa tipa, Sana? —Preguntó bruscamente mientras tomaba la pequeña mano de la rubia que estaba a punto de levantarse y simplemente cambiar de asiento.— ¿Acaso te gusta, ah, es eso?

—¡Ya basta, Momo! ¡La defiendo porque me da la maldita gana y punto, porque a diferencia de ti ella no es una mal mujer y yo me he dado cuenta de ello! — Listo, había explotado y tal vez la había cagado, pero ya no había vuelta atrás, y no iba a arrepentirse por lo dicho ahora. —Además, no tienes ningún derecho a reclamarme si ella llegara a gustarme de manera sentimental, porque es muy diferente de ti. Ella no me acosaría todo el maldito día para saber en dónde y con quien estoy. No me engañaría con cualquier puta o con su mejor amiga cada que tuviera la oportunidad. — escupió con repulsión. Soltó el agarre ejercido en su mano y salió del salón, ignorando los gritos de su profesor para que volviera.

"A la mierda la clase. Me largo de aquí".

Tzuyu estaba aburrida, el colchón bajo su cuerpo relajaba sus músculos en tensión. Después de dejar a Sana en la universidad se había dirigido a casa directamente, no a la de sus jefes, sino a su propia casa. Aún no tenía permitido dormir en la casa de su pequeña y dulce tentación, aquello sería como poner a un lobo entre las ovejas.

Peligroso.

Sonrió con picardía al recordar los gruesos y esponjosos labios de la chica que la traía loca. En definitiva había sido una buena idea postularse para tomar el empleo como guardaespaldas, aunque no lo necesitara realmente.

Quería ver a Sana, ahora. Pero no podía sólo ir hasta donde estaba la chica y llevársela como si nada. Necesitaba una excusa para buscarla, cualquiera.

Sintió una vibración en su bolsillo, tomó su teléfono y verificó el contacto de la llamada. Sonrió aún más al ver que era su pequeña Squirrel, ambas habían intercambiado números telefónicos justo frente a la madre de la chica.

—Es para que te llame al momento de necesitar tus servicios.— había dicho ella. Pero ambas mujeres sabían que ella no sería llamada sólo para cumplir con su trabajo.

—¿A qué se debe su repentina llamada, señorita Sana?

—Ven por mí a la universidad, ahora.

Se extrañó al escuchar la voz de la joven tan nerviosa y acelerada. No le había dado tiempo siquiera para decirle que allí estaría.

Tomó las llaves del auto y corrió fuera de la casa para ir a buscar a su jefa. Sentía que la chica necesitaba su ayuda, su protección...y su cariño.

Su lado protector había salido a la superficie.

Estaba muy enterada de los problemas de la chica con su pareja, y no porque la misma Sana se lo hubiera contado, no, ella se había dado cuenta por sí misma. Era demasiado observadora en cuanto a su entorno se trataba.

Momo siempre mantenía a Sana a su lado cada vez que un amigo o conocido se acercaba a saludarlo, siempre quería sobrepasarse con la menor aun estando en público. Y lo que más le jodía, ¡La muy desgraciada se atrevía a coquetear con todo mundo aunque Sana la estuviera mirando!

Apretó el volante y respiró hondamente para calmarse.

Si Hirai Momo había provocado que Sana estuviera de tal humor, iría en ese mismo instante a romperle la cara, aunque aquello le costara su trabajo.

Un momento... ¿por qué sentía tanto odio hacia la pareja de su jefa? Ellas no eran absolutamente nada, sólo eran dos mujeres que habían follado una sola vez y que aún sentían atracción sexual por la otra.

Aceleró un poco más y divisó una esponjosa cabellera rubia sacudirse por el viento.

Era Sana.

Frenó y bajó corriendo para ver como la chica más joven la abrazaba con fuerza mientras lloraba. Tzuyu no entendía nada, sólo quería saber que le ocurría a la chica, preguntaba varias veces con voz suave cual era el problema, pero lo único que obtenía eran negaciones y más sollozos.

Cargó a la chica colocando sus piernas alrededor de su cintura, situó la cabeza de la menor sobre su hombro y subió al auto, aún con Sana aferrada a ella.

—Por favor, Sanashine, necesito que me digas que pasó. ¿Te hirieron, intentaron hacerte algo malo mientras no estuve? —la preocupación se notaba en su voz. Sana negaba a todo lo que preguntaba y sólo se dedicaba a llorar.

Sana no quería que Tzuyu la viera tan vulnerable. Era ridículo el motivo por el cual lloraba, ¿por qué lo hacía? No tenía entendido muy bien el porqué de ello.

Aspiró el perfume de la fuerte azabache y trató de calmarse. Se sentía bien, se sentía en paz, se sentía protegida.

Tzuyu suspiró y sólo se dedicó a consolar al pequeño cuerpo entre sus brazos. Ya sabía a donde llevarle para que se sintiera tranquila. Y aprovecharía de averiguar que le había ocurrido, aunque ya sospechaba quien había sido el causante del quiebre de su jefa.

"Voy a matarte si le hiciste algo a Sana, Hirai Momo. Eso te lo juro".

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