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III

"Ardiente pasión. Sexo desenfrenado."

Al llegar a casa de los Minatozaki, Sana y Tzuyu no pudieron aguantar un segundo más, sus cuerpos se necesitaban con urgencia, deseaban unirse en una sóla y disfrutar de la lujuria provocada por la otra.

Unieron sus labios en un beso apasionado y duro, los chasquidos que llenaban la habitación sólo servían para aumentar la deliciosa excitación que cargaban.

Tzuyu introdujo su lengua en la boca de Sana, tragándose el gemido que esta soltó al sentir su sinhueso invadirla tan de repente.

Sana nunca había estado tan excitada en toda su vida, ni siquiera los vídeos pornográficos o sus juguetes sexuales le hacían sentir tan extasiada.

Y eso que apenas comenzaban.

Tzuyu había conducido a una velocidad impresionante, importándole muy poco el haberse ganado una multa por exceso de velocidad, ella sólo quería follarse a su hermosa y joven jefa hasta el cansancio, quería sentir su polla apretada en el húmedo coño de Sana.

Y claro que iba a conseguirlo.

—Voy a prepararte ahora mismo, Sana— dijo mientras le miraba de manera intensa. — Acuéstate en la cama, ahora. — ordenó con dureza. Sana gimió al escucha la ronca y deliciosa voz de Tzuyu, ella era virgen aunque no lo pareciera, nunca pensó que le gustaría tanto el ser tratada de esa manera tan ruda.

Se acostó con rapidez sobre su cómoda cama, ansiando el toque de Tzuyu sobre su piel, quería sentir sus grandes manos recorrer su cuerpo, se había vuelto adicta a ellas a penas estas le habían tocado en el auto de camino a casa, varias veces creyó que se descontrolaría y terminaría por subirse en las piernas de la azabache para que la follara allí mismo.

Tzuyu se desnudó la parte superior, Sana quedó embobada al tener a la vista tan hermoso cuerpo, la piel de la azabache era ligeramente morena y sin imperfección, sus pecho no eran grandes, pero eran muy lindos además de su hermoso abdomen marcado, Sana inconscientemente se lamió los labios para después morderlos, provocando que la polla de Tzuyu se revolviera en sus molestos pantalones.

—No hagas eso.

Sana la miró confundida, ¿de qué hablaba?

—¿Hacer qué cosa? —preguntó inocentemente con una ceja alzada.

—Morderte los labios. —respondió con mirada hambrienta. —A menos que quieras que te arranque la ropa y te folle sin piedad —Sana gimió ante la imagen que se había presentado en su cabeza: Tzuyu arrancándole la ropa desesperada, penetrándola y follándola con la más dulce crueldad.

Sonaba muy tentador.

—¿Y qué te impide hacerlo, Tzu? —preguntó con la voz más ronca que antes. Tzuyu la miró serio, sin expresión alguna en su rostro, pero Sana pudo jurar que sus pupilas se habían dilatado al máximo.

Estaba jugando con fuego.

—No me provoques, Sana, te recomiendo que no lo hagas. —advirtió con severidad. Se había aguantado mucho tiempo las provocaciones de la preciosa rubia, pero ahora que la tenía para ella, completamente dispuesta, no iba a tenerle piedad alguna una vez que la hubiera preparado.

Sabía que Sana era virgen, pudo darse cuenta de ello nada más haberlo visto la primera vez que llegó a esa casa como su guardaespaldas de tiempo completo, su pureza le brotaba por los poros, por eso se estaba controlando lo más que podía, se aferraba a la poca cordura y aguante que le quedaba para no lastimarla. Pero si la chica seguía tentándola de esa manera, mandaría al carajo su cordura y cumpliría con cada una de sus fantasías sexuales.

—¿Tienes miedo acaso, Tzuyu? —su voz era burlona, quería averiguar cuanto podía aguantar la azabache sin joderla.—No me sorprende, algo me decía cuando llegaste aquí que no tenías agallas....

—Sana...

Primera advertencia.

—De seguro eres una cobarde, alguien que no puede satisfacer a otra persona de manera correcta... —siguió hablando, ignorando por completo lo que le estaba ocurriendo a Tzuyu.

—Detente ya mismo, Minatozaki.

Segunda advertencia.

—No me sorprendería que te arrepientas, me han dicho muchas cosas de ti, Tzuyu, y la que más resalta entre ellas es tu cobardía. —siguió provocando, sabía que la azabache estaba llegando a su punto máximo, y quería saber qué ocurriría cuando ya no pudiera más.

—No lo repetiré una vez más, Minatozaki, detente ahora.

Tercera advertencia y última advertencia.

—¿Será que la tienes pequeña, TzuTzu? ¿Por eso tienes miedo? Tranquila, no le diré a nadie si es lo que te preocupa. —siguió, mirándola de manera divertida.

"Al carajo la compasión".

—No me pidas que me detenga, niña, porque no lo haré ni aunque ruegues por ello.

Sana gritó sorprendida cuando Tzuyu se abalanzó sobre ella como una bestia a su presa.

Por un momento sintió miedo, no sabía de lo que era capaz esa mujer. Pero de alguna manera aquello le excitaba aún más si es que era posible.

Tzuyu la besó duro, violando su dulce boca a su antojo, Sana se dejó hacer, nunca hubiera imaginado que el sexo rudo le gustara de aquella manera.

La mayor, sin esperar un segundo más arrancó la camisa de Sana, los pedazos de tela cayeron a un lado de la cama, observó los pechos de la chica mucho más sus pezones y sonrió, cuanto había esperado por hacer aquello. Lamió, chupó y mordió las sensibles protuberancias, disfrutando el sentir como estas se endurecían entre sus labios.

—¡ah! Tzu~... _Sana era un manojo de gemidos y jadeos, le encantaba sentir la lengua de Tzuyu en sus pezones, una corriente eléctrica le recorría e iba directo a su centro húmedo, provocando que deseara aún más el ser follada sin dilatación.

Quitó sus pantalones y ropa interior de manera rápida junto a las de la rubia, giró a Sana sobre su estómago y admiró la rosada entrada de la chica, esta se encontraba empapada, y Tzuyu estaba más que dispuesta a llenarla hasta el empeine.

—Voy a follarte duro y sin control, Sanashine, voy a romperte y hacerte adicta a mí toque. —murmuró en su oído roncamente. Sana gimió y restregó su entrada en la polla de Tzuyu, la quería adentro, ahora. —No vas a querer a nadie más en tu lindo coño, sólo a mí.

—Pruébalo. —provocó con un jadeo.

Tzuyu sonrió ante la osadía de la menor y alineó su polla en la entrada de Sana.

—Como usted guste, señorita Minatozaki. —contestó divertida para después penetrar a la chica de una sola estocada. Sana gritó por el dolor, maldijo a todo lo que se pasara por su cabeza, no creyó que aquello dolería tanto.

—Tzu-Tzuyu....d-duele mucho... — las lágrimas bañaron su rostro, se equivocó al decir que la polla de la azabache era pequeña, porque no lo era, era malditamente grande, incluso más que su dildo de diez pulgadas.

—Me vale mierda. ¿No quisiste provocarme, eh? Ahora atente a las consecuencias.

Salió de la entrada de Sana casi por completo y se enterró en ella de nuevo, duro y fuerte, aquello era delicioso, el coño de su jefa era delicioso y malditamente apretado, tal y como lo había imaginado todas las veces en que la chica se paseaba con poca ropa por la casa.

Sana gimió fuertemente al sentir como Tzuyu maltrataba su entrada sin piedad alguna, el dolor ya no estaba presente, la excitación y estimulación habían tomado su lugar.

—¡Más rápido, por favor! ¡Más! —Gimió mientras alzaba su culo aún más, las bolas de Tzuyu chocaban contra sus nalgas con cada fuerte embestida —Hm... Lle-llega tan profundo, tan rico — el líquido pre seminal brotaba del miembro de la azabache, logrando que la entrada y salida de su polla fuera más fácil y satisfactoria para ambas.

—Mírate, Sana, te has vuelto una pequeña zorra, completamente sumisa ante mí. —dijo al ver como Sana empujaba en su contra, queriendo sentir su polla más adentro.

El sudor recorría ambos cuerpos, en cualquier otra situación a Sana le parecería algo muy asqueroso, pero en ese instante no le importaba, sólo prestaba atención al hecho de que la estaban partiendo en dos y le gustaba.

Le encantaba.

Sintió un tirón en su vientre y supo que iba a llegar al tan ansiado orgasmo.

—¡Tzuyu, me voy a venir! —gritó y sintió como Tzuyu minimizaba sus movimientos hasta volverlos demasiado lentos.

—No te vas a venir, Squirrel, aún no he acabado contigo. —dijo y sonrió al ver como la rubia intentaba empujar su miembro más rápido otra vez. La tomó por las caderas y empujó su espalda para que su cabeza quedara recostada en la almohada.

—Tzuyu~...p-por favor...no pares. —Sana estaba rogando, aquello era muy degradante para ella, pero en el fondo le gustaba, aunque no lo admitiría en voz alta jamás.

Tzuyu agarró el clítoris de Sana y lo acarició con lentitud, una horrible y espantosa lentitud.

—¿Qué quieres, Sana? ¿Quieres correrte, es eso lo que quieres? —preguntó mientras pasaba su pulgar por éste, usando su humedad.

—¡S-sí!... —gritó necesitada, lagrimas corrían por sus mejillas y de sus labios la saliva escurría a chorros, se sentía sucia y tan húmeda, tan llena, y es que maldición, el ser follada y masturbada por Chou Tzuyu era divino.

Tzuyu estaba a nada de llegar al orgasmo por igual, pero quería hacer sufrir un poco a la chica debajo de ella, aunque no lo hubiera dicho le hirió el orgullo el que Minatozaki dijera que tenía un miembro pequeño, ¡esa era su parte del cuerpo más preciada! Nadie podía meterse con ella, mucho menos su jefa.

Decidió que ya era suficiente tortura cuando su miembro palpitó dolorosamente. Volvió a penetrar a la rubia salvajemente y con rapidez.

Se acercó al oído de Sana y, con voz tres tonos más baja, habló:

—Vamos, cariño, córrete para mí. —y como si aquellas fueran las palabras mágicas, Sana se vino, duro y sin piedad, gritó cuando aquel orgasmo tan desgarrador lo recorrió por completo, su centro apretó y asfixió la polla de la mayor, ocasionando que esta se viniera por igual.

Ambas, completamente agotadas se derrumbaron en la cama, Tzuyu encima de Sana, las dos tratando de calmar sus respiraciones.

Al lograr respirar con calma, Sana se durmió.

Tzuyu fue al baño a limpiarse y después pasó un trapo húmedo en el centro de la rubia, retirando todo el semen que se escurría por sus muslos.

"La mejor follada de toda mi vida". Pensó la azabache con una sonrisa.

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