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🥀 Extra 🥀

Namjoon elevó finalmente el plato entre sus manos.

—¿Así está bien?

Observó asentir con entusiasmo a Seokjin, que se encontraba sentado en el suelo con las manos juntas, y se acercó hasta el centro de la sala a rápidos pasos, manteniendo esa típica sonrisa de oreja a oreja que parecía haberse adherido a sus labios desde hace horas atrás.

—Parece que estuviésemos a dieta confesó —dejando la ensalada sobre la mesa pequeña ubicada en medio de todos los enormes sofás y sentándose junto a él—. Sinceramente, Jimin debería ir al supermercado más seguido.

Seokjin soltó una risa graciosa y se aventuró a picar los primeros trozos de verdura con el tenedor, llevándoselas a la boca. El sabor delicioso inundó su paladar y elevó la mirada, encontrándose con los despiertos ojos de Namjoon mirándolo atentamente.

—Namjoon... —susurró, tomando un poco más de verdura para acercársela hasta su boca cuidadosamente—. ¿No hay forma de que tu padre lo acepte?

El abrió los labios para recibir la porción y se encogió de hombros, masticando con calma.

—No lo creo, tampoco importa —indicó, hundiendo las puntas del tenedor sobre un pedazo de tomate para luego llevarlo hacia los labios del menor—. Estamos juntos, eso es lo único que importa.

Seokjin capturó un tomate en su boca y esbozó una sonrisa triste.

—¿Es porque somos dos chicos, verdad? Eso importa demasiado paral tu padre y para la sociedad...

Namjoon recogió unos cuantos fragmentos de verdura del recipiente con la mirada plenamente concentrada, vigilando que ningún pedazo se escapase del cubierto.

—No es solo por eso, él no aceptaría ninguna de mis decisiones si estas afectan las suyas. Hay cierto tipo de personas que suelen ser asi... Es por eso que quisiera tener una familia como la tuya, que acepte cualquiera que sea mi decisión.

Llevó el tenedor lentamente hasta la boca de Seokjin y este abrió los labios y continuo sonriendo al sentir el sabor de la ensalada humedeciendo sus labios.

—Mi familia siempre está de acuerdo; ellos son capaces de amario todo solo por el hecho de que yo lo ame también. Prefiero pensar que tu padre terminará por aceptarlo, porque eres su hijo y sé que te quiere mucho.

—Pero incluso si lo acepta, no creo que yo pueda perdonarlo. Pude haber perdonado todo lo que hizo en el pasado, pero ahora no. El ha herido lo más importante para mí, que eres tú, y no creo que pueda olvidar o perdonar eso.

Seokjin negó con la cabeza suavemente y recogió cuatro trozos de zanahoria con las agujas del tenedor, mientras se percataba que el depósito quedaba vacío ante sus ojos.

—Eso no cuenta, Namjoon, lo he perdonado e intento entenderlo —su mano sostuvo el cubierto e hizo agraciados trazos en el aire antes de acercar la verdura hasta los labios de Namjoon, riendo cuando él apresó el tenedor entre sus dientes, sin disponerse a soltario del todo—. Créeme que lo he perdonado y hasta lo he olvidado, eso mismo debes hacer tü.

Seokjin eleva sus ojos nuevamente y sus miradas se tocaron.

Sintió como la luz de su mirada acariciaba delicadamente la suya, conectándose en un mutuo sentimiento que comenzó a circular poco a poco en su interior hasta profundizarse en cada una de las terminaciones nerviosas de su cuerpo, condensando sus corazones en un solo sentimiento, una sola mirada, una sola conexión, haciendo estallar un sinfin de luces coloridas a su alrededor.

Exactamente como la primera vez.

Todo se sentia exactamente como si fuese la primera vez.

Las mariposas se escapaban de las cavidades de su corazón, traspasando las murallas que las separabon de la libertad y revoloteando sus alas a su alrededor con emación, al tiempo que provocaban una sensación cosquillosa, ensoñadora y mágica en cada rincón de su cuerpo.

—Bueno, dejemos de hablar de cosas tristes, porque ahora ha llegado la hora de celebrar —Namjoon se levantó con una sonrisa divertida y se acerco al estante de bebidas, que se encontraba en una esquina de la sala de estar, y atrapó un vino y dos copas hábilmente entre sus dedos—. Tenemos tanto por qué brindar. Primero que nada, brindemos porque Jimin estará afuera toda la noche y tendremos la casa solo para nosotros dos.

Namjoon coloco las copas sobre la diminuta mesa y se movió hacia la radio más cercana, mientras lo escuchaba reir con sutileza. Cambio de emisora hasta encontrar una melodía suave y acompasada y elevó un tanto el volumen, encargándose de destapar el vino y disponerse a servir.

—Segundo, brindemos porque podemos tener una noche tranquila después de todo —el liquido tinto aterrizó sobre las copas, inundando la superficie cristalina—. Porque estamos aquí juntos, disfrutando de la noche en paz y tranquilidad.

—Brindemos por el amor, por nuestro amor.

Se dejó caer sobre el suelo y sus ojos se enfocaron en la forma en que Seokjin sonreía con el sonrojo extendiéndose en sus mejillas y ese brillo encantador alumbrándole las dulces pupilas. Podía pasarse cada segundo restante de su vida observándolo y sentiría que valdría la pena haber vivido, porque tan solo contemplándolo se sentía en el paraiso

—Brindemas porque amo tu sonrisa.

—Brindemos porque estoy tomando mi primera copa contigo.

—Y también porque nos embriagaremos hasta ver estrellas.

Ambos se carcajearon y sus carcajadas parecieron profundizarse con las cálidas notas de la melodía.

—Brindemos porque estamos enamorados.

—Brindemos porque me vuelves loco —afirmó y sostuvo su copa entre sus dedos.

—Brindemos porque esto no es un sueño, Namjoon.

—También porque amo tus ojos.

—Y porque yo amo los tuyos —el menor acunó la copa en su mano derecha, imitando sus movimientos sin que sus labios abandonaran la sonrisa que los delineaba.

Namjoon sanrio ante lo dicho y continuo contemplándolo con el corazón brincándole en enamorados latidos.

—Brindemos porque he renacido a tu lado.

—Brindemos porque eres el ser más guapo y perfecto de mi mundo, Joonie.

—Y porque he conseguido tu amor —su voz se convirtió en un acentuado susurro.

—Brindemos porque tú eres la razón de mi existir.

Si, definitivamente se encontraba perdido en el paraíso.

En su paraíso.

En el paraiso de la curva de su sonrisa, en el paraiso de su mirada, en el paraíso de sus labios, en el paraíso de sus mejillas, en el paraíso de su figura, en su paraiso.

Y ese momento en que sus ojos, sus corazones y sus almas se encontraban era infinito. Realmente infinito. Era su momento, únicamente su momento, un momento que nada ni nadie podria desvanecer, porque era suyo; era el momento de sus vidas y era infinito.

—Brindemos porque puedo escuchar tu voz amándome y no es un sueño. Pero más que todo, brindemos porque aunque sea un problema andante y no te merezca, he conseguido tu amor. Y tu amor es una pieza que no voy a soltar nunca. Nunca.

Seokjin rió entre suspiros liberados, viéndolo guiñarle el ojo.

—¡Salud! —soltó con el ánimo saturando su voz, mientras elevaba su copa y la acercaba a la suya, escuchando el sonido quebradizo de sus copas al chocar.

—¡Salud!

Se rieron y aproximaron el vino hacia sus labios, acompañados del pausado sonido de la música. Seokjin bebió el primer trago con calma e hizo una mueca graciosa al sentir el sabor amargo de la bebida, al tiempo que el otro se carcajeaba y bebía un largo trago, recostándose en la parte inferior del sofá sin dejar de contemplarlo y admirarlo.

—Recuerdo que cuando te conocí, tú ignorabas mis técnicas de seducción.

—No lo hacía —el menor tomó atro breve trago y negó con la cabeza, riendo de nuevo—. Solo no te entendía mucho.

Namjoon bebió un poco más de su copa con una enamorada sonrisa iluminándole el rostro y se quedó mirándolo por lo que pareció una etemidad, escuchando el castañeante sonido de la aguja del reloj, el cual se mezclaba con los sonoros latidos de su corazón y el ritmo lento de la melodia.

—¿Cuándo te enamoraste de mí, Seokjin? —la pregunta se escapó de sus labios y su voz se profundizo mucho más, tornandose tibia y expresiva—. Yo te dire cuando me enamoré de ti... Me enamoré de ti la primera vez que me sonreiste de esa manera. En ese momento supe que estaba perdido y que no podría jamás separarme de ti..

Sus miradas se acariciaron de nuevo, prácticamente besándose en el aire. Y Seokjin sonrió mucho más, ruborizándose y dejando escapar otra serie de suspiros empalagosos, mientras tomaba otro trago de vino y separaba sus labios para hablar, rotundamente encantado.

—Yo no podria definir el momento exacto en el que sucedió, creo que he vivido enamorado de ti desde la primera vez que te vi

—¿Desde la primera vez? ¿Algo así como un amor a primera vista?

Namjoon lo observó asentir con la cabeza y empezó a servir un poco más de vino en ambas copas, disfrutando de la calidez del momento.

—Hoy he visto a Hoseok, olvide los celos y todas las cosas pasadas y le agradeci por estar contigo cuando no pude hacerlo...

Se llevó la copa a los labios y contempló la forma en que Seokjin se reia.

—Yo también se lo he agradecido, es un buen amigo.

—¿Venía muy seguido?

—Solo a llevarme a clases y a traerme de vuelta.

—¿Desayunaban juntos? —Namjoon mordió el extremo de su copa, más que atento.

—A veces

—¿Y qué hablaban mientras te llevaba?

—Sobre su vida y sobre los estudios.

—¿Nunca intentó sobrepasarse? ¿Ni siquiera un abrazo?

—No, Namjoon, nunca, ni siquiera un abrazo.

La melodía fue reemplazada por una más aguda y Namjoon intentó no sonar celoso.

—Él te ha puesto el ojo.

—No es verdad —Seokjin sacudió la cabeza y continuo riendo—. Solo es un buen amigo.

—No me gusta mucho ese buen amigo.

Ambos rieron por unos cuantos segundos y entonces, Seokjin se acercó hasta encontrarse a pocos centímetros de él y le sostuvo el rostro con ambas manos, mirándole fijamente con la misma sonrisa cálida y suave de siempre, casi rozando las puntas de sus narices.

—Joonie, ya te he dicho que solo tengo ojos para ti y para nadie más. Asi este rodeado de muchisimas personas, yo solo puedo verte a ti

Namjoon deslizó sus ojos hasta clavarlos en sus labios y exhaló con lentitud.

—Esos dias en los que no estaba contigo, no sabia qué hacer. Era como si estuviese en la oscuridad, a pesar de que podía verlo todo, me sentía oscuro... completamente perdido y solo.

Las manos de Seokjin acariciaron sus pómulos, desplazándose afectuosamente hacia su barbilla, al mismo tiempo que sus ojos brillantes continuaban mirando su alma a través de sus pupilas.

—Pero no lo estás más, estoy aqui contigo.

Aqui conmigo.

El sonido de la aguja del reloj pareció detenerse por un segundo con sus palabras.

—Si, estás aquí conmigo —Namjoon sonrió y cerró los ojos al sentir la textura de sus dedos trazando círculos sobre su rostro—. Tú me salvaste cuando estaba perdido y me enseñaste a amar ya ser amado. Cuando pensé que la vida me lo había enseñado todo y no me podía dar nada mejor, llegaste tú, Jinnie. Eres un ángel.

—No soy un angel —sus caricias se repartieron en la curva de su nariz, ascendiendo hasta acomodar algunos de sus cabellos y su risa enternecida invadió la habitación.

—Eres mi ángel y estoy completamente perdido por ti.

Sus narices tocándose, sus labios rozándose, sus miradas acariciándose, sus almas besándose.

Se acercó lentamente hasta lograr desvanecer el poco espacio que los separaba y entrelazar sus labios del todo, humedeciendo cada espacio de su cavidad, besándolo con lentitud, entregandose por completo en aquel beso, mientras lo sentia cerrar los ojos y suspirar contra su boca. Los latidos de su corazón salpicaron contra su pecho y su alma pareció revivir de nuevo. Había necesitado tanto su contacto durante todos esos dias, habia necesitado tanto su sabor deshaciéndose en su boca, lo había necesitado tanto. Tanto. Sus manos se situaron en sus hombros y sus labios bajaron por sus mejillas, mordiéndolas y acariciándolas con su lengua antes de continuar su camino hacia su mandibula, repartiendo besos sobre su barbilla, su cuello y su nuca. Sus labios descendieron hasta su brazo derecho, depositando suaves y lentos besos, a la misma vez que subía a su clavicula y mordisqueaba dulcemente, deslizándose hacia el brazo restante.

—Eres mi alma gemela –susurró, dispersando sus besos y caricias sobre su nívea piel.

—Y tú eres la mia, Namjoon.

Sus miradas se encontraron por un segundo y subió hasta sus labios nuevamente, capturándolos con los suyos y accediendo completamente a su boca, sintiéndolo estremecerse con las sensaciones cosquillosas y noveleras invadiendo su ser. Su boca se profundizó mucho más en la suya y delined el contorno de su cavidad con la punta de su lengua, mientras saboreaba cada húmedo rincón de su cálida y húmeda boca. Lo empujó tan solo un poco hacia el sofá sin que sus labios dejasen los suyas, mezclándose con su sabor, barriendo su cavidad con plena libertad, mientras cientos de luces estallaban en su cuerpo y en sus entusiasmadas neuronas. Lo sostuvo de las caderas e interrumpió el beso para subir su cuerpo hasta el fondo del sofá, recostándolo sobre uno de sus extremas y trepándose para ubicarse a los costados de sus piernas. Y entonces volvió a encontrarse con sus labios esponjosos y húmedos, que lo recibieron con total confianza, y continuó besándolo con necesidad, al tiempo que el beso se tornaba más y más intenso, al igual que la velocidad de sus respiraciones. Podría perderse en sus labios, en esos labios acorazonados y abultados que lo enloquecieran desde un primer instarite y no hacían más que encenderlo cada vez que sentía su sabor delirante, apasionado y adictivo. Sintió sus brazos entrelazándose en su cuello y sus manos situándose su cabeza, acariciando sus cabellos y perdiéndose entre las hebras castañas, mientras él devoraba su caliente cavidad por completo y lo escuchaba soltar aire lentamente. Descendió sus labios, sus manos lo sujetaron contra su cuerpo y depositó besos sobre su pecho todavia cubierto por su camiseta, descendiendo hasta el extremo de esta para apresarlo entre sus dientes y empezar a subirla todo lo que le fue posible. Se profundizó perdidamente en su sudoroso y cálido cuello y paseó su boca en cada escondite de sus curvas, besando y mordisqueando su blanquecina piel hasta observar cómo enrojecia bajo su contacto, mostrándose completamente suya. Lo sentía removerse, ansioso, ante sus besos colmados de afecto, que descendieron hasta abarcar cada uno de sus pezones en su hambrienta cavidad, lamióndolos y jugueteando con ellos entre sus hábiles dientes. Mordió suavemente y tironeó con rapidez, sintiéndolos endurecerse contra su lengua, mientras el cuerpo del menor se contraia involuntariamente bajo el suyo al recibir su atención.

—Namjoon... —lo escuchó susurrar agitado y el solo sonido de su voz termino de encender por completo su miembro, que palpitaba enloquecidamente detrás de sus jeans, luchando por su liberación contra la tela de sus bóxers.

Cada parte de él enloquecia y se prendia completamente al oir su voz.

Las gotas de sudor se resbalaron sobre sus sienes y sus ojos lo observaron saturados de amor, pasión y deseo. Lucía tan perfecto de la manera en que se encontraba; con la boca anhelante y entreabierta, los labios esponjosos y enrojecidos, el cabello desordenado por culpa del sudor y su pecho subiendo y bajando sin detenerse. El agarre de sus brazos se presionó en su cuello y volvió a besarlo con más necesidad que antes, deshaciéndose del todo de la bonita camiseta y acariciando su espalda antes de situar la atención de sus dedos en el primer botón de sus shorts y luego descender el cierre con lentitud y quitárselos en menos de medio minuto junto a la última de sus prendas. Sus labios y su caliente lengua continuaron haciendo maravillas en cada punto sensible de su cuello, su mano izquierda se centró en dar traviesos pellizcos en los botoncitos rosados de su pecho y su mano derecha se ciño alrededor de su despierto miembro, bajando hasta la punta de la extensión para luego subir de golpe, repitiendo los movimientos, cada vez más rápido, mordiendo su clavicula y dando rápidos tirones de sus deliciosos pezones para finalmente presionar su miembro entre sus dedos y sacudirlo una última vez, llevándolo al delirio.

—¡Namjoon! —su voz se ahogó abiertamente cuando alcanzó el éxtasis, liberando un gemido agudo y resonante, que hizo retembiar las cuatro paredes de la habitación. Se removió en el sofá, completamente sonrojado, mientras Namjoon se dedicaba a quitarse su propia camiseta y él extendía sus manos para intentar ayudarlo.

Aferró sus manos a su angosta y ceñida cintura y su rápida boca descendió por su pecho y llegó hasta sus piernas, besando las caras internas de sus muslos, succionando y dejando un camino de húmedas y juguetonas mordidas hasta sus rodillas.

—Seokjin... —gimió, demasiado excitado e hipnotizado con la visión de su cuerpo deshaciéndose ante el tacto de su boca—. Me vuelves loco, completamente loco. Eres tan precioso, mi Jinnie, mi vida, mi sol, mi amor

—Te amo tanto, Namjoon, tú eres mucho más precioso...

Quería que él sintiese que lo amaba, queria que él sintiese la forma en que lo deseaba y en que su cuerpo gritaba su nombre a cada segundo. Su aliento acarició su boca, en busca de respiración, y el vapor del caliente ambiente pareció centrarse en su entrepierna, que se sofocaba contra el cierre de sus jeans, incapaz de retenerse más.

Podría enloquecer y prenderse más si tan solo eso fuese posible.

—Créeme que yo te amo más, cariño —sus labios adictos se hundieron en su boca nuevamente y giró un poco, llevándolo consigo—. Te amo de todas las formas inimaginables en las que se puede amar.

En un solo movimiento, la colocó encima y el mayor se separó un poco de sus labios para empezar a besar su transpirado cuello con rebosante afecto, al mismo tiempo que sus manos se situaban sobre su bien formado pecho. Sus acorazonados labios se deslizaron sobre sus músculos marcados, besando sus endurecidos pectorales y abdominales entre jadeos inquietos, para finalmente regresar hasta su boca y rodearlo con sus brazos, enredando sus dedos en sus cabellos desordenados, condensándose en un mismo beso, mientras la fricción de sus miembros arrancaba enloquecedores y ásperos gemidos de la boca candente del marena, quien volvió a situarse sobre él en pocos segundos. Namjoon bajó sus manos hasta su propio cierre y se deshizo de sus jeans rasgados, quedando solo en sus oscuros bóxers, acariciando su propia longitud con desesperación para luego presionarse contra él, frotando su calentura contra su cuerpo, mientras Seokjin se arqueaba al sentirlo, gimiendo sin reprimirse, y él se acercaba a su oido, inhalando su fragancia.

—¿Deberia seguir o debería detenerme aqui, Seokjinie? Siento que no puedo controlarme y retenerme más, pero por ti, soy capaz de hacerlo.

—No, Joonie... —su voz quebrándose, su cabello cayendo sobre sus ojos y sus mejillas completamente enrojecidas—. Hazme... hazme el amor.

Una sonrisa se formó en su boca ante sus palabras y la poca respiración que le quedaba se escapó de su caja torácica.

Hasta su manera de decirlo era tan preciosa.

No había manera en que no pudiese hacerle el amor. Lo amaba tanto que sentia que vivia precisamente para amarlo y adorar cada parte de él.

Se apartó de sus oscuros boxers y lo volvió a besar con más togosidad, apretando su trasero traviesamente entre sus manos y sintiendo que podria morir plácidamente en sus labios y se separó un sola centimetro, introduciendo su dedo indice en su bonita boca, enjugandolo en su saliva para después hacer lo mismo con el siguiente y continuar besándolo con impaciencia. Su mano izquierda tomó su miembro nuevamente y llevó un primer dedo hasta su entrada, profundizándolo con lentitud e ingresando el segundo, mientras repartía besos en su pecho, movía su mano en su extensión y ahondaba paso a paso un segundo dedo, simulando lentas embestidas con ambos dedos, llegando cada vez más al fondo. Lo vio echar la cabeza de golpe hacia atrás y soltar una serie de dulces gemidos cuando sus dedos lo tocaron con profundidad.

—Joonie... —un entermecido gemido se escapó de sus labios y sacudió su cabeza, sintiéndolo llevar sus piernas hasta sus caderas—. Mi Namjoon...

—Te amo demasiado, Choi Seokjin —susurró con voz ronca, quedándose sin respiración al alinear su avivado y punzante con su entrada—. Te amo tanto que duele.

Y lo embistió suavemente, desarmándose al sentir cómo era abrazado por las paredes de su estrecha cavidad, quedándose quieto durante un momento, mezclando sus aceleradas respiraciones e inclinandose para profundizarse en un nuevo beso mágico, moviéndose con lentitud y cuidado, volviéndose loco según el tiempo avanzaba. Sus caderas chocaron con el movimiento y se atrevió a moverse más rápido, embistiéndolo con desenfreno, mientras sus gemidos ahogados se extinguian en la boca del otro y sus movimientos se perdian en el calor del momento. Lo amaba, lo amaba demasiado, lo amaba más que a su propia vida. Su mano apretujó su miembro y sus embestidas se tomaron más profundas y rápidas, sintiéndolo sacudirse y estremecerse ante el océano de sensaciones que los invadian en su totalidad. Estaban tan cerca. Sus caderas chocaron nuevamente y Namjoon se adentró en su interior con más velocidad, condensando sus cuerpos en uno solo y temblando al alcanzar el climax mutuo, cayendo sobre él con cuidado; sus labios sobre los suyos.

Se separó un poco y se levantó para colocarse la ropa interior y los jeans, contemplando cada una de sus reacciones con total admiración, sin evitar esbozar una enamorada sonrisa.

Seokjin abrió los ojos y sus labios húmedos y enrojecidos se separaron para recuperar la respiración, descendiendo sus piernas del sofá para levantarse también y vestirse por completo, mientras Namjoon lo rodeaba entre sus brazos y le ayudaba a colocarse la camiseta con dedicación, rozando sus ardientes y húmedas mejillas con la punta de su nariz, observándolo sonreír de la misma manera tierna, mágica y candorosa de siempre.

Namjoon se dejó caer en el suelo y lo atrajo consigo, haciéndolo caer entre sus piernas, recostándose sobre la parte inferior del sofá y depositando besos cálidos en su cuello,

—¿Te gusta ver el anochecer? —cuestionó contra su oido, presionando sus labios justo ahi—. ¿Las estrellas, el cielo, ese tipo de cosas?

—Mucho —lo observó asentir, todavía recuperando la respiración.

Se levantó y caminó hasta las cortinas, abriéndolas rápidamente. Las ventanas relucientes se mostraron ante sus ojos, las cuales les permitian una clara y nitida vista del balcón, del cielo oscuro ampliandose sin limites y de las diminutas y curiosas estrellas. nocturnas chispeando alegremente a su alrededor.

—Veámoslas juntos —regresó a sentarse a su lado, abrazándolo protectoramente con ambos brazos, acariciando su nariz contra su cuello y sonriendo al sentirto recostarse sobre su hombro desnudo, descansando todo su peso sobre él.

—Me gusta la forma en que apenas va anocheciendo, las estrellas empiezan a notarse, una a una, lentamente.

Acarició su cabeza suavemente, ordenando las hebras de cabello desperdigadas sin apartar su mirada de él.

—¿Parece mágico, verdad? Siempre me ha gustado quedarme mirando el amanecer. La forma en que todo es oscuridad y de pronto, el cielo comienza a transformarse y sale el sol frente a tus ojos, es casi mágico, como si fuese una señal de que estás vivo. Te sientes realmente vivo al verlo... Ver que el cielo comienza a iluminarse, es tan precioso.

—Es verdad, a pesar que el cielo cambia de tonos y colores durante el día, siempre se mantiene hermoso —Seokjin suspiró con su mirada clavada en el cielo y tomó una de sus manos entre las suyas, pegandola a su mejilla izquierda—. ¿Quieres encontrar constelaciones?

Namjoon siguió acariciando su cabeza, corriendo los dedos sobre su cabello afectuosamente

—¿Cómo se encuentra eso?

—Solo tienes que hacer figuras con las estrellas que se encuentran en el cielo. Son demasiadas, pero la que más me gusta es Orión...

—Yo puedo verte a ti.

—Estás mintiendo, ¡eso es imposible! —sus graciosas risas impregnaron la habitación.

Soltó una carcajada cansada y continuo con las caricias sobre su cabeza, mientras sus ojos se entrecerraban poco a poco.

—Si, puedo verte, estás allí, dentro de un corazón

—No es verdad —Seokjin mantuvo sus risas y se acurruco más en su pecho cálido.

—Alli está frente a tus ojos. Mira, esa línea de estrellas que está ahí se une con esta de allá y forma tu rostro —su mano capturó su dedo indice y lo hizo rodar en el aire, trazando una figura—. Esa constelación se llama Choi Seokjin.

Él nego graciosamente con la cabeza y prosiguió con sus risas cálidas y despiertas.

—Entonces, tú también estás ahi... estas justo al lado de la luna, yo también puedo ver tu rostro —sus ojos chispearon y uno de sus dedos señaló un punto lejano del cielo, al tiempo que la sonrisa que se encontraba dibujaba entre sus labios centelleaba también—. Esa constelación es Kim Namjoon y tiene al lado un corazón.

—Eso significa que el cielo está repleto de Choi Seokjin ama a Kim Namjoon.

Seokjin asintió y se volvió con un ligero sonrojo para darle un breve beso en los labios.

—Has desviado el tema, estábamos encontrando constelaciones reales

—Soy una bestia encontrando eso, pero intentaré encontrar una estrella que se parezca a ti.

—¿Una estrella como yo? —el entusiasmo salió a relucir en su voz y se encogió más entre sus brazos, riendo mientras miraba quietamente al infinito.

—Si, veamos... —susurró Namjoon con voz soñolienta, acariciándolo entre bostezas—. Tú tienes mucha luz, eres hermoso, dulce, amoroso, asi que... eres esa estrella de allá, la que está al centro de todas, la más hermosa y llamativa

El menor se volvió nuevamente para darle un fugaz beso y reír contra sus labios, apretando sus dedos entre ambas manos y cerrando los párpados ante sus adormecidas caricias.

—No creo ser de esa manera, pero si yo soy una estrella, encontraré una parecida a ti también para que no me dejes solo y me acompañes hasta la eternidad —sonrió y elevó su dedo indice, empezando a buscar la estrella adecuada del desnudo firmamento que resaltaba ante su mirada—. Podrías ser esa que está ahí a mi lado, pero no parpadea mucho, es demasiado tranquila para ser tú.

Namjoon soltó una carcajada cálida, mientras continuaba acariciándolo y lo sentía relajarse por completo entre sus brazos y quedarse quieto también. El silencio volvió a invadirios y el balbuciente sonido de las agujas del reloj volvió a hacerse presente, al igual que la lenta melodía de la radio, que acompañaba sus ensoñadoras miradas centradas en el inmenso cielo.

—Sé mio, Seokjin,

—Soy tuyo.

—Lo sé, pero... quiero que seas completamente mío.

—Soy completamente tuyo, Namjoon.

Se quedó pensando, perdiéndose en la vista de la estrella más brillante de todas, que centelleaba entre todas las demás, transmitiendo su luz a cualquiera que la contemplase. Quiso abrir los labios para añadir algo más, pero la voz entusiasmada de Seokjin lo interrumpió.

—¡Mira esa de ahi, la que está a la derecha! Creo que esa estrella eres tú, aunque no es tan brillante... creo que no hay una estrella que llegue a parecerse a ti, en todo caso, tú serías la luna —susurró y se acomodo más entre sus brazos, dejando caer su cabeza en la curva de su cuello—. No, tú eres el cielo que me acoge entre sus brazos, Joonie,

—Entre mis brazos, asi como ahora.

Él rió, asintiendo con la cabeza y suspirando finalmente.

—Te amo —Namjoon continuó con sus caricias en sus mejillas y besó suavemente su cabeza—. Me gusta el amanecer, pero ahora me gusta mucho más porque estoy amaneciendo contigo.

Esbozó una sonrisa y lo cubrió con su camiseta, abrazándolo con fuerza.

—Buenas noches, Seokjinie.

Seokjin deslizó su mirada hasta el reloj, que marcaba las 3:30 de la madrugada y se acurrucó todo lo posible entre sus brazos, suspirando y cerrando nuevamente los ojos, sin abandonar todavia la sonrisa ilusionada que cubría sus labios.

—Buenos días, Namjoon.

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