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🥀 03 🥀

Maratón
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La alarma sono unas cinco veces antes de estrellarse contra el suelo.

Eran las dos de la tarde.

Demonios.

Namjoon abrió los ojos de golpe y lo primero que notó fue una enorme pared blanca con cuadros algo patéticos en su alrededor. Luego, un enorme espejo rectangular y un sillón blanquecino con mucha ropa encima.

Maldijo, mientras se levantaba de la cama de golpe y se metia al baño de la habitación, arrastrando toda su ropa consigo.

¿De verdad? ¿a quién carajos se había follado ahora y en que maldito departamento se encontraba?, no recordaba ni mierda. Y lo peor de todo, no sabía quién era la dueña de esa ducha y mucho menos, donde se encontraba. Soltó un quejido cuando el agua fría cayó sobre su cuerpo desnudo y entonces se percató que tenía una serie de heridas y moretones en todo su puto torso y cuando se tanteo los labios, sus dedos salieron sumergidos en su propia sangre. ¿Qué carajos?

Cuando terminó de ducharse, salió bruscamente de la habitación, mientras se vestia, haciendo una rápida llamada por teléfono y maldiciendo todo lo que estaba a su frente. ¿Cómo habia acabado golpeado por todos lados?

Exhaló al encontrarse con su automóvil estacionado en las afueras del edificio y se montó sobre él, intentando ubicarse. Al menos, no le había robado el cochecito también. Hizo un esfuerzo por recordar, pero nada parecia en su mente, solo cervezas, culos, hielo y agua. Se ubicó después de dos minutos dándole vuelta a la manzana y llevó el auto a toda velocidad hasta la que era su casa.

—¿Cómo mierda sabes eso, Yoon?, no se cuál de todas fue y tampoco sé si arme bronca con alguien después de largarme de allí, no había nadie en la puta cama, ¿cómo quieres que recuerde? —golpeó el teléfono contra el asiento lateral—. ¡Ya sé que siempre armo peleas, idiota, pero ahora no recuerdo con quien fue esta vez! ¿con la pelinegra de tercer año, cómo sabes tú eso?, Yoon, si vas a hablar de algo en particular, ten razones!

Estacionó el vehículo lo más rápido que pudo y camino hacía la entrada de la casa, colgando la llamada de golpe, mientras presionaba bruscamente contra la sangre que le caía del labio inferior. Sabía que se había cogido a más de medio instituto, pero jamás había despertado ensangrentado en una maldita habitación; incluso, cuando ya presentía que antes de haberse echado un polvo, se había cabreado y habia terminado en una bronca. Y si así estaba él, ¿cómo carajos estaría el otro?, solo esperó no haberlo matado,

Se metió en la sala y estuvo al borde de subir las escaleras cuando un grito lo detuvo en seco. La vieja que tenía como criada estaba con las manos en el rostro. Lo que le faltaba.

—¡Oh, Dios míol ¡¿qué le sucedió, joven?! mire nomás cómo está hecho... ¿qué le ha sucedido? ¿lo han asaltado acaso?

Namjoon se mordió el labio inferior con brusquedad, sintiendo como la sangre se colaba en la boca, mezclándose con su saliva. Descendió algunos peldaños, encarándosele enseguida. La mujercita se le acercaba con un aspecto ridículo en el rostro.

—Métase en sus asuntos, ¿está bien? y no me vea de esa manera.

—¡Choi Seokjin, trae rápido el botiquín! —exclamó, caminando con más rapidez—. ¿Desea que llame a un médico, joven?

¿A un médico? ¿esa vieja estaba loca o qué demonios cruzaba por su mente?

Él no era ningún maricón debilucho como para necesitar a un médico por unas simples heridas en el cuerpo. La aniquiló con la mirada, apuntándola con el dedo indice.

—No llame a nadie, carajo, estoy bien. Es solo que...

Y entonces él entró a la sala cargando una enorme maleta entre sus delgadas manos.

Oh, Seokjin, precioso Seokjin.

Namjoon notó como su rostro asustado cambiaba de expresión en cuanto notaba su presencia, convirtiéndose en un rostro similar al de la anciana y enrojeciendo al instante. Se quedó inmóvil junto al sofá, incapaz de avanzar o retroceder un paso.

—Seokjin, ayúdame a curarlo, mientras voy por algo de agua —indicó la mujer, desapareciendo en la cocina—. Colócale alcohol en la herida.

—Sí, señora...

El menudo muchacho se mantuvo con las manos oprimidas sobre la maleta durante algunos segundos, manteniendo la cabeza agachada como siempre, para luego inhalar con profundidad y acercarse hacia Kim, dejando la maleta sobre el sofá y disponiéndose a abrirla con movimientos temblorosos. El peli-gris le observaba con una media sonrisa en el rostro, viéndole tomar un pedazo de algodón, humedecerlo en algo que supuso seria alcohol y acercarse hacia él, dándole una breve mirada a la herida. Cuando ese acercó, Namjoon se percató que el rostro de su criado estaba tan malditamente rojo, que el color se extendía hasta su cuello y sus brazos, ¡qué putada!

—Qué precioso estas hoy, niño —susurro, mordiéndose el labio ensangrentado, mientras el otro colocaba otro liquido más oscuro al mismo algodón.

Observó como Seokjin oprimia sus ojos y acercaba el algodón hasta sus labios

—Joven Kim... eso dolerá.

Namjoon no pudo reprimir la serie de carcajadas estridentes que salieron de su boca.

—¿Doler? a mí no me duele nada, nene, nada puede dolerme.

—Bien, lo colocaré ahora

El muchacho acercó el algodón hacia sus labios, presionándolo con una delicadeza que se vería patética en cualquier hombre, pero que en él no se notaba extraña. Los ojos cafés de Namjoon estaban quietos y centrados en los carnosos labios del menor. No le dolió ni mierda cuando el alcohol tocó su sangre, incluso, al nene parecia dolerle más que a él.

—¿Cuánto tiempo llevas en ésta casa? —cuestionó divertido.

Ahora el algodón se encontraba cerca de su nariz; los dedos delicados de su criado sobre su rostro, su cuerpo delgado temblando un tanto, sus ojos a veces dándole una breve mirada a la herida y luego nuevamente en el suelo, su nariz pequeña, su piel lechosa totalmente enrojecida, su rostro delicado y femenino. Namjoon sintio como el sabor a alcohol se colaba en su lengua, pero no le interesaba, porque sus ojos aún seguían el recorrido de su rostro hasta su cuello, era tan putamente femeninol eso no podía ser un chico.

—Dos semanas.

—¿Dos semanas sin mi, nene? ¿y no tenes familia cerca?

—Mi madre vive en otro pueblo...

—Pues ha sido una mala decisión de su parte dejarte venir a la casa del lobo, ¿verdad?

—¿Cu-Cuál lobo?

El muchacho se encogió un tanto.

Cuando el algodón estuvo teñido de sangre, Seokjin se dispuso a retirarse, pero Namjoon agarró su muñeca con fuerza, sonriendo con entretenimiento.

—¿Cuánta gente te ha besado antes, Seokjin?

Ahora la sonrisa de Namjoon se había amplificado, mientras lo sostenía sin hacerpresión. El rostro de Seokjin parecía arder en rubor, su débil brazo temblaba ante el agarre, mientras oprimía la mandíbula y miraba con desesperación hacia la cocina.

—Joven Kim...

—¿Han sido chicos o chicas? ¿han sido ambos? vamos, nene, sé sincero conmigo.

—Por favor, la señora puede regresar...

—¿Cuántos han sido? ¿muchos o pocos?

—Por favor...

—¿Qué harías si te beso en este momento?

La puerta sono de golpe. La anciana se acercaba con una bandeja con agua sobre sus brazos. Kim Namjoon soltó a su criado, aunque sus ojos aún lo acechaban, mirándole con deseo en todo momento, mientras tomaba el vaso de agua de un solo trago.

¿Por qué diablos se hacia el difícil y aterrorizado?, de seguro, era una zorra como todas con las que se habia acostado, solo era cuestion de tiempo para descubrirlo. Sonrió. Le encantaba ver ese cuerpecito temblando de miedo, aunque hubiese sido mejor verlo temblando de placer. La idea se desplazo rápidamente por su cuerpo, centrándose en una sola zona.

—Me largo —soltó de repente, mientras la vieja le miraba con el mismo rostro patético de antes—. Y si llama mi padre, dígale que si asistí a las clases o la echo.

Le dió una última mirada a Seokjin y se dirigió nuevamente hacia las escaleras y tras cambiarse de ropa y volverse a duchar, se montó en su mismo deportivo último modelo de antes, encendiendo el motor y colocándolo a toda la velocidad, mientras una sonrisa sarcástica se formaba en toda su boca.

Ya caerás, Choi Seokjin. Ya caeras. Como que me llamo Kim Namjoon.

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