23: 𝙿𝚛𝚘𝚋𝚕𝚎𝚖𝚊𝚜 𝚛𝚎𝚜𝚞𝚎𝚕𝚝𝚘𝚜
El primero en despertar fue el omega, por qué el alfa ni siquiera había podido dormir más de quince minutos en toda la noche. La cama se sentía enorme sin la presencia de Taehyung. Extrañaba su toque, sus ronquidos suaves, el agarre en su cintura. Y, oh, mierda. Su aroma. Quizá no soportaría más noches sin el a su lado, su lobo se pondría aún más triste y a él simplemente no le quedarían ánimos para continuar.
Cuando abrió la puerta, Taehyung calló de espaldas a sus pies. Tenía unas leves ojeras decorando su rostro, los ojos irritados, y el cabello desparramado. En pocas palabras estaba hecho un completo desastre, pero Jeon sonrió levemente.
—Tae, y-yo...—se puso de cuclillas para quedar más cerca del alfa, pero sin saber qué decir.
—Voy a ser padre con el omega más bonito de la galaxia entera—dijo con suvidad para tranquilizarlo—, no puedo pedirle más a la diosa luna.
—E-Entonces...—se agachó más, besando la frente del alfa—, ¿estás feliz por el cachorro?
—Jamás dudes de ello—sonrió, antes de besar al menor con tanta dulzura.
Jungkook terminó por romper el beso, riéndose.
—Es extraño besarte así—dijo bajito, como si fuera un secreto.
—¿Invertidos?—preguntó con gracia, pero el omega negó con la cabeza.
—Sin habernos lavado los dientes
—¡Lo había pasado por alto, que asco!—indignado se sentó, y luego se puso de pié con un salto—, ¡omega cochino!
—Oye, tú también lo eres—siguió con la mirada a su novio que caminaba rápidamente hacia el baño de la habitación.
—¡Pero tú me besaste primero!
Jungkook se rió. Definitivamente quería pasar el resto de sus días con ese chico exagerado, aún si las cosas se formaban feas, confiaba en que él estaría a su lado.
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Jimin bostezó, apoyando los codos sobre la mesa. No entendía por qué demonios se había levantado tan temprano.
—Aquí está tu desayuno, bonito—dejó la taza de café sobre la mesa y besó su coronilla.
—Gracias, Yoon.
—Namjoon me estuvo llamando—comentó—, supongo que Jin quería saber de ti.
Oh, ahora lo había recordado. Seokjin y su complejo de mamá gallina no soportaban tenerlo fuera de casa por tantas horas. Mucho menos si estaba en el departamento de Min. Y tenía que volver cuanto antes a su casa.
—Okey—contestó sin mucho interés.
—¿Pasa algo? Estás... No lo sé. ¿Raro?
Si bien el despertar temprano hacía que el menor se pusiera un poquito de malhumor, esa mañana se notaba más pensativo y distante que de costumbre.
—Me gustaría venir aquí más seguido, pero no solo a... hacer lo que hacemos—confesó minutos más tarde, jugando con sus dedos.
YoonGi soltó una corta risita antes de hablar.
—Jiminie—el omega lo miró—, el que no sabe controlar sus hormonas no soy precisamente yo.
Las mejillas del menor se pintaron de color rojo con violencia.
—Sí, l-lo sé—bebió de su café, avergonzado. Era algo que debía aprender a controlar, pero le gustaba tanto sentir de aquella manera al alfa que no podía evitarlo—, siento que sea así.
El alfa negó con la cabeza, chasqueando la lengua contra su paladar. Rodeó la mesa para acercarse nuevamente a Jimin y se inclinó hacia él. Sin poder evitarlo, Park volteó la cara hacia la del mayor, y miró directamente a sus orbes oscuros. De cerca era aún más precioso. Sus largas pestañas y el lunar en su nariz se robaban su atención.
—Sabes que te amo, ¿verdad?
El omega asintió suavemente con la cabeza, y sintiendo las mejillas calientes disfrutó el corto beso que el mayor le entregaba sobre sus pomposos labios. Colocó una mano en la mejilla del alfa y le sonrió con dulzura.
—Yo también te amo, hyung.
Terminaron el desayuno para finalmente dirigirse a la casa de los Park, con la esperanza de no encontrar a cierto embarazado furioso.
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Cuando la parejita de alfa y omega llegaban a la casa, Namjoon salía en busca de fresas. Aparentemente, eran antojos del omega en cinta. Milagrosamente, SeokJin se encontraba de un muy buen humor, medio recostado en el sofá, y los había recibido con un abrazo a cada uno.
YoonGi no se quedó mucho tiempo en la vivienda de su amigo, debía ir a la empresa y tenía un par de llamadas perdidas por parte de Taehyung, pero se marchó con la promesa de regresar para la cena. Jimin por su parte lo había retrasado diez minutos enteros, lloriqueando mientras se colgaba de su cuello, haciendo el intento por convencerlo a quedarse con él a base de besos y pucheros. Nada había funcionado, obviamente.
Jimin se resignó a quedarse en su casa, no tenía mucho para hacer más que ayudar con la limpieza, por lo que estaba a punto de subir por las escaleras para comenzar a aspirar su habitación, cuando SeokJin desde el sofá llamó a su nombre.
—Jimin, ven un momento—pidió con suavidad.
—¿Uhm?—giró su cuerpo en dirección al mayor, jugando nerviosamente con sus dedos mientras se acercaba al sitio donde el otro omega se encontraba.
Seokjin palmeó el lugar a su lado en el sofá para que el chico tomara asiento, y éste, así lo hizo.
—¿De qué querías hablar conmigo? Yoon me comentó que querías saber algo.
Si, YoonGi le había comentado que el omega quería hablar de un tema que daba vueltas en su cabeza y no llegaba a entender en su totalidad, pero que tenia pena de empezar a hablar por su cuenta.
—S-si, verás, Yo... ¿cómo es eso de que tu y yo...?
—Cuando tenia solo ocho años no tenía más amigos que YoonGi y Jihyo, yo era el típico rarito de los lentes negros y cuadrados que no hablaba con nadie mientras que ellos tenían fama de populares al ser alfas. No recuerdo porqué o como, pero nos volvimos inseparables, y al poco tiempo el chico de bonitos hoyuelos que me gustaba se nos unió.
Jimin sonrió con ternura, imaginándose a un Seokjin de tan corta edad sonrojarse por el moreno.
» —Mi presentación fue muy temprana, tenía once años y estábamos de excursión en la isla Jeju. Yo compartía cabaña con los chicos, recuerdo que esa mañana teníamos programada una caminata hasta un lago, pero a la mitad del camino tuve que regresar; me sentía demasiado mal pero les mentí a las coordinadoras con que solo era un problema estomacal. Me metí a la cabaña—la voz le tembló, captando aun más la atención de los ojos curiosos del menor. Por un momento Seokjin pareció trasladarse a otro lugar, continuando con el relato mientras veía a Jimin y al mismo tiempo no lo hacía—, y yo no... no sé cómo ni en que momento... estaba muy mareado, pero alguien entró y creí que era Nam hasta que tiró de mi ropa con fuerza.
—N-no puede ser—susurró, tomándole la mano por reflejo.
—Y-yo... solo recuerdo sus ojos rojos mirándome fijamente, y cuando desperté mi ropa no estaba, había... sangre y me dolía el cuerpo. Ni los chicos, ni tu abuela, se enteraron de eso hasta cuatro meses después cuando supimos que tú crecías en mi vientre.
—¿Y me querías?—preguntó.
El mayor volvió en sí, mirando con desaprobación al otro omega.
—Jiminie, eso no...
—Solo es una pregunta, hyungle mostró una sonrisa, acariciandole la mano.
—Te odiaba—confesó, sintiéndose mal, pero ambos rieron—. Lloraba dia y noche, pero entendí que la culpa no la tenias ni tu, ni yo, sino ese alfa malnacido que tiempo después tu abuela encerró tras las rejas. Y me prometí cuidarte de todo y todos, quizá cometiendo algunos errores a medida que creciamos. Yo sentí que no sería un buen padre para ti, Minnie—puso una mano sobre la mejilla del menor$, pero podía ser un buen hermano.
—Y de verdad lo has sido.
—Cuando cumplí seis meses y medio, yo te hablaba y cantaba canciones todos los días, y no me gustaba que nadie tocara mi pancita. Namjoon te compró unos zapatitos de lana con un gorrito, mamá Heesok tejió un mameluco celeste y YoonGi...
—¿Qué hizo, hyung?
—Te regaló una manta amarilla con pollitos—sonrió mirándolo a los ojos
Oh, la manta de los pollitos. Siempre había creído que era obsequio de Heesok. Nunca se hubiera imaginado que se tratara de un regalo del que ahora era su pareja.
—Sé que es extraño que me llames papá, incluso estoy acostumbrado a tratarte como mi hermano, y realmente no importa. Solo con que tú sepas el tipo de lazos que compartimos, tanto tú como el pequeño bebé, está bien.
Jimin asintió, abrazándolo por los hombros. Tal vez nunca se acostumbraría a llamarle "padre", pero ahora que conocía su verdadero origen se sentía más tranquilo.
—Gracias por ser sincero conmigo—murmuró.
Era lo menos que podía hacer por él, se lo habían ocultado por mucho tiempo. SeokJin sonrió, y se quedaron así, abrazados por un largo rato.
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Holi holi😇
Mil quinientos años luz después, regreso akldjaldkaks la verdad es que esta fic quedó en el olvido por qué me enfoqué más en las nuevas xd pero agradezco a aquellas personitas que a pesar de saber que no actualizo hace mucho, apoyan la foc igual 💗🥺
Bueno, sin más que decir, nos leemos de aquí a dos años (bromis) 💜
©ʏᴏᴏɴɴɪᴇxᴊɪᴍɪɴɪᴇ5
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