18: 𝚌𝚊𝚌𝚑𝚘𝚛𝚛𝚘
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Nadie volvió a tocar el tema de que Jimin y Seokjin en realidad no eran hermanos los cuatro días siguientes, pues el omega Park menor evadia hablar de ello; y en cambio, tanto Taehyung como Jungkook y JiHyo habían estado manteniendo -o intentando hacerlo- conversaciones con él sobre una cuestión, aunque le resultaba incómoda todavía.
Taehyung tenía el día libre, por lo que desde temprano esa mañana había aparecido en compañía de Jungkook con bolsas de comida chatarra escondida en la mochila para que cierto omega -que últimamente estaba más gruñón que de costumbre- no les dijera nada.
Su blanda y suave cama, cubierta con una bonita manta celeste, cumplía la doble función de sofá y mesa al mismo tiempo. Los tres chicos reían a carcajadas por algo que el menor de los tres había dicho sobre las ocurrencias que de niño pequeño solía tener.
—Yo a veces solía pensar que los unicornios eran reales—Jimin confesó, también riendo—, su sangre era mágica y que si la bebias te daba poderes.
—¡Oh, oh! Es cierto, yo también tenía esa idea—animadanente habló el alfa, agarrando una papa frita para llevársela a la boca—. Aunque ahora que lo pienso, no era tan alocada por la edad que teníamos, no tanto como la de Kookie.
—¡Oye!. Tenía siete años, pensar que los elefantes se volvían de color rosa cuando les dabas caramelos de ese color y les crecían las orejas para volar como al elfante dumbo de la película no es una idea tan loca.
Jimin se sirvió gaseosa en un vaso plástico de color amarillo y volvió a dejar la botella en el suelo. Sonrió observando a sus dos mejores amigos reír por las cosquillas mutuas que se hacían, sintiendo una enorme felicidad crecer en su pecho.
Últimamente, se sentía de esa manera cuando miraba a las personas -mas bien sus amigos- que siempre estaban a su alrededor. Ser querido, protegido -a veces demasiado-, y amado por todos ellos, era algo que le llenaba el corazón de alegría.
—Jiminie—canturreó el castañito, sacándolo del trance al que parecía haber entrado. El omega lo miró, y su amigo volvió a hablar señalando al peli-negro—. Kookie quería preguntarte algo.
—¡Taehyung, deja de mentir!
—Bueno, el curioso soy yo—soltó una pequeña risa—. ¿Que ha pasado con YoonGi hyung?.
La mirada del chico cayó en sus propias manos que jugeteaban con el vaso de plástico vacío.
El alfa había estado demasiado ausente esos días, únicamente lo veía por menos de una hora a eso de las doce de la noche cuando salía del trabajo -o de donde sea que regresara-. Y él verdaderamente a esa hora ya se encontraba en el mundo de los sueños por lo que no le prestaba tanta atención como quisiera. Su lobo debido a eso se sentía inquieto, y la parte humana de igual manera se sentía extraña en cuanto a la situación. Además que desde que habían pasado esas cosas se sentía bastante confundido.
—Lo extraño, hace días no pasamos el rato juntos—suspiró finalmente.
—Debe tener demasiado trabajo—susurró Jungkook, poniéndole una mano sobre la rodilla—, pero podrías hablar con él de eso.
—¿De que quiero verlo un poco más de tiempo?
Le avergozaria demasiado tener que decirle, pero, tal vez era lo mejor. Por lo menos para que supiera como se sentía por su parte.
Pero vió a Jungkook negar.
—Te conozco, hyung, y sé de sobra que hay algo que te está inquietando pero evitas hablar de ello. Antes de venir aquí—señaló al alfa—, le he dicho a Taehyung que no sacaríamos el tema a colación como los días anteriores por mero respeto hacia tu privacidad, pero solo quiero decirte que si no puedes confiar en nosotros lo hagas con YoonGi hyung.
«Si no puedes confiar en nosotros»
Esa frase hizo eco en su mente, provocando dolor en lo más profundo de su ser. ¿Confiar? Esos dos chicos eran sus dos únicos mejores amigos, por lo que no es una duda que debían de tener. Pero ni siquiera el comprendía muy bien qué sentía y qué no, su cabeza era un completo desastre que no podía expresar sin enredarse más.
Pero confiaba, y mucho.
—Es todo tan confuso—musitó en un susurro, pasándose las manos por su anaranjado cabello—, y me siento raro. Pero ustedes son una parte de mi corazón, no digan que... que no confío en ustedes.
Los tres se tomaron de las manos, con cariño.
»—Mi lobo después de ese día —siguió hablando, enfatizó las palabras para que comprendieran de qué hablaba—, comenzó a hablarme. Puedo entender qué cosas dice y antes eso no pasaba.
—Eso es bueno hyung—le regaló una de sus características sonrisas cuadradas—, la comunicación con nuestra parte animal es esencial.
—Tae es medio lento para entender—el alfa rodó los ojos ante el comentario—, pero respondiendo a tu duda... seguro es por que comprendió que tú estas maduran-
Jimin lo interrumpió, hablando bajito mientras agarraba más papitas.
—Las frutas y las verduras maduran pero los seres racionales e irracionales no—comentó con firmeza—. Nosotros crecemos, o en todo caso también, evolucionamos.
—Bueno Jim, haz crecido de aquí—el alfa puso su mano en la frente de su amigo, sonriendole—. ¡Y hombre, que te va a crecer también el estómago si sigues tragando papas y gaseosa así!
En todo caso a los tres les pasaría aquello, y si seguían riéndose de la manera en la que lo estaban haciendo no les alcanzaría el oxígeno para llenar sus pulmones luego.
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Subía las escaleras de un escalón por vez tratando de no hacer demasiado ruido, tenía entendido que todos menos el alfa se encontraban dormidos. Namjoon nunca había sido una persona que se quedara dormido tan temprano y lo sabía, pero por el resto era natural ya que el reloj estaba cerca de marcar la 01 a.m. de la madrugada.
En esos últimos días su trabajo en la empresa era más, pues ahora además de ser compositor era una especie de nuevo rapero; lo habían escuchado dándole a un trainee un par de consejos sobre la respiración y ahora querían que grabara un par de sus letras.
No tenía demasiado tiempo para sus amigos, para Jimin o sí mismo. Aún así cada noche pasaba a verlos, la mayoría de las veces no podía mantener una conversación coherente con ninguno de los Park ya que éstos únicamente le respondían con balbuceos.
Caminó por el pasillo, y frenó frente la puerta de donde salía un aroma tan dulce que le encantaba.
Tenía demasiado sueño, y el ver esa cama con frazadas amarillas con cierta personita echa una bolita encima actuaba como un somnífero para él.
—Oh, Minnie, mi bonito omega—susurró recostandose a su lado, metido bajo las mantas aún con la ropa de trabajo, creyéndolo dormido—, te extraño tanto, tanto.
Cerró los ojos, acercándose cuidadosamente al menor. El aroma a frutilla que el cabello de Jimin desprendía llegó a su nariz a pesar de los centímetros de distancia, haciendo que la comisura de sus labios se curvaran levemente hacia arriba.
Sus brazos picaban por estrecharle, pero no quería que despertara.
Lo que el alfa no sabía era que desde el momento en que él había entrado por la puerta, tanto Jimin como su lobo, sintieron su aroma. Park estaba despierto, mucho más que los días anteriores.
—Hyung...
El mayor suspiró al oír su dulce voz en un murmuro. Buscó su mirada, pero los pequeños ojos del omega y la nula luz no ayudaban para nada.
—¿Te desperté?—acunó entre sus manos el rostro del menor, quien inmediatamente negó con un movimiento de cabeza.
Jimin se le acercó, eliminando toda distancia entre sus cuerpos. Su rostro se escondió en el pecho del mayor, olfateando su deliciosa colonia mezclada con su aroma natural que tanto le encantaba.
Uno de los lasgos brazos del alfa pasaron por sobre su cintura, tocando su espalda, mientras que el otro había quedado apresado entre sus cálidos cuerpos.
—¿Te quedarás a—pareció vacilar por cortos segundos—, a dormir conmigo?
¿Qué pregunta era esa? Por supuesto que no pensaba marcharse, no lo haría. Ya no aguantaba sin pasar un día en esa casa, lejos del trabajo, con sus amigos y el bonito chico. A pesar de que al día siguiente tenía que asistir al trabajo, pondría la excusa de que estaba enfermo y se quedaría con ellos.
—Por supuesto que si cachorro—susurró contra sus cabellos, dejando un beso en la zona.
El omega sonrió. Y minutos después, ambos amantes cayeron en brazos de morfeo a descansar.
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