19.
—¿Y si mejor faltamos? —Rosé asintió repetidas veces mientras se acurrucaba más contra el pecho de Jennie, hizo un puchero, y suspiró, hundiéndose más en la hendidura de su cuello y hombro.
Ayer vieron una película, jugaron juegos de mesas y, puede que se hayan vedado repetidas veces a escondidas (que realmente JiMin vio todas) y no le aclararon que en realidad no eran novias, por lo que el hermano menor se alegró que su hermana por fin haya conseguido a alguien realmente buena.
Veía cómo Jennie era realmente atenta con ella, la forma en la que la veía y en una que entró a la habitación de esta, la forma en la que la abrazaba, estaba seguro.
A Jennie realmente le gustaba Roseanne, y le gustaba saber eso.
Esa noche durmió cómodo al igual que su hermano y su supuesta pareja, que estaba igual de feliz que todos.
Abrazar a la castaña, inhalar su olor a sandía, y sentirla hundirse en su pecho y hombro, realmente le encantaba.
Ahora que estaba más segura, pudo dormir, abrazándola suavemente por su cintura, haciendo a la menor suspirar.
Ella lo había dicho varias veces, estaba demasiado acostumbrada a la dirty talk y al trato agresivo, que cuando tenía a la mayor tratándola suavemente, quería eso, sólo quería su trato.
Esa pequeña fantasía en la que quería que quería que Jennie la tratara de forma despectiva ya no quería que pasara, para nada.
Veía el rostro de la mayor, y sonrió. Jennie jamás se atrevería a hacer eso, aunque algunas veces soltaba palabras rudas como coño y follar, no, nunca y jamás se atrevería a decirle algún apodo rudo. Y bueno, eso le estaba gustando, demasiado.
Sus dedos comenzaron a acariciar la nariz de Jennie, sus labios, sus mejillas, y sonrió, sintiendo cómo su corazón comenzaba a latir.
Gruñó, pero rió, volviendo a acostarse en su pecho.
-
—¿Qué haces? —se apoyó en la barrita mientras pasaba, Rosé alzó sus hombros, mostró el sartén y la otra asintió, bostezando.
—¿Dormiste bien? —el sentir las manos de Jennie en su cintura, su nariz en su hombro, y un abrazo. Deja un beso en su nuca y sonríe, haciendo a Rosé suspirar y apoyarse contra ella, riendo.— Eso me parece que sí.
—Sí, dormí muy bien, ¿y tú?
—Dormí muy bien, a decir verdad. —la mejilla de la otra en su hombro, sus labios en su cuello, y ríe.
—También, ya lo dije, dormí demasiado bien, hueles a sandía, ¿crema?
—Sí, y también shampoo —Jennie asintió, adivinando la fruta favorita de la otra, pero sólo se acurrucó en su hombro.—. ¿La pijama te quedó bien?
—Muy cómoda, huele muy bien, como tú... ehm... ¿Y tu hermano? —un carraspeo y la pelinaranja saltó, gritando, separándose de la otra.
—Buenos días.
Pasó deslizándose sobre la barrita, tomando una fruta, y tira su corbata a la sala, riendo.
Rosé notó que su hermano tenía el uniforme puesto, y ladeó la cabeza.
—¿Y eso? Y no te deslices sobre la barrita, JiMinnie.
—¿El uniforme? Ah, es sólo que pensé que íbamos a la escuela pero cuando fui a levantarlas estaban abrazadas y muy dormidas, no quise hacerlo, así que me puse a jugar videojuegos, no me vieron en la sala porque acabo de ir al baño, la pizza me hizo algo, ¿a ustedes?
Rosé lo ve, lo ve usar su celular muy divertido, y se le lanza, tratando de agarrarla.
—¡Eh, Rosie, espera-
—¡¿Qué foto tomaste desagraciado?! —Jennie trató de tomar de la cintura a Rosé y ésta sólo salta varias veces, pero al verla reír, a JiMin también hacerlo, sabe que están jugando.
Sólo se apoya en la barrita viendo cómo la menor lo tacklea al piso y embarra su cabeza en él, tomando su celular, viendo la foto. Se lo pasó a la pelinaranja, que al ver la foto se sonroja.
Era una foto de Rosé dormida en su pecho, abrazada a ella, y ella misma abrazándola por la cintura. Su rostro se sonroja, parece una cereza, y voltea a ver a la menor, que le está jalando el pelo a su hermano. La separa, por fin.
Preguntándose por qué los dos estaban riendo.
Le cede el celular a la otra, que sólo se recuesta en su pecho mientras respira pesado, y la abraza, riendo de nuevo.
—El desayuno está listo, ¿quieres desayunar, cariño? —y eso mata a Jennie, que asiente débil mientras se acerca y la besa, sin pensar en que el hermano de la otra los está viendo.
Sus labios se encuentran, y es Jennie, sigue siendo Jennie, por lo que sólo le da un piquito, se separa, y camina por un plato para agarrar una tostada y comer apoyada en la barrita, evitando a los dos Park.
Y Rosé entiende, entiende que sigue siendo Jennie aunque hayan pasado por lo que hayan pasado hace fines de semana. Sonríe, se acerca a ella y besa su mejilla, haciendo que se ahogue un poco.
—Bueno, JiMin, dormirás en la sala, porque, cada fin de semana o me quedo con Nini o ella se queda conmigo, si quie-
—¿El próximo sábado podemos ir al departamento de Jennie? Es sólo que me ilusionaste con los Mechas, Rosie.
Y la otra asiente, riendo, viendo a la pelinaranja que devora su desayuno con un sonrojo, cejas alzadas y sus mejillas abultadas, haciéndola ver demasiado tierna ante sus ojos.
Bueno, sí. Le gustaba todo de Jennie, desde pies, sus maravillosas 7 u 8 pulgadas, su lindo rostro, sus actitudes, y ahora, hasta estas pequeñas maravillas que ella sólo veía.
Se atrevió a limpiar algo que cayó en sus labios, le sonrió, y volvió a besarle, haciendo a la pelinaranja gemir de sorpresa.
Bueno, sí, eso le gustó.
Y admitió que le estaba gustando todo lo que le estaba mostrando la pelinaranja.
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