1O
" Monstruo. "
Quizá hubiese pensando en algo diferente al llegar al mundial, las miradas de todo el mundo recae sobre ellas, al igual qué las miles de cámaras qué hay.
Con ello, también cae las expectativas de la gente. Ella acomodó su pelo, está algo nerviosa mientras su equipo no ayuda en nada.
Con dagna cómo capitana, nada le ayudaba a Lucyna y eso, le hacía realmente difícil su estancia en aquél grupo pero, estar al menos con una persona agradable era suficiente para no volverse loca.
― Yo también estoy nerviosa, no quiero creer qué todas esas chicas son competitivas cómo dijeron. ― Mencionó una pelirroja cobre algo nerviosa.
― Sí, tienes razón. Pero solo basta con verlas ― Mencionó otra pelinegra.
El hablar bajo y qué su tema de conversación sean demás mujeres era algo normal entre mujeres, aunque por diferentes culturas, algunas mantenían el mínimo respeto.
Lucyna miró su alrededor, todas formaban una fila para salir tras sus llamados.
"Japón", resonó por los altavoces y allí ella pasó.
Llevaba una camiseta con el número 10 plasmado, su uniforme era blanco. Tenía mangas largas negras y sus guantes, su cabello mantenía el color rojizo y era aún más corto qué antes.
Detrás suyo iba una muchacha con el mismo uniforme solo qué sin guantes y sus mangas eran blancas, llevaba su cabello atado en una coleta.
¿Sólo ellas dos?, ¿Lo decían en serio?, Japón era el hazmerreír por eso.
Poco después, pasó Alemania junto a Italia. Visualizo a Ginevra quién llevaba un uniforme bastante llamativo, además de su peinado y pose.
Se notaba quién era la capitana de allí, al igual qué su capitana Dagna quién era realmente llamativa.
Aunque no lo tanto cómo para opacar al resto, no cómo Lea.
La capitana de Francia, una chica de pelo corto de color rubio con puntas rosadas. Sus ojos azul cielo y una sonrisa tan arrogante
Con un discurso motivacional, lleno de ánimos y gente gritando por su país, el mundial femenil da inicio.
Akari ladeo su cabeza, ignorando al resto de personas. Su compañera se mantuvo a su lado en todo momento, las expresiones de ambas eran tan diferentes qué dudaba qué se llevarán bien en realidad.
La Itoshi estaba seria, sus ojos cansados y vacíos eran aún más oscuros qué antes. Mientras qué la otra, qué se llamaba Hoshi según veía en su camiseta, tenía los labios curvados en una sonrisa algo nerviosa y sus ojos dejaban a saber su emoción.
Se veían cómo un golden retriever y un gato negro. Incluso en la estatura se parecían a esa combinación.
Lucyna ahogó una pequeña risa mientras volteaba, haciendo qué Japón mirase.
Akari arqueó una ceja al verle pero simplemente ignoró su presencia. Al igual qué al resto, soltó un pequeño bostezo.
― Akari-san, ¿No cree qué debería sonreír un poco?, ¡Saldrá en todas las fotos con cara de Zoro! ― Dijo Hoshi mientras intentaba hacerla sonreír.
― Hoshi, ya hablamos de esto. ― Respondió tranquilamente.
La más alta suspiro, Akari parecía la mayor cuando en realidad Hoshi era la mayor. Por dos años pero no se notaba en nada.
― Vámonos, Costa rica juega de inicio. ― La Kamakura siguió a la Itoshi quién la tomaba del antebrazo.
Al llegar a sus vestidores y espacio para ver el partido, tomaron asiento.
― Akari-san, ¿No está nerviosa? ― Preguntó Hoshi.
― Lo estoy. ― Le respondió con normalidad
Hoshi se mantenía ansiosa viendo el inicio del partido, Akari sacó de entre sus cosas una bolsa para la Kamakura llena de dulces.
― También te traje de los jugos del hotel, ten. ― Le entregó una caja de jugo.
Hoshi sonríe ampliamente mientras sus brillosos ojos resplandecen aún más.
― ¡Gracias, Akari-san! ― Agradeció rápidamente, rompiendo la envoltura de uno de los dulces.
Akari se recostó de la pared durante unos segundos, se acercó a su mochila para sacar su teléfono.
Al desbloquearlo, miró atentamente su registro de llamadas, mirando fijamente el contacto de Sae haciendo qué sus ojos se oscurecieran aun más.
¿En qué se estaba convirtiendo por aquél sueño?, se está consumiendo así misma por el deseo de ser la mejor.
Se levantó en silencio, Hoshi levantó su mirada, quiso preguntar pero Akari simplemente palmeo su cabeza.
― Iré a buscar algo de agua y de paso iré al baño, no tardaré. ― Le explicó.
― ¡Vale! ― Respondió Hoshi con una sonrisa.
Al salir, soltó un pesado suspiro mientras empezaba a caminar hacia la máquina expendedora.
Miró su teléfono nuevamente mientras mordía sus labios, salió de su registro de llamadas para entrar a su Whatsapp.
― Parece qué Japón destruye más a sus jugadores qué a sus enemigos. ― Akari dirigió su mirada hacia la muchacha qué le había hablado
― Creo qué Alemania es fan de traer a las payasas a representar. ― Respondió la Itoshi.
Ambas se miraron a los ojos, pero la pelirroja tomó los dulces qué quería y empezó a marcharse.
― Mi nombre es Sophia. ― Se presentó la muchacha.
― Akari. ― Respondió y poco después, se fue.
Se detuvo en el baño, miró su rostro en el espejo mientras recordaba su cuerpo desnudo tirado en el suelo sangrando.
Recordó las veces qué chocaba contra el suelo cuándo terminaba sus entrenamientos en Blue Lock.
― Esta historia debió acabar en la liga Neo-egoísta. ― Se dijo así misma
― ¿Nuestra historia?
Akari tocó su cabeza mientras una punzada aparecía, ahogó un quejido de dolor mientras su cabeza daba vueltas.
Ella rebusco en su bolsillo un frasco, sacando unas pastillas.
― ¿Quieres deshacerte de mí sabiendo qué somos uno solo?, tú eres yo, yo soy tú. Somos lo qué la gente llama Akari.
Akari metió las pastillas en su boca mientras se forzaba a tragarlas, se sostuvo del lava manos manos mientras luchaba por no vomitar las pastillas.
Abrió la envoltura de uno de los dulces y lo metio en su boca para calmar sus náuseas, tomó aire de forma desesperada mientras apretaba su cuello.
El dolor de cabeza se esfumó al igual qué sus náuseas, recobró su postura mientras tomaba aire.
― No disfruto lo suficiente cómo para pasar por esto. ― Pensó, mientras tomaba sus cosas para salir.
Al volver con Hoshi, ella parecía concentrada en el partido.
― Veo qué Costa rica avanza muy rápido. ― Mencionó la Itoshi.
― Sobre todo esa raquel, ¡Su culo hace boing boing cada qué cae! ― Señaló la Kamakura.
Akari puso sus ojos en blanco al escuchar a la muchacha hablar sobre los frenéticos movimientos del trasero de la costarriqueña.
― Akari-san, tiene qué pedirle la rutina de glúteos para qué usted me la pase.
― Hoshi, no haré eso. ― Le dijo.
― ¡Sé lo suplico!
(...)
Akari sentía sus brazos fallar al igual que sus piernas mientras no podía mantenerse ni un segundo más en plancha.
― Un triunfador supera los límites sin importar los obstáculos qué haya en su camino. ― Le dijo Ego.
La Itoshi levantó su mirada, intentando responder pero su voz no solía, limitándose a asentir.
― Y recuerda, Akari. Para satisfacer a los demás, debes satisfacer tu propio ego. ― Aquélla frase de Ego la hizo pensar.
¿Satisfacer a su ego?, ¿En algún punto estuvo satisfecha consigo misma?
Quizá lo estuvo, fue segura de si misma y de su valía, pudo superar las cosas qué el mundo le mandaba para seguir avanzando pero en su trayecto, cayó en un hueco qué todavía no tiene final.
Está pérdida en su propia mente y quizá eso sea el motivo por el cuál no encuentra respuesta.
― Quiero ser cómo antes, quiero volver a confiar. ― Respondió.
― Tú misma decidiste cambiar a lo qué eres ahora y es tarde para arrepentirse. ― Ella desvió su mirada.
Escondió su rostro entre sus piernas mientras sollozaba un poco al estar sola. Sentada en su cama mientras no se sentía preparada para ir al mundial.
― Otto-san, Oka-san, mirenme, ¡Mirenme! ― Akari corrió emocionada mientras traía consigo un reconocomiento de ciencias.
― Ahora no, Akari. Estamos ocupados con algo más importante ― Respondió su padre.
Su madre nisiquiera la miró, la peliverde borró su sonrisa mientras estrujaba el reconocimiento.
― Oka-san, ¿Puedes acompañarme a la obra!, ¡Seré la bella durmiente! ― Dijo con una sonrisa.
― No, tú hermano tiene partido. ― Respondió mientras la hacia aún lado.
Akari bajo su cabeza mientras apretaba su camiseta, sintiendo las lágrimas caer por sus mejillas, sin consuelo alguno.
La puerta se cerró, devolviendola a la realidad.
― Oye, tonta. ¿Por qué lloras? ― Akari se sorprendió al escuchar la voz de Raichi.
― Jaja, ni siquiera me dí cuenta qué estaba llorando. ― Dijo entre amargas risas.
― Eso no responde mi pregunta, imbécil. ― Él se sentó a su lado.
Ella se quedó en silencio mirando a Raichi, quién esperaba una respuesta. Akari sintió su corazón quebrarse
― Oh, vamos. Ven aquí, Akari. ― El abrió sus brazos mientras la escuchaba llorar
Akari volvió a la realidad, mirando el partido de Costa Rica. Sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa sintiéndose más tranquila al recordar el rostro de Raichi.
― Raichi...gracias. ― Agradeció en su pensamiento.
Cómo Raichi no había nadie más y Akari lo sabía muy bien.
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