19
“ Amor puro y sincero.”
Akari miró el campo desde una perspectiva diferente, en busca de poder analizar el 100% de sus rivales.
El Real Madrid parecía entender hasta cierto punto cómo funcionaba su habilidad, debía usar un método de comunicación menos obvia con Hoshi para hacerla avanzar y acomodarse para un nuevo gol.
Sí bien la defensa serpiente funcionó, asfixiando toda posibilidad de qué le pudiesen marcar un gol a su portería, tampoco es cómo si pudiera realizar el mismo movimiento.
Separó sus labios para dejar salir su suspiro, acomodó sus piernas y las posicionó cómodamente, hundió su pie dominante en el suelo.
Debía analizarlo todo, este campo de ajedrez no era tan complejo ahora qué podía ver el patrón de los movimientos.
Pero, ¿Qué pasaba si cambiaba esa perspectiva de su propio campo?
Luna era una excelente jugadora, se destacaba por cambiar ese patrón de movimiento y realizar ciertas jugadas muchas más complejas.
Pero un patrón desconocido para muchos, era un patrón conocido para ella.
Eran los mismos movimientos de Leonardo Luna, la estrella del Real Madrid.
Pero qué haría ella contra...una torre de vigilancia.
La sonrisa de la pelirroja se ensanchó mientras su pie se soltó, impulsandose para pasar entre la apertura del lateral derecho, con un barrido bajo sus pies, con la punta de su pie lanzo el balón hacia arriba.
Uso sus brazos para impulsarse, usándolos de apoyo para un freeze al estilo Breakdance.
Un movimiento aeróbico, uso su segundo pie para disparar el balón el cuál fue recibido por Hoshi con su cabeza.
Al estilo callejero, pasó a la segunda defensa y con un amague seguido de una finta, pasó el balón nuevamente.
Akari lo recibió con su talón, lo pasó hacía adelante y luego hacia su espalda, lo rebotó nuevamente hacia Hoshi.
Está aceleró su regate hasta volverlo con una bicicleta inversa demasiado rápido, convirtiendo aquél movimiento en unas croquetas y poco después en un tiro directo.
Luna se atravesó, golpeando con su pie izquierdo el balón para disparar con fuerza evitando un gol.
Pero Akari se atravesó para recibir el balón nuevamente. Lo golpeó contra el suelo a una altura de 6 cm entre su pie y el suelo.
Cuándo el balón rebotó, con su otra pierna, disparó. La Kamakura saltó y golpeó el balón haciéndolo rebotar contra el suelo y está vez, el balón entró a fuerzas contra la red.
El duo del Nadekashi cayó el suelo encima de la otra, formando un abrazo rápidamente.
Japón tiene la delantera con solo tener otro gol, ganarían contra el Real Madrid.
Ambas se miraron escuchando los gritos eufóricos de la gente. Los ojos de la Kamakura brillaron con gran emoción, mientras su sonrisa se ensanchaba.
Akari ríe un poco al notar la expresión de su compañera, ambas se levantan para celebrar el gol junto las banderas blancas con el círculo central rojizo, Japón está marcando historia.
Ginevra frunció su ceño mientras apretaba la silla en la cuál estaba sentada.
Dagna miró de forma encantandora a aquél dúo japonés mientras reía un poco, no muy lejos la de cabellos blancos se cruzó de brazos y simplemente asintió.
La alemana de cabellos verdosos y ojos heterocromáticos miró de forma curiosa ocultando su sorpresa ante aquél gol.
El Real Madrid estaba recibiendo una cucharada de su propia medicina fue lo primero qué pensó para reír después.
︈─ ¿De que te ríes, Sophia? ︈─ pregunta Agna, algo curiosa.
Pero Sophia negó.
︈─ Solo me parece gracioso qué probablemente el Real Madrid pierda. Presumieron mucho qué esta copa sería suya. ︈─ Contestó con sencillez
︈─ Tienes razón, esas perras solo saben presumir. ︈─ Agna ríe junto a ella.
Sin embargo, Cuando Sophia dirige su mirada hacia la pelirroja del Nadekashi no puede despegar su mirada.
Cosa qué es notada por Dagna, quién sonríe aún más.
︈─ Pareces muy interesada por ella. ¿Te gusta? ︈─ Pregunto con dulzura su capitana.
Sophia se tomó por sorpresa aquella pregunta, sin embargo apretó sus labios y respondió.
︈─ Obvio no, tú sabes qué...
︈─ Te estás poniendo nerviosa, Sophia. ︈─ Las palabras de Dagna dieron justo en el blanco.
No le gustaba, únicamente era curiosidad. No la conocía para nada, además la jodida Italiana esa parecía demasiado posesiva.
Eran rivales, prontamente se enfrentarían y cuándo Sophia le partiese el culo aquella curiosidad se iría.
︈─ Pareces más interesada de lo normal, ¿por qué no le hablas? ︈─ Agna se metió en la conversación.
︈─ Yo tengo una idea mucho mejor. ︈─ Dagna mostró una linda sonrisa para así dar por concluida la conversación.
Pronto sabrían su idea o quizás, su plan. Un plan muy curioso...
Por otro lado, Ginevra parecía querer derretirse en cualquier movimiento, estando roja y soltando vapor por sus oídos.
︈─ Ginevra, cálmate. Solo son compañeras y celebran así porque seguramente se tienen confianza y...
︈─ ¡Cállate, Bernadette!, ¡No sabes nada sobre ella! ︈─ Le gritó.
El equipo Italiano parecía estar ciertamente acostumbradas a aquellas rabietas de Ginevra desde que volvió de Japón.
︈─ Pero Ginevra, Bernadette tiene razón. Quizás es solo su amiga ︈─ Intentó calmar Beatrice.
︈Pero la propia palabra “amiga” parecía hervir la sangre de la pelimarrón aún más.
Tenía qué soportar tener rivales masculinos, no podía soportar el peso de una competencia femenina qué estuviese en su equipo.
︈Akari se aferró a Ginevra mientras de sus ojos salían sus pobres lágrimas, sintiéndose cómo una pequeña niña.
La Italiana acarició su cabeza con suavidad, dándole a entender que lo podía soltar todo.
La voz destrozada de Akari, sus ojos cristalizados. Aquél sentimiento de tristeza parecía conectar con ella.
Cuándo se dieron un abrazo, ambas se aferraron a la otra. Cuándo los ojos turquesas vieron los cafés, se quedaron en una silencio profundo.
︈─ ...¿Me quieres, Ginevra?
︈─ Te quiero mucho, Dolcezza.
︈─ ¿De verdad?
︈─ Mucho, mucho.
Ambas se sonríen mientras Ginevra limpia las lágrimas de su amiga, dándole un beso en la mejilla. La pelirroja se acomodó entre el pecho de Ginevra cómo una pequeña niña
La Italiana la abrazo mientras besaba la coronilla de su cabeza, cerrando sus ojos por igual.
Su corazón latio con fiereza, mientras sus mejillas se enrojecieron.
Ginevra sabía qué estaba mal desarrollar sentimientos amorosos más allá de lo bien visto.
Akari estaba confiando en ella hasta mostrarle aquél lado sensible, llorando ante ella.
Las manos de la japonesa se aferraban a su piel mientras las lágrimas humedecian la tela de sus prendas.
Su calor corporal fue lo qué aplacó el frío de su alma mientras buscaba en ella el consuelo.
Y eso para Ginevra, era el mayor acto de amor sincero qué Akari le pudiese haber demostrado en aquél momento.
La Italiana no podía permitir qué alguien tan común cómo la Kamakura viese ese lado, nadie merecía verla así, solo ella.
Akari en ese estado era tan débil, tan vulnerable qué era imposible de reconocer.
Cómo lloraba, mientras sus ojos apagados buscaban de algo a lo cuál conectarse y volver a brillar mientras sus labios tiemblan a la misma vez qué su voz quebrada intenta salir pero se esconde entre los nudos de su propia garganta.
Sus manos tiemblan y buscan algo de lo qué aferrarse. Cuándo luego de llorar por un largo rato, ella se dormía.
Nadie podía verla así porqué la gente se aprovecharía de ella, Ginevra no podía permitir qué la lastimarán, no otra vez.
Es por eso qué ella quiere...protegerla.
Su objetivo es proteger a Akari y hacerla sentir cómo la chica más amada del mundo.
Hacerla una niña feliz.
Ambas féminas se miraron a los ojos por primera vez, sin saber qué prontamente se harían amigas.
El destino podía ser bastante curioso, cuándo no te imaginas nada con conocer a una persona, aparece alguien y se vuelve muy importante para tí.
Ella no sabía qué era tener una amiga en su vida tan desolada, era desconcertante. El cómo actuar o cómo llevarse era algo complejo para ella.
Sin embargo, aprendiendo al ritmo de la música, la conexión surgió entre ambas con una simple mirada.
La confusión surgió en ambas con el pasar de los días, quizás porque eran tan diferentes.
Su cultura, su apariencia, sus gustos, sus idiomas, su vida.
Todo lo qué Akari quería era aprender a querer y a quererse así misma.
Quería tener una vida normal sin las secuelas del pasado, poder demostrar qué ella valía la pena.
Poder dejar el fútbol y tener una familia, tener amigos.
Mientras qué Ginevra quería alguien con quién entretenerse. Alguien a quién amar, alguien qué no se aprovechará de ella.
Quizás porque ambos caminos fuesen uno más largo que el otro pudieron entrelazarse.
El destino fue quién las puso en un mismo proyecto, las puso en una misma sala, en una misma habitación.
Mirándose a los ojos directamente, empezarían a tener otros objetivos.
El corazón de Akari se dividía cada vez más y se mantenía más confuso. Pero cuándo sus ojos se encontraban con ella, su corazón se volvía uno solo.
Porqué...todo lo qué ella quería era Ginevra.
Y todo lo qué quería Ginevra, era Akari.
No podían soportar la idea de alejarse una de la otra. Porqué son su primera amiga.
Porqué son mejores amigas, nada ni nadie podría cambiar eso.
Nadie podría cambiar esa dulce mirada, ese tacto tan suave ni las lágrimas qué caían en el rostro de la otra.
Cuándo se tomaban de la mano, cuándo se abrazaban.
Akari miró a Ginevra, mientras lloraba.
︈─...¿Crees qué soy linda? ︈─ pregunto Akari en voz baja.
︈─ La más linda del mundo..︈─ Respondió Ginevra con una sonrisa.
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