El sonido de una llamada entrante hace que la rubia despierte molesta, intenta aclarar su panorama encontrándose con un brazo abrazándola por su cintura, con ello recuerda su encantadora noche que tuvo con el mismísimo Bastoni. El movimiento hace despertar al italiano sonriente al ver el rostro soñoliento de Sabina.

—Me da gusto que lo primero que ven mis ojos es tu precioso rostro— se le escapa decir.

Sabina sonríe pícara —yo sé que te urgía que te acostaras conmigo, al fin lo conseguiste, Bastoni. Acepto que caí rendida a tu tentadora trampa— confiesa juguetona.

Alessandro acerca aún más a la australiana —valió la pena la espera.—  Sabina suelta una risita rodeando su brazo el cuello del italiano robándole un beso, sintiendo no sólo el placer y gusto que le sacó al italiano, sino dándose cuenta que ambos durmieron desnudos, lo que provocaba que esta simple sesión de besos quisiera dar otro paso más.

Lamentablemente el celular de Sabina volvió a sonar interrumpiendo sus ganas —mierda, puto celular— se queja la futbolista separándose de Alessandro para buscar de su celular. Atiende la llamada que era su hermana diciéndole que su mamá buscaba de ella pues hoy era la reunión con la directiva del Milán —joder! Ahí voy! Disculpa, dile a mamá que me quedé en casa de Lizbeth— cuelga con prisas.

—En casa de Liz?— alza una ceja el italiano.

—Acaso quieres que te recuerde la última vez que mi mamá te vio en mi cuarto a escondidas?— lo amenaza burlona.

Bastoni se toma la frente —ese chanclazo me dolió— recuerda.

Sabina ríe mientras se vestía llevándose la sorpresa de que su blusa quedó desgarrada por culpa de las hormonas incontrolables de Bastoni —te odio, Bastoni— le dice mostrándole la blusa rasgada.

Suelta una risotada —eso no gritabas anoche— se levanta desnudo para rodear a su amada —te presto una de mis sudaderas— ofrece.

—Te agradezco, Alessandro. Pero se me va a ver enorme. Me sacas más de 30 centímetros— detalla.

El italiano busca una sudadera para entregársela a Sabina —toma, quédatela— le ayuda a ponérsela —te ves irresistible con ella— halaga tomándola de la mejilla.

Su comentario hace sonrojar a la australiana —me tengo que ir, Alessandro.

—Se puede saber a dónde?— pregunta amable.

—Iré a reunirme con los directivos del Milan para discutir de mi futuro, sin embargo, yo ya tengo clara mi decisión— afirma con certeza —quiero irme de Milán.

Esto hace que Alessandro se sienta traicionado. Acaso por eso se acostó con él porque era la ultima vez que se vería? Cómo puede ser posible?

Decide alejarse de golpe —es por eso que te acostarte conmigo? Porque sabías que te ibas a ir?!— reclama dolido.

La rubia ríe —por supuesto que no, tonto— lo relaja —me refiero a que he elegido fichar con el Inter de Milan— informa.

Con ello, el italiano sonríe de la alegría, elevando con sus fuertes brazos a Sabina mostrando su enorme felicidad al escuchar que poco a poco, su destino con la atleta se iba formando. Ahora nada podía interferir en ellos.

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Horas antes

Amaiur estaba en su cuarto viendo películas en su computadora cuando una peculiar conversación entre su hermano y su novia hace que su interés se desvíe en la pareja.

—Así te lo dijo?— replica Brahim.

—Así es— reafirma Lizbeth —me dijo que no se siente segura de lo que siente por Sandro ante la llegada de Bastoni.

Se produce una pausa —joder, te diré que Sandro anda en las mismas. Dice que no está seguro de lo que siente tanto por Amaiur que por Sabina— revela —y es una situación que me pone incómodo, no quiero que lastime a mi hermanita joder!— expresa —es por eso que le prohibo convivir con mis compañeros de equipo. Maldito Sandro.

La española comienza a sentir una punzada de celos hacia la rubia australiana. Amaiur nunca debió bajar la guardia pese a tener demás pensamientos que podrían influir en esta situación. A pesar de eso, no iba a dejar pasar su oportunidad de tener a Sandro Tonali solamente para ella.

Decide prepararse para ver a Sandro y dejarle en claro que ella si desea del italiano a cualquier costo. Llega a la casa del italiano en poco tiempo antes que sea demasiado tarde.

—Quiero que sepas algo antes de que sea demasiado tarde— intenta recuperar su respiración —te quiero, Sandro. Desde el momento que te vi, algo me decía que había encontrado al indicado. Y quiero que sepas que conmigo nada te va a faltar y que entiendas que estoy dispuesta a lo que sea por ti. Al contrario, yo no me ando con rodeos— afirma segura de sí misma.

El discurso hace que muchas preguntas invaden la mente de Sandro —acaso todo está bien? Brahim te hizo algo?— se quería sacar de dudas.

—No, Sandro— se atreve a tomarlo por las mejillas —intento decirte que quiero formalizar lo nuestro.

Tonali no estaba convencido en cuanto a Amaiur, y todo por su recién confesión que le hizo a Sabina —Amaiur, me halagas, pero mereces a alguien mejor que yo...

—Es por Sabina, cierto?— le lee la mente.

Sandro desvía la mirada —lo siento, linda...

—Ella quiere a Bastoni— interrumpe de nuevo.

Esto hace a Tonali alejarse de sopetón —qué dices? De dónde lo escuchaste?— desea saber con frustración.

Amaiur suspira —mi intensión no es ser chismosa, pero oí a Brahim y Liz hablar acerca de la supuesta decisión de Sabina— acomoda la verdad a su gusto —ella sigue enamorada de Alessandro.

El italiano se siente como todo un idiota al creer que Sabina D'Arcy podría sentir algo por el pelinegro. Su rencor comenzó a invadir lo y cegarlo, por ello, dejó que su orgullo y ego lo volvieran a consumir haciendo que su lado sensible se desvaneciera.

—Por supuesto. A D'Arcy le cuesta superar las cosas, por lo que no me sorprende— desvía su mirada —en fin, así es ella.

—Estoy contigo por si se te ofrece algo— lo toma de la mano.

—Sabes qué?— consumido por la venganza la invita a tener una doble cita con su hermano para demostrarle que está dispuesto a tener algo serio con Amaiur Díaz.